“…en el tema agrícola, que es de alto interés nacional, estamos dando una dura batalla desde el mismo comienzo de la Revolución”.
Hugo Chávez. Entrega de Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional Venezolana (2012)
La Gran Misión AgroVenezuela nació el 25 de enero del año 2011 bajo la conducción del presidente Hugo Chávez, cuyo lanzamiento fue realizado, desde la Unidad de Propiedad Social Agrícola “La Productora”, en el municipio Ospino del estado Portuguesa, con el fin de impulsar la seguridad y soberanía alimentaria del país.
Una Misión altamente movilizadora
Desde su creación, esta Gran Misión se convirtió en una convocatoria altamente movilizadora, “en un nuevo impulso, (…) un reimpulso, las tres R al cuadrado” de la Revolución Bolivariana, y que inició con el “registro de todos y todas las venezolanas con posibilidad de producir alimentos”, que entre otras cosas, desplegó 347 “puntos tricolor” en todo el territorio nacional.
En la celebración de su primer año, ya alcanzaba los 682 mil 125 registrados (586 mil 789 agrovenezolanos registrados en la primera fase -mayo, junio, julio, agosto de 2011- y 95 mil 336 en la segunda fase -septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 2011-), de esos, 4 mil 028 se convirtieron en delegados y delegadas, y de ellos, 1 mil 007 principales, elegidos en 1 mil 030 asambleas, ya realizadas, cuando el Presidente anunciaba la puesta en marcha del segundo año de la Gran Misión Agrovenezuela, a inicios del 2012, afirmando que, “estamos empeñados en levantar la producción agrícola, la producción pecuaria, la producción agropecuaria (…) puntal del nuevo modelo de desarrollo, la economía productiva, la economía socialista”, con el fin de dar un “salto cualitativo y cuantitativo de la producción agrícola”, para lo cual creó el Órgano Superior, que permitiría mayor coordinación entre todos los entes del Estado para su conceptualización, objetivos y metas.
Con modestos logros
Antes, el 13 de enero de 2012, durante la Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional, el presidente Hugo Chávez, comentaba:
“En el tema agrícola, que es de alto interés nacional, estamos dando una dura batalla desde el mismo comienzo de la Revolución, (…) este esfuerzo y estos modestos logros, tenemos que utilizarlos como base para pedir un esfuerzo nacional y para que nosotros hagamos cada día más esfuerzos, trabajar con mayor eficiencia para continuar levantando, pero de manera más vigorosa, la producción nacional”.
Y en este sentido, sobre los modestos logros, anunciaba que, de los 47 rubros agrícolas, en 39 hubo crecimiento en superficie y producción, con respecto al año 2010:
6% crecía la producción de arroz, 17% en caraotas, 219% en algodón, 2% en café, 9% en cacao, 23% en girasol, 7% en leche, 8% en pollo, 26% en carne de cerdo, 26% en huevos y 6% en carne bovina, como muestras del avance; incluso en el maíz, reconocía una disminución del 17%, aunque se había incrementado la superficie sembrada en 397% debido a las abundantes lluvias, que habían afectado severamente la cosecha.
Entre otros resultados, se puede destacar el nacimiento del programa de agricultura urbana, cuyo nombre inicial fue AgroCiudad, que evidentemente dio paso, a lo que es hoy, el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura Urbana.
Altamente estratégico
Desde este espacio (Alimentos y Poder) consecuentemente hemos planteado que en Venezuela el sistema agroalimentario debe considerarse altamente estratégico, y celebramos, la propuesta de constitucionalización de la Gran Misión AgroVenezuela, pero ¿qué significa en lo concreto altamente estratégico?
El presidente Chávez en el año 2012 daba luces de lo que él, como jefe de Estado, entendía: “Es un área crítica para la soberanía nacional, para la independencia nacional”.
Estratégico es asegurar un interés vital para la nación, que para Venezuela significa “lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación del pueblo”, tal como está descrito en el Plan de la Patria 2019–2025, dentro del primer Gran Objetivo Histórico, la Independencia Nacional.
Por lo tanto, es salvaguardar que el país transite en dirección a sus objetivos, anulando o reduciendo las consecuencias negativas, derivadas de la existencia de voluntades opuestas (la caída de los precios del petróleo, o de la producción de este, pero particularmente del bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales, impuestas por EEUU y sus aliados), con acciones necesarias para encauzar el desarrollo y constitución del poder nacional, que para la Revolución Bolivariana sería el modelo alternativo de desarrollo socialista, que le garantice a su población el vivir bien.
