Pretender que el reflejo del espejo sea la realidad es un delirio que conduce a mantener la tragedia en la vida real.
"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles": Bertolt Brecht
En este tiempo de deterioro y bajo el invierno caribeño, fusilaremos al señor Brecht escribiendo sus palabras de esta manera: Hay quienes piensan un día y son necesarias. Hay otros que piensan un año y son vitales. Hay los que piensan muchos años y son esenciales. Pero hay quienes piensan toda la vida: esos son las imprescindibles, por la sencilla razón de que nada de lo que existe merece de nosotros los esclavos una sola gota de sudor más, nada de lo fundado aun cuando lo hayamos diseñado, experimentado y construido nosotros vale un pequeño esfuerzo su salvación. Ninguna lucha nos sacará de la tragedia, solo el pensamiento sobre la realidad cruda hará viable otra posibilidad cultural; lo demás es hipocresía pura y simple.
Hoy la izquierda y la derecha, manos transmutadas del absolutismo monárquico al cuerpo capitalista, se confabulan, igual que la religión y el ateísmo, los agnósticos y los cínicos, al igual que los ignorantes interesados. Todos gritan a un solo pulmón: "¡Salvemos al capitalismo, reduzcamos el efecto invernadero, paremos el crecimiento económico, vamos hacia el crecimiento cero, vivamos ecológicamente, desarrollemos energías limpias, salvemos el planeta!", pero eso sí, que cada gremio hasta el último individuo tenga al infinito lo que el rico tiene para poder vivir bien. Coincidiendo todos en ocultar al capitalismo con sus mieles y sus llagas, al no decirnos cómo, cuándo ni dónde ocurrirá ese anhelado mundo feliz.
Los dirigentes gremiales, o partidistas de todos los signos, colores y tamaños se desgañitan pidiendo al capitalismo más carros, casas, derechos, educación, salud y trabajo para los esclavos, mientras hipócritamente viven de sus propios agremiados sin decirles la verdad de que en el capitalismo es imposible resolver los problemas que este mismo genera, que los esclavos no tenemos derechos, porque somos una mercancía. Que como toda otra, siempre el capitalismo buscará comprarla barata, venderla cara y por ello hará hasta lo imposible para mantener permanentemente el negocio.
Ninguna lucha por disfrutar las mieles del capitalismo hará posible que superemos nuestra condición de esclavos. Ni aumentos de salarios, ni fideicomisos, ni prestaciones sociales, ni seguro social, ni educación, ni salud, ni reducción de horarios, ni cambio de gobiernos, ni fortalecimiento de los gremios, que siempre han mentido en nombre de los intereses que les pagan sus salarios para mantenernos divididos sin planes ni concierto, como un rebaño perennemente a la deriva.
Todos, absolutamente todos, trabajan en un complicado entramado para los intereses del gran capital, ya sean ecológicos, salva ambientes, protectores de árboles, animales, niños, mujeres, negros, indios, ancianas, perros, gatos. Cada derecho o reivindicación que creemos es válida y necesaria para nuestra existencia, nos remacha los grilletes, y cada lucha por cada una de estas zanahorias las responden con una masacre, y a cada masacre nos responden con un día de conmemoración: el día del trabajador, el día del guerrillero heroico, el día de los jodidos, el día de los sometidos, el día de las obreras, de las campesinas, de las que abortan, de las que paren, del orgullo LGBTQI+, del árbol, de la abuela y del abuelo gay y no gay, de la fenilcetonuria, del cumaco y la gaita, del piercing, del ceviche, del perro, de la pira, del ventilador, de la computadora, de la pulga y un verguero más, que en medio de marquesinas y espectáculos de cuarta categoría son transmitidos día y noche por teléfonos, TV, cine, computadoras, todos medios de desinformación y estupidización, y detrás del telón están los dueños del tiempo y el espacio, dirigiendo todo el tinglado.
Lo único que les falta es declarar y celebrar el día mundial de la guerra como el aporte más importante en el progreso de la humanidad; no se atreven a decirlo, pero es absolutamente cierto.
