Mar. 30 Abril 2024 Actualizado 9:56 am

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Para que alguien sea un 'outsider' debe partir de una vinculación política periférica, cuando no inexistente, para que su salto a una candidatura genere un efecto de tensión, polarización y arrastre de apoyo (Foto: Archivo)

Las encuestas y el clima outsider en vía a las primarias opositoras

Sobre la base de un juego perceptivo a través de mediciones y encuestas se está intentando rearmar el liderazgo opositor de cara a las elecciones presidenciales, con una intención más que evidente de proyectar a María Corina Machado por encima del resto. De las razones de este propósito, sus mecanismos y el entorno de primarias, más el clima outsider, va este artículo.

Un poco de historia reciente

Luego de que a finales del año pasado los partidos tradicionales nucleados en el G3 (Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia) dieron clausura definitiva al ya extinto "proyecto Guaidó", el universo opositor volvió a experimentar un desplome anímico, quizás solo comparable con la derrota de Henrique Capriles en 2013 frente al presidente Nicolás Maduro.

El reflejo depresivo y desmovilizador de un nuevo momento "estuvimos casi a punto de lograrlo" esta vez vino con el agregado de completar un circuito de pérdida de confianza y crisis de credibilidad que alcanzó al último actor que faltaba: el partido de Leopoldo López, Voluntad Popular (VP).

El experimento VP, que había tomado el mando de la coalición antichavista desde 2014 hasta la apuesta del interinato fake, apoyándose en un Acción Democrática (AD) de Henry Ramos Allup y Un Nuevo Tiempo (UNT) de Manuel Rosales que no gozaban de buena imagen desde principios de siglo, y en un Capriles que había perdido arrastre con sus dos derrotas presidenciales frente al chavismo, tampoco salió ileso al protagonizar una seguidilla de fracasos desde 2019 hasta 2022.

En el arco que va desde la Operación Libertad hasta Gedeón y los escándalos de corrupción en Monómeros, VP perdió progresivamente aquel atributo que los diferenciaba, yacimiento de su caudal político: no haber fracasado estrepitosamente como el resto.

Los últimos días del año pasado confirmaron, para el concierto opositor, que VP era más de lo mismo aun cuando asaltaron la sala de máquinas de la "unidad opositora" atacando abiertamente a los "moderados", toda vez que participarían posteriormente en eventos electorales recientes a pesar de que habían jurado nunca hacerlo.

Aunque la "dinámica legislativa" de lo que eufemísticamente se dio a llamar "Asamblea Nacional de 2020" era totalmente ilusoria, haber enterrado el "proyecto Guaidó" a pocos días de terminar el año abonaba la también ilusoria premisa de un nuevo comienzo en 2023, bajo la conducción de la remasterizada Plataforma Unitaria de Venezuela, nombre con el cual el G3 se buscó reposicionar con la Mesa de Diálogo Nacional en México como telón de fondo.

El pretexto para vender una nueva esperanza de armonía interna y reconstrucción sobre un piso sano no era otro que las próximas elecciones presidenciales pautadas para 2024. Ante la urgencia que impone el tiempo político y electoral, organizaron un cronograma de primarias, a realizarse en octubre de este año, en las cuales se han inscrito al menos una veintena de precandidatos.

Los límites de lo simbólico

Sin embargo, el problema de la propuesta opositora no es de método sino de credibilidad de las figuras que la integran. Las primarias, las consultas internas o la elección por consenso de un candidato unitario, opción que en algún momento se manejó, no alteran el resultado.

Llevar a cabo unas primarias donde participan los mismos referentes políticos de siempre, signados por fracasos recientes o antiguos frescos todavía en la memoria, sólo agudiza la percepción de que no existen vías de renovación política e ideológica, del propio curso de acción, en el corto y mediano plazo.

Y si, además, se incluyen las disputas internas sobre si las primarias deben contar o no con el apoyo técnico del Consejo Nacional Electoral (CNE), el intento de dibujar un nuevo horizonte de unidad opositora en torno a una figura que representaría el consenso general de su fragmentado universo termina antes de empezar, e incluso antes de los resultados.

En política todo clima es artificial. Aun cuando una percepción específica sobre la política se fundamente en aspectos reales, su forma de representarse, su orientación depende de la intervención de agentes sociales de peso: Medios, líderes de opinión, encuestadoras, etcétera.

El clima outsider y sus falsas premisas

En medio del contexto de descreimiento social hacia la constelación política opositora, la apuesta por construir una oferta de "renovación" dentro de lo ya existente está dirigida hacia María Corina Machado. Resulta difícil, casi una ofensa a la memoria el planteamiento, pero el cálculo de algunos círculos de poder mediáticos y empresariales consideran que es su "peor es nada".

La figura de Machado acumula 20 años de recorrido en la política venezolana, en el que se incluye su paso por varias fundaciones y ONG, Súmate la más representativa por sus conexiones con Estados Unidos, antes de lanzarse a la política formal. Fue diputada a la Asamblea Nacional electa en el año 2010 y en 2012 participó en las primarias opositoras para la candidatura presidencial, cuando quedó en los últimos lugares con tan solo 3% de los votos.

