Vie. 22 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 8:41 pm

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El capitalismo se sustenta en la guerra permanente contra las mayorías (Foto: Carlos Barria / Reuters)

Entre guerras y rendijas

Resistiendo horrores y dolores inimaginables, la especie ha visto transitar durante quince mil años la guerra y sus rendijas por todo el planeta en nombre de esperanzas, fantasías, ilusiones, utopías, de mundos felices en el cielo y la tierra. Pero lo cierto es que la especie y sus condiciones materiales de existencia han sido degradadas para mantener a estas élites que la dirigen. La guerra planetaria del capitalismo, hoy, ya no ofrece quimeras, va directo al grano: amar al señor es obedecer y temer al capitalismo, maravillosa conjunción de ideologías y sometimiento material.

Aunque la mayoría lo sabe, no está demás repetir que el humanismo y todas sus expresiones físicas e ideológicas se sustentan en un aparato de producción que es el capitalismo, que está instalado para que genere ganancias a muy bajo costo. El capitalismo se sostiene en el uso de la energía-materia existente en el planeta. El capitalismo, al tocar la vida, la vuelve muerte, a la que llama riqueza, producto, mercancía. El capitalismo invierte dos unidades energéticas y obtiene una de la que se apropia; la que se pierde la paga la naturaleza en todas sus expresiones vivas.

Ese es el principio del capitalismo, no otro. Para cualquier forma de vida, este sistema es ineficiente, pero para el humanismo lo es todo. Lo que está ocurriendo tiene que ver con ese ideal, los que controlan y viven de ese modelo no tienen ninguna disposición de sustituirlo a menos que sea una forma de ganar más, sin inversión.

Como se sabe, el capitalismo no surgió mágicamente, sus antecedentes se remontan a las antiguas culturas guerreras que habitaron Europa, Asia, África. En sus largos y cruentos encuentros, en sus decadencias y florecimientos, compartieron y acumularon conocimientos en todos los sentidos, lo que permitió un avance sorprendente en la tecnología de guerra.

En Europa se desarrolló el imperio romano, que al fragmentarse producto de su deterioro se dividió en los distintos imperios conocidos como el inglés, alemán, español, francés, turco, portugués, que en su devenir sufrieron las consecuencias de todos los imperios. Al llegar a cubrir todas las fronteras, el enemigo queda dentro, iniciándose su decadencia, derivando en lo que hoy se denominan los Estados-naciones que se encuentran desperdigados por todo el planeta bajo el control de las corporaciones que necesitan desprenderse con suma urgencia de estos Estados-naciones y todo lo que comportan como dato cultural para que el capitalismo siga existiendo, aunque su mutación sea un bodrio.

El capitalismo está en un punto donde ya no puede avanzar, ya no hay territorios que invadir, ni enemigos que combatir, porque todo le pertenece en el planeta. Las fronteras están cubiertas, todas las ideologías las usa a su conveniencia, cada vez que necesita un conflicto hecha manos de ellas, sean religiosas, ecologistas, feministas, gremialistas, indigenistas, comunistas, terroristas, liberales, democráticas, republicanas, étnicas, nacionalistas, tribales, que hoy le sirven eficazmente a las corporaciones.

En la medida en que fue abarcando más territorios, se agrandó como aparato productivo y se volvió paquidérmico, pesado y su control se hace complicado para los dueños. Y lo saben, por eso han trazado planes que les resuelvan la situación de estancamiento. Estos planes no son locales, son planetarios, aunque en apariencia se manifiesten como conflictos regionales o entre países. Como ya se dijo, esta crisis planetaria dará al traste con la división política territorial existente en el mundo, el crecimiento desmedido del sistema se ha vuelto extremadamente pesado y su control, difuso.

