Dom. 22 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42
Trabajo especial

Dato contra "dato": análisis numérico de las elecciones presidenciales del 28J

En el centro de la operación de cambio de régimen en Venezuela, el comando de campaña de Edmundo González Urrutia, ConVzla, lanzó a la red dos sitios web a modo de Consejo Nacional Electoral (CNE) paralelo, acción que violentó las leyes electorales venezolanas y sirvió para presentar resultados no anunciados por el órgano rector.

La página resultadosconvzla.com, cuyo dominio fue adquirido el 27 de julio, está sujeta a revisión y controversia por alojar las supuestas "actas" electorales en manos de la oposición. Diversos análisis han encontrado un conjunto de inconsistencias graves, y concluyeron que más de 80% de estos documentos probablemente habían sido modificados o son falsos.

Este registro es el que teóricamente da las bases de cálculos de los resultados electorales —según ConVzla— publicados en el sitio web elecciones2024venezuela.com, otra página que, también en teoría, se abroga la facultad de publicar números que supuestamente dan ganador a Edmundo González Urrutia.

El portal resultadosconvzla.com registra poco más de 9 mil documentos comprobantes, los cuales, de ser reales, representarían 30% de las más de 30 mil mesas electorales que abrieron el 28 de julio, siendo claro que, además de estar seriamente cuestionadas, no representan la mayoría de las actas de escrutinio generadas el día de los sufragios.

Es necesario agregar que, hasta ahora, hay nulas posibilidades de auditar las "actas" opositoras a través de vías legales o institucionales.

El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), mediante la Sala Electoral, realizó un peritaje a las elecciones del 28 de julio. Edmundo González Urrutia fue convocado a comparecer a esa instancia y no asistió. Tampoco ofreció al máximo órgano judicial los comprobantes o "actas", de ahí que el material que "demuestran" la "victoria" opositora está fuera del peritaje.

De acuerdo a la dupla Machado/González Urrutia —no dejemos de mencionarlo—, en el marco de su estrategia de provocar el cambio de régimen en Venezuela sobre la base de resultados electorales falsos, el candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) habría obtenido 7.303.480 votos (67,08%), mientras que Nicolás Maduro 3.316.142 (30,46%).

Por su parte, el 2 de agosto, con la publicación del segundo boletín, el presidente del CNE, Elvis Amoroso, ratificó que Nicolás Maduro fue reelecto con 6.408.844 (51,9%), mientras que González Urrutia reunió 5.326.104 (43,1%) votos.

Este trabajo de análisis someterá a revisión ambas cifras, comparando los comportamientos comiciales precedentes, las dinámicas políticas que rodearon la jornada y los factores cualitativos que componen la controversia expresada en números.

Lo que buscan decir los datos de la oposición

Eugenio Martínez (@puzkas) ha divulgado desde su cuenta en la plataforma X un cuadro comparativo del voto chavista en elecciones a cargos de representación desde las presidenciales de 2006. Ahí se aprecia una "línea de tendencia" descendente pronunciada que llega hasta los supuestos 3.316.142 votos que Nicolás Maduro habría obtenido el 28 de julio, según los datos paralelos —y por ello ilegales— divulgados por la oposición.

La gráfica en cuestión fue elaborada por la ONG Votoscopio, dirigida por el propio Martínez:

Todos los números de la gráfica, exceptuando los de 2024, son oficiales y emanados por el CNE.

Las elecciones en las que el chavismo tuvo más votos fueron los cuatro comicios presidenciales de 2006, 2012, 2013 y 2018, mientras que en los demás procesos, aunque el chavismo fue mayoría porcentual, bajaron los números.

Se trata de un comportamiento usual de los electores en general, tanto chavistas como opositores, que tienden a participar en mayores cantidad en sufragios presidenciales.

Los electores chavistas, puede afirmarse, otorgan más relevancia a las citas presidenciales por el significado inherente del cargo en el proyecto político.

Los 3.316.142 votos que la oposición otorga a Maduro en 2024 son el único factor que rompe la tendencia de las votaciones de la Revolución Bolivariana en elecciones presidenciales. 