Aunque el concepto outsider es muy debatido en espacios políticos, mediáticos y académicos, existen ciertas condiciones generales para enmarcar a alguien en dicha posición. Por lo general, outsider hace referencia a una figura disruptiva, nueva en el paisaje de actores tradicionales y que emerge desde frentes externos a la política en sentido estricto: El entretenimiento, el mundo de los negocios, el deporte, etcétera.

Para que alguien sea un outsider debe partir de una vinculación política periférica, cuando no inexistente, para que su salto a una candidatura genere un efecto de tensión, polarización y arrastre de apoyo en todo el espectro político e ideológico establecido. Por otro lado, un outsider no debe estar vinculado con proyectos gubernamentales anteriores porque esa pertenencia lo presentaría como un factor idéntico a lo ya conocido.

Como es lógico, ninguna de estas características se corresponden con María Corina Machado, quien no solo tiene una amplia trayectoria sino que ha disputado primarias y obtenido cargos de elección pública. Su programa de privatizaciones agresivas y desmantelamiento del Estado tampoco es una propuesta novedosa que agarre por sorpresa a la población venezolana.

El juego perceptivo de las encuestas

Varias encuestadoras han estado lanzando sondeos que ubican a Machado como primera en intención de voto para las primarias opositoras. Datoworld le da 20%, ConsuCampo Consultores 31%, Delphos 37,5%, More Consulting 36%, Datincorp 17% y Meganálisis 16%.

Los mismos sondeos también dan a Benjamín Rausseo, conocido a escala nacional por su personaje de comedia "Er Conde del Guácharo", en segundo lugar, relativamente cerca o lejos, dependiendo de la encuestadora, de la lideresa de Vente Venezuela (VV).

El "consenso generalizado" de las encuestadoras sobre una Machado a la vanguardia en la intención de voto es una forma artificial de proyectar que dicha jerarquización se corresponde con el outsider que busca el electorado. Que, por su parte, Rausseo esté de segundo lugar en casi todos los sondeos refuerza esa premisa fabricada.

Tal unidad férrea de muestras y resultados expone un intento de homologar la opinión pública a favor de la de VV, a quien se le atribuye, además, un poder de aglutinación y movilización que no tiene asidero en la práctica cotidiana de su partido de escasa militancia y poco poder de convocatoria territorial, según lo que se deja ver en sus eventos públicos, reuniones e intentos forzados de "actos de masas".

En el costado de este movimiento, un Rosales o un Capriles, las únicas dos figuras opositoras que le han disputado la presidencia al chavismo en su historia, salen muy poco beneficiados en los resultados de las encuestas. Conseguir eso tampoco requiere de mayor manipulación, pero a su vez evidencia un sesgo de carácter cuantitativo: en términos de maquinaria habría que contar con el hecho de que Rosales fue el gobernador opositor con más votos en las últimas elecciones regionales y que, aun en medio de su deterioro, Capriles acaba de humillar a Carlos Ocariz y a Juan Pablo Guanipa en la reciente consulta interna de PJ.

En ambos casos, distribuyendo simétricamente a eventuales perdedores y ganadores, las encuestadoras intentan configurar un cuadro de preferencias en el que María Corina Machado y Rausseo, en "representación" del clima outsider, despuntan y llevan a cabo la profecía autocumplida de una renovación de rostros y liderazgos. De esta forma, condicionan el comportamiento del votante y se afilian a un empuje mediático que, en el caso de María Corina, es capitaneado por El País, Bloomberg y otras agencias y medios de amplio alcance internacional.

Conclusión provisional

Aunque la maniobra mediante encuestadoras, medios y sujetividades de la opinión pública tiene a María Corina Machado como horizonte, la cuestión del outsider ni está agotada ni debe darse por concluida, sino todo lo contrario: el movimiento refleja que ese arco de posibilidades está demasiado abierto, tiene una composición frágil y la propia evolución de la coyuntura política, como un estancamiento definitivo de la Mesa de Diálogo en México o su reactivación, un mayor escalamiento de la rivalidad entre precandidatos, o la propia resolución final sobre un eventual acompañamiento del CNE pueden provocar un cambio tectónico en el terreno de las aspiraciones y preferencias.

Como deja ver una publicación del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el tema forma parte de la discusión cotidiana de asesores, actores políticos y eventos de discusión opositoras, según la cual se perfila que incluso el outsider no tiene por qué ser una persona sino un grupo de ellas o un programa de gobierno con ideas atractivas. Este juego fabricado de percepciones, que atiza la búsqueda de un referente externo al fracaso de los liderazgos opositores en los últimos años, podría estarse incubando en el seno de la "sociedad civil", más ahora que cuenta con un flujo ininterrumpido de recursos desde Estados Unidos y la Unión Europea, el cual puede ser lanzado para crear un cuadro artificial de renovación y confianza.

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