Mié. 10 Diciembre 2025 Actualizado ayer a las 3:55 pm

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Vladimir Putin y Donald Trump se encontraron en Alaska y dialogaron sobre el conflicto. Pero los obstáculos yacen en Kiev (Foto: France24)
Zelenski como obstáculo

Presiones y nuevos factores en las negociaciones de paz Rusia-Ucrania

Desde su etapa de candidato presidencial, Donald Trump hizo (y aún mantiene) un gran énfasis en el esfuerzo político de "detener" el conflicto ruso-ucraniano.

En campaña, Trump afirmó que detendría la situación "en 24 horas". Aunque luego dijo que fue sarcástico en su comentario. Sin embargo, la realidad se impuso, resultó ser mucho más cuesta arriba. En consecuencia, priorizó un acuerdo "en 100 días", designando a Keith Kellogg como enviado especial.

El 12 de febrero, una llamada directa entre Trump y Putin acordó iniciar discusiones, rompiendo el aislamiento ruso impulsado por Biden.

Seguidamente hubo reuniones bilaterales entre Estados Unidos y la Federación de Rusia en Arabia Saudita el 18 de febrero, en la cual fueron excluidas Ucrania y "los aliados europeos", generando tensiones.

Zelenski se reunió con Trump en la Casa Blanca, en el marco de discusiones sobre el "acuerdo" para el aprovechamiento de minerales ucranianos. Fue esta la inolvidable cita donde Zelenski fue reprendido y humillado públicamente por Trump, por sabotear la puesta en escena y realizar deliberaciones contra J.D. Vance frente a la prensa.

En marzo, Ucrania fue objeto de una suspensión temporal de 30 días de ayuda estadounidense.

El 19 de abril, Putin anunció una tregua de 30 horas por Pascua, la primera pausa oficial desde 2022, vista como gesto a Trump, aunque ambas partes se acusaron de violaciones. El 23 de abril, Estados Unidos presentó su "propuesta final de paz", la cual resultó no ser la "última" propuesta. Esto estivo seguido de charlas directas ucraniano-rusas el 16 de mayo en Estambul —las primeras en tres años— y una segunda ronda el 2 de junio, donde se acordó intercambio de prisioneros, pero no avances sustantivos.

Luego vino la Cumbre entre Trump y Putin de Alaska, en agosto, sin acuerdos claros sobre la cuestión ucraniana. Sin embargo, trascendió que el presidente ruso propuso retomar los protocolos de Estambul (abandonados por los ucranianos quienes se retiraron de la mesa a pedido de Reino Unido y con el respaldo de los "aliados europeos").

En noviembre, un aparente plan de 28 puntos emergió de charlas en Ginebra entre enviados estadounidenses (Steve Witkoff, Marco Rubio) y ucranianos (Andriy Yermak), incorporando garantías de seguridad y desarrollo de industrias asociadas a recursos minerales, pero excluyendo a Europa inicialmente, lo que alarmó a los "aliados".

El clímax de diciembre llegó con la reunión de cinco horas el 2 de diciembre en el Kremlin entre Putin y enviados de Trump (Witkoff y Jared Kushner, yerno de Trump). La cita fue descrita como "constructiva" por el Kremlin, no produjo compromisos. Rusia rechazó renunciar a sus posturas inamovibles sobre lo territorial, mientras Ucrania advirtió contra "juegos a sus espaldas".

La cuestión de las negociaciones ruso-ucranianas sigue en un punto de estancamiento, aunque ciertas perspectivas sugieren que la situación comenzaría a destrabarse. Uno de los catalizadores sería el colapso del círculo de poder que rodea al presidente Volodimir Zelenski y el incremento de presiones abiertas de Washington por un acuerdo.

EL CÍRCULO DE PODER DE KIEV SE FRACTURA

La Operación Midas es una investigación anticorrupción lanzada en 2024 por la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU) y la Fiscalía Especializada Anticorrupción (SAP), que se hizo pública en noviembre de 2025.

Estas agencias gubernamentales ucranianas habían sido inhabilitadas de facto por Zelenski, pero su carácter "independiente" se afianzó por presiones de gobiernos occidentales. Por esas razones, han revelado un esquema masivo de sobornos y lavado de dinero en el sector energético ucraniano, específicamente en la empresa estatal nuclear Energoatom.

