Lun. 30 Junio 2025 Actualizado 4:37 pm

Captura desde 2025-06-24 16-57-46.png

Ecuador ha abierto la puerta a la contratación de mercenarios (Foto: Archivo)

Privatización de las guerras

Dicen los diccionarios que la palabra “mercenario” se origina en el latín merces, salario, paga, recompensa. Se trataría de la misma raíz, merx, de la que derivan merced, mercancía, mercado, que algunos etimólogos atribuyen a un origen etrusco. Hay también quien piensa que podría ser de una raíz del indoeuropeo, merk, tomar, agarrar, apoderarse. Es coherente, en todo caso, que de allí surja el nombre del dios del comercio, Mercurio. Sería coherente, de la misma manera, que los ejércitos privados sean los reales señores de la guerra en el siglo XXI, tan regido como está en este occidente en picada por los dioses del mercado. Mercenarios, soldados de fortuna, contratistas, tuvieron su cuarto de hora de exposición durante las invasiones a Irak y Afganistán, pero luego se extendieron por todo el planeta tanto sea para vigilar las ganancias de las mineras en África, “controlar a las bandas criminales” en Haití o “el narcotráfico” en Ecuador.

Hacer lo que otros no pueden o quieren

Un par de anotaciones etimológicas más, ya que estamos con el “mataburros” como se decía en una época. La palabra soldado proviene de solidatus que a su vez deriva de solidus. Cuenta la historia que en el siglo IV romano la devaluación de la moneda de plata hizo que las tropas exigieran cobrar en dinero solidus, como consideraban al oro. De allí también se deriva sueldo, lo que uno cobra por un trabajo. Fortuna viene, por su parte, de fors, que sale del indoeuropeo bher (cargar, llevar) y se traduce como “suerte, casualidad, algo inesperado, azaroso”. Algo que podría ser bueno o malo. Quizás mejor quedaría hablar entonces de fortuna en el sentido de destino. A eso se atienen los “soldados de fortuna”, dispuestos a meterse en cualquier combate por una paga asegurada. Redituable si se sale con vida, y si no, nadie tiene derecho al reclamo.

Como sea, las tropas contratadas y que combaten por una paga en moneda sólida no solo hacen lo que otros no pueden o quieren. En caso de muerte, una cuestión cotidiana y ciertamente azarosa, esas bolsas negras no conmoverán a la sociedad, que rechaza que sus hijos sean masacrados en los frentes de operaciones enviados por obligación ciudadana. El estigma de Vietnam pegó fuerte en Estados Unidos, y el resto del mundo tampoco quiere tener ese tipo de “problemas” puertas adentro si lo pueden evitar por un monto que quizás económicamente no sea tan beneficioso para los presupuestos públicos, pero bien que lo es en términos políticos.

Soldados de fortuna los hubo desde el fondo de la historia, en la antigua Grecia y más acá en el tiempo, pero seguramente también antes. Solo que no siempre quedaron registros como los que anotaron Heródoto o Tucídices, sin ir más lejos. Hay un tema del grupo británico Deep Purple, compuesto en 1974 por David Coverdale y Ritchie Blackmore en la que el personaje se define como un vagabundo, un viajero solitario que cree que seguirá siendo siempre un soldado de fortuna pero, cosa curiosa, percibe un “eco en la distancia/ como el sonido/ de un molino de viento dando vueltas”. ¿Se siente un Quijote? La imagen de un mercenario, sin embargo, dista de la de un romántico luchador de causas perdidas.

Por estas costas, durante la guerra entre las Provincias Unidas y el Imperio Brasileño (1825- 1828), hubo mercenarios alemanes que, contratados por el emperador Pedro I, defendieron los intereses de los Braganza. En un momento determinado, Rio de Janeiro no les enviaba dinero y Manuel Dorrego, gobernador de la provincia de Buenos Aires, intentó captarlos para la causa rioplatense. Muchos se arraigaron en ambos lados de la frontera luego del fin de la contienda. Todavía se recuerda la crueldad de Friedrich Rauch contra los indígenas de las pampas. Augustus Bullrich, nativo de Hannover y fundador a la sazón de una dinastía que aún da que hablar en Argentina, había sido uno de aquellos mercenarios y llegó a Buenos Aires como detenido durante la batalla de Ituzaingó. Pudo hacer negocios muy prósperos más tarde y dejar una herencia que aún da que hablar. Tierra generosa esta.

