El sector extremista de la oposición venezolana representado por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia sufrió un nuevo revés tanto nacional como internacionalmente este 1º de diciembre, cuando una convocatoria para manifestarse en demanda de "justicia" ante la Corte Penal Internacional resultó en una participación notablemente escasa.
"Hoy, domingo 1º de diciembre, ya tenemos una primera tarea que cumplir: los venezolanos vamos a elevar nuestro clamor unánime ante la Corte Penal Internacional, donde ya hemos aportado suficientes pruebas para que se haga la justicia", afirmó Machado en sus redes sociales.
Medios internacionales, como la agencia AP, informaron que la concentración principal se efectuó en la Plaza La Castellana, Caracas, donde se congregaron "más de un centenar de personas" que encendieron velas y soltaron globos "al grito de 'Libertad' para los detenidos".
Respecto a las concentraciones realizadas en el interior y fuera del país, se reportó que se trató de "pequeños grupos" que protestaron, algunos de estos siguiendo la directriz de pintarse las manos de rojo y cubrirse con pañuelos blancos, con el objetivo de promover una narrativa sobre supuestas violaciones a los derechos humanos en el contexto de las detenciones realizadas por el gobierno venezolano de actores involucrados en los hechos violentos del 28 de julio y días posteriores.
Es relevante mencionar que María Corina Machado, sobre quien se dice que ya no se encuentra en el país, no realizó ninguna aparición pública durante la protesta.
Este evento refuerza la percepción de un deterioro en la capacidad de movilización y convocatoria del grupo opositor extremista, especialmente en el contexto de un acercamiento a la toma de posesión del presidente reelecto Nicolás Maduro, programada para el 10 de enero. Asimismo, la situación se da en un momento cuando este sector de la oposición busca captar la atención de la nueva administración de Donald Trump con la intención de reactivar la estrategia de "máxima presión" que caracterizó su anterior gestión.
Para comprender la magnitud de este último fracaso de la oposición venezolana, liderada por María Corina Machado, es necesario contextualizarlo dentro de una serie de desplomes sufridos desde las elecciones del 28 de julio.
Violencia y sabotaje postelectoral
Tras las elecciones del 28 de julio los comanditos de Vente Venezuela desencadenaron una ola de violencia en el país que se extendió hasta el 30 de julio. La operación, altamente coordinada y planificada, involucró "células durmientes" compuestas por bandas criminales, y fue acompañada más adelante por el sabotaje a servicios públicos como el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) el 30 de agosto y el 16 de octubre, con vistas a provocar un cambio de régimen mediante la fuerza.
La gravedad de la maniobra quedó aun más expuesta con la revelación, el 14 de septiembre, del intento de asesinato del presidente Nicolás Maduro, de la vicepresidenta Delcy Rodríguez y de otros altos funcionarios durante el proceso electoral. El ministro Diosdado Cabello atribuyó este plan a un grupo de mercenarios extranjeros, en una operación terrorista, liderados por un militar estadounidense activo.
Esta suma de conspiraciones para desestabilizar el país, si bien provocó víctimas y graves alteraciones al orden público, resultó en un fracaso estratégico. Las fuerzas de seguridad neutralizaron eficazmente los actos de agresión y sabotaje, y las medidas de protección gubernamentales mitigaron su impacto sobre la sociedad. La ciudadanía, en su mayoría, continuó con su vida normal, lo cual demostró una resistencia a la inestabilidad y a las acciones de violencia, fruto de la experiencia con eventos pasados como las guarimbas de 2014 y 2017, y la agresión al SEN en 2019.
"Ya casi Venezuela"
La cruzada "Ya Casi Venezuela", promovida principalmente por Erik Prince, fundador de la compañía mercenaria Blackwater, se lanzó el 16 de septiembre con la intención de recolectar fondos para preparar una acción armada contra el gobierno venezolano. A través de una campaña de intriga en redes sociales, se anunció una recaudación inicial superior a los 500 mil dólares en donaciones privadas, justificada con la promesa de "restaurar las instituciones y representantes electos de forma legítima", una forma de blanquear una eventual operación de invasión mercenaria.
Uno de los personajes centrales es Iván Simonovis, quien, aunque inicialmente se había alineado con el ardid, luego intentó distanciarse de la recolección de fondos.