Según el CNE, el evento presidencial del 2012 ha sido el que más votos daría al chavismo, con 8.184.383, mientras que en las presidenciales de 2018 alcanzó 6.288.430.

La gráfica ilustra, justamente, los pisos y techos del chavismo en justas de este tipo, lo que reafirma que la información ofrecida por la oposición rompe los parámetros al poner su cifra de 2024 como la votación más baja no solo en presidenciales sino en todas las jornadas.

Los supuestos "datos" divulgados —recordemos ilegalmente— por el comando de campaña de González/Machado contrastan con los parámetros en varias direcciones.

Una de ellas es, tal como se aprecia en la gráfica anterior, que los datos del CNE correspondientes a las elecciones de 2020 reflejan que el chavismo obtuvo 4.331.388 votos.

Esa votación, supuestamente mayor a la de 2024, ocurrió en el marco de una elección en la que la participación general fue notablemente baja, apenas 30,18% del Registro Electoral Permanente (REP) acudió a las urnas.

Los comicios del 28 de julio serían, según la oposición, los únicos de participación media-alta, según su registro, en los que el chavismo no apoyó a su candidato, a contracorriente de su tradición. Incluso sería la justa cuando tuvo el peor desempeño, aun comparándola con las apáticas elecciones de 2020. A primera vista, por razonamiento simple, el dato luce inverosímil.

Es necesario detenerse y señalar que en cualquier sufragio toda fuerza política está sujeta a sufrir reveses electorales, puede ganar o perder de manera abrumadora. Pero los factores de un fenómeno de este tipo residen en los denominadores políticos reales del momentum o contexto de la elección.

Una jornada comicial que daría al chavismo tan baja cifra de apoyo, de apenas poco más de 3 millones de votos —tal como afirma la oposición—, estaría signada en un contexto-país notablemente adverso o con un acumulado negativo tan grave que hubiera implicado la ruptura de la cohesión de las fuerzas chavistas y su base de apoyo de manera profunda, generalizada y extendida.

Un partido podría sedimentar su base de apoyo solo en circunstancias extraordinarias. El periodo 2018-2024 no registra conmociones de estas características.

En términos de la categoría contexto-país, podría afirmarse que el ciclo 2018-2024 habría sido mucho menos adverso que el lapso 2013-2018 por la contundencia de la alteración económica registrada, los indicadores sociales, el impacto de las medidas coercitivas contra la economía venezolana y el nivel de convulsión general en el país.

En el periodo 2020-2024 la economía venezolana comenzó a crecer desde el último trimestre de 2021. El país logró una estabilización institucional desde las elecciones parlamentarias de 2020; se contrajeron los mecanismos más agresivos de la agenda de presión externa al restablecerse la relación comercial con diversas empresas petroleras; se estabilizó el tipo de cambio, se cortó la hiperinflación y se minimizaron los incrementos de precios.

En conjunto, las variables del lapso 2020-2024 no sugieren condiciones acelerantes de una pérdida de apoyo tan agresiva como sugiere la oposición, según sus "datos".

En otras palabras, de acuerdo a los parámetros cualitativos del contexto-país, los datos ofrecidos por la oposición habrían tenido más coherencia en el marco de la elección de 2018.

En expresión gráfica, el voto chavista —de nuevo, según González/Machado— habría sufrido un desplome en elecciones presidenciales de la siguiente manera:

De acuerdo al gráfico, el chavismo habría perdido más votos en el plazo 2018-2024 —casi 3 millones— que los que perdió en la temporada 2013-2018 —1 millón 200 mil votos respecto a 2013—. Esto tomando en consideración que el intervalo 2013-2018 habría sido mucho más complejo y agresivo en todos los indicadores políticos, económicos y sociales.

María Corina Machado y otros actores políticos de la franja extremista de la oposición afirman —a fin de explicar sus inverificables cifras— que la base del chavismo "se rebeló" contra Maduro. Pero esto es imposible de determinar de acuerdo a parámetros fiables de datos dado que en Venezuela el voto es secreto y que no existen evidencias públicas de que esto haya ocurrido de esa manera.