Las crisis anteriores eran focalizadas, afectaban las directrices de los Estados-naciones y sus intereses, pero en la medida en que se desarrolla el capitalismo las grandes corporaciones ya no necesitan el control de los Estados. Ya se saben los dueños y necesitan soltar amarras. Mover y reestructurar toda esa maquinaria en el planeta requiere que todas las mafias se pongan de acuerdo en cómo van a establecer las nuevas reglas del robo.

Para cambiar la actual dinámica, el sistema está obligado a superar su condición productiva, y esa condición lo conduce a cambiar su imaginario, su ideología, a superar sus condiciones actuales de existencia.

Pero al moverse no sólo necesitará el acuerdo de las mafias empresariales, políticas, académicas, artísticas, también requiere balancear la cantidad de recursos naturales, los territorios en donde se encuentran, establecer la cantidad y calidad de la mano de obra estrictamente necesaria, eliminar la deteriorada y reducir el llamado ejército de reserva, pero además necesita eliminar el lastre del Estado-nación con el que ha tenido que convivir a regañadientes en estos últimos trescientos años.

Y cuando hablamos de Estado-nación, estamos diciendo todo tipo de institución internacional que se mueva en los parámetros de velar por que se cumplan las reglas del robo, es decir el comercio tal y como lo requieren y han requerido los dueños. Claro está, todas estas instituciones están disfrazadas con la careta de la unión de las naciones, la promoción de la democracia, la civilización, la libertad, los derechos.

Todo está ocurriendo sin que la producción se detenga, el capital se mueve de un punto a otro buscando mejores condiciones de ganancia: esa es su gran contradicción. Hacerlo funcionar en otro nivel requiere que muchas instituciones sean eliminadas, sean nacionales o internacionales, como fábricas, sistemas financieros, empresas, universidades, escuelas, hospitales, ejércitos, cuerpos diplomáticos, gremios en todas sus expresiones, que de alguna manera estuvieron o están al servicio del Estado-nación o al servicio del aparato productivo, pero que entorpecen su necesidad de remozamiento y control.

Tienen que ser removidos, reorganizados, rearmados dentro del capitalismo, porque no pueden seguir funcionando como están, hay que eliminar muchísimas cosas, reconstruir otras; formas como OEA, ONU, sindicatos, partidos políticos y similares, filosofías de partidos políticos o gremios sean de derecha o de izquierda, porque ya son basura panfletaria, que no le sirve, porque es palabra hueca y sus acciones también son huecas. El humanismo requiere tener otro rostro, pero en el marco pragmático, real, lo que busca es control, fundamentalmente de todos los recursos, sean materias primas, agua, combustible, mano de obra, para usarlo efectivamente y obtener mayor ganancia.

El reajuste del capitalismo en todo el planeta generará un gran deterioro de la clase obrera, de los campesinos, de la clase media, de los profesionales si la depauperación de todas las profesiones conocidas que generaban prestigio se acentúa hoy a nivel mundial. La gente se graduaba en una universidad y nos sentíamos unos don fulano, pero hoy nos graduamos y somos unos don nadie; la mayoría de los jóvenes nos percatamos que somos don nadie, estudiemos o no. Esto, entre otras cosas, hace que los resortes éticos del trabajo esclavo se rompan porque la red social que lo sostiene ha roto sus propias reglas y todo el mundo cree que puede robar como los empresarios y sus corporaciones.

Esta situación ha creado una inmensa masa que, aún con profesiones, no tiene perspectiva. A nivel mundial se ha desarrollado una campaña engañosa sobre los famosos emprendedores, es decir todos los jóvenes son dueños de su propio destino, de su propia empresa, "qué felicidad, somos libres por fin, todos estamos trabajando y creando nuestra propia empresa". El sueño del libre albedrío se ha cumplido en todos los ilusionados, tener su propia empresa. Pero nada más lejos de la realidad, lo que realmente está ocurriendo es el simple hecho de que el capital, sin invertir una locha, está exprimiendo al máximo el esfuerzo de esos jóvenes que no están produciendo nada nuevo.

