Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, dijo en abril de 2021 que "durante años hubo guerras por el petróleo; en poco tiempo habrá guerras por el agua" junto al gobernador de California, Gavin Newsomen, en el marco de un proyecto de ley que incluye 17 mil millones de dólares para transbordadores, vías navegables interiores, puertos y planes para reemplazar cada tubería de plomo y línea de servicio.
Estaba de visita en Oakland, California, adonde volvía por primera vez desde su elección para promover el Plan de Empleos Estadounidenses de la administración Biden y la necesidad de reconstruir la infraestructura de suministro de agua del país. Dicho plan proporcionaría una inversión de más de 111 mil millones de dólares en la infraestructura de agua nacional "para garantizar que sea segura y equitativa".
Desde entonces, los expertos demócratas ven la seguridad internacional del agua como una opción probable para la vicepresidenta, dada "su mayor visibilidad en el escenario mundial y su propia experiencia trabajando en problemas de sequía y agua en California como fiscal general y senadora".
Una fuente como World Water registra que no son pocos los conflictos por agua y que no son nuevos. Distintas investigaciones pronostican que en parte de África, Asia y todo Oceanía podrían desencadenarse problemas por la falta de agua. En América, países como Argentina, Chile, México y Estados Unidos también estarían en riesgo.
¿Un futuro seco?
Algunos datos recientes de la ONU indican que:
- 2,1 mil millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura.
- 4,5 mil millones de personas carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.
- Se calcula que, para 2025, aproximadamente 1,8 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua.
- 340 mil niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas.
- La escasez de agua ya afecta a cuatro de cada 10 personas.
- El 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua.
- El 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.
- La agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua.
- Aproximadamente el 75% de todas las extracciones de agua industrial se utilizan para la producción de energía.
Como es sabido, mientras que el 70% del planeta está compuesto por agua, solamente el 2.5% es agua dulce y la especie humana tiene acceso a menos del 1%, además el consumo de agua ha aumentado a más del doble de la tasa de crecimiento de la población.
Un reporte publicado por la Universidad de California en Irvine reveló que el modelo civilizatorio actual está agotando el agua de un tercio de las cuencas subterráneas más grandes del mundo, a una velocidad tal que éstas no se pueden reponer.
Guerras que no son nuevas
Las causas del déficit de agua dulce son múltiples e imbricadas. Una de ellas, quizás la más visibilizada, es el cambio climático, particularmente la irregularidad de las lluvias combinadas con altas temperaturas. Además, está la privatización del agua debido a que muchos gobiernos han delegado en empresas privadas la responsabilidad de gestionar y distribuir el líquido y esto crea despojo al derecho al acceso a fuentes hídricas. Datos de la Unesco aseguran que los países de menos recursos llegan a pagar hasta 50 veces más que los países ricos por un litro del vital líquido.
La cantidad de agua utilizada por los países pobres para producir alimentos y bienes para exportar a los países ricos está empeorando la situación, sobre todo porque los rubros mayormente cultivados y comercializados son demandantes de agua, así como el modelo todo que es altamente energívoro.
Es así como la producción de energía también requiere de una importante cantidad de agua y los desechos generados durante el proceso, sobre todo el fracking, contaminan principalmente las aguas subterráneas y los ríos.
Las disputas entre regiones y países casi siempre incluyen el acceso al agua como causa, mecanismo de guerra o como consecuencia, sin embargo, desde el Norte Global se destinan cientos de miles de millones de dólares al envío de tropas o bombarderos para sofocar levantamientos o atacar "Estados fallidos". Más irónico es que sea poco importante la fracción de esos fondos que se usa para enfrentar las crisis subyacentes de escasez hídrica.
Fallas en el ordenamiento del territorio agravan la situación. Estados Unidos estimuló un auge demográfico en sus estados áridos del suroeste en las últimas décadas, a pesar de las sequías tan intensas que el cambio climático probablemente hará más grave en el futuro.