Neoliberalismo bélico

Que las empresas contratistas de carne de cañón hayan prosperado en las últimas décadas no debe sorprender a nadie. Forma parte del ideario neoliberal de privatizar todo lo que se pueda y que especialmente desde la administración Clinton se fue extendiendo en Estados Unidos. Con Georg W.Bush eso se potenció, especialmente en el manejo de las guerras que protagonizó, en gran medida por el espíritu “emprendedor” de sus halcones como Dick Cheney, vicepresidente y muy vinculado a la industria petrolífera a través de sus acciones en la empresa Halliburton, y de su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, ligado a los laboratorios farmacéuticos.

Nada que cuestionarles, desde que el emprendedurismo y la iniciativa individual forman parte del ADN estadounidense. A esto se le podría sumar una cierta sospecha generalizada sobre el estado federal, que se manifestó durante la guerra civil pero que siempre estuvo en bambalinas. De otro modo no se explicarían hechos como el brutal atentado al Edificio Federal Alfred P. Murrah de Oklahoma en abril de 1995 que dejó un saldo de 168 muertos y que no fue cometido por grupos fundamentalistas religiosos extranjeros musulmanes, como pudieron apurar medios y dirigentes políticos, sino por fanáticos locales como Timothy McVeigh y Terry Nichols.

“Inmediatamente después del atentado contra el World Trade Center en Nueva York, dos años antes, los medios de comunicación y muchos estadounidenses asumieron inmediatamente que el ataque fue obra de terroristas de Oriente Medio”, justifica el informe del FBI sobre el hecho. Se trata de un ataque en el edificio que desapareció el 11-S de 2001, pero registrado el 26 de febrero de 1993, cuando una bomba explotó en el estacionamiento del complejo de oficinas, causó la muerte de seis personas y dejó un millar de heridos. Los autores fueron identificados como dos ciudadanos iraquíes.

Dicen las crónicas que McVeigh había estado en el ejército durante la Operación Tormenta del Desierto, pero luego de esa incursión en 1991 contra las tropas de Irak, fue rechazado en un examen de ingreso para las Boinas Verdes. La explicación fácil es que eso desató su propia tormenta psicológica, que se habría originado en maltratos infantiles. Pero el tipo había virado a supremacista y se unió a las filas de quienes despreciaban al estado. En este primer cuarto del siglo XXI estaría en su salsa.

“(Los agentes) se enteraron de las ideologías extremistas de McVeigh y de su enojo por los acontecimientos de Waco dos años antes. Descubrieron que un amigo de McVeigh llamado Terry Nichols ayudó a construir la bomba y que otro hombre, Michael Fortier, estaba al tanto del complot (…) el gobierno que McVeigh odiaba y esperaba derrocar rápidamente lo capturó y lo condenó de manera convincente tanto a él como a sus cómplices”, dice el informe del FBI.

El 19 de abril de 1993 tropas del ejército de EEUU y fuerzas locales de Texas lanzaron el ataque final a una finca en el condado de McLennan contra una secta, los Davidianos, dirigida por David Koresh, acusado de cargos de abuso sexual, sometimiento a servidumbre, tenencia ilegal de armas de fuego y violaciones. Habían estado bloqueando el lugar durante más de 50 días buscando la rendición. En el ataque murieron 82 integrantes de la secta y 4 agentes federales.

Ese hecho habría desencajado a McVeigh. Cuando fue detenido, llevaba una remera blanca con una imagen de Abraham Lincoln y debajo una frase: sic semper tyrannis, “así siempre a los tiranos”, que Marco Junio Bruto le habría dicho a Julio César cuando lo apuñalaba, en el idus de marzo del año 44 de nuestra era. También parece haber dicho esa sentencia John Wilkes Booth al asesinar a Lincoln en el teatro Ford de Washington, el 15 de abril de 1865.

Esa vuelta de McVeigh lleva a otro link, también relacionado con todo lo que se viene hablando. Hubo un intento de magnicidio contra Lincoln en 1861 en Baltimore, Maryland. Aquí entra a tallar Allan Pinkerton, un escocés buscavidas que había emigrado a Estados Unidos en 1842. Tuvo la brillante idea de fundar una agencia de detectives en Chicago, en 1850, a la que llamó North-Western Police Agency, luego bautizada Pinkerton & Co, luego Pinkerton National Detective Agency, que desde 1999 quedó como subsidiaria de Securitas AB, una firma sueca.

Una de detectives

Pinkerton tuvo trascendencia porque allí trabajó uno de los creadores de la Novela Negra, Dashiell Hammet, quien estuvo en la plantilla entre 1915 y 1922. Algunas de sus historias habrían surgido de ese período. El propio Pinkerton también incursionó en los policiales, aunque hay muchas dudas sobre la verdadera autoría de las obras que firmó. Pero en la clase trabajadora estadounidense era famoso por otras razones menos propicias: la agencia no se dedicaba en su origen a tareas de investigación policial sino de seguridad y protección para las más poderosas empresas fabriles de EEUU. Rompiendo huelgas y llevando “carneros” a los que metía en las fábricas con extrema violencia. Ese fue su modus operandi, en realidad. No “colaboraba” con la justicia del modo romántico de los detectives que cuentan tanto Hammett como Raymond Chandler y quienes los siguieron.