En cambio, existen indicadores realmente objetivos que señalan que el chavismo tiene orgánicas electorales sólidas, que sí inciden en su piso electoral (la base mínima de votos).

Hay más de 5 millones de milicianos activos, quienes tienen una identificación plena con el chavismo. El partido PSUV tiene una orgánica de 300 mil jefes de calle y de comunidad, además de estructuras en 30 mil centros electorales (UBCH), parroquiales y municipales. Cada uno de los integrantes de estas formas de organización conformó listas de 1x10 verificadas en las que sumaron a militantes y simpatizantes del partido más grande del Gran Polo Patriótico.

Existen, además, 100 mil organizaciones sociales, comunales, partidos y movimientos de diversa naturaleza, que conforman una base de apoyo chavista de manera alterna al PSUV. Esta es la "maquinaria electoral" del chavismo.

Esto sugiere que el piso de apoyo registrado en la orgánica comicial alcanza un estimado superior a los 6 millones de personas en todas estas instancias de militancia y simpatía.

El discurso de ConVzla, respaldado en los portales de resultados paralelos, sugiere que cinco de cada diez personas cooptadas en las diversas instancias territoriales y sectoriales del chavismo votaron por Edmundo González, y el único elemento en el que se basan para establecer esa afirmación son sus cifras publicadas al margen de la elección, inverificables, no sujetas al peritaje del TSJ y seriamente cuestionadas ya que una gran parte de sus "actas" habría sido modificada digitalmente.

Lo que dicen los datos oficiales del CNE

El CNE, a partir de contar con 96,87% de transmisión de resultados, informó que Nicolás Maduro Moros, candidato del Gran Polo Patriótico, fue reelecto con 6.408.844 (51,95%) de los votos.

Por su parte, Edmundo González obtuvo 5.326.104 de sufragios (43,18%). Entretanto, unos ocho candidatos opositores restantes cosecharon de manera conjunta casi 5% de los escrutinios válidos.

Es necesario detenerse en estas cifras y comparar los registros electorales, tal como lo propuso Eugenio Martínez, según el catastro de los diferentes tipos de elección desde 2006.

Basados en los antecedentes registrados por el CNE, se puede decir que los números que el presidente Maduro habría obtenido en las presidenciales de 2024 estarían dentro del canon del chavismo en comicios presidenciales desde 2006.

Con más de 6 millones 400 mil votos, habría obtenido una cifra apenas superior a la votación recogida en el difícil año de 2018, cuando logró poco más de 6 millones 288 mil.

Desde un enfoque cualitativo, este resultado estaría respaldado por dos variables politológicas.

La primera es el contexto-país en el ciclo correspondiente a 2020-2024, delineado por mejores condiciones generales de estabilidad política, recuperación económica y la estabilización de los nudos críticos de la crisis transversal socioeconómica.

Pero además, un resultado electoral superior a los 6 millones de votos es congruente con las estructuras mencionadas más arriba.

En cuestiones puramente orgánicas el chavismo tiene cómo respaldar un apoyo superior a 6 millones de votos, que se enmarcan dentro de los pisos y techos electorales de su desempeño en las presidenciales del ciclo liderado por Nicolás Maduro, tal como es apreciable en el siguiente gráfico.

La infografía anterior sugiere un comportamiento electoral similar al de las dinámicas políticas de conjunto en Venezuela, pasando por un ciclo de deterioro de las condiciones sociopolíticas y socioeconómicas que implicaron una pérdida considerable de apoyo a Maduro —y a la oposición— para 2018, creando un piso político en elecciones presidenciales.

Pero la recuperación económica progresiva, la estabilidad institucional y la tranquilidad social posterior a 2020 aluden también a la posibilidad de una recuperación modesta, pero significativa, del respaldo a Maduro para 2024, lo que sitúa estos sufragios en el lugar intermedio entre el piso en 2018 y su techo obtenido en 2013.

