Mar. 26 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 6:37 pm

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La búsqueda de soluciones ante el desastre europeo lleva a la población hacia la derecha (Foto: Reuters)

Panorama sombrío en la UE impulsa el auge de la derecha

Los resultados de las elecciones en España han dejado un suspenso ya que ninguno de los principales partidos logró obtener la mayoría esperada. Tanto el Partido Popular (PP) como el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Pedro Sánchez, se declaran ganadores, pero se anticipan semanas de negociaciones para formar una coalición de gobierno.

Aunque las encuestas de opinión indicaban que el PP superaría el PSOE con una victoria aplastante, los primeros resultados revelaron que la contienda sería más reñida de lo esperado.

Con 100% de los votos escrutados, el PP ganó 136 escaños contra 122 para el PSOE. Los posibles socios de concertación de los conservadores en el partido de extrema derecha Vox obtuvieron 33 escaños, significativamente menos que los 52 logrados en las últimas elecciones. Por otro lado, los aliados de los socialistas en la nueva alianza progresista, Sumar, quedaron en cuarta posición con 31 escaños.

La contienda política para alcanzar la mayoría de 176 escaños está muy ajustada, lo que deja a España con semanas de negociaciones e intercambios mientras los diferentes bloques políticos exploran sus opciones para componer un gobierno estable.

Los acuerdos para formar mandato entre los bloques comenzarán después de la reunión del nuevo parlamento el 17 de agosto. El rey Felipe VI invitará al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para intentar asumir la presidencia del Gobierno. En caso de rechazo o falta de apoyo, el presidente de esa instancia, Pedro Sánchez, podría recibir la misma petición.

El domingo 23 de julio por la noche, tras los resultados de las elecciones, Sánchez afirmó que los partidos de la derecha en España habían fracasado en su intento de deshacer los logros de los últimos cuatro años: "El bloque de retroceso que planteaba una derogación de los avances que hemos logrado ha fracasado", dijo a una multitud reunida en la sede del PSOE en Madrid.

Por su parte, el líder conservador Feijóo agradeció a todos aquellos que ayudaron a ganar al PP y afirmó que tenía la intención de formar un gobierno lo antes posible:

"Es nuestro deber como partido con más votos iniciar un diálogo con todas las fuerzas políticas para tratar de gobernar nuestro país de acuerdo con los resultados y la victoria electorales", declaró.

¿la derecha toma el control?

A pesar del revés en España, en los últimos tiempos Europa ha sido testigo del ascenso de coaliciones de derecha en varios países. El periodista alemán de esa tendencia, Diete Stein, hizo un recuento de tal transición en Alemania, Francia, Suecia, Finlandia e Italia.

En Alemania, el partido Alternativa para Alemania —conocido por sus siglas AfD— obtuvo una victoria histórica en las elecciones de distrito en Sonneberg, lo que muestra su creciente popularidad en el este del país. El apoyo a AfD ha aumentado constantemente, desde 10% en junio del año pasado hasta 21% a finales de julio de 2023, según encuestas analizadas por POLITICO.

En Francia, la Agrupación Nacional de Marine Le Pen —anteriormente el Frente Nacional— ocupa el segundo lugar en las encuestas de opinión con 24%, con lo que supera al presidente Emmanuel Macron. Esto ha sido acompañado por "disturbios raciales" en varias ciudades de ese país, lo que, según Stein, reflejaría la creciente tensión entre las comunidades inmigrantes y la población local.

En realidad, la insurrección francesa va más allá de un problema antiguo de origen étnico y revela una crisis paneuropea sin solución aparente, como lo explica el escritor y analista Alastair Crooke. En un artículo publicado en esta tribuna, el autor resalta los problemas económicos en Francia, como el aumento de la inflación, la contracción económica y la disminución del empleo bien remunerado, y señala que la crisis de la inmigración hacia Europa solo agrava estos problemas, mientras que la élite europea permanece en negación ideológica respecto a este tema.

En Suecia, los intentos de eliminar a un oponente político de derecha de la actividad pública han fracasado y los Demócratas de Suecia han logrado un gran avance en las elecciones. El partido ocupa el tercer lugar en popularidad con 18%. En Finlandia, el partido populista de derecha True Finns se ha unido oficialmente al nuevo gobierno de coalición.

Finalmente, en Italia, el partido Hermanos de Italia obtuvo éxito en las elecciones del año pasado y Giorgia Meloni se convirtió en la primera mujer en servir como primera ministra.

POLITICO cree que esta tendencia se extenderá a escala paneuropea. Con las elecciones programadas para el próximo año, el portal advierte que se producirán cambios en el Parlamento Europeo. Hay consenso entre expertos en cuanto a que se espera un acercamiento entre la derecha y la extrema derecha.

Una señal es el comportamiento de dos líderes del Partido Popular Europeo, Robert Metsola y Manfred Weber, quienes se han reunido con Giorgia Meloni. Además, la derecha y centro-derecha se unieron en el Parlamento Europeo y torpedearon con éxito el proyecto de ley "sobre la restauración de la naturaleza", que el sector agrícola rechaza por las amenazas que supone para la producción y porque no habría recursos suficientes para que esta transición sea un éxito.