Esto, tomando en consideración que, a partir del 2014, cuando se desenmascara el conflicto abierto con EEUU, que escala y desescala en diferentes niveles, desde que se inició el mismo, se hace necesario la incorporación de medidas contundentes y de forma permanente relacionadas al sistema agroalimentario nacional, o sea, enfilar todo el potencial en tiempos de paz, si es que a esta situación de asedio, de guerra no convencional, se le puede llamar paz, para concretar una política nacional con el fin de prever o enfrentar los tiempos de crisis, incluso la guerra, que antes de este año no se concebían en la sociedad como algo que realmente pudiera ocurrir en Venezuela.
Me refiero al bloqueo contra la nación, con la amenaza constante de intervención militar por parte de la primera potencia mundial, y en la cual los alimentos se convierten, también, en un interés nacional vital, porque de su preservación depende la misma existencia de la población, y la población es el factor de poder más importante a proteger de una nación.
Como esto es así, el Plan de la Patria se constituye en el planeamiento general, y la Gran Misión AgroVenezuela en la forma de ejecución para lograr el Objetivo Nacional 1.4. del mismo. Es aquí donde todas las fuerzas se deben coordinar en la política de defensa que permita resolver un elemento de importancia estratégica, la vulnerabilidad de la Revolución Bolivariana para alimentar autosuficientemente o, por lo menos, suficientemente a toda su población, y aunque en este sentido se realizaron amplios esfuerzos desde el 2000 hasta el 2014, y algunos sectores nieguen que los mejores resultados de elevación de los indicadores de alimentación de la población y la producción nacional a niveles históricos ha ocurrido en este período, la realidad concreta es que se realizó bajo un escenario completamente diferente al actual, con un evidente quiebre en el año 2014, reitero, con la caída precipitada de los precios del petróleo, aunque algunos analistas no lo tomen en cuenta.
Y a partir de allí, el inicio de las sanciones por parte de EEUU a la nación venezolana; como consecuencia, al desafío del esquema de dominación impuesto históricamente por el país norteamericano.
El objetivo: la preservación de la población
Con el anuncio del presidente Nicolás Maduro sobre el relanzamiento de la Gran Misión AgroVenezuela, y la puesta en marcha de un proceso que tribute a la construcción colectiva para su reimpulso, consideramos desde este espacio que es precisa la incorporación de todo el sistema agroalimentario.
Para explicarlo más claramente, a “todos los factores o componentes tangibles e intangibles, que implican al pueblo y al gobierno, así como lo público y lo privado”, o parafraseando a Chávez, lo comunal o directo, lo estatal o indirecto, o lo mixto, que es Estado?—?Privado, pero también es, Estado?—?Poder Comunal, en pro de la constitución de poder nacional, cuyo fin último no puede ser fortalecer la producción nacional de alimentos.
Su objetivo es preservar al factor población, sobre todo aquel que es alcanzado cada día por insuficiencia alimentaria, en medio del bloqueo y la pandemia por el COVID-19.
Porque el bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales no sólo dificultaron la obtención de la cantidad de fertilizante requerido para la siembra, o fueron instrumento para el despojo de Monómeros Colombo-Venezolanos, o la disminución de la producción de Pequiven; el daño más grande está recayendo sobre la población venezolana, a la cual se le quiere matar de hambre, aunque cause un período de sufrimiento mayor, en términos de meses o años, como forma de alcanzar el cambio de gobierno que promueve EEUU.
Y es que, en la actualidad, la insuficiencia alimentaria alcanza al 31,4% de la población venezolana, cuyo incremento ha sido proporcional a la cantidad de medidas coercitivas unilaterales o acciones que lleva a cabo EEUU y sus aliados con el bloqueo sobre la nación, sus activos, sus bienes, sus recursos, su gente, con tal de lograr su objetivo, y donde los alimentos se han convertido en una munición de guerra.
Por esto se afirma que de nada serviría aumentar la producción nacional como un impulso meramente económico si el objetivo transversal no es alimentar primordialmente a toda la población venezolana, que se traduciría en disminuir la vulnerabilidad y obtener mayor libertad de acción, de la mano del desarrollo de las fuerzas productivas, que reste los ataques constantes a la nación desde el exterior.