Por su parte la oposición, basados en los datos que ha ofrecido el CNE, incluidos los del pasado 28 de julio, ha tenido una recuperación importante si se compara desde las presidenciales de 2018. Por ende, los más de 5 millones de votos obtenidos en 2024 están plenamente dentro de su canon respecto a su punto más bajo y el más alto registrados.

La gráfica anterior, en efecto, da una ponderación alta a la oposición para el año 2018, considerando que se trata de la suma de poco más de 1 millón 900 mil votos que obtuvo Henri Falcón y poco más de 1 millón obtenidos por el dirigente Javier Bertucci. En esa elección, las oposiciones acudieron divididas y con el boicot de los grandes partidos tradicionales del espectro opositor.

Los más de 5 millones 300 mil votos que obtuvo Edmundo González describen otras dinámicas reales, que también se presentaron en los comicios del 28 de julio.

Por ejemplo, que la cohesión electoral fue menor en esta elección presidencial, ya que varios gobernadores y alcaldes no apoyaron a González de manera consistente, incluso diversos dirigentes se deslindaron, declarándose independientes días antes de la jornada.

La PUD acudió con un candidato desconocido y senil, cuya única fortaleza se basó en un trasvase de apoyo desde María Corina Machado.

Otro hecho significativo es que el sector hegemónico de la oposición, representado en la PUD, se había ausentado de las urnas en varios procesos recientes, decisión que imposibilitó el desarrollo de sus maquinarias electorales, además de las orgánicas territoriales y sectoriales.

Por su parte, la organización Vente Venezuela, de María Corina Machado, no es un partido político formalizado, nunca había participado en elecciones abiertas y, por ende, carecía de maquinaria real probada en unos sufragios presidenciales convencionales.

Voceros de la oposición han asegurado que unos 4 millones 500 mil venezolanos inscritos en el registro electoral han salido de Venezuela y no lograron inscribirse para ejercer el voto en el extranjero.

Según ellos, el antichavismo es mayoría abrumadora entre esos millones de electores, lo que dice, según sus propios análisis, que han perdido un caudal de votantes contabilizado en millones.

A diferencia de lo que el Comando ConVzla hace con el historial electoral del chavismo, la data del CNE para las presidenciales de 2024 no desconoce las dimensiones electorales de la oposición; por el contrario, las reafirma ya que sitúa la tendencia del voto a Edmundo González dentro de los parámetros delineados en los registros.

Un ejemplo de esto sería que los votos obtenidos por González Urrutia señalan la pérdida de 2 millones de votos desde las presidenciales de 2013, lo que ratifica los señalamientos realizados desde su propio campo político, incluidos los de Eugenio Martínez, que aseguran que una parte considerable de su base de apoyo ha emigrado.

Otro ejemplo es que Edmundo González habría obtenido 2 millones 400 mil votos más de los que obtuvieron Henri Falcón y Javier Bertucci de manera combinada en 2018.

Este diferencial coincide con la estadística de una elección parcialmente boicoteada por algunos partidos políticos que llamaron a la abstención en 2018.

El abstencionismo y la emigración de un segmento del electorado sería la causa de que la presidencial de 2018 fuera la de participación más baja desde 2006, con solo 46% del REP asistiendo a las urnas.

Desde 2018 hasta 2024, la recuperación del voto opositor habría sido muy importante. El resultado de 2024 —cifras del CNE— casi duplica la votación de 2018. Este sería un margen razonable.

El histórico de los sucesivos paraguas electorales opositores, de acuerdo a las cifras legales, se refleja gráficamente de la siguiente manera:

Los números del Poder Electoral dicen que las elecciones parlamentarias 2015, las presidenciales de 2013 y de 2012 han sido las elecciones previas a 2024 en las que la oposición mostró su mejor desempeño.

En un cuarto lugar estaría su desenvolvimiento en las presidenciales del 28 de julio de este año, lo que enmarca la cifra oficial —corroborada con el peritaje del TSJ— de 2024 en el rango promedio de votos logrados por las oposiciones en elecciones relevantes.