Crisis después de alejarse de Moscú

Europa occidental ha sido testigo de importantes cambios en su panorama económico. Durante décadas, la apertura del mercado estadounidense, pero también del soviético, permitió un crecimiento económico relevante en la región. Sin embargo, la actual política de la UE, complaciente con los designios de Estados Unidos, ha derivado en un cierre de los mercados rusos, lo que ha afectado negativamente la actividad de la eurozona, en particular Alemania.

La recuperación económica después de la Segunda Guerra Mundial fue impulsada por varios factores, incluida —como se dijo— la apertura a los productos europeos en los mercados estadounidense y soviético.

Estados Unidos era la economía más grande del mundo en términos de PIB y el dólar se convirtió en la moneda de reserva clave. El mercado soviético, con una población de más de 250 millones de personas, también fue un factor importante en el crecimiento.

Además, el suministro garantizado de recursos desde la Unión Soviética —y luego desde Rusia— a precios asequibles y en grandes cantidades también contribuyó a la recuperación europea. No solo se trata de petróleo y gas sino también de carbón, metales, madera y otros rubros.

Sin embargo, la politización de la gestión económica de la UE ha llevado a un distanciamiento con Rusia, lo que ha exacerbado la crisis energética y los problemas de desindustrialización. Esto se ha dado en el marco de una agenda entusiasta, aunque irreflexiva, por la energía verde, en detrimento de la energía tradicional.

Una situación que se puede ver con mayor claridad en Alemania. Según el análisis de la periodista Lily Lynch, el Partido Verde alemán ha perdido popularidad en las encuestas y ha sido eclipsado por la ultraderecha. Según ella, sus políticas climáticas impopulares, como la eliminación gradual de los sistemas de calefacción de combustibles fósiles —lo cual costaría 13 mil dólares por hogar—, han generado un fuerte rechazo entre los votantes.

También han sido expuestos en una contradicción con sus medidas ambientales al aceptar un acuerdo con la corporación energética RWE para construir una mina de carbón en Lutzerathy, y en contradicción con su postura pacifista al apoyar la guerra en Ucrania.

Decisiones políticas que llevan al desastre

Precisamente, el teatro ucraniano ha alterado aun más el escenario político europeo. El respaldo económico y logístico a Kiev, las "sanciones" ilegales contra Rusia —que implican también el cierre de ese vasto mercado a millones de fabricantes, desde automóviles hasta alimentos para animales— y el boicot a NordStream han agravado intensamente la situación para Europa.

En un informe publicado en octubre de 2022, el Club Valdai evaluó los resultados obtenidos por los diferentes actores involucrados en la guerra en Ucrania. Se destacó que un logro resaltante de Estados Unidos lo constituye "romper definitivamente las relaciones entre Rusia y la Unión Europea" y consolidar "el control sobre capitales claves del continente europeo".

El texto clasifica los participantes europeos en dos grupos: la "Nueva Europa" (Gran Bretaña, Polonia, los países bálticos, la República Checa, Eslovaquia, que tendrían como estrategia cerrar el acceso de Rusia a los asuntos europeos, asegurar la presencia estadounidense en Europa del Este y restringir los impulsos de autonomía por parte de Europa Occidental) y los países de Europa Occidental (Italia, Francia, Alemania).

En cuanto a los efectos de la incursión del último grupo, el informe señaló que "los éxitos estratégicos de los países de Europa Occidental son difíciles de definir".

Berlín, París y Roma enfrentan una crisis económica y energética sin precedentes, inflación galopante y riesgos de desestabilización política debido a los fracasos económicos previos. Además, los ciudadanos están pagando con su propio dinero la prolongación de la crisis.

La "Vieja Europa" ha perdido la iniciativa en el desarrollo del momento, que ha pasado a manos de Estados Unidos y la "Nueva Europa".

Las declaraciones bravuconas de que la transición a una economía verde será ahora inevitable no están respaldadas por ninguna argumentación coherente. Un triunfo relativo es el retorno del interés por su industria militar nacional pero, por lo demás, los parámetros del éxito para este grupo de países son difíciles de precisar.

Las decisiones políticas de la UE han tenido un impacto destructivo en su economía en conjunto. Las pequeñas y medianas empresas están cerrando, los agricultores se encuentran en bancarrota debido a las tarifas energéticas inasequibles. Además, industrias enteras están sufriendo, y las deficiencias en el suministro y producción de fertilizantes están afectando gravemente el sector agrario. La escasez de petróleo y gas, que solía ser suministrado por Rusia, se está propagando de manera exponencial en todos los demás sectores de la economía europea.

En este contexto, Europa está siendo testigo de un aumento significativo en las huelgas y protestas a gran escala, lo que a su vez desencadena malestar entre la población en general, y se intensifica la tensión social en la región.

A pesar del descontento local hacia la élite política, las autoridades de los principales países europeos no tienen la intención de ceder en cuanto a las "sanciones" y el apoyo a Ucrania.

Hasta la fecha, la UE y sus Estados miembros han destinado más de 77 mil millones de euros a Kiev, sin tomar en cuenta la difícil situación económica de sus países y de sus industrias vitales; menos el estado de ánimo de la sociedad.