Eso a lo que le están invirtiendo muchas más horas de trabajo de lo normal no les pertenece, se lo apropia el gran capital. Trabajemos con chocolates, con pescado, con lo que sea, ya pertenece al aparato mundial del capitalismo, sólo estamos sirviéndole de distribuidor, de corredor, de tren del capitalismo y agregándole valor a esos productos. Por ejemplo, si movemos una barra de chocolate, una taza de café, una porción de azúcar, debemos saber a cómo está el café, el azúcar, el cacao, en la bolsa de valores de Tokio o de Wall Street o de cualquier bolsa de valor que tenga que ver donde se jueguen esas fuerzas de trabajo y sus productos. No nos dejemos engañar, no seamos nosotros las y los bolsas.

Eso lo estamos viviendo los jóvenes en todo el planeta. El mismo concepto de emprendedor con moldes distintos, pero al final es lo mismo, no puede ser de otra manera, porque no estamos pensando de otra manera, no hay otro aparato de producción y siempre vamos a pensar dentro del marco del aparato de producción existente. La diferencia con épocas anteriores es que este aparato de producción entra en dificultades, pero en el caso de esta crisis, no es como la que generó la primera y la segunda gran guerra, la que generó la ingeniería de la obsolescencia programada. Esta es mucho más violenta, mucho más grave, con mucha más fuerza, porque es una crisis planetaria en donde no es una parte del capitalismo que hay que arreglar o adaptar, es todo el sistema que necesita ser reacomodado.

Para resolver esa situación de extrema peligrosidad se están enfrentando dos grandes bloques de poder en el seno del capitalismo. Por un lado están los que entienden la necesidad de eliminar los Estados-naciones para un mejor control de los territorios y su uso eficiente, la concentración del aparato de producción en muy pocas manos y, por supuesto, la privatización de todos los recursos, energías, servicios y sus usos, la eliminación y reacondicionamiento de fábricas e industrias, la limpieza del aparato financiero y sobre todo eliminar gran parte de la mano de obra en todos los estratos sociales en el planeta. Desde la gerencia, en todas las ramas del quehacer en la cultura capitalista, pasando por los cuadros profesionales y técnicos, hasta la más mínima labor que contribuya a la creación de plusvalía.

Este sector del capital altamente poderoso está desarrollando un plan que los estudiosos han denominado el caos controlado, que consiste en desbaratar los Estados-naciones, crear espacios de confort o ciudades controladas directamente por las corporaciones, en donde funcionarán las oficinas y centros de habitación de los cuadros profesionales, técnicos, gerentes que se encargarán de la explotación de las minas o industrias que generen plusvalía. El resto de la población será concentrada en guetos en torno a los centros de explotación.

El otro grupo, tan poderoso como el anterior, busca sostener relaciones comerciales partiendo de la aceptación de la existencia de los otros, en el entendido de que la inversión le reportará ganancias en la medida en que puedan controlar moneda, energía, materia prima. Esta visión es la que han dado en llamar la Ruta y la Franja.

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Un sector de los dueños capitalistas implementa la estrategia del caos controlado (Foto: huleeb / ArtStation)

Estas dos visiones son distintas pero tienen un mismo objetivo: mayor ganancia, menor inversión; y vienen de lo mismo (humanismo-capitalismo). En ambos casos no son países sino corporaciones que se enfrentan, aunque nos lo vendan como conflictos entre países, pero realmente son conflictos entre corporaciones, porque verdaderamente son las corporaciones peleándose los recursos que tienen África, América, Asia, Oceanía, Europa. Bueno, en Europa, Estados Unidos y Japón ya no quedan recursos, son territorios arruinados pero siempre tienen su utilidad para el capitalismo; las corporaciones les asignarán a estos territorios un papel qué jugar en el concierto de la producción. Como ejemplo, Europa tiene plantas nucleares, carbón e infraestructuras disciplinadas para la guerra.

