Los anuncios que ha hecho el gobierno venezolano sobre la política vacunación contra el COVID-19 en el país no han estado exentos de señalamientos y polémicas creadas por actores políticos opositores del sector salud, tal como se ha podido constatar en la diatriba venezolana en días recientes.
Ha trascendido que la planta Espromed Bio, ubicada en la Ciudad Universitaria de Caracas, producirá la vacuna Abdala, una de las principales candidatas vacunales de Cuba. Así lo anunció la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez en una inspección a dicha instalación de productos tecnobiológicos venezolanos junto a una delegación de farmaceutas cubanos encargados de desarrollar dicho fármaco.
En esta planta existen en la actualidad cinco proyectos en cooperación con empresas biotecnológicas de Cuba, al que se unirá la producción masiva de la vacuna cubana que se encuentra aún en pruebas clínicas en su fase III y que esperará seguidamente por su certificación por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El gobierno venezolano también anunció que el país logró concretar el pago del 50% para acceder a más de 11 millones de vacunas del Sistema COVAX, de Naciones Unidas y la OMS. Por ahora, no se ha anunciado cuales vacunas llegarán al país por este sistema.
Venezuela ya ha visto materializados acuerdos con Rusia y China, las vacunas Sputnik V y Sinopharm ya han llegado al país y han sido las que han permitido adelantar procesos de vacunación entre personal sanitario, funcionarios en labor social y también población de la tercera edad, tal como ha sido difundido en medios venezolanos en los últimos días.
La política venezolana es multidireccional en un ambiente adverso. Además de recibir vacunas de países aliados y las vacunas que vendrán por el Sistema COVAX, Venezuela se unirá a la muy corta lista de países del mundo que fabricarán alguna de las vacunas disponibles y certificadas, tal como se espera que sea el caso de Abdala.
Pero a la par de estos anuncios, la construcción de polémicas anticipadas y narrativas no se han hecho esperar, dado que han sido instrumentalizadas para la manufacturación por vías de relato de una nueva “crisis humanitaria”, esta vez por vacunas.
El grave contexto de la crisis mundial por vacunas
Sobre este tema es indispensable referir el cuadro mundial en materia de vacunas. El camino hacia la inmunidad global frente al COVID-19 ya ha comenzado: el 8 de abril la vacunación frente al coronavirus superó el 5 % de la población con al menos una dosis, una inoculación que actualmente alcanza a más de 459 millones de personas. En total, y según los datos recogidos por Our World in Data, se han administrado más 825 millones de inyecciones en casi 180 territorios y países. Sin embargo, existe una gran diferencia entre continentes, refiere el medio español RTVE.
En efecto, a finales de marzo la OMS aseguró que cada día que pasa la inequidad para el acceso a las vacunas contra el COVID-19 es cada vez más notoria y reprochó que los países desarrollados, que han acaparado la mayor parte de los antídotos, hacen poco por revertir la situación.
La gravedad del cuadro de disputa pone a los países en vulnerabilidad y, en efecto, han sido países como Rusia y China los que han contribuido a atenuar la situación. En Rusia, para la segunda semana de abril el país había vacunado solo al 11% de su población, mientras que China para este mismo lapso ha vacunado el 5%. Sin embargo, las vacunas de estas naciones han llegado a más de 130 países y muchos de estos no habrían recibido alguna vacuna hasta la fecha de no ser por la Federación y la República Popular.
Venezuela se desenvuelve en una situación aún más adversa. En este cuadro de vulnerabilidad mundial, el país tiene adicionalmente a cuestas el bloqueo económico y financiero, el cual hizo que el simple pago al sistema COVAX de la OMS fuera una proeza para el gobierno venezolano.
Todo esto indica que Venezuela, además de contar con una capacidad de respuesta aún por demostrarse del Sistema COVAX, tendrá que apoyarse en sus aliados para poder vacunar a la población. En estas instancias, adquirir estas vacunas y fabricar la Abdala serán los mecanismos mediante los cuales el país resolverá en los lapsos correspondientes el acceso a las vacunas.
Operaciones de actores políticos del sector salud
Antes que Venezuela anunciara la fabricación de la vacuna Abdala en el país, la Academia Nacional de Medicina (ANM) ya había publicado un boletín, concretamente el 22 de marzo, donde cuestionaron la vacunación en Venezuela con Abdala.
La ANM no declaró tener acceso a información sobre la vacuna, sin embargo, y por adelantado, establecieron dudas y señalamientos contra el fármaco aduciendo su país de origen.
De manera pretendidamente técnica, señalaron que dicho medicamento no estaba certificado por la OMS y en efecto todavía es así, sin embargo, no mencionaron que dicho fármaco forma parte del monitoreo de desarrollo de vacunas de la OMS. Antes de las declaraciones de la ANM, el Dr. José Moya, representante de la OMS y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Cuba, había referido que la vacuna Abdala estaba en desarrollo e iba “bastante bien”.
La ANM basó sus dudas y rechazo, dado que Abdala no ha sido certificada y está en Fase III, en una manipulación narrativa, puesto que ninguna otra vacuna ha sido certificada sin superar la dicha fase y se espera que Abdala lo sea. No hay evidencias de que no vaya a ser aprobada por la OMS.
Luego de este comunicado, el Dr. Huniades Urbina, secretario de la ANM, abogó por el ingreso de la vacuna AstraZeneca, aunque varios países y autoridades internacionales farmacéuticas hayan alertado de sus riesgos.
Luego de que la ANM se anticipaba el rechazo de la vacuna Abdala, creando un precedente negativo y sembrando dudas en la población, la Federación Médica de Venezuela (FMV) se pronunció por vacunas para “todo el personal médico”.