La pesquisa, que duró 15 meses e incluyó más de 1.000 horas de escuchas telefónicas y 70 allanamientos, destapó el desvío de unos 100 millones de dólares a través de comisiones ilegales del 10-15% en contratos estatales. Los fondos provenían en parte de ayuda internacional destinada a la guerra contra Rusia, lo que agravó el impacto político.

El núcleo de la trama involucra a una red de funcionarios, empresarios y ex altos cargos que extorsionaban a subcontratistas de Energoatom para adjudicar contratos inflados. Los sobornos se lavaban en una "oficina secreta" en Kiev y se distribuían entre los implicados.

Entre las figuras claves de esta trama figura Timur Mindich, empresario y exsocio del actor/mandatario en la productora Kvartal 95 (donde el presidente inició su carrera actoral), convertido en empresario contratista militar. Acusado de ser el "cerebro" del esquema (bajo el alias "Karlsson" en las grabaciones), huyó a Israel antes de los allanamientos. El mandatario ucraniano impuso sanciones contra él, congelando sus activos.

También aparece involucrado German Galushchenko, exministro de Energía (hasta julio de 2025) y luego Ministro de Justicia. Es acusado de recibir beneficios personales y facilitar el lavado bajo influencia de Mindich.

La Ministra de Energía, Svitlana Grinchuk, cercana a Galushchenko, no está directamente imputada, pero su renuncia fue exigida por su vínculo con el sector.

Otros involucrados son; Oleksiy Chernyshov (exviceprimer ministro, alias "Che Guevara", recibió 1,2 millones de dólares), Ihor Myroniuk (exasesor de Galushchenko), Rustem Umerov (exministro de Defensa, ahora en el Consejo de Seguridad Nacional, mencionado en influencias).

Una pieza clave en esta trama es Andriy Yermak, exjefe de gabinete y "mano derecha" del presidente (segunda figura más poderosa del país), renuncia horas después de un allanamiento en su domicilio. Yermak lideraba negociaciones con Estados Unidos y Rusia; su salida debilita la posición ucraniana y genera especulaciones sobre su rol en el esquema (aún no imputado, pero vinculado por la NABU).

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Volodimir Zelenski camina junto a Andriy Yermak, antiguo productor de cine, socio estrecho de Zelenski, luego convertido en Jefe de Gabinete, Jefe Militar y Diplomático, todo en el marco de esta guerra (Foto: El Mundo)

Por su parte, Rustem Umerov, considerado el "número 2" del régimen de Kiev, también renunció a su cargo como Ministro de Defensa y Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania

Zelenski, aunque no está imputado, ha sido salpicado por sus lazos personales con Mindich, quien financió parte de su campaña de 2019. Filtraciones en redes sociales y medios sugieren que grabaciones podrían involucrar incluso a su esposa, aunque no confirmado oficialmente.

Las renuncias y el afianzamiento de grandes debilidades institucionales catalizan el colapso del círculo de poder, al menos en su alineación actual. El escándalo ha provocado una cascada de dimisiones que se percibe como un desmoronamiento en el entorno presidencial en un momento crítico de la guerra (ataques rusos al sector energético causan apagones masivos) y negociaciones de paz con la administración Trump.

El régimen ucraniano enfrentó protestas callejeras; las primeras registradas desde la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania. El Parlamento ratificó las protestas, pese a intentos de la oposición de forzar un gobierno de unidad nacional.

Actualmente Volodimir Zelenski rige de manera fáctica, su periodo presidencial expiró oficialmente en mayo de 2024 y no ha convocado a nuevas elecciones. Diversos partidos y sus representantes fueron proscritos del parlamento y gobierna junto a un grupo reducido de políticos afines.

Estas dimisiones, junto a detenciones de asesores menores y sanciones a aliados, han erosionado el núcleo duro del presidente, criticado por depender de un "círculo cerrado de leales" en tiempos de guerra.

Esto no es una cuestión menor. El gobierno de Kiev ha tomado decisiones con gran incidencia de políticos occidentales, así como de figuras provenientes de la industria del entretenimiento (sus aliados cercanos como Yermak y Mindich) sin previa experiencia en política y convertidos ahora en "estrategas militares" y "diplomáticos".

Aunque la disfuncionalidad y demostrada impericia del gobierno de Kiev ha sido evidente, -especialmente en un contexto bélico- ahora este séquito de poder es objeto de una crisis que se ha colateralizado en lo político, con llamados a elecciones anticipadas y presiones de la Unión Europea (UE) para reformas anticorrupción.

