Donald Trump fue consultado el pasado domingo 7 de septiembre por el periodista David Alandete sobre si considera ataques directos contra Venezuela. Su respuesta: "Ya verán".
De este modo, con destructores, un submarino nuclear, 1.200 misiles, 4 mil marines, maniobras en el sur de Puerto Rico, Trump ha decidido ya ponerse al frente de la campaña de intriga de su gobierno, empotrado sobre un plan que encabeza su secretario de Estado y asesor de seguridad nacional interino, Marco Rubio.
Fiel a la ambigüedad táctica, la actual administración eleva la presión perceptiva para ver qué quiebra, qué reacciones produce, antes de pasar a otra escala más "cinética" o, no menos imposible en este punto, recular del presidente naranja y no encontrar posibilidades de éxito que reditúen específicamente en su persona, su branding.
Ante este burdo juego de incertidumbres e intimidaciones vulgares con las que ya ha expuesto maniobras de engaño, algunos potenciales hilos pudieran sugerir, si no planes, al menos jugadas que pudieran modificarle las escasas ideas a un presidente que se precia de no leer siquiera los briefings de inteligencia que le ponen en el escritorio, de paso con la retentiva y capacidad de mantener el foco de un caracol africano.
El 16 de junio de este año fue publicado un informe "estratégico" titulado "Estado actual del sistema de defensa aérea de Venezuela", cuyo autor es Jesús Romero, un oficial retirado de la Marina estadounidense especializado en inteligencia que, según su perfil en LinkedIn, fue especialista en la materia en la Fuerza de Tarea Conjunta Sur del Comando Sur, una instancia interagencias y multiservicios formalmente encargada de los esfuerzos en la lucha contra el crimen y el narcotráfico.
Entre su carrera como oficial de la Armada y su desempeño como coordinador interagencia, llegando a alcanzar a ser el jefe de la Fuerza de Tareas en Guatemala, también tuvo su ritual de pasada en la bisagra que conjuga a los servicios del ramo con el complejo militar-industrial y de vigilancia, siendo analista y socio de Booz Allen Hamilton y BAE Systems.
Ahora, en retiro, se dedica a escribir non-fictions del género true crime y es uno de los fundadores del Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami (MSI2, por sus siglas en inglés). Una fuente le indicó a Misión Verdad que Romero tiene una línea directa con el actual secretario de Estado.
El pretendido experto pertenece al Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami (MSI2), un think tank conservador que bulle en temas contra China, Cuba y, obviamente, Venezuela. Este mismo instituto acaba de publicar un informe en el que analiza el ataque de Estados Unidos a un "buque" venezolano, refiriéndose al reciente ataque de bandera falsa que supuestamente involucró a una embarcación tipo "peñero" con 11 personas a bordo.
Un breve informe a la medida de los flojos mentales
Un titular promocional del -predecible- Diario de Las Américas ofrece todo lo que necesita leer el habitual lector de encabezados que jamás pasa al cuerpo de la nota: "Sistema de defensa aéreo de Venezuela está 'colapsado', según informe".
Basado en dos testimonios directos y comunicaciones verificadas de personal activo de la Fuerza Aérea Bolivariana", asegura, matizando que "la identidad de los informantes se reserva por razones de seguridad"; el texto incuba una evaluación operativa del estado de la defensa aérea nacional.
Agrega que la cooperación militar desde China ha mermado y que ha sido reemplazada por Irán; no obstante, asegura el informe, este último reemplazo se limita únicamente al uso esporádico de drones.
El "relato" apenas certifica lo que ya es costumbre en la amplificación circular del mainstream: Venezuela está cooptada por el multipropósito "Cártel de los Soles" producto de la corrupción y la criminalidad, la degradación antiaérea es total y los sistemas defensivos tan solo son capaces de proteger Caracas y La Orchila, "zonas bajo resguardo directo del alto mando político", afirma.
Para eso el autor ofusca a la lectoría amontonando un lote de citas y referencias, entre ellas informes de la ONG Control Ciudadano de 2020 para certificar la realidad de cinco años después.
Independientemente de que el documento viene a reafirmar lo mismo que sin pruebas ni contrastes se afirma todos los días en el circuito de reciclaje informativo, son dos elementos, junto a la cercanía con Rubio, los que van más allá de la repetición y pasan a llamar la atención: en primer lugar, su brevedad, y en segundo, lo que pudiera ser la "cita del dinero" en este caso.
