Mié. 26 Noviembre 2025 Actualizado 3:39 pm

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Toda riqueza, tanto la que fundó al humano-capitalismo como la que actualmente produce y acumula, tiene su origen en el robo (Foto: El Cayapo)

El mediocre y María Machado

Cuando la esclavitud es impuesta, nada puede avergonzarnos; la vergüenza es, cuando sabiéndolo, la seguimos aceptando o deseamos ser los ejecutores.

Cuando una cultura entra en deterioro, cualquier cosa, por inverosímil que parezca, puede pasar. Aun en los tiempos de mayor luminosidad de las élites, nunca la imaginación ha superado la realidad. Pero, a pesar de la alta y volátil mediocridad existente en el mundo político, intelectual, cultural, parecía mentira que una persona pudiera llegar al plagio de los plagios, como es el caso de María y su manifiesto de los padres esclavizadores de Estados Unidos, plagiado con inteligencia artificial. Pero eso no es todo —como dice la propaganda—: lo asombroso, lo que no se podía creer, lo nunca visto, es lo maravillado que estaban sus seguidores, fanáticos, influyentes, comentaristas, analistas, sabios, académicos, a coro aplaudieron y dieron vítores a la pieza-plagio. Mayor grado de enfermedad terminal imposible.

Definitivamente todo está consumado, la sospecha se confirma, un matón y estafador de las tapitas en las esquinas, dirigido por seres que se creen superiores, gobierna Estados Unidos, tres pandilleros drogadictos y dos prostibularias dirigen los destinos de Europa y el resto se arrodillan ante ellos en nombre de ser presidentes de las minas donde gobiernan vía fraude, tráfico de drogas, prostitución. Y aquellos que aun mantienen íntimos éticos y dignidad en el cuerpo son atacados con ferocidad de pandilleros creídos en su cayapa armada.

Esto no es una casualidad ni un accidente, es el devenir de una cultura que un día fue luminosa y terminó en la más abyecta mediocridad.

Esta cultura del empresario, político, artista, profesional, religioso, comunicador social o periodista, deportista, todos mediocres, daña la vida para satisfacer sus mediocres veleidades, viven del discurso y no de los hechos; mientras satisfaga sus deseos de acumulación y consumo compulsivo, a los mediocres no les importan los problemas que generan, porque son incapaces de crear soluciones.

Se acaba el pensamiento y el mediocre se hace cargo de la inercia arropando a todas las élites con una sola idea: mantenerse en el poder sin importar consecuencias, lo que gritan a todo pulmón, que todo debe ser de ellos. Los empresarios que un día fueron capitanes de empresas, hoy sin ideas, no son más que vulgares estafadores, simples emprendedores mediocres incapaces de hacer evolucionar nada, lo que es aplicable a las demás esferas del hacer social y cultural existente.

Como los mediocres no crean ideas, sino que solo repiten panfletos, son creyentes, conformistas. El mediocre cree que es superior, cree que tiene derechos, cree que hay democracia para él, cree que lo deben proteger porque es humano, cree en dios, la magia, el bien, el mal, la brujería, la ciencia, quién se comió mi queso; es, en fin, un creyón, mientras consume es feliz. El mediocre no sabe por qué razón debe gobernar o dirigir, solo lo hace para mantenerse en el poder, toda su inteligencia la usa para sostenerse y sostener el poder, su existencia no tiene otra razón de ser.

Los mediocres gobiernan el mundo, acumulan peretos, no piensan. Así es la historia del mediocre: el mediocre sigue al mediocre, no crea, cree; no genera, siempre está consumiendo, y su gran deseo en el mundo es que lo dejen solo consumiendo, sin que nadie lo moleste.

El mediocre es un adicto compulsivo, un gobernante mediocre le deja el cargo a uno más mediocre para que no lo supere. Son muy inteligentes para crear madejas organizacionales, para controlar el poder que proponen cambiar, para que nada cambie. El mediocre cree en su propio relato porque otros mediocres lo hacen posible con sus dogmas, aplausos y acciones.

