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Un protestante sale a las calles de Puerto Rico a marchar en contra de la corrupción. San Juan, 20 de enero de 2020 (Foto: Gabriella N. Baez / Reuters)
La lucha contra la corrupción

Corrupción, derechos y zonas económicas exclusivas

La guerra es muy antigua, por eso siempre será nueva.

Sun Tzu

La historia de la lucha contra la corrupción es tan antigua como la guerra y, parafraseando a Sun Tzu, podemos decir que la corrupción es muy antigua; por eso siempre será nueva.

De acuerdo con el avance tecnológico e ideológico del poder, se han creado estructuras cada vez más sofisticadas que le permiten a los poderosos robar y cuidarse de ser robados. En esa misma medida lo que llamamos la corrupción, o robo y crimen menor, consecuencia de las ilusiones que genera en las mayorías el robo y crimen mayor expresado en la actualidad como plusvalía, extraída al esclavo moderno por medio de la industria, también se ha estilizado llegándose a llamar comisiones, coimas, lobbies, o sistemas refinados y clandestinos que se constituyen en redes amplias que funcionan bien aceitadas, tanto en la empresa privada como en los Estados.

Sin embargo, como antiguo, se siguen escuchando los gritos destemplados de que fusilen a los corruptos, pero por ejemplo en Rusia, China, Cuba, cuando llegó la revolución, la gente se arrechó porque fusilaron a los corruptos, ¡ah!, porque resulta que los corruptos tienen tíos, hermanos, primos, matrimonios, hijos, abuelos, amigos, y cuando los matan condenamos al asesino.

El problema de fondo en el que estamos involucrados no lo estamos percibiendo. ¿Por qué nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué en el hecho delictivo somos juez, ladrón y verdugo en una misma persona? Estamos en esa jugada sin lograr entender de dónde viene el problema porque no pensamos; no está en el cerebro analizar el problema, sino en quitar al supuesto culpable de que no seamos felices.

El poder ya no radica en el Estado, en una corporación, en un individuo, radica en un sistema y esa es la causa. El problema no es que haya corruptos, porque supongamos que lo acusemos porque hace falta gente valiente que acuse a esos corruptos, no joda, todos los días en el mundo hay gente que matan por estar acusando corruptos, ¿y qué vamos a hacer? ¿Vamos a seguir enviando valientes al pozo de los leones, sabiendo que eso no tiene solución?

La historia está llena de corruptos presos, fusilados, ahorcados. La cantidad de violencia contra las personas por robarse un pedazo de pan es una lista demasiado grande, porque inmensa es la cantidad de gente que está ilusionada con el poder tener, y hasta ahora se ha demostrado que ninguna cárcel, manicomio, cementerio, fusilamiento o patíbulo sirve para acabar con la corrupción. ¿Por qué? Porque estamos atacando una consecuencia.

La razón del porqué alguien se roba el pan no la tocamos, pero incluso el porqué se lo robó sigue siendo una consecuencia, es decir, nunca vamos a mirar la causa y eso es lo que el poder se ha encargado de ocultar. Para eso existen universidades, escuelas, liceos, medios de información, para ocultar las causas de las consecuencias.

¿Quiénes son los más grandes impulsores de la lucha contra la corrupción? Por supuesto que los señores dueños criminales y ladrones, quienes están fuera de sospecha del robo y el crimen, que deslizan sus actos delictivos sobre gerentes y políticos a su servicio, aun sin que estos lo sospechen mínimamente. Los políticos son corruptos, sean de izquierda o de derecha, o de la tendencia que sean, roben o no roben, para eso ya está construido desde tiempos inmemoriales un imaginario en las grandes mayorías de que hagan lo que hagan, sean lo que sean, los políticos son corruptos y, a menos que cambien las condiciones materiales de existencia, esto no dejará de ser así.