En una de esas empresas, una ferroviaria más precisamente, se dice que habría llegado a oídos de Pinkerton la noticia de que se preparaba un atentado contra Lincoln. El aún presidente electo iba a hacer su última gira antes de asumir el cargo, y el dueño de la ferrovía escuchó un rumor. Pero entendió que iba a haber un ataque contra uno de sus trenes de la red Filadelfia, Wilmington y Baltimore y decidió contratar a Pinkerton, que ya le había demostrado su efectividad en algunos conatos de huelga de los mal pagos trabajadores en una época en que el tendido del “caballo de hierro” era a pico y pala. También la agencia se había encargado de resolverle la cuestión con las poblaciones originarias que no querían dejar sus tierras ancestrales para el tendido de la red.

Pinkerton “la vio” cuando se percató de que el ataque iba a ser contra el presidente de la Nación, que todavía no había asumido su mandato pero ya había acumulado enemigos en el sur por lo que pretendía hacer con la esclavitud. El riesgo para esas elites no eran sus promesas electorales, sino que las cumpliera. Para el escocés era la ocasión de conseguir algún contrato con el Estado. Se hizo un operativo de protección de Lincoln, al que sacaron del coche presidencial antes de llegar a destino disfrazado de mujer y en una silla de ruedas, el 11 de febrero de 1861, trece días antes de ponerse la banda presidencial. Cuenta la leyenda que Pinkerton ganó fama pero no consiguió el contrato y para cuando el 16º presidente de EEUU fue asesinado, no estaba a su lado para protegerlo. Hizo difundir este dato para mantener su prestigio limpio y pulcro.

Agua negra

Pinkerton era en la práctica una agencia de mercenarios igual a las que en los primeros años de este siglo pulularon en las operaciones militares occidentales como parte insustituible de la ofensiva en las invasiones en el Medio Oriente extendido. Una de ellas fue la estadounidense Blackwater, otro nombre que se las trae (literalmente “agua negra”, ¿agua de cloaca?). Fundada por el exoficial de la Armada de EEUU, Eric Prince, en 1997, la agencia ganó contratos con todos los gobiernos desde George W. Bush en adelante, hasta que cayó en desgracia en setiembre de 2007 cuando algunos de sus soldados fueron hallados culpables del asesinato a mansalva de 14 civiles en Irak. A raíz de este hecho, el gobierno iraquí pidió que los “contratistas” fueran retirados del país. La firma, entonces, cambió el nombre, primero a Xe Services, luego a Academi, hasta que en 2014 se fusiono con otras del rubro como Triple Canopy en Constellis Holdings.

Prince llegó a ser personaje de la revista Vanity Fair, y en un extenso reportaje alardeó sobre las virtudes de su trabajo y de su visión del mundo. “Creo en el libre mercado, por lo tanto no creo que el gobierno tenga la capacidad para brindar soluciones. Algunos piensan que puede resolver los problemas de la sociedad. Yo tiendo a pensar que las organizaciones privadas y de caridad presentan mejores soluciones”.

En realidad, Prince siempre había mantenido un perfil bajo por razones obvias, pero se comprende que buscó la entrevista, ofuscado contra la administración Obama, que lo había puesto en evidencia cuando surgieron los escándalos con la vigilancia privada y el sistema de espionaje estatal que proliferaba desde el 11-S a raíz de las leyes “Patriotas”.

«Me puse a mí y a mi empresa a disposición de la CIA para algunas misiones muy arriesgadas», comienza con un textual ese artículo, de enero de 2010, firmado por Adam Ciralsky. «Pero cuando se volvió políticamente conveniente hacerlo, alguien me echó debajo del autobús», prosigue. Unos meses antes, el nuevo director de la CIA reconoció al comité bicameral de Inteligencia del Congreso que existían planes secretos del gobierno Bush Jr. que se viabilizaban a través de Blackwater en Afganistán.

Los medios hegemónicos de Estados Unidos no tardaron en revelar lo que se había tratado en esas entrevistas con títulos escandalosos. El New York Times publicó un artículo titulado “La CIA buscó ayuda de Blackwater para matar a los Jihadistas”. El Washington Post coincidió: “La CIA contrató a una empresa para un programa de asesinatos”.