Para afincar sus "argumentos" apela al "Cártel de los Soles", ficha de moda para la criminalización del gobierno venezolano, que no es nueva. Exhibe una serie de datos desactualizados y fundados en otros think tanks de facturación similar, como Crisis Group y Brookings Institution, para abrir la hipótesis del ataque aéreo a Venezuela.
El factor interno: La trama terrorista
Antes de llegar a una no menos predecible "conclusión estratégica" que pudiera decir cualquiera de los acostumbrados, de María Corina Machado para allá, el papel suelta lo siguiente:
"En cuanto a la represión interna, el régimen depende más de la inteligencia, la Milicia Bolivariana, el FAES y grupos irregulares como colectivos o elementos armados del Tren de Aragua. Un levantamiento opositor estructurado que contara con aviación o apoyo externo superaría fácilmente las defensas del régimen en muchas regiones, a excepción de Caracas. La supervivencia del aparato depende de la represión política, no del poder militar convencional".
Lo subrayado en negrillas asoma lo que francamente muchos en Washington no dicen en voz alta, no solo por su carácter temerario, sino por el escenario que automáticamente se desprende de dicha afirmación. El respaldo aéreo para apoyar una insurrección armada interna es ni más ni menos que el escenario libio.
Es aquí donde se pueden unir los puntos entre la actual escalada tanto física como retórica de Estados Unidos contra Venezuela y las sucesivas revelaciones de planes terroristas —con mercenarios extranjeros incluidos— que han realizado los cuerpos de seguridad del Estado venezolano en lo que va de año.
Como si al actual despliegue altisonante le faltara algo que lo hubiese viabilizado en un calendario preconcebido y que, al fallar en su componente esencial, hace que la campaña se inicie renca, pero se inicie porque Marco Rubio probablemente no ostentará la poderosa dualidad de cargos que hoy tiene, toda vez que puede perder el oído del presidente al que tiene que entrampar en esta aventura.
La tesis del levantamiento interno ha estado presente desde las primeras guarimbas de 2007 y se aceleró en 2024 cuando María Corina Machado planteó la opción táctica del enjambramiento –o swarming–.
El gobierno venezolano ha demostrado cómo estos planes han contado con el apoyo del FBI estadounidense mediante el tráfico de armamento para ser utilizados por bandas criminales. Este movimiento de armas y logística involucra a actores de la oposición extremista como Juan Pablo Guanipa, Iván Simonovis, entre otros.
Precisamente, el lenguaje asociado a estas tácticas de guerra no convencional es incluido en el informe: "No existe capacidad logística para desplegar tropas fuera del país ni para mantener operaciones más allá del eje Caracas-Maracay".
La afirmación pudiera otorgarle sentido de complementariedad a los distintos planes de levantamientos instrumentados, y ya ensayados, post-electoralmente por bandas como con el Tren del Llano. Especulativamente, aquí se pudieran contemplar otros ejes como los intentos de desestabilización en el Zulia y en el Oriente del país.
De Rubio para Trump, con amor
El MSI2 es una cartelera de Marco Rubio que ha dedicado "informes" para defenderlo, no a base de limpiar su imagen, sino de enlodar a quienes le critican. Los sonrojantes halagos al republicano, como "su estrategia es abiertamente realista, basada en valores y centrada en el hemisferio", empalagan hasta el paladar más tolerante. Es un think tank Rottweiler del cubano-estadounidense.
La brevedad del texto y su construcción deficiente están a la medida de Trump y su déficit de atención. El supuesto "pan comido" que debería suponer una operación militar, o una serie de ataques aéreos, contra la República Bolivariana.
A pesar de que más de un testimonio evoca cómo el presidente naranja se sintió engañado por la oposición y algunos de los miembros de su gabinete en 2019 y 2020, el informe de maletín de un think tank oscuro de Miami, y esta también es una especulación plausible, el punto de garantía que le haría creer al gobernante que esta vez sí, alcanzar el objetivo de convertir a Venezuela en una entidad inviable y sumergida en el conflicto nacionalicida que ha caracterizado cada una de las desventuradas aventuras bélico-políticas de Estados Unidos en el Sur Global.
Con las elecciones de medio término el año que viene, la desesperación ambiciosa y mal disimulada de Rubio, y la necesidad imperiosa de ganarse un tanto político antes de todo esto, luego de no lograr ninguno en los otros teatros geopolíticos, pareciera que la apuesta por este burdo sesgo de confirmación pudiera ser el recurso central para convencer a Trump de lo que, de otra manera, no lo hubiese convencido.
A ver si así las miradas se alejan del desastre interno de su país y de su activa relación con Epstein.