¿Pero la corrupción, el robo, el crimen, son condiciones naturales del ser? ¿Es verdad que nacimos criminales y ladrones, o esto tiene causas en el hambre, el miedo y la ignorancia, tan antiguas como la propia presencia de la especie? Entendemos que esas carencias permitieron que a lo largo de la existencia se sistematizaran las experiencias guerreras y se volviera un medio y fin de obtener el botín que circunstancialmente resuelve hambre, miedo, ignorancia, y a su vez se generó la construcción de todo el andamiaje poderoso de donde se sustentan y justifican las élites hoy y siempre.

En adelante justificado, legalizado y convertido en el imaginario colectivo en sagrado derecho, el robo y crimen de los poderosos se volvió natural, primero como propiedad divina, real, y luego con el humanismo como propiedad privada, con el derecho a su defensa, y todo el que atente en su contra podrá ser acusado de ladrón y criminal, con todos los remoquetes posibles: bruja, hereje, comunista, anarquista, socialista, chavista y, por supuesto, todos corruptos, que pueden ser expuestos al escarnio público, empalados, ahorcados, presos, torturados, fusilados, vueltos locos sin defensa alguna.

Todo el mundo, en todos lados habla sobre la corrupción. Vemos a adecos, copeyanos, comunistas, chavistas que hablan de la corrupción y nos preguntamos, ajá, y ¿quién es el corrupto entonces? Porque el profesional, el médico, el abogado no es corrupto, nosotros no lo somos, ni mi mamá, mi papá, amigos y hermanos no son corruptos. Entonces, ¿quién se roba la vaina?

El problema va más allá de la condena y culpabilidad del chivo expiatorio, hay un sistema que existe que es real, concreto, que funciona, que activa, que hace que vuelen los aviones, que hace que los tanques de guerra estén, que hace que la cocaína se mueva de Colombia hasta Europa y Estados Unidos, hay un sistema que hace que se siembre amapola, marihuana, soya, que aparezcan tractores, carros. ¿Por qué no indagamos en ese sistema y lo analizamos?, en vez de buscar en la individualidad la culpabilidad.

La lucha contra la corrupción, cuando no buscamos obtener nada con ella, es tarea de idiotas que no sabemos en dónde emplear las fuerzas para resolver el problema. La lucha contra la corrupción es tarea de otros que ambicionan obtener el beneficio, la lucha contra la corrupción es tarea de dueños para proteger su propia manera de robar y asesinar la vida, la lucha contra la corrupción es tarea de locos, tirándole piedras a los aviones, porque en definitiva la corrupción no existe: existe el capitalismo con todas sus consecuencias y gente deseando sus beneficios.

Derecho sin poder no existe

Si la gente mayoritariamente estuviera a favor o en contra del comunismo, simple y llanamente no estaríamos hablando de elecciones, estaríamos hablando de creación de paradigmas, de eliminación de conceptos, de sustitución de modos de producción, de generación de otros imaginarios, de saltarse la tradición, modos y costumbres. Por ejemplo, lo que está ocurriendo en el planeta como territorio mina del capitalismo, obedece al relajamiento de los controles de la dictadura del imperio capitalista en su proceso de reacomodo.

Al romperse la red que nos ata al sistema de producción también se rompen los resortes éticos del trabajo esclavo, creando en las mayorías la ilusión de que ahora sí es verdad que puedo hacerme rico, vivir bien, comer bien. Aparte de las creencias o intereses de ideologizados, organizados, líderes, partidarios, gremialistas, dirigentes, militantes, la gente mayoritariamente no lucha por comunismo, por socialismo, lucha por las mieles del capitalismo. No es una lucha de la conciencia, del conocimiento, es producto del consumo ilusorio no saciado, es producto de cuándo me va a tocar a mí, individuo esperanzado, ilusionado, soñador de quimeras y utopías, sustentadas en el pensamiento mágico, que se acuña en siglos de sometimiento.