Por un lado, con el fin de “matar a la población de hambre”, que detone un estallido contra el Gobierno Nacional, y por el otro, de acusar constantemente a la Revolución Bolivariana en el plano internacional como la única responsable del incremento de la insuficiencia alimentaria, mientras se impide el acceso al comercio mundial para la adquisición de alimentos, insumos o materias primas gracias al bloqueo u otras condiciones.
Vaya el ejemplo de Argentina, que “produce alimentos para 400 millones de personas”, ha sido denominado el “granero del mundo”, recientemente el “supermercado del mundo”, y su población padece de limitaciones al acceso de alimentos por falta de recursos económicos o de otro tipo, cuyo aumento en los últimos años, ha sido vertiginoso, abarcando actualmente al 35,8% de la población, o lo que es lo mismo, aproximadamente a 15,8 millones de personas que padecen de inseguridad alimentaria moderada y grave, existiendo en estos tiempos de pandemia 11 millones de personas que se alimentan en comedores y merenderos populares; 3,5 millones de ellos son niños; sin sanciones, sin bloqueo, sin asedio; pero con un sistema agroalimentario, mayoritariamente controlado por las grandes transnacionales de comestibles y del agronegocio del mundo, para las cuales los alimentos son sólo una mercancía y tienen acceso sólo quien pueda pagar por ellos, y cuyo patrón no puede ni debe permitirse su viabilidad en la construcción de un nuevo modelo de producción dentro del Socialismo Bolivariano.
Por lo tanto, todos los actores y circuitos del sistema agroalimentario venezolano deben ser incluidos en la Gran Misión AgroVenezuela, en todos los niveles de articulación, pero también de control y de responsabilidad, incluso darle importancia a los patrones de consumo como forma de elevar a un nivel superior, lo que fue la Gran Misión AgroVenezuela en sus inicios en el año 2011.
Planteamientos finales
En resumen, como el sistema agroalimentario es componente del poder nacional, porque es mediante este que se logra la autosuficiencia agroalimentaria, que para la Revolución Bolivariana es la soberanía alimentaria, aumentar la producción de alimentos es ampliar la disponibilidad, pero también se requieren políticas para el acceso oportuno y permanente a la población, sobre todo aquella que, en lo inmediato, está afectada por insuficiencia alimentaria, y para ello, efectivamente, es preciso dar pasos firmes con la Gran Misión AgroVenezuela, que rompa el status quo de la configuración en relación de dependencia desde una posición periférica subordinada del sistema agroalimentario venezolano al mundial, al transnacional, y de condición altamente oligopolizado, evitando, entre otras cosas, el ciclo de la privatización, la desnacionalización, la oligopolización y la transnacionalización, en la que puede caer, incluso, hasta la explotación de tierras cultivables.
Por lo que se debe tomar en cuenta la utilización racional de los recursos naturales (tierra, agua, petróleo, gas y biodiversidad), conscientes del escenario que existe, de competencia internacional por éstos, donde Venezuela es fuente apetecible para las grandes corporaciones.
Y en relación a otros factores ya considerados, como la ciencia y la tecnología, es profundamente necesaria, pero en todos los circuitos y niveles, no es sólo en el campo de la genética: es también, por ejemplo, en la innovación, para las plantas y repuestos, maquinaria e implementos agrícolas, fórmulas alimenticias nacionales, o abonos, mediante el reconocimiento ancestral y el saber popular, sin dejar de lado, la geografía, lo territorial, lo militar, y el elemento primordial, la población, que en la geopolítica tiene importancia estratégica.
Porque es ésta, en cantidad y calidad, además, con su carácter y la elevación de la moral o su remoralización que engrandecerá sus capacidades humanas para seguir luchando, viviendo y reproduciéndose para el trabajo, el desarrollo de la inteligencia y superar mayores niveles de enseñanza que cubran las exigencias científico-tecnológicas que llevarán a la consecución de los objetivos de la Revolución Bolivariana, el Socialismo Bolivariano, la Independencia Nacional, la Soberanía Agroalimentaria, bajo un nuevo modelo alternativo de desarrollo.
Clara Sánchez es investigadora, ingeniera agrónoma y Magíster en Estrategia y Política. Mantiene el sitio web Alimentos y Poder, donde publica artículos de investigación y análisis sobre el mundo alimentario y todas las relaciones que de ella derivan.
Este artículo fue publicado originalmente el 11 de septiembre en Alimentos y Poder.