Nada de lo que somos hoy ha sido posible sin la guerra: la onda, el uso del fuego, la rueda, la flecha, la lanza, la catapulta, la pólvora, la religión y las otras drogas legales e ilegales, la penicilina, el libro, la máquina de escribir, el fusil, la imprenta, la lecto-escritura, el teléfono, la internet, el arte comercial, las ciudades, los imperios, los modos de producción, la filosofía, la política, la ciencia, la diplomacia en todas sus variantes, las bombas, los misiles, los cohetes, los cañones, las estadísticas, la administración, la contaduría, la química, la física, la ingeniería, el deporte, así como la verdad, la mentira, la ideología de cualquier signo, la ecología, la corrupción, el robo, el crimen, la invasión, la masacre, los gremios, las ONG, los partidos, los sindicatos, los movimientos sociales, la sociedad civil, la gente de bien y de mal vivir, las clases sociales, las máquinas, el calzado, el vestido, la arquitectura, el sueño, la cursilería, la imaginación, la utopía y todas las construcciones, la salud, la comida, la educación, y cualquier otra cosa, por increíble que parezca, ha sido una necesidad o producto de la guerra.
Y, también, eso que estás pensando es producto de la guerra o la necesidad, y hasta las formas, modos, costumbres y tiempo de tirar están al servicio de la guerra. Pero aún hay más: con la inteligencia artificial, el cerebro no será necesario, porque la burguesía nos facilitará el pensamiento.
La burguesía dejó de creer en Dios y construyó toda esta tragedia que llamamos el humanismo. La burguesía decidió ser ella y resolvió también que nosotros seríamos para siempre sus esclavos. Los burgueses hace más de 500 años dejaron de creer, usan la religión como mecanismo de sometimiento, pero no se arrepienten de ninguno de sus pecados, ni de los benignos, mucho menos de los capitales, que son suyos y con ellos someten a la especie y al planeta en general. La burguesía mandó a Dios bien largo al carajo y convirtió sus iglesias en empresas que disciplinadamente le sacan plusvalía al miedo, al hambre y a la ignorancia. La burguesía vive muy bien, manteniéndonos a nosotros como sus esclavos, que nadie lo dude.
La burguesía no se ve en el futuro como creadora de otro mundo, sino como reina en la cresta de la ola eternamente. No hay gente en el establecimiento pensando en el mañana, solo están dedicados a convencer a los demás que como ellos viven es que hay que vivir. Hace más de un siglo que el humanismo dejó de pensar, ahora está dedicado a mantener tanques de pensamiento jugando a la guerra y la defensa del régimen capitalista, una dictadura mundial que no acepta otro pensamiento. Para ellos, la democracia es mandar con todos obedeciendo los designios y necesidades de perpetuidad de la maquinaria capitalista, de lo que realmente mueve al mundo: el modo de producción y sus relaciones, una cultura impositiva en donde las elites que controlan creen que es así como se debe vivir, y que todo lo demás representa un serio peligro para su existencia. Tanto la naturaleza como cualquier pensamiento diferente.
Para mantener su dominio nos drogan con noticias falsas confundidas con verdades, y ya desenchufados del cerebro, nos convencen de que Dios existe, que las aguas del Mar Rojo se abrieron en dos, que la Tierra era plana, que éramos el centro del universo; que Europa era vieja y además un continente; que los aztecas, incas y mayas eran unos imperios arrechísimos; que las culturas del mundo son bárbaras, salvajes y practican el canibalismo menos la europea; que debemos llamarnos indígenas; que el 11 de septiembre fue un acto terrorista perpetrado desde el exterior por un grupo árabe, que Irak tenía armas de destrucción masiva, que la plaza de Trípoli estaba en Kuwait, que Guaidó tenía la potestad de convertirse en presidente por voluntad propia, que los chinos y los rusos eran los orcos de otra dimensión que venían a destruir el paraíso terrenal construido por el humanismo en Occidente; que si Estados Unidos hubiera metido sus manos en Venezuela le venderíamos el petróleo a excelente precio y tendríamos nuestra libertad inmaculada; que le debemos agradecimiento a los europeos porque nos saquearon el imaginario y lo preservaron en sus países y no lo dejaron aquí en