También Australia enfrenta serias sequías en el corazón agrícola de la cuenca del río Murray-Darling, y es probable que en la Cuenca Mediterránea, incluidos el sur de Europa y el norte de África, se viva un grave proceso de desertificación como resultado del cambio climático.
Un caso característico en Venezuela es la ciudad de Maracaibo, que ha sido masivamente poblada a consecuencia del llamado boom petrolero, pero cuya capacidad de carga es baja debido a que el agua dulce más cercana es el lago, que ha sido contaminado por la extracción petrolera mientras las otras fuentes se ubican lejos de esta ciudad de más de 2 millones de habitantes.
Laberintos del saqueo imperial por agua
Como señala la periodista Helena Villar, el concepto de "seguridad nacional" que se ha utilizado tradicionalmente para justificar guerras en pro de la economía estadounidense, ahora incluirá al agua como tema prioritario para la política exterior. La OTAN, maquinaria bélica de Occidente, podría "justificar" futuros esfuerzos imperialistas en nombre de la protección de los suministros de agua y otros bienes comunes.
La imaginación puede llevar a creer que las escenas de una guerra por agua serían como cuando a Irán o Venezuela le son interceptados buques petroleros o se contrabandea crudo al norte de Siria por parte de Estados Unidos, pero ya están ocurriendo esas guerras y a lo que Harris se refiere es a un salto doctrinal.
El control de territorios con acceso al agua para la extracción de alimentos o materias primas será intensificado, porque, en el marco de una "transición verde" aumentará la necesidad de minerales como el litio o el coltán, además del petróleo. En la medida en que en el Norte Global aumenten las sequías, será necesaria la compra de alimentos que conforman la dieta de esos países.
Uno de los temas controversiales es la producción de carne vacuna, que tiene a la soya como insumo estructural para la alimentación animal, también los conflictos que surgen de la relación entre agroexportación de palma y soya, deforestación y derechos humanos en Brasil y otros países del Sur Global que tienen al agua como núcleo en disputa.
Es el acceso al agua lo que buscan los trabajadores del campo que reclaman tierras para la producción de alimentos, también es agua lo que aseguran los bosques que desaparecen cuando la frontera agrícola o la minería son expandidas.
Mientras Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, propiciaba la destrucción ecológica y el despojo de muchos pueblos indígenas que viven en la de la Amazonía para generar ganancias para las empresas madereras y mineras. En 2019, se utilizaban los incendios en la Chiquitanía boliviana para el ablandamiento del público ante un golpe que se terminó llevando a cabo en octubre.
Los incendios en la Chiquitania, Bolivia, combatidos desde el primer día por el gobierno de Evo Morales, comienzan a ser motivo de movilizaciones callejeras previa propaganda de diversas ONG. ¿Revolución de color en puertas? Revisemos en este hilo algunos datos de importancia.
— MV (@Mision_Verdad) August 29, 2019
Sí, a la misma Bolivia donde hay litio y otros minerales de interés "verde" se refería Elon Musk en su elocuente respuesta a Evo Morales, quien precisamente había ganado popularidad debido a su trabajo junto con los movimientos de base, siendo el más emblemático la prevención de la privatización del suministro de agua de la ciudad de Cochabamba.
Como se vio en Ucrania, la Casa Blanca podría patrocinar grupos para liderar "revoluciones de color" e instalar líderes más favorables al capital transnacional estadounidense, sobre todo en África y Asia Central, donde desde ya protagoniza una disputa por enclaves agroexportadores y mineros con China.
Lo que Kamala Harris no dice es que ya está preparando la excusa para los próximos años de agresión bélica y venta masiva de armas a los países para que el complejo industrial-militar estadounidense siga acumulando ganancias. Así como en la actualidad se beneficia del conflicto entre Ucrania y Rusia, ese que Washington estimuló hasta el cansancio.