El humano-capitalismo no tuvo tiempo de asentarse y reflexionarse como tal, es una cultura nacida propiamente desde la guerra, con el agravante de su deslumbre, fue fugaz aunque extendido en todo el planeta, lo que no permitió el detenerse a mirarse a sí mismo y convertir sus logros, luego de correcciones y autocríticas, en posibilidades futuras ya que todo lo construido y dicho edificó el relato superlativo de su superioridad como cultura en el mundo, desde que existen las culturas, y solo quedó la mediocridad como corolario.

Un ejemplo en Venezuela es este: cada presidente que ha gobernado ha competido para disputarse el puesto del mediocre anterior, siempre en la creencia de que es superior, porque una característica de todo mediocre es su opinión en que es superior o mejor que los demás, hasta que llegó Chávez y creó una posibilidad de ser un país distinto con afincamiento propio, con una idea, con un sentido de pertenencia, con una teluridad auténtica posible de construir y constituirnos como pueblo, que se pertenece con íntimo ético y dignidad, en lo cual radica lo que hacemos.

Pero de dónde estos lodos

Los botines de la guerra han permitido crear el capitalismo y, como secuela, el humanismo, una cultura antinatura, desenraizada, criminal, saqueadora, ordinaria, sin carácter, armada con retazos de culturas invadidas y saqueadas. En esta cultura todo se obtiene a costa de la vida. Su éxito, ya sea como esclavo ilusionado o como dueño, es la soledad como premio. Caldo de cultivo para el mediocre, que trasciende los siglos.

El capitalismo, modo de sustentación del humanismo, ha sido exitoso al cumplir con las metas que se propuso la clase burguesa. Nunca como antes se había acumulado tanta riqueza, jamás un dueño había tenido tanta libertad, tanta igualdad, sin obviar los pegostes ideológicos que todos tenemos.

El todopoderoso monstruo religioso, conocido en Occidente como el cristianismo, que dirigió con voluntad férrea y criminal occidente, fue sustituido por una incipiente idea, conocida siglos después, como el poderoso humano-capitalismo, que revolucionó el mundo conocido y lo puso patas arriba, escandalizando lo existente, que llevó a las personas a la hoguera del miedo, que potenció el hambre con abundancia, que aumentó la ignorancia eliminando miles de culturas en todo el planeta e imponiéndole una misma idea, en nombre de la ilustración y la sabiduría, que asesinó a dios sin piedad alguna y lo expuso al escarnio público, sometiéndolo a las cadenas de producción capitalista como un esclavo cualquiera a su servicio.

Pero hoy, al igual que todas las deidades y los mitos que derrumbó, aquella idea que un día surgió luminosa, en medio del deterioro prolongado del oscurantismo de Occidente, descansa en paz.

El humanismo jamás ha sido o será derrotado, su aparato de ideología, guerra y propaganda es el más perfecto que se haya creado, al punto de que la mente enfebrecida de quienes manejan el sistema se ha dado el lujo de inventar enemigos como el terrorismo, las bombas de destrucción masiva o el narco-terrorismo, que nunca han existido sino como medios de la guerra, para continuar estando.

Todo aquello que lo ha combatido, de una manera o de otra, ha terminado siendo absorbido o convertido en su socio. Aunque algunos le han ganado batallas, este sistema —hoy en marcado deterioro— se retirará de la escena mundial como un cadáver invicto, intentando aun atemorizar incautos.

Millones de obreros, pescadores y campesinos de todos los géneros así lo han testimoniado al morir en las guerras y revoluciones que se han fraguado contra el humano-capitalismo; sin entender que él morirá por sus propios medios y contradicciones.

Como la especie sobrevivirá a él, tendremos que preguntarnos: ¿Con qué lo sustituimos?

La libertad, la democracia, la igualdad, la fraternidad, el progreso, la justicia ya no entusiasman, ya todo gira en el ámbito de la mediocridad, sustentada en la inteligencia artificial. Los intelectuales, artistas, políticos y otros profesionales solo actúan por encargo, ninguno sufre o se alegra por una idea original, aunque sea un plagio. Todos están preocupados por pulir panfletos que les garanticen el plato de caraotas o Bogavante Termidor, según sea el caso, de para quien trabajan.

