Recientemente en esta tribuna dijimos que se estaba afianzando la militarización de la diplomacia de Estados Unidos en Guyana bajo la égida del Comando Sur por el hecho de que la nueva embajadora estadounidense, Nicole Theriot, haya sido recibida y presentada oficialmente por la generala Laura Richardson, jefe del organismo castrense, aun cuando el protocolo establece que ese acto es estrictamente diplomático.
Esa realidad se confirma cuando la embajadora Theriot dijo este martes 7 de noviembre que pretende potenciar la relación bilateral en materia de Defensa, "que mejorará objetivos mutuos de seguridad, así como abordará amenazas transversales".
Dicha "amenaza" está representada por Venezuela. El movimiento ocurre justamente en un momento cuando se calientan las relaciones entre la República Bolivariana y la República Cooperativa por la disputa sobre el territorio Esequibo.
En la rueda de prensa estaba junto al presidente de Guyana, Irfaan Ali, por lo que deja el mensaje claro del espaldarazo de Estados Unidos a Guyana en la controversia. "Todos tenemos mucho trabajo importante que hacer, y juntos creo que podemos y conseguiremos abordar los retos compartidos en nuestro vecindario colectivo", dijo haciendo énfasis en el tema energético y de seguridad.
Esta escena deja en claro dos cosas: por una parte el rol imperial de Estados Unidos, que entra en juego para defender sus intereses energéticos —con la ExxonMobil de principal partícipe—; y por otro lado la sumisión de Guyana al otorgarle la cancha a Washington para que le imponga su agenda.