estas minas, porque sino alguien se los hubiera robado; que gracias a la guerra hemos progresado, nos hemos desarrollado, nos hemos civilizado, vivimos mejor que antes, tenemos más arte, más tecnología, más comida, más salud, más deporte, más espectáculo, más antivirus y antibióticos; y los pobres somos más ricos; que si nos hubiera colonizado Inglaterra, Alemania o los belgas, seguramente hoy no seríamos subdesarrollados; que los representantes empresariales se reúnen a negociarnos porque nos aman; que la basura la producimos nosotros; que si caminamos erosionamos la Tierra; que si reciclamos, la Tierra estará limpia; que siempre se puede aportar un grano de arena al medio ambiente… hasta que aparece el desierto; que la energía verde, proactiva, es más limpia que cualquier otra; que el petróleo es una energía fósil; que el mundo un día será limpio de toda impureza, donde viviremos felices para siempre; que las deficiencias en la economía, la salud, la vivienda, la educación, el arte, la diversión se trata de falta de recursos y mala gestión de los gobiernos; que el capitalismo no existe, un invento de los comunistas, aunque los capitalistas todos los días nos paguen el salario; que todos los países viven bien y el único que no es el país donde nosotros vivimos, porque nuestro gobierno es una mierda; que los extranjeros deben invadirnos y resolver los problemas sin importar de cuál país vengan, el que sea.
La burguesía está haciendo todo lo que está a su alcance para mantener las formas, modos, usos y costumbres en que ha prevalecido en el poder. No tiene otra opción, en eso se le va la vida.
Ahora bien, esto que estamos diciendo no es para que crean en lo que estamos diciendo, sino para que investiguemos y no nos quedemos pegados en lo que a diario nos repiten los medios de desinformación, que también son invento de la guerra. Sí, señores, todo nos viene de la guerra. Cada pensamiento, cada hacer, cada sentimiento ideologizado. En esta trampa estamos 8 mil millones de seres, igual que la rata blanca dando vueltas todo el día en la rueda, ilusionados con la posibilidad de la felicidad eterna, hasta que morimos y nos sustituyen por otra sin que cambie absolutamente nada, generación tras generación. La pregunta para nosotros, que en esa mesa del reparto diario solo somos el bocado, es: ¿Nos quedaremos enladrillados o nos obligamos a generar otro pensamiento que nos separe definitivamente de esa dinámica que ya lleva más de 15 mil años?
Para ello debemos tener claridad, ninguna ilusión o quimera nos sacará de este atolladero, porque la verdadera droga de los pueblos son la esperanza y la utopía, dos pegoste ideológicos que produjo la religión para mantener atontada a la especie en la creencia de que alguien nos salvará, de que más allá del horizonte hay un mundo posible y que el horizonte, mientras nos mantengamos caminando hacia él, mantendrá vivas las quimeras, pero la verdad indiscutible es que nada de eso existe sino como ideología, como droga. Pero, si no estamos dispuestos a usar el cerebro para pensar otra posibilidad de vivir, entonces definitivamente recemos al unísono esta bella oración:
¡Oh, mi señor burgués! Todopoderoso, verdaderamente libre, igual y fraterno, creador del egoísmo y propietario de la mala fe, invasor y conquistador de imperios. Tú, el hegemónico excepcional, único entre los únicos, injerencista, capitalista e intolerante neoliberal, dogma de dogmas, que has creado el principio desde el inicio de los tiempos y vas con todo hasta el final con tus Maricori.
Tú, que das luz al sol, brillo a la luna, agua a la lluvia y valentía a los cobardes. Tú, el dueño de los ángeles exterminadores, que en tu nombre pueden usurpar cualquier mina o territorio hereje o pagano que ose contrariarte en todo el magno universo. Tú, el creador del orden universal basado en tus insuperables reglas. Tú, sublime individuo de individuos, excelso sostén de la economía del libre mercado. Tú, al que nadie puede inhabilitar, dictador de destinos, intimidador y avasallante soberano, voz única y principal que inventaste las palabras dictadura y democracia y se las endilgas al que te dé la gana. Tú, el inventor de presidentes y revoluciones de color primaverales, el quita-y-pone gobiernos, te amamos.