Esta guerra está en plena faena. Nosotros debemos tener claro que todo conflicto entre países en todo el planeta está asociado a esta gran guerra. Todo grupo terrorista, paramilitar, narco o no, está financiado por esta guerra, fundamentalmente por quienes pretenden el caos controlado. Todo intento de destrucción por la vía física o propagandística de los Estados-naciones, su invasión, su ahogamiento económico, es tarea de este grupo empresarial, toda campaña de Estado terrorista, fallido, narco, o todas juntas o unas y otras, busca beneficiar en el mundo entero a los empresarios del caos controlado.

Es necesario saber que nosotros como pobres, como especie, como naturaleza, perdemos con cualquiera de los bandos que gane, aun cuando algunos nos propongan estirar la agonía, porque los empresarios, dueños de estas corporaciones, van es por nosotros, por la vida, para construir la muerte: su objetivo es obtener ganancia.

Nosotros tenemos que ver esto con los pies en la realidad, no es que "pobrecitos los pescaditos que van a matar, pobrecitos los pajaritos". Dejémonos de pendejadas y cursilerías ecológicas, porque eso, independientemente de que los lloremos, ya sucedió y está sucediendo. Este proceso de reacomodo no se puede parar, lo que está ocurriendo en Colombia, en Brasil, en México, la guerra civil en los Estados Unidos, en Europa, los sucesos en Asia, el Medio Oriente, las guerras en África, eso no se puede detener con discursitos y lloraderas humillantes ante la burocracia de la OEA o la ONU.

Lo único que necesitamos es saberlo, no para salvar eso, ni pajaritos, ni niños, ni negros, ni mujeres, ni indios, ni pobres, ni clase media de cualquier letra estratificada, porque eso no se va a salvar, eso está consumido, es estúpido querer salvar lo que ya está destruido, sobre todo cuando los gobernantes del mundo, los políticos del mundo, los ideólogos del mundo, los intelectuales del mundo, están empeñados en querer salvar la muerte. Esta gente, sea de izquierda o de derecha, está muy retrasada intelectualmente. Ahorita estamos en el siglo XXI y ellos están leyendo la realidad con análisis del siglo XX, queriéndoselos aplicar a la realidad del presente.

Nosotros no podemos quedarnos pegados allí, tenemos que entender la realidad, visionar la realidad, con claridad, sin dudas. ¿Qué va a pasar después de esto? Es la pregunta básica y por eso nosotros tenemos que entender qué sucede, cómo funcionan los planes del caos controlado y como los de la Ruta y la Franja; comprenderlos en su esencia, en sus definiciones precisas, en sus objetivos, en las consecuencias que van a generar, y a partir de allí tenemos que definir qué haremos nosotros, qué decisiones tomaremos. Parafraseando al Libertador: qué nos importa que a los esclavos se los repartan las corporaciones, si nosotros estamos decididos a construir otra cultura.

Ellos decidieron que el mundo era de ellos con todo lo que contiene, ¿y nosotros nos vamos a quedar pegados ahí como esclavos, ya sea pidiendo derechos, más salarios, con lloriqueos y acusaciones de que nos van a matar de hambre, o nos decidimos a separarnos del capitalismo para juntos construir otra cultura? Porque independientemente de lo que pensemos, esos planes están en marcha y ningún grito de pedigüeños los podrá detener.

Hablemos de las rendijas

Ya hemos dicho que el capitalismo es la conjunción de diversas formas y expresiones del poder en el planeta, es la concreción de lo obtenido con la guerra, es la guerra llevada a su excelsa expresión, un modo de producción que sustenta a una cultura y a su vez se sustenta en ella en una interrelación dinámica que hace imposible la existencia de lo uno sin la otra.