La gráfica también señala que, al igual que el chavismo, en comicios presidenciales los simpatizantes del espectro opositor se aglutinan y participan mucho más que en justas a otros cargos, siendo especialmente excepcional la victoria que lograron en las parlamentarias de 2015, cuando participaron con una cohesión de partidos, construcción de maquinaria electoral y cuando también lograron capitalizar el descontento económico general, al prometer a los electores una "última cola" —cuestión que no cumplieron—, en referencia al desabastecimiento de productos básicos de aquel entonces.

Los datos dentro de las líneas punteadas destacan que, según el CNE, en 2024, insistimos, la oposición logró una importante recuperación que la devolvió a ser una fuerza competitiva en un contexto donde lograron polarizar pese a haber otros candidatos que disputaban en la contienda, aparte del candidato a la reelección.

Sin embargo, se reafirma el patrón de pérdida de votos opositores si se miran con el filtro de los números de 2015, lo que podría explicarse, entre varios factores, al asunto migratorio ya mencionado, que también ha sido señalado por los analistas electorales de la derecha.

Dinámicas electorales Chavismo vs. Oposiciones, y conclusiones

El historial de los dos polos políticos dice que sus electorados participan de manera similar en cada cita, incrementando su interés en elecciones presidenciales y reduciendo su participación en eventos regionales y municipales.

En otras palabras, es el margen de participación general el factor transversal que ha incidido de manera definitiva en estas dinámicas comiciales.

Hay un factor común en las elecciones donde la oposición tuvo un desempeño importante: aquellas donde hubo alta participación general.

En el caso de 2012 fue de 80%. En las presidenciales de 2013, de 79%. En las parlamentarias de 2015, 74%.

En elecciones competitivas, en el marco del interés público general, la votación aumenta y beneficia a los partidos del espectro opositor ya que seguramente un número de abstencionistas, indecisos o desafiliados políticos se inclinan por las opciones que adversan al chavismo.

Los dudosos datos publicados por el Comando ConVzla en agosto de 2024 proponen una ruptura total de todos los parámetros e historiales electorales. La participación fue de 59,9%, de acuerdo con el CNE. La oposición con su poder electoral paralelo ofrece un porcentaje similar: 60% de participación.

Según el discurso enunciado por la dupla González/Machado y sus alrededores, estos serían los primeros comicios en los registros en los que, con un nivel de participación electoral medio para unas presidenciales, la oposición gana abrumadoramente, con una diferencia de 37% favorable a Edmundo González. Esto es técnicamente delirante.

Como afirmamos anteriormente, en procesos electorales casi todo es posible. Pero basados en los registros y dinámicas, los datos promovidos por ConVzla a través de los dos portales serían muy poco probables, en especial si consideramos que, para que algo así haya ocurrido, más de la mitad de la base electoral chavista, plenamente identificada en listas de las distintas estructuras y mecanismos afines, haya participado en la elección con el fin de votar por la oposición.

En todo caso, el comportamiento habitual de los electores descontentos es abstenerse, pero la oposición propone que alevosamente votaron contra Maduro.

59 o 60% de participación electoral sugiere que unos 6 de cada 10 electores en Venezuela habrían participado el 28 de julio.

Las cifras divulgadas por los portales paralelos señalan que las personas incluidas en las listas de electores chavistas, que podrían alcanzar los 6 millones de simpatizantes y militantes, no solo participaron en la justa —afirman que participó el 60%— sino que, además, lo hicieron para votar contra Maduro.

Como ya explicamos, en Venezuela el voto es secreto y no hay maneras objetivas de corroborarlo. Además, tal valoración solo se basa en los números insólitos e inverificables presentados por la oposición venezolana.

Según esa dudosísima data, el historial electoral se graficaría de la siguiente manera:

Los datos no oficiales publicados por la oposición, correspondientes a la elección del 28 de julio, proponen el comportamiento electoral más atípico registrado en la línea de tiempo 2006-2024. Describen el supuesto repunte más asombroso de la historia política del país en dos décadas, pero, además, el peor deslave para el chavismo visto en los registros.