Porque tú, amo, eres nuestro pastor, a quien entregamos la energía y nos consagramos al trabajo ejemplar, manera digna de lealtad a nuestro dueño de la guerra y de la droga. Somos tus ovejas disciplinadas, quienes creemos en tu imperio cultural, en tu civilizado estilo de vida y en la universalidad de tus valores e ideales, porque tú eres la vida, la verdad y el camino, y sostenerte nos hará salvo. Te reverenciaremos ciegamente por los siglos de los siglos, en cada fábrica y cada guerra, en cada biblioteca y ateneo, en cada museo y plaza erigida en tu nombre. ¡Oh, mi propietario burgués! Si no fuera por ti, hoy no seríamos los sujetos felices que somos.
Contigo como guía no necesitamos cerebro, ni pensamiento, ni voluntad, ni decisión, ni experimento, ni ninguna otra forma de vida o credo. Dróganos, señor, con tu creada inteligencia artificial, aterrorízanos y llévanos a tus campos de batallas públicas y privadas como tus alucinados ejércitos, mantennos firmes en tu creencia, enséñanos que nada ha ocurrido antes de ti ni ocurrirá después de ti, no dejes que desfallezca nuestra lealtad y creencia en tu sacro santo sistema, y si así fuera el caso, envíanos a la redención de tus cárceles, manicomios, cementerios y cordones de miseria de este mundo.
Dróganos, señor, como solo tú sabes hacerlo y sácanos el mejor provecho, así en la vida como en la enfermedad y la muerte. Somos tus agüevoneados adictos, dispuestos a tu defensa, somos tus ilusionadas huestes, tus cautivos penitentes, tus dispuestos a entregar la vida cuando la pidas, porque es tuya la voluntad de nuestra existencia.
Señala, poseedor, a quién seguir para sostener tus dominios en estas minas de pecadores irredentos y lo seguiremos sin dudar, sea a la izquierda o a la derecha, a los anarquistas o a los utopistas, a los ecológicos o a los verdes, a los gremialistas u oenegistas, no importa qué tan estupidiotas sean, porque somos tus sumisos ciervos que pastamos complacidos en las praderas de tus bellos centros comerciales. Pídenos que, desde tus atalayas felices, aplaudamos al actorazo de Zelenski, y lo haremos hasta que nos sangren las manos, porque su magnificencia intelectual, su genio político y guerrero fue despertado y convertido por obra y gracia de tu luz divina en un experto político que lo llevó a ser presidente y comandante en jefe de uno de los ejércitos más importantes de Europa, que en tu nombre y guiado por tu sabiduría suprema, será la doncella de Nueva Orleans que destrozará las huestes de los demonios y orcos eslavos. Pídenos que amemos al senil Biden y todo el petróleo será suyo como un regalo divino. A él entregaremos con alegría la diarrea del demonio que pernocta en estos suelos.
Dinos que creamos y obedezcamos fanáticamente a la oposición y sin chistar haremos un monumento de todos ellos, dividiéndose al infinito, mientras saliéndoseles la baba miran extasiados hacia el Occidente, en signo de adoración a su único dios verdadero, el gran capital. Ordénanos que le prendamos velas en señal de idolatría a los presidentes, tus sirvientes más fieles en el universo, y todo será un solo arbolito de Navidad comprado en Amazon.
¡Qué arrecho eres, nuestro señor! Señor de señores, tú eres de nosotros el modelo que todos deseamos ser. Qué lindo es adorarte cuando no se tiene cerebro y se está todo el día drogado, creyendo en tus promesas, ilusiones, esperanzas y quimeras. Que todas las alabanzas sean contigo, que todos los cánticos y coros exalten tu magnanimidad, señor de patronos, amo y propietario del universo y de la bolita del mundo, amén. Tu rebaño postrado solo quiere vivir para tu goce. Liga para nosotros todas las religiones: fentanilo, opio, mariguana, cocaína, azúcar, harina, sal, medios de desinformación, internet, televisión, teléfono. Haz un solo bollo con una bella presentación publicitaria y así nos mantendremos en una sobredosis eterna, contando pajaritos en el aire, esperanzados y utopidizados, creyendo en el reflejo del espejo por los siglos de los siglos, hasta que tú lo desees, amén.