Si analizamos someramente este proceso, nos daremos cuenta que en cada uno de sus grandes cismas siempre se han producido rendijas que han determinado la aparición de nuevas formas de existencia sin que se violente o altere la explotación de la especie por parte de las élites que ostentan el poder. Por ejemplo, cuando se desmoronó el llamado imperio romano se crearon otras formas de explotación y la guerra adquirió otro carácter, y se organizaron nuevas formas de Estado en toda Europa, las provincias dominadas por el imperio romano se convirtieron a su vez en imperios, los esclavos pasaron a ser siervos de la gleba o vasallos, desaparece el pensamiento que sostiene al esclavismo, como lo es el paganismo o politeísmo y aparece la religión cristiana con toda su corte representante de un único dios en el cielo creador del universo y señor omnipotente.

El Estado se organiza de acuerdo a este imaginario, un solo dios presidiéndolo todo en la tierra, el absolutismo monárquico con un papa o rey o monarca, dueños absolutos de la tierra y todo lo que en ella esté vivo o muerto. Esta élite constituida de señores de la guerra, con obediencia absoluta al poder absoluto, formaban la corte; los demás, los pobres de siempre trabajando para estos vagos, asesinos y ladrones.

Producto de las guerras por más botines, se generan nuevos conocimientos que crean nuevas tecnologías, nuevas visiones de la existencia y de nuevo, lo acumulado crea los hilos de una nueva red social que es repelida con furia por las viejas formas e ideas. Ese combate abre una nueva rendija por donde se cuela otra forma de ejercicio del poder. Ya el dios único no es la idea que preside o justifica al poder, ahora es el individuo humano con libre albedrío, dueño de lo existente, sustituto de dios.

El Estado se organiza desde esa perspectiva, desaparece públicamente el poder absoluto, ya la guerra no es el aparato de producción que genera la riqueza, ahora es el capitalismo, ya no son los vasallos o los siervos, los esclavos. Ahora es el obrero, o esclavo moderno, el generador de las riquezas. El Estado se organiza para servir a los dueños, ahora existen no las monarquías sino los Estados-naciones con sus divisiones de poderes, el contrato social se ha sellado entre los criminales y ladrones con la sangre de los pobres. El nuevo contrato social entre los ladrones ha validado el nuevo modelo de producción y sus relaciones. El humanismo nace como cultura.

Entre rendija y rendija, entre élites y élites, entre modos de producción y culturas generadas por estos actos poderosos, suceden tiempos que se van reduciendo en la misma medida en que se van sustituyendo modos de explotación o culturas. Entre la incubación del imperio romano y su decadencia transcurrió un aproximado de quince mil años, entre el comienzo del feudalismo y su dispersión transcurrieron unos mil quinientos años, entre los albores del capitalismo y su ocaso no han distado más de setecientos años.

Es de hacer notar que, antes de iniciar el capitalismo, los pobres no teníamos ninguna participación en los cambios, como no fuera ser carne de cañón o esclavo en el trabajo de alimentar los ejércitos y llenar de riquezas a los señores de la guerra. Con la primera gran crisis del capitalismo, donde se abre una primera rendija de este sistema, es que aparecemos como posibilidad, como remedo de poder, bajo las premisas del comunismo esbozadas en el manifiesto de la liga de los comunistas de 1848.

Cada vez que el capitalismo entra en crisis necesita reacomodarse, esto significa eliminar gente, fábricas, transporte, productos, porque es un sistema de crecimiento infinito en su oferta pero con demanda finita, por tanto está obligado permanentemente a conseguir o abrir nuevos mercados y reducir costos. Cuando la gran casa del capitalismo cruje, se produce un gran terremoto que genera grandes grietas. Mientras el capitalismo no se reacomoda, esas rendijas permanecen abiertas y no tienen control, porque está atendiendo sus planes de reacomodo, pero la rendija no la controla el capitalismo. Pudiéramos decir que es un daño colateral.