Luchamos por carros, casa, comida, trabajo, estudio, ropa, luchamos por tener lo que el capital ofrece como riqueza, sea que lo resuelva un gobierno, un mago o la lotería; aunque primero quisiéramos calmar hambre, frío, calzado, vestido, una pequeña arepa aunque sea dura, para mitigar el hambre, pero cuando ya tenemos el plato de comida, el zapato, el buen rayo de sol, la lumbre, la ropa, entonces empezamos a pedir como derechos piscinas, carros, plata, y en adelante todas las ambiciones infinitas, ofrecimiento absoluto del capitalismo no saciado en el cuerpo y cerebro.

Desconociendo que la riqueza generada no es lo suficientemente grande para mantener en la actualidad a los 7 mil 500 millones que aproximadamente somos. Un ejemplo: ¿Cuántos yates o jet de lujos existen en el planeta? Si se decidiera que todo el mundo puede tener un yate o jet, eso sería más que imposible físicamente. Si a cada uno nos tocara un yate, imaginemos 7 mil millones de yates, o más pequeño, dividámoslo entre 1 mil 500 millones de familias; que cada familia tuviera un yate privado; igualito es una monstruosidad de yates, carros y jet. Además, ¿quién los produce? Necesitaríamos 98 millones de esclavos para suplir las necesidades de los 7 mil millones que hoy somos, ¿y quién cubre las de ellos? Todos esos elementos ilusorios son los que han pervivido a lo largo del tiempo en los luchadores sociales, y el problema es que la realidad hay que verla como la realidad es.

La especie no podrá superar su condición de esclavitud hasta que no pensemos otro modo de producción, donde nos convirtamos en protagonistas, ya seamos obreros, campesinos, pescadores, mujeres; los pobres en general; todo aquel que tenga un salario o una comisión o un prorrateo de salario a nivel mundial, puede ser ingeniero, abogado, gerente, médico, artista, barrendero, pero su precio está tasado, no puede cobrar lo que le dé la gana; cobra un salario, así este sea de 2 mil salarios mínimos.

No hay forma de que ejerzamos la suposición del derecho sin el poder, y no es verdad que como somos hombre, mujer, niño, anciano, seamos del género que seamos, de la etnia que seamos, del color que seamos, de la tierra que seamos, tenemos derechos, no, pero nos hicieron creer, nos generaron la ilusión, de que podíamos ser como los dueños.

Esa falta de conocimiento no permite comprender que pedir satisfacción de supuestos derechos nos conduce de nuevo a las redes del capitalismo, y eso es lo que genera los vaivenes, los reflujos, la vuelta a gobiernos aún más represivos que los anteriores, porque el único plan es hacernos ricos en nombre de que tenemos derechos, sin entender que somos esclavos, sin importar qué cantidad de salarios mínimos obtengamos del capital.

Pero hay otro elemento. En el supuesto de que pudiéramos satisfacer las necesidades de los esclavos que ya somos sin yates, ni jet privados, ni piscinas, ni carros, ni telefénos inteligentes para cada quien, aun así, estaríamos comprometiendo la vida del futuro y no sólo la de la especie, sino la de todas las formas existentes. Si decimos esto, la respuesta mayoritaria será: "O sea, ¿quiere decir que yo no debo ser feliz y mi ilusión de que tengo derechos no es real? En las escuelas, en las universidades, en la familia, los políticos, los gobiernos, los gremios, todo el mundo me dijo que teníamos derechos. Tú tienes derecho a comer, a vestir, a tener casa, a tener trabajo, a tener, a tener, a tener derechos", y derecho y derechito nos vamos a la tierra atapuzados de desengaños.

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el derecho es una ilusión que mantiene a los esclavos ilusionados con que un día también podrán tener poder (Foto: Shutterstock)

Los dueños ocultan con esa pregonadera de derechos en el aire que el derecho es una ilusión que mantiene a los esclavos ilusionados con que un día también podrán ser o tener poder, sin comprender que no lo tenemos porque el sistema no está hecho sino para que nosotros les trabajemos a los que tienen y ejercen el poder.