Todo ha quedado en manos de las corporaciones tecnológicas, la militar, la farmacéutica, la información, dedicadas al control de los recursos naturales y la protección de las riquezas, garantizando lo existente. Promoviendo ideas de eternidad, libertad absoluta individual, ser dueño de uno mismo, sin que nadie se percate de la cadena que nos ata como un arreo cautivo que garantiza lo histórico.

Esta ausencia de idea viva nos devuelve a los orígenes, donde el miedo, el hambre y la ignorancia dieron como resultado esta cultura humano-capitalista que dicta todas las pautas y nos conduce hacia la perpetuación del individuo esclavizado repitiéndose en lo inercial de la muerte, sin posibilidad alguna de evadir esa condición.

El deseo de ser dios se ha cumplido en el individuo humano-capitalista. Ya muerto como idea, quienes quedan dirigiendo la repetición son seres mediocres incapaces de generarlas. La fuerza de la costumbre los sostiene todos los días dándole vuelta a la misma manigueta que les garantiza ser dioses mediocres, siguiendo los instintos animales, con ropajes ideológicos que los justifican. Lo demás es mirar pasar el cadáver y recordar que alguna vez fue fuerte y hermoso.

Aunque sometida a la inercia de los mediocres que gobiernan el planeta sin ideas que les insomne, la naturaleza sigue su curso. Las interrogantes están a las órdenes del día para todo esclavo que pretenda cuestionarse la vida y dar respuestas de otra índole a lo que está ocurriendo, que no sea vamos a reformar, a cambiar, a mejorar, a limpiar, adecentar el sistema; porque ya ocurrió y nada resolvió el problema de ser esclavos, porque de lo que se trata es de sustituir las condiciones que hacen posible que nos esclavicen.

Dentro del humano-capitalismo esto es normal, pero como la ilusión no cuaja en los esclavos, nosotros proponemos que nos preguntemos y nos convirtamos en contradicción, desde donde surjan las ideas que puedan sustituir al actual sistema, donde esas ilusiones que mantienen esclavizadas a las personas no estén.

No partimos de condiciones morales o éticas que íntimamente comportamos los esclavos, ni por destino manifiesto o por sabiduría, es por la posición que ocupamos en este modo de producción, las cuales hay que sustituir si pretendemos cambiar de condición; pero si no, la queja está demás: "sarna con gusto no pica, y si pica no mortifica".

Lo muy cierto es que no tenemos derechos, nadie nos salvará, nunca cambiaremos las cosas, porque ellas existen por el interés de los dueños, que necesitan mantenernos en las condiciones que vivimos, para ellos poder ser lo que son.

Reaclaramos: lo que estamos diciendo está dirigido única y exclusivamente a los esclavos que realmente quieran entrar en contradicción y abandonar el humano-capitalismo. Los dueños no están invitados a estas conversas, a menos que se vuelvan locos y quieran renunciar a su poder; los demás esclavos que quieran mantener sus ilusiones, utopías y esperanzas en que algún día —o mañana mismo— serán dueños, hermanos, no se preocupen, tampoco están invitados.

Solo queremos decir verdades como, por ejemplo, que Marx nunca tuvo asociado con nada que tuviera que ver con la izquierda, expresado con claridad en el Manifiesto del Partido Comunista redactado en 1848. Primer párrafo: "¿Qué oposición no ha sido acusada de comunismo por sus adversarios en el poder? ¿Qué oposición, a su vez, no ha lanzado a sus adversarios de derecha o izquierda el epíteto zahiriente de comunista?".

Que el humanismo no fue pensado para que la especie viviera bien y en armonía, sino para justificar el poder del individuo sustituto de dios, basado en su libre albedrío, imponiendo la razón del "pienso, luego existo", de "el fin justifica los medios" y del "divide y vencerás". Dirigiendo y creando todo a su imagen y semejanza; sustituyendo la razón religiosa basada en un dios que crea y dirige la naturaleza. Magnífica fuente de donde beberá eternamente el mediocre.