Profesor de Historia de Estados Unidos en la UBA, Pablo Pozzi contaba en una entrevista para la revista Acción de enero de 2010, cuando Barack Obama recién había recibido el Nobel de la Paz, que “a casi 30 años de Ronald Reagan, no se debe perder de vista que en este período cambió el gobierno federal en EE.UU., que es fuertemente privatizado y que no tiene poder decisorio en gran parte de los temas en discusión. Baste pensar simplemente que la cantidad de mercenarios en Irak y en Afganistán, es casi el doble que la de soldados norteamericanos”.

El que reveló toda esa trama de operaciones privadas fue el periodista estadounidense Jeremy Scahill en investigaciones que publicó en la revista The Nation y luego en el libro Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army (Blackwater: El ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo).  Las operaciones de Blackwater en Paquistán, según afirma Scahill, no se realizan a través de contratos del Departamento de Estado o de contratos de defensa públicos identificados. “Blackwater opera a través del Comando Conjunto de Operaciones especiales (JSOC en inglés), bajo un contrato clasificado y aprobado sobre bases firmes”.

El autor afirma que el primer contrato conocido de la empresa de Prince con la CIA para operaciones fue concedido en 2002 y cubría trabajos a lo largo de la frontera Afganistán-Paquistán. De acuerdo con Scahill, Blackwater realizó “misiones mortales de acción directa” mediante contratos secretos con el JSOC pero también utilizó drones para ciertas actividades en Uzbekistán.

Según puntualiza el brasileño Pepe Escobar, Prince vendió personalmente a la CIA el proyecto de crear un ejército mercenario para llevar a cabo operaciones de guerra híbridas y/o criptoguerrillas contra Rusia en Ucrania. Él se quejaba con regularidad de que desde que cayó en desgracia —una forma de decir que obligado salió del anonimato—, “mi nombre se ha convertido en un cebo para atraer clics (visibilidad en las redes) a las personas a las que les gusta elaborar teorías conspirativas”.

El caso es que para 2011, el The New York Times aseguraba que había firmado un contrato de 529 millones de dólares con la monarquía emiratí para crear un ejército secreto de 800 mercenarios, y se lo ligaba al suministro de drones al mariscal Jalifa Haftar, uno de los contendientes en la guerra civil de Libia. En 2017, el The Washington Post lo ubica como intermediario en un canal secreto de comunicación entre Trump y Putin mediante una gestión de Emiratos Árabes Unidos. “Si Roosevelt pudo trabajar con Stalin para derrotar a los nazis, entonces Trump sin duda podía trabajar con Putin para derrotar al fascismo islámico”, se defendió. No solo eso, en marzo de 2025 en una charla en el Hillsdale College de Michigan, se la pasó alabando la eficacia de las fuerzas rusas en Ucrania. “No escuchen a los políticos idiotas que dicen: ‘Sí, hemos degradado al ejército ruso. No, hemos desguazado muchísimo material. El ejército ruso se ha vuelto infinitamente más inteligente”, y recomendó a los ucranianos que se olviden de recuperar el territorio perdido desde el 22 de febrero de 2022.

En mayo de 2025 el NYT reveló que “el gobierno de Haití ha usado los servicios de contratistas estadounidenses, entre ellos Prince, para que trabajen en un grupo de operación secreta destinado a desplegar aviones no tripulados (drones) para matar a miembros de pandillas” y detalla que “el equipo de Prince ha estado operando los drones desde marzo, pero las autoridades aún no han anunciado la muerte o captura de un solo objetivo de alto valor”.

Un mes antes, el 5 de abril, en Quito los ministros de Defensa, Gian Carlo Loffredo, y del Interior, John Reimberg, informaron  acerca de un gran operativo contra bandas de narcotraficantes en Guayaquil, una de las ciudades más violentas del país sudamericano, con el allanamiento de 10 casas y la detención de 40 personas. “Desde tempranas horas de la mañana de este sábado, el bloque de seguridad junto al estadounidense Erik Prince, experto en seguridad, se desplegaron en territorio guayaquileño, especialmente en la periferia, atacando a la delincuencia y delineando estrategias para fortalecer el gran accionar de nuestras fuerzas del orden en el campo de operaciones”, publicó el ministerio de Defensa. El 13 de abril el presidente Daniel Noboa se impuso en la segunda vuelta en un comicio que la oposición tildó de fraudulentas. El 3 de junio la Asamblea Nacional aprobó una enmienda constitucional que abre las puertas a la instalación de bases militares extranjeras, prohibidas durante la presidencia de Rafael Correa por la Carta Magna de 2008.


El contenido de este artículo es un adelanto del próximo libro del autor, que trata sobre "cómo se ha llegado a una tercera guerra mundial".

Publicado originalmente en Tektónikos el 22 de junio de 2025.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<