Con la primera guerra entre potencias europeas se abre una rendija importante que produjo a la Unión Soviética en 1917. Los pobres en Rusia se cuelan por esa rendija y por primera vez se experimenta el uso del poder por un largo periodo, que llega hasta 1989. Durante ese proceso no sólo ocurrió lo de la Unión Soviética, también ocurrió China, el este europeo, los procesos de liberación nacional en Asia, África, Cuba, Vietnam, llegan también a experimentar el ensayo del poder fuera de la perspectiva del humanismo.

Pero el capitalismo con sus bloqueos, alimentación de la guerra civil y la segunda guerra mundial no permitió estabilizar la llamada idea soviética, que al igual que las otras experiencias sólo llegaron a cuestionar al Estado sin que se pudiera experimentar, mucho menos estabilizar, otro modelo de producción, única condición que puede generar una cultura distinta a la de la explotación, enajenación y sometimiento que comporta el humanismo.

Cuando la especie se nombre a sí misma tendrá la obligación de estudiar más allá de los dimes y diretes culpando a líderes y pueblos. Las verdaderas causas del por qué en esos intentos no se experimentó o no puso en marcha otro modo de producción físico, real, no nominal.

Cuando se cierran estas rendijas comienza un proceso de derrota de lo que se intentó construir desde la ideología comunista. Se rinde la URSS, el capitalismo comienza a recoger todo como una vieja inversión e inicia la guerra por el control absoluto del planeta, pero cada día se reducen los tiempos entre crisis y crisis.

En el caso actual la rendija es planetaria, en los anteriores eran regionales, continentales, y a cada deterioro le continuaba una idea que hacía posible mantener al poder en el control, incluso la ideología comunista, socialista, anarquista, les prestaron un gran servicio al capitalismo porque le permitió justificar la existencia de un enemigo, pero aún más, ninguna de esas ideologías experimentaron o crearon un modo de producción y una cultura distinta que sirviera de ejemplo a la especie y le diera fuerza para abandonar al capitalismo.

Desde 1989 se abrieron las rendijas cuando parecía que se cerraban, que ya sólo quedaba capitalismo para siempre. Pero en Venezuela los planes del capitalismo iniciaron la apertura de las rendijas en el planeta. Desde entonces están ocurriendo grandes sucesos en todo el mundo. Por ejemplo, en América Latina vemos cómo los planes del capitalismo conducen a los pueblos a las rendijas, así podemos hablar de Chile, Colombia, México, Perú, Bolivia y muchos otros en el planeta. Nuestra conclusión es que estas rendijas no se detendrán porque los planes del capitalismo tampoco frenarán.

La especie hoy debe estudiar con mucho cuidado los tributos de las ideas que han intentado cambiar al mundo, como por ejemplo el comunismo, no para aplicarlos o repetirlos como recetas, sino para valorar sus aportes, porque fueron millones de personas que le donaron la vida a estas ideas. La especie debe estudiar con cuidado esta realidad, no debemos ver lo que sucede en Colombia, Chile, Medio Oriente, Brasil, sudeste asiático o en cualquier otro rincón del planeta como hechos aislados, debemos verlos como lo que son: hechos aparentemente inconexos unos de otros, pero que en realidad forman parte de los planes del gran capital en completo avance.

No son hechos provocados por el narcotraficante Duque o el terrorista Daesh, o el absurdo Biden, o el atormentado Bolsonaro o el malandro de Piñera, o la rancia monarquía de cualquier territorio o el cuartel transnacional instalado en el territorio de Palestina para dividir y aniquilar a los árabes, no. Son el resultado de una guerra desarrollándose en todo el planeta y, por supuesto, toda guerra abre rendijas por donde podemos colarnos los pobres, pero toda rendija requiere de una o muchas ideas, y esta es planetaria, por tanto requiere de ideas que puedan sustituir al humanismo, y eso sólo ocurre con la construcción de un nuevo modo de producción y no administrando mejor al capitalismo.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<