Una entrevista con Gustavo Lainette, uno de los arquitectos de la campaña y un estrecho colaborador de Leopoldo López, sacó a la luz que varios de los actores prominentes de "Ya casi Venezuela" tienen antecedentes de fraude, lo que expuso la naturaleza espuria de una iniciativa que pretendía recaudar al menos diez millones de dólares.
A pesar de la propaganda inicial y las ambiciosas promesas, finalmente la campaña quedó en el aire, sin materializar sus planes.
Swarming y crimen organizado
Con el swarming o enjambre promovido por María Corina Machado se ha intentado conducir la desestabilización sobre el gobierno venezolano a través de la acción coordinada de múltiples grupos dispersos. Esta táctica hace uso de una terminología militar que es elocuente acerca de su intención de movilizar a opositores y bandas criminales.
Este último componente resulta crucial ya que se ha evidenciado la participación de organizaciones criminales, como el Tren de Aragua y el Tren del Llano, en la escalada de violencia planteada por la oposición. Dichos grupos cuentan con estructuras organizativas y control de territorios específicos, que pueden ser utilizadas para llevar a cabo acciones virulentas.
El swarming ha fracasado en gran medida debido a los esfuerzos del gobierno por desarticular los grupos delictivos que siguen fomentando perturbaciones con miras al 10 de enero, fecha crítica para la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro. Además, este fracaso se agrava por el declive del liderazgo de María Corina Machado y su eventual fuga del país, lo que ha limitado la efectividad de la medida al dejar un vacío de poder organizativo en el frente "ciudadano".
Declive tras la "gran protesta mundial"
Convocada por María Corina Machado para el 17 de agosto, la "Gran protesta mundial por la verdad de Venezuela" buscaba proyectar globalmente la narrativa del fraude electoral, aprovechando el efecto simbólico y mediático de una movilización en grandes ciudades cosmopolitas del planeta.
Los hechos fueron otros; la convocatoria no logró cumplir las expectativas iniciales y resultó en una notable decepción. Las imágenes que circularon mostraron unas calles vacías que reflejan una débil afluencia de personas, evidencia a su vez de la falta de apoyo y movilización en comparación con lo esperado.
Este efecto se tradujo en una nueva percepción de declive alrededor de María Corina Machado, que pone de manifiesto la desilusión entre sus seguidores y la pérdida de inercia política que, desde el punto de vista mediático, era retratada como si estuviera en aumento.
Sin respaldo internacional decisivo
Tanto la convocatoria opositora de agosto como la del 1º de diciembre comparten el objetivo de internacionalizar la agenda de cambio de régimen en Venezuela. No obstante, el éxito de esta estrategia está intrínsecamente ligado a la capacidad de generar una movilización significativa, tanto de la población dentro del país como de los migrantes venezolanos en el extranjero.
Los resultados de la gira por Europa de Edmundo González evidencian esta situación. Aunque en un principio se proyectó mediáticamente que esta visita podría fomentar apoyo internacional y reforzar la narrativa de "presidente electo", la realidad terminó siendo un tropiezo evidente, marcado por un interés poco claro de la Unión Europea.
Esta gira no solo puso de relieve la escasa receptividad entre gobiernos europeos para reproducir un escenario similar al de 2019 con el "gobierno" autoproclamado de Guaidó, sino que también expuso las tensiones internas entre González y María Corina Machado.
La incapacidad para movilizar de manera efectiva a la población, sumada a la neutralización de estructuras criminales armadas y de acciones de boicot, ha erosionado los factores de fuerza de la agenda de cambio de régimen.
La manifestación del 1º de diciembre lejos de ser un evento aislado representa un nuevo hito de una serie de fracasos que revelan una profunda crisis interna en la oposición, especialmente en lo que respecta al "liderazgo" de María Corina Machado, y una manifiesta ineficacia para lograr el quiebre institucional que se ha buscado desde el 28 de julio en el país.
En este contexto, la insistencia en posicionar el 10 de enero como nuevo objetivo se convierte en un símbolo de la urgencia por revitalizar una agenda que, hasta ahora, no ha logrado reainmarse ni encontrar un nuevo timing.