Que la cultura humano-capitalista se ha detenido definitivamente. Todos sus movimientos son inerciales, la raíz del pensamiento que la generó ha muerto, toda su creatividad está dedicada a la producción, al consumo desmedido y a su protección. Engordando la mediocridad que no espera su palo cochinero.

Que el concepto humano-capitalista está separado de la naturaleza, piensa que transformarla es parte de su racionalidad, que cultivar un campo, construir una ciudad o desarrollar una vacuna no es "violencia contra la naturaleza" sino actuar conforme con su racionalidad y creatividad; y parece hasta bonito, pero el pero es cómo y para qué, porque de verdad no está en la racionalidad de nadie cambiarla, sino usarla para el beneficio; es obtener la ganancia, es aprovecharla para tener poder, lo que no se logra sin dañar la vida, mientras florece el mediocre.

Sembrar el campo comporta alimentar ejércitos, vender herramientas y maquinarias, comprar y vender el producto y, al final, obtener ganancia explotando a las personas; para ello la naturaleza debe ser propiedad. Construir una ciudad es mantener cautiva la compra-venta porque concentra todos los recursos en un solo sitio, porque se puede invertir en el sector inmobiliario, porque se puede mantener a todo el mundo drogado pero, además, trae como consecuencia que la concentración de gente, de otros animales o cultivos, en limitados espacios, genera que todos nos convertimos en plagas, lo cual permite que se desarrolle —aun más— el sistema antinatura porque se debe usar veneno contra el cáncer, el estrés, las heridas, las enfermedades que se crean en todos los ámbitos del que hacer del sistema; pero lo peor es que los mediocres necesitan de los mecanismos de la guerra para mantenerlo funcionando.

Entonces la racionalidad es el hambre, el miedo y la ignorancia que un día instituyó la guerra y hoy se ha convertido en el enemigo de todo lo vivo. En estos escritos no buscamos ensalzar a nadie, asignarle virtudes que no tienen, solo decimos que tanto el dueño como sus esclavos tenemos las mismas aspiraciones, ser ricos y poderosos para que nos respeten y teman; solo un pequeño detalle: ambos dependen de la posición que ocupan en el modo de producción.

Que toda riqueza, tanto la que fundó al humano-capitalismo como la que actualmente produce y acumula, tiene su origen en el robo, ya expresado en Carlos Marx y otros autores. Pero para los dueños justificar la riqueza, según, es el esfuerzo altruista y la dignidad de los empresarios que, por salvar la humanidad de la esclavitud y las plagas, fundaron la ciencia, los derechos humanos, creando valor, libertad, igualdad, fraternidad, justicia, democracia y progreso, arriesgando su dinero, sus empresas, su conocimiento, su vida para establecer bienestar a millones. Claro que hay ganancia, pero el mundo malagradecido debe entender que, pese a los horrores de hoy, el mundo es más bello y rico, incluso, hasta los pobres son más ricos, porque la riqueza los ha liberado de la miseria, ya no viven en cuevas, ahora viven en ranchos, ya no son nómadas o trashumantes, ahora son inmigrantes.

Que las personas que fundaron los pilares del humano-capitalismo nos enseñaron que, por muy fuerte que sea el poder existente, siempre se puede crear otra idea que lo sustituya, y no lo dijeron, lo practicaron, creando las bases de lo hoy existente como poder. Sin embargo, como sabían que nada duraba para siempre, sentenciaron que su idea vuelta física-ideológica era el fin de la historia, que en adelante todo lo que ocurra será obra del humanismo, que lo único que se puede hacer es reformarlo respetando las leyes y la racionalidad que lo imponen. Cualquier otra idea será perniciosa. No en vano el comunismo fue destruido como idea en el cuerpo de las personas, siendo asesinadas millones en todo el planeta y atacado con saña cualquier intento de instaurar o ensayarlo en el mundo.

La propuesta de estos escritos tiene que ver con la idea de que la vida no se suicida, que estamos en medio de la vorágine del deterioro de un sistema cuya tendencia es cada día volverse bodrio arrastrando en su melcocha toda la vida que le sea posible y solo crecerá como una mole muerta ahíta de savia, donde medra el mediocre que, como María, repite el panfleto de los padres esclavistas.

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