El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el 7 de enero la captura de siete mercenarios extranjeros que estaban planificando acciones terroristas en el país.
En un acto celebrado en Caracas, el mandatario detalló que entre los detenidos se encuentran dos ciudadanos estadounidenses, dos sicarios colombianos y tres mercenarios de Ucrania, quienes pretendían llevar a cabo operaciones de desestabilización y violencia a tan solo tres días de su toma de posesión presidencial para un tercer mandato.
"Solamente el día de hoy hemos capturado, a esta hora, a siete mercenarios extranjeros, incluidos dos importantes mercenarios de Estados Unidos", afirmó.
Esta captura se suma a un total de 125 mercenarios de 25 nacionalidades diferentes que las autoridades venezolanas detuvieron en los meses previos, específicamente entre noviembre y diciembre del año pasado.
El Presidente vinculó estos hechos a señales provenientes del gobierno argentino de Javier Milei, quien hace poco recibió en su país al exdiplomático Edmundo González.
Anteriormente fue detenido en el estado Táchira un agente de inteligencia argentino, Nahuel Gallo, que planeaba, según el gobierno venezolano, una "operación de extracción" relacionada con seis miembros de la organización opositora Vente Venezuela, quienes se encuentran actualmente en la embajada argentina en Caracas.
Los 125 mercenarios capturados tenían como objetivo inicial atentar contra la vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez. Además, estaban asignados a realizar "tareas específicas" que incluían ataques a servicios públicos y otros actos terroristas dirigidos contra figuras políticas del país, informó el mandatario venezolano.
Activación del oddi
En el marco del acto de juramentación de los Cuerpos Combatientes, el presidente Maduro firmó el decreto de activación del Órgano de Dirección de Defensa Integral (ODDI). Esta medida, propuesta por el Estado Mayor Superior, busca fortalecer la capacidad del país para contrarrestar las amenazas internas y externas a la seguridad nacional.
El ODDI se configura como una estructura jerárquica que integra el poder político nacional en sus diferentes niveles —nacional, estatal, municipal y comunal—, articulando al poder popular, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), la Milicia Nacional Bolivariana como componente especial de la FANB, y las fuerzas policiales.
El Jefe de Estado anunció el despliegue inmediato del organismo a partir de la misma noche de la firma del decreto y durante los días previos a su investidura presidencial el 10 de enero.
Prevalece el vector armado del cambio de régimen
La reciente captura de mercenarios extranjeros evidencia la persistencia de una estrategia de desestabilización en Venezuela, impulsada por el sector más extremista y prointervención de la oposición.
Figuras como María Corina Machado y Edmundo González continúan abiertamente con una agenda basada en la conmoción social y el golpe de Estado, combinando tácticas de guerra no convencional —como el swarming— con el apoyo de mercenarios, grupos criminales, tráfico de armas y ciberguerra, elementos ampliamente documentados por MV como parte de la estrategia continuada de cambio de régimen.
Desde el 28 de julio el sector extremista de la oposición ha estado en una especie de limbo, con iniciativas que carecen de claridad y que han derivado en desorganización y desmovilización. Los militantes y seguidores de esta oposición han tenido que observar desconcertados cómo surgen y declinan propuestas, muchas de ellas marcadas por estafas y promesas de intervenciones militares, como lo ha sido "Ya Casi Venezuela".
Una estrategia ineficaz, que adopta tácticas encubiertas y clandestinas frente a una base opositora debilitada, y que pone de manifiesto la persistencia de la guerra no convencional como eje central en los intentos por desestabilizar el país, pero también la vinculación de potencias extranjeras hostiles a Venezuela que han preferido accionar desde los servicios de espionaje e inteligencia para promover un nuevo ciclo de conflicto y violencia política.
Este tipo de estrategias de guerra líquida se distingue por el uso de métodos indirectos y asimétricos, los cuales busca eludir el enfrentamiento directo entre fuerzas convencionales. En Venezuela esta modalidad de guerra ha impregnado los intentos de golpe de Estado contra el gobierno a lo largo de la última década, y han recurrido a la instigación a la violencia, al sabotaje económico, a la desinformación y al reclutamiento de grupos irregulares, incluidos mercenarios, lo que siempre ha contado con el respaldo, abierto o clandestino, de Washington y sus vasallos europeos más leales.
La convocatoria para el 9 de enero es un nuevo ejemplo de cómo se enmascaran estas acciones bajo un discurso de supuesto pacifismo.
Frente a este renovado intento de perturbación a través de operaciones encubiertas, el Estado venezolano refuerza su accionar en materia de seguridad interna con el objetivo de garantizar la paz social y la estabilidad durante la consolidación del nuevo mandato presidencial.