No son extremistas si no amenazan el orden establecido

El flujo migratorio hacia Europa occidental ha aumentado durante varias décadas, con la llegada de inmigrantes y refugiados desde África y Asia Central. En 2022 tomó nuevas dimensiones con el desplazamiento de ucranianos. La UE comparte responsabilidad por la inestabilidad política en las regiones que han abandonado los migrantes, y ha aprovechado la llegada de mano de obra barata.

El fenómeno migratorio ha fortalecido la propagación de ideas de rechazo hacia los extranjeros en Europa, que son aprovechadas por partidos de derecha que abanderan políticas nacionalistas y la defensa de valores tradicionales. Estos temas, especialmente en el contexto de la crisis económica europea, han permitido a los nuevos actores políticos de derecha atraer seguidores al presentarse como alternativas externas al statu quo.

En el caso de la AfD alemana, escribe Lynch en otro análisis, antes de la crisis de refugiados de 2015 se enfocaban en la frustración económica y en su oposición al euro. Pero su postura antiinmigración les dio resultados positivos en las elecciones federales de 2017, ccuando se convirtieron en el tercer partido más grande de Alemania.

Según los datos compartidos por Lynch, esto no significa necesariamente que los votantes estén más inclinados hacia el pensamiento de derecha en general:

"(…) dos tercios de los votantes de la AfD dicen que su apoyo deriva de la decepción con los partidos convencionales, y solo un tercio dice votar por la AfD por convicción en su programa. Desde su fundación, ha sido un vehículo adaptable y proteico para la política de oposición".

Si bien en el ala conservadora pueden coexistir tanto corrientes moderadas como otras más extremistas con pensamientos fascistas —racismo, xenofobia, anticomunismo, etcétera—, hay que acotar que actualmente son los partidos tradicionales liberales que dominan en Europa, descritos como "progresistas", los que han dado su apoyo irrestricto a verdaderos grupos de extrema derecha en Ucrania, muchos de los cuales no ocultan su afiliación al neonazismo.

Es importante señalar que las "sanciones" antirrusas impuestas por países europeos también han llevado a un desvío de la agenda verde. Al reducir el suministro de recursos energéticos desde Rusia, Occidente ha retomado el uso de centrales de carbón, lo cual contradice los supuestos esfuerzos por promover fuentes de energía más sostenibles.

A veces, los grupos dominantes exacerban el extremismo como parte de una estrategia de campaña para debilitar los partidos opositores de centro-derecha o de derecha. Estos últimos han tenido una ventaja al abordar los problemas tangibles que afectan a la población. Ahora, cuando se confirma que no son amenazas para el orden establecido, la propaganda disminuye. Es el caso de la primera ministra italiana.

Al comienzo, los medios la llegaron a catalogar como "fascista" pero, a medida que avanzaba la campaña electoral y el equipo de Giorgia Meloni dejaba en claro que no iba a cambiar la posición de Italia frente a Rusia y el conflicto ucraniano, dejaron de cobrar importancia sus presuntas afinidades con Mussolini y sus declaraciones muy conservadoras.

Las alarmas en Suecia y Finlandia también se vinieron a menos cuando la adhesión de estos países a la OTAN transcurrió sin trabas a escala interna.

Estos hechos refutan la propaganda generalizada, difundida por los grupos liberales, que intenta asociar las fuerzas de derecha en Europa occidental con Rusia. Argumentan que mostrar una actitud más flexible hacia la política respecto a la guerra en Kiev implica estar subordinados a Moscú. Este enfoque difamatorio apunta a dos lados: retrata a la derecha como los "tontos útiles" del gobierno del presidente Vladímir Putin, mientras acusa a este último de "coquetear con la ultraderecha".

El futuro incierto de la Unión Europea

La postura de los partidos dominantes frente a la crisis en Ucrania ha contribuido considerablemente a su descrédito. A pesar de autodenominarse como progresistas, defensores de los derechos humanos y pacifistas, son precisamente ellos quienes lideran la ofensiva. Esta contradicción ha generado un creciente descontento entre los europeos, especialmente porque ya están sufriendo las consecuencias de esta postura belicista.

Otro factor que ha generado rechazo es la llamada "agenda verde". Esta transición supone una carga económica adicional en tiempos de crisis para muchos trabajadores, y no ofrece garantías de sustituir eficientemente los recursos energéticos tradicionales.

Con relación al caso español que inició esta publicación, una encuesta realizada a esa ciudadanía por Ipsos para La Vanguardia reveló que sus principales preocupaciones se centran en la economía, el desempleo y la atención médica. Asimismo, otras encuestan indican que muchos cuestionan el precio que están pagando por las "sanciones" antirrusas.

La incertidumbre política se ha vuelto una constante en la Unión Europea ya que la población no parece inclinarse hacia un movimiento político en particular, sino más bien busca a aquellos que le ofrezcan una salida a este sombrío panorama que enfrentan. En este contexto, la derecha europea ha encontrado un terreno fértil para aumentar su influencia y está aprovechándolo de manera eficiente.

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