Ahora bien, en distintos momentos la rebeldía y decisión con que algunos luchadores han asumido las funciones de gobierno han intentado que los pueblos asumamos conocimiento de que existimos, a que abandonemos la condición mental de esclavitud y que intentemos echar raíces y poder construir la independencia absoluta de las amarras capitalistas, para superar esa condición mental enajenada. Que comprendamos que no somos presa de la tara de la corrupción, de la falta de capacidad de trabajo, de la flojera, de la falta de inteligencia, de la brutalidad, del subdesarrollo, sino que somos botín del humanismo y que trabajamos como esclavos a su servicio.

La lucha que debemos dar como especie sometida a la dictadura del imperio capitalista en el planeta es muy dura, como decía el presidente Maduro, "porque es la lucha de las ideas, no es la de las armas" (que siempre hay que tenerlas para defendernos), porque tenemos que intentar convencernos, analizar, comprender, que el problema no está en el disfrute de las mieles del capital, porque para que estas existan nosotros debemos trabajar como esclavos, y las mieles que producimos, es decir las riquezas, no alcanzan para cubrir las necesidades mínimas que requerimos los 7 mil millones de esclavos que somos en el planeta. Mucho menos alcanzarían para hacernos ricos.

En el humanismo, los pobres no tenemos poder ni lo tendremos. La ideología nos ha hecho creer que sí, pero la realidad es terca y todos los días nos despierta con un cachetón diciéndonos: ¡Vaya a trabajar, esclavo!

Pensar sólo cuesta abandonar ilusiones y disponerse a echar raíces, con los sueños bien puestos en la tierra.

Zonas económicas exclusivas: un mientras tanto

El atrevimiento de los venezolanos jamás será perdonado por la burguesía. Nosotros estamos obligados, aun sin quererlo, a buscar nuevas formas de existencia, porque seguir viviendo en el marco del capitalismo sólo será posible como esclavos.

La idea de la independencia que soñaron Miranda, Rodríguez, Bolívar y quienes les acompañaron, estaba enmarcada en el ámbito de la revolución burguesa, y ni aun así la burguesía como clase emergente de la revolución les acogió en su seno, por el contrario los denigró y los asesinó no sólo físicamente sino histórica y moralmente.

Cuando en 1992 Chávez y el grupo que le acompañó retomaron esas banderas, ya habían pasado casi 200 años de saqueo continuado sin que el territorio tuviera un plan propio, independiente, aunque fuera en el marco del capitalismo. La nación seguía siendo una mina que en el siglo XX la regentó las empresas ligadas al petróleo y las que ellas designaran, incluyendo la imposición del Estado. Han transcurrido desde entonces 29 años y la guerra continúa con bloqueo sostenido.

En la actualidad la confrontación entre dos poderosos polos capitalistas en el planeta, producto del nuevo reacomodo del capitalismo, están obligando a los países a asumir una u otra política, en el entendido de que esta confrontación no tiene su mayor poder en las armas y ejércitos sino en la ocupación económica cultural de todo el planeta. Por supuesto que estas decisiones cuentan con el apoyo de fuertes fuerzas militares, estas fuerzas se expresan en la Iniciativa de la Ruta y la Franja aupado por los capitales asentados en China y Rusia fundamentalmente, y en el otro bando están los propulsores del caos controlado, que tienen sus bases de apoyo en Japón, Europa y Estados Unidos. Cada uno de estas estrategias cuentan con sus distintos aliados en todo el planeta. En ambos casos la ilusión comunista o socialista no tiene cabida, porque en ambos lados los intereses son capitalistas.

El gobierno venezolano ha decidido acuerdos estratégicos con el plan de la Ruta y la Seda, que no le agrede, y además evita los golpes del caos controlado, o que sean menos fuertes. El principio es evidente: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Ahora bien, eso no es un simple saludo a la bandera, una declaración de felicitaciones por lo bien que cada uno lo hace. Esos acuerdos comportan inversiones, y las inversiones deben producir dividendos, así lo entienden los inversores en el capitalismo. Para que ello ocurra, a estas inversiones se les debe garantizar la ganancia, ¿y cómo se logra? Con la seguridad. Para ello el gobierno venezolano ha creado una Ley Antibloqueo, lo que permite la creación de unas zonas económicas exclusivas, las cuales comportan una serie de características favorables a esas inversiones, asegurando su llegada al país.