Se trata del mayor escándalo de la presidencia de Zelenski, y el patrón de corrupción sugiere que se encuentran involucrados diversos fondos de ayuda occidental. El Kremlin explota para pintar a Ucrania como lo que es; "corrupta e inestable", debilitando su apoyo internacional.

El jefe del régimen de Kiev ha optado por apoyar públicamente las investigaciones, al menos en el discurso. Ha aprovechado la purga en su entorno para tratar de establecer un "gobierno de unidad nacional", tratando de aprovechar la situación para revitalizarse en lo político.

El surgimiento de este caso en el contexto actual, es más que relevante por dos razones fundamentales.

Primeramente, la credibilidad del presidente y del gobierno de Kiev queda muy debilitada frente a sus aliados occidentales. La guerra ha continuado precisamente por el auspicio de gobiernos occidentales, fundamentalmente europeos, una vez que la Administración Trump decidiera contener las dotaciones directas de equipo militar a Ucrania, cuestión que siguen haciendo, mediante compras europeas.

La corrupción en lo más alto del gobierno de Kiev, ha encontrado asidero entre medios y actores políticos europeos, siendo caja de resonancia de los segmentos sociales que han mostrado rechazo al financiamiento de Ucrania mediante fondos de los contribuyentes.

De igual manera, se está señalando, aunque no judicialmente, a funcionarios de gobiernos occidentales quienes habrían encubierto y participado en estos fraudes, repercutiendo en la opinión pública.

La posición de Kiev en el marco de negociaciones se encuentra en desventaja, justo en una época en que la Administración Trump presiona por el plan de paz que han propuesto.

En segundo lugar, conviene analizar el surgimiento de filtraciones sobre la ejecución de los desfalcos, detenciones y la embestida judicial de la Operación Midas, precisamente en este momento.

Desde hace años se han denunciado los posibles megafraudes de corrupción de Zelenski y su séquito, pero estas acusaciones no habían tenido repercusiones, ni se había explotado el caso mediante la filtración de contenido de las investigaciones señalando a los involucrados en lo más alto del gobierno eslavo.

Las denuncias habían sido desestimadas y los gobiernos occidentales habían financiado a Ucrania sin detenerse en estudiar y analizar las denuncias.

¿MÁXIMA PRESIÓN SOBRE ZELENSKI?

El 7 de diciembre pasado, Trump afirmó sentirse "un poco decepcionado" con su homólogo ucraniano, por no involucrarse en el plan para poner fin a la guerra con Rusia.

"Hemos estado hablando con el presidente Putin y con los líderes ucranianos, incluido Zelenski, y debo decir que estoy un poco decepcionado de que el presidente Zelenski aún no haya leído la propuesta, eso fue hace unas horas", dijo Trump.

Hace unas semanas, Washington presentó una propuesta sobre el fin del conflicto que actualmente es objeto de negociaciones separadas con funcionarios de Moscú y Kiev.

Varios días de negociaciones entre funcionarios estadounidenses y ucranianos, concluyeron el sábado 6 de diciembre sin un aparente avance, aunque el mandatario ucraniano se comprometió a continuar las conversaciones hacia una "paz real". Hay que recalcar que esta ronda de diálogos fue posterior al encuentro de Witkoff y Kushner con Putin.

Trump ha insistido que "muy pronto" sumará la resolución del conflicto ruso-ucraniano a la lista de guerras que ha "detenido", planteando así la expectativa de humo blanco.

Según ha trascendido, parte de los nudos críticos de las negociaciones siguen siendo las posiciones inamovibles alusivas a la cuestión territorial.

Rusia plantea el reconocimiento total a favor de Donetsk y Lugansk, así como las ganancias territoriales obtenidas en Zaporozhie y Jersón. De igual manera, la Península de Crimea, cuya población votó a favor de su regreso a Rusia en 2014. En cambio, el jefe del régimen ucraniano sostiene que no podría firmar ningún acuerdo que rediseñe el mapa de su país por considerar que ello vulnera la integridad territorial y la Constitución Nacional.

Zelenski se aferra a este punto de la mano de sus aliados europeos, mientras que Washington maneja un enfoque más "practico", entendiendo las realidades territoriales forjadas en el conflicto.

