Mié. 13 Agosto 2025 Actualizado 3:38 pm

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Reunión entre Trump y Putin en 2018 (Foto: Alexey Nikolskiy / Sputnik)
Putin y Trump se reunirán el próximo 15 de agosto

El cara a cara entre el oso y el águila en Alaska

Todas las miradas sobre Alaska. En el verano de 2025, el cara a cara entre el águila y el oso forma parte de una sorprendente aceleración de la historia.

Dos semanas después de Alaska, se dará la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés) en Tianjin, China. Narendra Modi de la India y Massud Pezeshkian de Irán se unirán, junto a otros, a Xi Jinping y Vladimir Putin sobre la misma mesa. Una mesa BRICS/SCO.

El 3 de septiembre, en Beijing, es el 80 aniversario de lo que oficialmente se define como la victoria de "la guerra de resistencia del pueblo chino contra la agresión japonesa y la guerra mundial antifascista". Putin es el invitado de honor. El ensayo, con 22 mil participantes, se dio el fin de semana pasado en la Plaza Tiananmen.

En ese mismo día, en Vladivostok (Rusia), comienza el Foro Económico de Oriente, que discute todo sobre el impulso ruso para desarrollar el Ártico y Siberia oriental, el equivalente de la campaña "ir al oeste" china que comenzó a finales de los años 90. Actores euroasiáticos clave estarán en la casa. Putin se dirigirá a la sesión plenaria el 5 de septiembre.

Mientras tanto, China, Rusia, Brasil e India, los principales líderes BRICS, están activamente involucrados en una oleada de llamadas telefónicas coordinando una respuesta colectiva a las guerras arancelarias, parte de la guerra híbrida del Imperio del Caos contra los BRICS y el Sur Global.

Cómo Trump está apuntando a una victoria publicitaria

Veamos cómo Alaska está preparando el escenario para algo mucho más grande.

La cumbre fue anunciada luego de que Yuri Ushakov, asesor de Putin, definió concisamente como "una propuesta del lado estadounidense que pensamos que es bastante aceptable".

Esta oración fue tanto como comentaría el Kremlin, en contraste con la arremetida verbal sin frenos emanando desde Washington. Que el Kremlin siquiera considerara la oferta estadounidense significa que un reconocimiento implícito de lo que está logrando Rusia en el campo de batalla y en la esfera geoeconómica.

El timing. ¿Por qué ahora, en especial luego de que Trump haya amenazado con aranceles a los compradores de petróleo ruso? En esencia, porque la inteligencia en algunos silos del estado profundo sacó cuentas y finalmente reconoce que se perdió la prolongada guerra proxy en Ucrania.

Además, Trump personalmente quiere superar esto para poder concentrarse en los próximos capítulos de la guerra eterna, incluyendo aquel que realmente importa: contra China, la "amenaza existencial".

Desde el punto de vista de Moscú, condicionado por los resultados exitosos de su calibrada guerra de desgaste, los hechos sobre el campo de batalla deletrean que la operación militar especial continúa, sin cese al fuego; en el mejor de los casos, una pausa "humanitaria" de unos días. Los estadounidenses quieren un cese de al menos unas cuantas semanas.

Reconciliando las ópticas de ambos lados será una tarea digna de Sísifo. Aún así, Alaska es apenas el comienzo: la próxima reunión ya está en proceso para que tenga lugar en la Federación Rusa, según Ushakov.

Los motivos de Trump son fáciles de identificar: crear la percepción de que Estados Unidos se está saliendo del desastre; algún tipo de tregua; y de vuelta a hacer negocios con Rusia, en especial en el Ártico.

En paralelo, asumiendo cualquier tipo de acuerdo, el estado profundo nunca reconocerá a las nuevas regiones rusas, ni siquiera Donetsk y Lugansk; y buscará rearmar a Ucrania, "desde la sombra", para un replay de una guerra dirigida por la OTAN más adelante.

Así que al abismo Estados Unidos-Rusia se le devuelve la mirada con el abismo estadounidense, y buena parte del abismo Trump-OTAN/Unión Europea. El chihuahua desdentado que es la jauría europea, tratando de salvar a su vergonzoso actor en Kiev, está haciendo malabares —por completo, con posibles cisnes negros— para descarrilar la cumbre incluso antes de que suceda.

No hay manera de que Trump pueda vender cualquier tipo de arreglo a la jauría rabiosa OTAN/UE. Pero nada lo complacería más que transferirles la guerra, por completo. Con el beneficio de que en este caso el estado profundo no se quejará, porque estará extrayendo enormes euroganancias del chanchullo de la venta de armas. Resultado: una victoria clásica de relaciones públicas de Trump.