Las críticas no se han dejado esperar: venta de la patria, entrega de los recursos, explotación inmisericorde de la mano de obra, destrucción del medio ambiente como un mínimo.

Todas esas críticas no están alejadas de la verdad: es el aparato de producción capitalista que coloca sus pitillos extractores de recursos en nuestro territorio y no le temblarán los labios para succionar hasta la última gota de lo que signifique riqueza.

¿Podemos condenar al gobierno por este hecho? Entendemos que no, y vamos a intentar una explicación. Cuando llegó el gobierno chavista, no llegó porque este era mundo feliz, llegó porque estábamos a punto de una guerra civil, y Chávez nos propuso una opción, y para ello nos pidió que creáramos nuevas leyes, otra hoja de ruta. Desde entonces, durante 23 años, el gobierno chavista nos ha evitado la guerra civil. A unos pocos les puede parecer cualquier pendejada; para nosotros los pobres que somos los que ponemos los muertos en toda guerra es una gran ventaja, un logro sin parangón.

Por otro lado, la guerra viene acompañada del bloqueo económico. Para el que tiene recursos eso es una tontería, pero de nuevo, para nosotros es una gran tragedia que de no ser por las políticas sociales del gobierno, hoy estaríamos en condiciones más que deprimentes.

En tercer lugar, vivimos en un mundo capitalista, y en ese mundo todo depende de sus relaciones y decisiones. Ninguna empresa puede funcionar con obreros o patrones socialistas, toda fábrica paga salarios y cada empresa o industria debe obtener ganancias. Una parte de esas ganancias en este caso va a los inversionistas y otra al Estado.

Desde nuestro punto de vista, con estos recursos el Estado respira porque obtiene recursos para invertir en otras áreas y hacer más llevadera la guerra que no sabemos cuánto tiempo puede durar. Pero por otro lado, pensemos que los capitalistas del caos controlado toman el país. Bueno, nos tendremos que enfrentar en una guerra civil, que no sabemos cuánto tiempo puede mantenerse, pero sí estamos seguros que será sangrienta, y lo peor es que de todas maneras nos robarán los recursos y sólo nos dejarán hambre, miseria y destrucción, amén de la ristra de muertos de la cual ellos no pondrán ninguno.

Pero además, sanar esas heridas entre la gente y reunificar el territorio nos costará aún más, si es que lo lográramos. Demasiadas tragedias hay como ejemplos: Libia Irak, Afganistán, Siria, Yemen, por nombrar algunas de las invadidas y saqueadas por el imperialismo.

Ante la evidencia cierta de que los muertos no aplaudimos al futuro, proponemos al gobierno invertir en el pensamiento, la investigación y el experimento de un nuevo modo de producción que genere otra cultura, un modo de producción que nos siembre como venezolanos, porque si bien el capitalismo es lo que existe, no es menos cierto que es perfectamente sustituible.

La independencia no es un país que gobierna a la gente de un territorio sin que nadie intervenga en sus asuntos; la independencia va más allá de eso, es fundamentalmente un sistema de producción decidido, manejado y usufructuado por los habitantes de un país sin tener que depender ineludiblemente de los insumos o tecnologías de otros países. La independencia no es una ideología, es un concepto práctico que, de no ejercerse, otros desde afuera lo ejercen.

En el caso nuestro, la independencia no será posible hasta tanto no nos deshagamos del sistema capitalista, por cuanto este sistema obedece conceptualmente en sus modos, usos y costumbres a una cultura que no hemos decidido, a una cultura que nos entiende como sus esclavos, como su mina, de donde obtiene los recursos para su acumulación de riquezas y la manutención de su aparato de dominación sobre nosotros.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<