En una reciente entrevista realizada por Caracas Chronicles, el candidato presidencial de la Plataforma Unitaria, Edmundo González, nos da nuevos indicios de su carácter tutelado bajo María Corina Machado y el espejismo de la "transición".
Al principio del artículo se configura una peligrosa apuesta por la narrativa del triunfalismo, con la que se busca cimentar el escenario de "transición democrática", ya discutido anteriormente en esta tribuna, que alimenta expectativas que podrían desembocar en violencia.
González se presenta como el salvador de la "reconstrucción" del país, y asegura la victoria electoral de la Plataforma Unitaria como un hecho consumado. Esta certeza, desligada de la realidad, revela una estrategia de anticipación a la derrota con la que pretende legitimar un posible panorama violento bajo la excusa de un supuesto fraude electoral.
"Somos de la idea de que el 28 de julio se abre un nuevo espacio político en Venezuela, y ya abrió uno en el que la Plataforma Unitaria será la ganadora de este proceso electoral e iniciará el camino hacia la reconstrucción".
Sus respuestas se centran en el "después" de la victoria, y así delinea un camino hacia la "reinstitucionalización" sin abordar las profundas divisiones internas de la oposición, ni la posibilidad real de un escenario de derrota.
En un intento por mitigar la imagen de un grupo fracturado, González se aferra a la unidad artificial de la oposición, y reduce la realidad compleja a un "entendimiento" en torno a un programa de gobierno inexistente. La falsa unidad se convierte en una arma para presentar un frente único, con la cual evita afrontar la fractura profunda que los divide, no solo en los partidos que no apoyan su candidatura sino también en la misma Plataforma Unitaria.
"La oposición democrática venezolana coincidió con todas las fuerzas que integran la Plataforma Unitaria en la elección de un candidato unitario. Si lo hicimos en ese momento, si todos logramos entendernos con una sola candidatura, tendremos un solo programa de gobierno, tendremos una sola visión del país que queremos".
González intenta mitigar las preocupaciones sobre el control de las instituciones del Estado por parte de la oposición al presentar un discurso de "reencuentro y pacificación", pero sus palabras resuenan como un eco de las acciones violentas de los sectores extremistas de la oposición, con énfasis en María Corina Machado, que han llamado a la invasión extranjera, la violencia contra la institucionalidad y los crímenes de odio contra el chavismo.
La entrevista también desvela el vacío ideológico y programático que se esconde tras la fachada de la "unidad democrática" que pregona González Urrutia. Sus declaraciones revelan una dependencia absoluta hacia María Corina Machado y un programa económico que busca la entrega de Venezuela a intereses extranjeros, particularmente a Estados Unidos.
"La visión que tiene la unidad democrática está reflejada en el programa de gobierno presentado por María Corina Machado, Tierra de Gracia , y también está en un documento que la unidad democrática desarrolló sobre las bases de un programa mínimo común. Allí se pueden encontrar las grandes líneas de lo que será la acción económica del nuevo gobierno".
González, al admitir que su gobierno seguirá el programa "Tierra de Gracia" de Machado en asuntos económicos, confirma que su candidatura no es más que un vehículo para implementar una agenda neoliberal que dejaría al país expuesto a una profunda dependencia de organismos internacionales. Un flashback de la situación traumática que ya experimentó Venezuela en la década de los 90.
Pero qué contempla el plan “Tierra de Gracia” en materia económica; sin pretender profundizar, mencionamos tres de los rasgos más resaltantes de la propuesta opositora: 1) "Se optimizará el tamaño del Estado, para minimizar el déficit fiscal y evitar presiones inflacionarias", es decir, eliminación de subsidios y programas sociales; 2) "financiamiento internacional con el Fondo Monetario Internacional, los bancos de desarrollo multilaterales y agencias bilaterales", lo cual hipotecaría la política financiera del país; y 3) quizá el más llamativo, un "programa amplio de privatización de empresas y activos públicos" enfocado en la industria petrolera y gasífera, amputando al Estado de su principal fuente de ingreso. Una especie de versión "criolla" del plan motosierra desarrollado por el libertario Javier Milei en Argentina.
La promesa de llevar a cabo este plan de gobierno es un claro indicio de que el mismo no responde a los intereses nacionales sino que, por el contrario, plantea la hipoteca de la soberanía nacional al regresarnos a la condición de neocolonia y perpetuar la dependencia y el saqueo de los recursos estratégicos de Venezuela.
Su descripción de Machado como una "líder fundamental" que "podría haber ocupado esta candidatura presidencial si las maniobras del gobierno no lo hubieran impedido" es una forma indirecta de admitir, de nuevo, su propia condición de candidato delegado.
De esta manera, Edmundo González ratifica que la "ruta electoral" es simplemente un ardid de cara a mostrar ante el mundo que la oposición sigue, en apariencia, los lineamientos constitucionales para definir el destino político de la nación. Sin embargo, en realidad su programa estratégico es generar las condiciones con vistas a lograr por la fuerza un cambio de régimen y poner el país a disposición de intereses extranjeros.