Junto a una representación minúscula de “personal sanitario”, Douglas León Natera, abierto dirigente antichavista en el sector salud, presentaron carteles y mensajes solicitando un plan de vacunación masivo, “seguro y sin exclusiones para todos los venezolanos”, acompañando sus denuncias con la acusación de que la vacunación en Venezuela es “exclusiva para chavistas”.
La FMV atizó al indicar que 456 trabajadores sanitarios han muerto. Pero en contradicción y amplificando la cifra, la organización Médicos Unidos de Venezuela (MUV), otro movimiento del antichavismo que se ha encargado de “contabilizar los decesos”, afirmó que suman 468 muertes de sanitarios hasta el 12 de abril. Esto significa, según MUV, que de las mil 795 muertes oficiales,el 26% representa a enfermeros, médicos y otro tipo de personal asistencial para esa fecha.
Entretanto, el Dr. Julio Castro, infectólogo y activista opositor, cuestionó el uso de la Plataforma Patria para la convocatoria a personas de la tercera edad para ser vacunados. También atizó con la palabra “exclusión” en el sistema de vacunación, sin hacer mención a la crisis por el acceso a vacunas que es de alcance global.
Castro omite que la Plataforma Patria es un instrumento que ha demostrado eficacia para hacer fluir información de manera bidireccional entre la población y el gobierno nacional en tiempo real, siendo los censos del Sistema Patria los más oportunos para monitorear indicadores a modo de encuesta en línea e info-gobierno, por estar vinculado al Carnet de la Patria y por ser de libre acceso y registro de la población.
Adicionalmente, para Julio Castro el antígeno cubano Abdala “no puede considerarse parte del programa de vacunación porque ni siquiera se ha cumplido con la Fase III y no cree que se dé hasta finales de este año”, según dijo para el medio El Estímulo. Del mismo modo, dijo Castro que para que se considere como una vacuna, debe estar probada y respaldada “por la sociedad científica mundial”.
Castro omitió que la vacuna Abdala cumplirá con la Fase III mucho antes de fin de año, que su desarrollo está monitoerado por la OMS y que Cuba prevé vacunar masivamente a su población antes de fin de año, concretamente desde junio-agosto con la vacuna Soberana 2. De ahí que su desentendimiento de los lapsos de vacunación en Cuba y sus dudas sobre Abdala parecen más bien manipulaciones narrativas generadoras de incertidumbre.
El 6 de abril, un grupo minúsculo de estudiantes de medicina de la Universidad Central de Venezuela se pronunció en una puesta en escena frente al Hospital Universitario de Caracas con bolsas de basura empacadas como bolsas de cadáveres. En este evento exigieron vacunación en el país, y su pronunciamiento fue ampliamente difundido por medios internacionales y ONG para argumentar una “crisis humanitaria por falta de vacunas” en Venezuela.
Como era de esperarse, en esta puesta en escena tampoco hubo mención de que según el Ministro de Salud de Venezuela Carlos Alvarado -quien fue uno de los servidores públicos que ha padecido de COVID-19-, se habían vacunado más de 200 mil personas en el país con al menos una primera dosis.
En efecto y, como han reseñado las autoridades venezolanas, parte del personal sanitario vacunado en el país ha sido quienes han cumplido labores en hospitales Centinela y Centros Diagnósticos Integrales (CDI), instancias del sector público donde se atienden exclusivamente los casos por COVID-19, cuestión que los médicos en clínicas privadas y que no están atendiendo en la pandemia llaman “discriminación”. Sin embargo, estos eventualmente serán vacunados.
La fabricación y colocación exponencial de otra “crisis humanitaria”
La clara alineación de estos factores del gremio de salud no están desvinculados de matrices promovidas por dirigentes de la oposición venezolana, concretamente los liderados por Juan Guaidó, quienes han difundido insistentemente la existencia de una “crisis humanitaria” en Venezuela por falta de vacunas y han construido el relato de supuesta “discriminación” política para vacunaciones. Esto, pese a las imágenes de operativos masivos de vacunación a ciudadanos priorizados de la tercera edad y en condiciones de riesgo.
Estas tendencias se detonaron con mayor énfasis desde el rechazo que hizo el gobierno venezolano de la AstraZeneca, oficialmente vetada en varios países y científicamente catalogada como riesgosa.
Adicionalmente, el aumento de casos de COVID-19 en Venezuela por el auge de la cepa brasileña en la región ha sido instrumentalizado para ampliar estas narrativas, promoviendo frente a la “comunidad internacional” la existencia de una crisis de proporciones dantescas.
Vale destacar que estas narrativas han sido polifuncionales, pues pretenden desviar la atención de las cuestiones de hecho, sobre el rol del gobierno fake de Juan Guaidó para escamotear, desviar y robar los recursos del país que están bajo el arbitraje del gobierno estadounidense y otros aliados.
Los eventos precedentes registran que a cambio de prebendas políticas y bajo órdenes de los estadounidenses en el marco de negociaciones tras bastidores, Juan Guaidó pretendió un chantaje por el desmantelamiento del poder político de Venezuela usando los recursos nacionales y el acceso a las vacunas como arma para presionar.
De ahí que la interpretación de estos movimientos que se aprecian entre los factores opositores y el gremio de salud tienen un sofisticado acompasamiento que solo se proyecta al alargue, dado que por las condiciones de acceso mundial a las vacunas el funcionamiento de COVAX para el país, y por los lapsos que aún aguardan para la Abdala en Venezuela, la vacunación será un proceso no inmediato.