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Desde julio de este año se registraron protestas contra Zelenski, por primera vez desde 2022. Una de las consignas fue: "Nuestros hérores no murieron por los corruptos" (Foto: CNN)

La posición europea de "defensa" de la integridad territorial de Ucrania es incongruente con la historia de la propia Europa de la postguerra. Por ejemplo, es sabido que Alemania sufrió pérdidas territoriales bastante considerables luego de 1945 con la caída del Tercer Reicht. Polonia anexó la mayor parte de Prusia Oriental.

Trump ha declarado públicamente que Ucrania "está perdiendo" la guerra y que el régimen ucraniano debe "empezar a aceptar las cosas".

Lo sigue criticando por no haber aceptado rápidamente la propuesta de paz. Ucrania sólo ha expresado objeciones significativas, se mantiene en diálogos, pero sin intenciones claras de llegar a acuerdos.

Zelenski ha confirmado su propia participación en el curso de las discusiones, pero ha expresado su preocupación de que apresurar un acuerdo "sin consultar a los aliados" podría socavar la soberanía de Ucrania.

En teoría, estaría en discusiones un plan de 28 puntos que, según fuentes occidentales, favorecía "excesivamente a Rusia". Peor la participación de Marco Rubio habría dado al traste con esa propuesta "equilibrándola".

Zelenski busca la participación de Rubio y líderes europeos, trata de meter a la UE en las negociaciones, pero estos actores son parte del problema y corresponsables del alargue innecesario y doloroso de la guerra. Se trata de actores de los Estados profundos del eje atlantista, más interesados en una guerra de desgaste con Rusia que en una solución para Ucrania, toda vez que cada día el país eslavo sigue perdiendo hombres y kilómetros cuadrados de territorio.

La cuestión de la paz en Ucrania, al menos desde la perspectiva de Trump, va mucho más allá de cumplir una promesa electoral o para abrogarse una gran victoria como líder "pacifista". Trump desea abrir frentes de negocios estadounidenses tanto en Rusia como en Ucrania, para lo cual necesita que dejen de volar los drones para que luego vuelen los contratos.

Los europeos, por su parte, prefieren la dilación de la guerra, el gasto de presupuesto público europeo en sus complejos industriales militares y atizar las narrativas de Rusia como amenaza existencial. La agenda europea parece diseñada para que los partidos en gobiernos ganen elecciones y no desde un enfoque estratégico de largo plazo que contemple ciertas preocupaciones en materia de seguridad regional, como las que derivan de una creciente belicosidad frente a Rusia.

En el cuadro actual, la presión pública de Trump, esperando en una mesa de acuerdos, se vuelve irrelevante si Kiev acude a Rubio o a gobiernos europeos para mitigar la presión, cambiar los términos negociados, afianzarse en sus inamovibles, ralentizar avances y limitar las posibilidades de acuerdos creíbles. El jefe del régimen ucraniano necesita a estos actores para que nada avance, para ganar tiempo.

Considerando los elementos del contexto, es probable que, la embestida judicial que representa la Operación Midas, es una acción de inteligencia, posiblemente orquestada con la venia o desde el propio Washington. Es una acción de cacería judicial contra Zelenski.

Si este es el caso, es en efecto el ejercicio de una "máxima presión" sobre el mandatario, para sacarlo del juego, toda vez que parece improbable que haya una salida a la guerra con él en el poder.

El desmantelamiento del equipo de gobierno que rodeaba al presidente de facto, le deja aislado en la cumbre del poder en Kiev, expuesto en una posición de vulnerabilidad.

Los funcionarios que han renunciado o que están bajo investigación por la Operación Midas, podrían buscar beneficios judiciales o podrían colaborar con agencias estadounidenses si estas enfilan una investigación sobre el uso de recursos entregados por la Administración Biden a Ucrania.

Este escenario abre un conjunto de posibilidades que podrían derivar en la colocación del mismo Zelenski en el paredón. Ello implicaría la explosión de una crisis política incontenible, con el potencial de quebrar gobiernos occidentales y la cúpula del poder en Kiev.

La combinación de presiones sobre Zelenski, de tipo políticas, comunicacionales y ahora judiciales, incorporan una nueva situación para el análisis. El actual presidente de facto de Ucrania, podría no sostenerse mucho más en el cargo y no completar el recorrido hasta consolidarse la paz.

Ello infiere la posibilidad de nuevos interlocutores, nuevos actores de poder y nuevos factores de decisión que podrían definir el curso del conflicto.

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