Este sábado 8 de octubre, en horas de la mañana, se registró una fuerte explosión en el puente de Crimea que conecta esa península con el continente ruso a través del estrecho de Kerch. La explosión provocó el incendio de siete tanques de combustible de un tren con dirección a Crimea y provocó el colapso parcial de dos tramos de la autopista, sin que ello afectara el arco sobre la parte navegable del puente. La explosión dejó un saldo de tres víctimas fatales, según el Comité de Investigación (ICR), la agencia gubernamental abocaba al seguimiento del evento.
El tránsito vehicular y ferroviario estuvo paralizado por varias horas mientras las autoridades evaluaban los daños y comenzaban las labores de reparación. En horas de la noche de este sábado, el paso vehicular fue restablecido y se realizan pruebas para reactivar la vía ferroviaria, por lo que puede darse por sentado que la infraestructura del puente no fue severamente afectada a tal punto de socavar su funcionamiento.
El Comité Nacional Antiterrorista de la Federación Rusa, a través de un comunicado, informó que la detonación de un camión cargado con explosivos fue el origen de la explosión, una premisa que fue corroborada por el registro audiovisual de varias cámaras del puente.
La acción tiene una evidente carga de ataque planificado, y la confesión de responsabilidad por parte de Ucrania vino dada, primero, por Mykhailo Podolyak, asesor del presidente Volodímir Zelenski, quien tuiteó tras el evento: "Crimea, el puente, el comienzo. Todo lo ilegal debe ser destruido, todo lo robado debe ser devuelto a Ucrania, todo lo ocupado por Rusia debe ser expulsado".
Luego se sumaron otras reivindicaciones del ataque por parte del Ministerio de Defensa de Ucrania (con un tuit con tono irónico) y de Oleksiy Danilov, secretario del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional.
Hasta los momentos, la Federación Rusa ha actuado con cabeza fría y dominio de la situación, trabajando en la investigación del hecho, denunciando al régimen de Kiev sin todavía adjudicarle una responsabilidad oficial y reforzando la seguridad de la infraestructura civil de Crimea. La portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación, María Zajárova, criticó las reacciones de celebración de Ucrania e indicó que ello atestigua su "naturaleza terrorista".
Una fuente no revelada le dijo a Ukrainska Pravda, uno de los mayores medios ucranianos, que el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, sus siglas en inglés) cometió el atentado; de igual forma lo confirma el New York Times, de acuerdo a declaraciones de un funcionario.
Por otro lado, el presidente Vladímir Putin firmó un decreto que autoriza al Servicio Federal de Seguridad (FSB) para coordinar nuevas medidas de protección de Crimea, lo que incluye el propio puente, la red eléctrica y el gasoducto principal que conecta a la península con la región de Krasnodar. Todavía no se han anunciado contramedidas de carácter militar.
Hasta ahora, la Unión de Aseguradores del país ha estimado que el daño de la explosión está entre los 200 y 500 millones de rublos. El ICR y el FBS tienen como prueba preliminar que el dueño del camión es Boris Yusubov, un residente de Krasnodar, cuya vivienda está siendo requisada. Ambas agencias comentaron al medio Kommersant que se maneja la hipótesis de un atentado terrorista "con el objetivo no solo de paralizar el tráfico, sino también de destruir un objeto único para el país que se ha convertido en un símbolo de Rusia".
Se cree que los explosivos fueron detonados de forma remota y que el chofer del camión pudo no haber estado en conocimiento de lo que ocurriría.
En apenas unas horas y gracias a los trabajos de reparación desplegados por el Gobierno de Rusia, se ha reanudado el tráfico en el puente de Crimea. pic.twitter.com/W1Q7ztlMnZ
— MV (@Mision_Verdad) October 8, 2022
La importancia de Crimea
El puente de Crimea es un símbolo importante en la trayectoria política de Putin y también un símbolo de la reunificación de Rusia con sus territorios históricos tras el referendo de incorporación de la península de Crimea en 2014. El puente entró en funcionamiento en 2018, con un costo de construcción de más de 3 mil millones de dólares, siendo inaugurado por el propio mandatario.
En el contexto de la Operación Militar Especial (OME), el puente ha servido como una vía de reabastecimiento de armas y tropas rusas en las regiones de Zaporozhie y Jersón, recientemente incorporadas a la Federación después de sus referendos a finales del mes pasado.
El ataque tiene un perfil simbólico, ya que implica un golpe (poco exitoso entendiendo que no sacó de funcionamiento al puente) a la victoria geopolítica más importante de Putin en los últimos años. A nivel militar, el atentado buscaba paralizar la ventaja logística del puente, y de esa manera obligar a que el aprovisionamiento ocurriera por la ruta ferroviaria alterna desde el continente ruso hacia Melitopol, con la expectativa (ya frustrada) de dividir y embolsar a las fuerzas rusas en Jersón y Zaporozhie, mientras las fuerzas ucranianas y las unidades mercenarias de la OTAN intentan avanzar sobre estas regiones, apalancadas con el armamento proporcionado por Estados Unidos, específicamente el sistema de misiles HIMARS.
Dicho atentado forma parte de las acciones de escalada que comenzaron con el atentado terrorista que acabó con la vida de Daria Dugina, hija del filósofo ruso Alexander Dugin, el pasado mes de agosto en las afueras de la ciudad de Moscú, y que tuvo su último punto de inflexión recientemente con la operación de sabotaje a los dos gasoductos Nord Stream.
El pasado 6 de octubre, el presidente de Ucrania solicitó a las potencias de la OTAN un ataque nuclear preventivo contra Rusia, una declaración que claramente elevó las tensiones. Esto también se enmarcó en un nuevo impulso a la provisión de armas estadounidenses al régimen de Kiev.
Acciones como el ataque al puente de Crimea reflejan la urgencia de Kiev de mantener la atención mediática y el suministro de dinero y armas desde Estados Unidos y Europa, pero sin conseguir cambiar la ecuación de poder actual, favorable a Rusia, en el campo de batalla.
El atentando, celebrado desde Ucrania, más allá de su impacto moral y simbólico durante las primeras horas, no fue exitoso a nivel político ni a nivel militar, ni ha conseguido intranquilizar a Putin, el objetivo real del ataque.
Todo apunta a que Rusia está ajustando su respuesta con arreglo a las afectaciones reales del ataque. Ha tomado contramedidas equivalentes a los daños ocasionados y al alcance real del hecho. Es muy probable que Putin no vea en el ataque el inicio de un esfuerzo militar para recuperar Crimea, en el entendido de que Ucrania, por más que cuente con un suministro amplio de armas estadounidenses, no tiene la fuerza para ello.
A diferencia de Donetsk, Lugansk, Jersón o Zaporozhie, Crimea tiene un valor geoestratégico superior para Rusia, en tanto es un territorio consolidado dentro de la Federación, estable política y socialmente y donde la incorporación no es cuestionada a nivel militar, además de ser un puesto vital para la flota rusa en el Mar Negro. Es una línea roja que claramente no debe ser traspasada. Rusia lo ha dejado claro desde el principio.
Con la desconexión de la central nuclear de Zaporozhie del sistema eléctrico ucraniano y la toma de control definitivo de la misma por parte de Rusia en las últimas horas, es muy probable que los ataques contra la infraestructura crítica de Ucrania se intensifiquen. Con el invierno casi por llegar, y con una infraestructura debilitada, el peso de sostener a Ucrania se hará más grande para una Unión Europea estresada por la inflación y el alto precio de la energía, a medida de los avances militares de Kiev llegan a punto muerto.