No hay bases objetivas para defender un resultado de estas características. Como ya afirmamos, solo existe 30% de supuestas "actas" electorales —partiendo del supuesto de que efectivamente son capaces de ser verificadas— en una página web, que no fueron sometidas al peritaje realizado por la Sala Electoral del TSJ y de las que ya se han detectado inmensas irregularidades.

Entretanto, el desempeño general del chavismo y las oposiciones combinadas, según datos oficiales correspondientes al 28 de julio, puede verse gráficamente de esta manera:

La información del CNE respecto a 2024, en cambio, enmarca el resultado dentro de las tendencias precedentes, en sintonía con el comportamiento histórico entre el chavismo y las oposiciones.

La elección del 28 de julio fue competitiva y polarizada, considerando que parte del electorado está fuera del país y que no logró cambiar su situación ante el registro electoral para ejercer el voto en el extranjero.

Con una participación de 59,9% del REP, el chavismo materializa en votos la intención de sus militantes y simpatizantes estimados en más de 6 millones de electores, según varias fuentes de registros organizativos, mientras que la oposición repunta hasta alcanzar una buena zafra de votos, enmarcándola entre sus máximos históricos.

Los números oficiales —y legales— son una contraposición muy clara a los datos ofrecidos por el Comando ConVzla, completamente fuera de cualquier canon electoral que, además, contradice los propios señalamientos que Machado/González etcétera han realizado sobre los electores fuera de Venezuela.

Es necesario insistir en lo relevante que es la cifra de participación general y su impacto sobre la de apoyo de la oposición. El chavismo es la fuerza electoral con menos proclividad a la abstención, su base se mantiene en niveles constantes, mientras que la derecha solo obtiene buenos resultados cuando hay una participación electoral alta, como lo refleja el propio REP.

En las presidenciales de 2018, con boicot parcial y una parte del electorado ya emigrado, se registró una participación de 46% del REP. Es precisamente la justa en la que la oposición tuvo su peor desempeño en elecciones presidenciales.

Por razones matemáticas, esto habla de la escasísima posibilidad de que la oposición aventaje al chavismo con casi 3 millones de votos y 37 puntos porcentuales en una elección de participación media, de 59,9%, tal como afirma el CNE y tal como ratifica la oposición con un redondo 60,0% de participación.

Los históricos electorales venezolanos dicen que el factor determinante y transversal en los procesos comiciales es el nivel de participación general.

Considerando que las elecciones venezolanas y el conteo de intención de voto desde militantes y simpatizantes subyace en las orgánicas, la maquinaria política y las listas de electores cooptados —está demostrado que es así para el chavismo—, es improbable que la oposición venezolana haya ganado con los márgenes con los que dicen haber ganado. Tendría que haber sido mucho más alta, entre 75 y 80%, para que la oposición pudiera lograr una ventaja porcentual holgada.

Finalmente, el tratamiento lógico de los datos y las tendencias políticas notablemente registradas y demostradas de la derecha venezolana concluyen que ConVzla, con toda seguridad, publicó datos abultados y falsos, y que con ello han elevado el nivel de sofisticación de sus métodos —publicando datos bajo el esquema Súmate (institucionalidad paralela) y cometiendo delitos electorales— para cantar fraude, tal como lo han hecho en casi todas las elecciones realizadas desde 2004.

Considerando el cuadro promovido por la oposición y actores foráneos de deslegitimación, intentos de quiebre institucional, violencia política callejera, llamados a la insubordinación de militares venezolanos y a la injerencia extranjera, desde el 28 de julio se ha desarrollado en Venezuela una nueva escalada en la operación continuada de cambio de régimen en el país.

Por lo tanto, con base en este análisis, debe concluirse que las cifras divulgadas en portales paralelos, sin verificación de ningún tipo, con información manipulada, son irreales y son, en sí mismas, un instrumento de la operación destituyente de conjunto que han emprendido contra el gobierno y la totalidad de los poderes públicos del país.

La Sala Electoral del TSJ de Venezuela, comenzando esta semana, ratificó los resultados publicados por el CNE que dieron como ganador al presidente reelecto Nicolás Maduro, y ordenó la publicación a detalle de los resultados electorales del 28 de julio, acorde a cada mesa y centro electoral.

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