Sale Ucrania, entra el Ártico

Ucrania, no obstante, no será el tema principal en Alaska. El siempre perceptivo vicecanciller ruso, Sergei Ryabjov, va al grano: lo que importa es que "están apareciendo las primeras señales de sentido común en las relaciones Rusia-Estados Unidos, que estuvieron ausentes por años".

Ryabkov rápidamente resaltó los peligros: un conflicto nuclear en el mundo "no está disminuyendo"; y Rusia ve el riesgo de que "luego de la expiración del nuevo Tratado START, el control de armas nucleares estará completamente ausente".

Una vez más: Alaska es apenas el comienzo de algo mucho más grande, incluyendo, finalmente, una discusión seria sobre la "indivisibilidad de la seguridad" (que Moscú ha querido ya desde diciembre de 2021, despreciado por la administración geriátrica anterior).

Y esto nos trae al Ártico, y cosas serias que con toda seguridad serán debatidas a profundidad en el próximo foro en Vladivostok.

Al Ártico alberga al menos 13% de las reservas petroleras no descubiertas y 30% de las de gas natural. Rusia controla, al menos, la mitad de todas estas reservas. El Imperio del Caos severamente necesita formar parte de la acción.

Pero una cosa es posible: grandísimas inversiones estadounidenses en proyectos conjuntos con Rusia. Una cosa completamente diferente es Estados Unidos uniéndose a la Ruta del Mar del Norte (NSR, por sus siglas en inglés), que los chinos denominan la Ruta de la Seda Ártica. El NSR reduce hasta un 50% el tiempo de navegación entre Asia y Europa.

La lógica sino-rusa para el NSR —incluyendo la expansión de la flota de rompehielos nucleares rusa, única en su estilo— es exactamente el esquivar el Canal de Suez y los canales de conectividad controlados por los Estados Unidos. La pregunta clave, por lo tanto, es qué tomaría llevar a Moscú a aceptar un acuerdo Trump-Putin en el Ártico.

Así que sobre Ucrania, en principio, Rusia tiene todas las cartas, siempre y cuando la operación militar especial continúe, ahora en sobremarcha. Sobre el capítulo aranceles de la guerra híbrida, las clases dominantes estadounidenses finalmente se dieron cuenta de que no tienen cartas: porque el tiro por la culata causado por las sanciones secundarias le haría daños severos a Estados Unidos. Lo que queda, entonces, es un acuerdo comercial: el Ártico.

Resulta bastante intrigante que incluso el Centro para Geopolítica de JP Morgan admitió que la mejor solución para el desastre ucraniano es un escenario georgiano: que de alguna manera podría compensar la óptica de una capitulación total de Occidente. Solo capitularía Ucrania: no la OTAN, ni la UE; si dinero, y sin garantías de seguridad.

El inestimable profesor Michael Hudson ha condensado cómo Alaska procederá bajo dos vectores: "Parte I es de Estados Unidos reconocer que la trayectoria del combate actual va hacia una victoria rusa total, en los términos que Putin ha estado explicándolos por dos años: cero membresía en la OTAN, cero suministro de armas extranjeras, juicios estilo Nuremberg para los líderes banderistas y, tal vez, reparaciones de Ucrania y la OTAN para la reconstrucción de la otrora 'Rusia' ucraniana".

Asumiendo que Trump lo acepte, y ese es un gran condicional, entonces viene lo verdaderamente puntilloso (recordemos a Ryabkov), "comenzando con si se da lugar a un nuevo tratado sobre misiles y armas nucleares".

La versión rusa de la paz, escribe el profesor Hudson, fluirá sobre estas líneas: "No queremos una guerra atómica con los Estados Unidos. Convengamos que, si un misil alemán o de otro país UE/OTAN cae en Rusia, cuando respondamos será solamente contra Reino Unido, Alemania y Francia, y no Norteamérica".

El profesor Hudson se mantiene firme en que "Estados Unidos solamente tiene una cosa que ofrecerle a los otros países: la promesa (temporal) de NO agredirlos. No hay nada positivo que ofrecer, dada su desindustrialización y la desdolarización del mundo".

Tal como está, y también considerando las múltiples ramificaciones de la guerra híbrida contra los BRICS, Alaska carga el potencial de ofrecerle a Washington una ruta de salida de los escombros de una derrota estratégica enorme.

Cualquier analista que haya intentado comprender la operación militar especial desde sus inicios, al detalle, puede notar que la guerra de Rusia involucró algo mucho más grande que la propia Ucrania. Siempre se trató de enterrar el "orden internacional basado en reglas", de hecho, la totalidad de la arquitectura del viejo orden. Eso está pasando en este momento sobre el suelo negro de Novorrusia. Al final, la paciencia estratégica sí paga.


Publicada originalmente en Sputnik el 12 de agosto de 2025, la traducción para Misión Verdad la realizó Diego Sequera.

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