Jue. 21 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 6:14 pm

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La ruta violenta, cuyo foco está sobre la iniciativa “Ya Casi Venezuela”, introduce ruido entre la dirigencia opositora (Foto: Archivo)

"Ya Casi Venezuela" implica una encrucijada para la oposición

Luego de una pretendida campaña de intriga en redes sociales, el 16 de septiembre el empresario fundador de la famosa compañía mercenaria Blackwater, Erik Prince, promocionó un plan para recoger fondos con el objeto de preparar una eventual acción armada contra el país y sus principales autoridades. Aunque él no se ha adjudicado totalmente la autoría de la cruzada, sí ha sido uno de sus portavoces más prominentes.

Según algunas fuentes, la iniciativa "Ya Casi Venezuela" liderada por Prince ya ha superado los 500 mil dólares de recaudación a través de donaciones privadas. 

En su anuncio sobre la campaña en cuestión, explicó: "Tus aportes serán dirigidos a acciones estratégicas orientadas a restaurar las instituciones y representantes electos de forma legítima, devolver la justicia y garantizar un cambio trascendental".

Uno de los principales promotores del cambio de régimen desde el extranjero y acusado de crímenes de lesa humanidad, el excomisario Iván Simonovis, se desmarcó y afirmó que no tiene nada que ver con la colecta de dinero para financiar, de formas poco claras, la salida precipitada del gobierno nacional. No obstante, previamente el propio Simonovis había indicado que, justamente, la campaña tenía ese objetivo principal y no dejó dudas sobre su participación.

María Corina en la encrucijada

Para la coordinadora de Vente Venezuela, María Corina Machado, "Ya Casi Venezuela" implica un dilema estratégico debido a que su apoyo a una acción armada sobre el territorio nacional tendría consecuencias entre el respaldo que posee desde otros sectores opositores menos radicalizados.

Por un lado, un eventual distanciamiento de una escalada de agresión y confrontación bélica —llamadas "acciones estratégicas" por la web mencionada— le redundaría en críticas desde los sectores extremistas que validan su desconocimiento de las instituciones venezolanas para llegar al poder.

Por otro lado, un apoyo total, o relativo, la expondría a ser acusada directamente por traición a la patria, lo que dejaría en peores condiciones su ya limitada capacidad de acción política y mediática. 

Cabe destacar que las convocatorias a movilizaciones de calle realizadas por Machado han perdido el impacto inicial tras la elección presidencial del 28 de julio. Además, la salida del país de su excandidato, Edmundo González Urrutia, dejó desconcierto entre los dirigentes de la oposición, quienes, como ella, no han podido establecer una posición sólida ante el hecho.

Además, a través de las redes sociales se evidencia que el estancamiento discursivo de Machado comienza a crear un marco entre la desesperanza y la urgencia por delegar cualquier "solución" a terceros, como Prince.

El ruido negativo de la ruta violenta

La fragmentación del universo opositor ha sido una constante desde las elecciones primarias, pasando por la designación del candidato que reemplazara a una inhabilitada María Corina, hasta la violenta respuesta postelectoral que ella misma lideró.

Mientras que Machado ha dejado colar que la lucha del antichavismo extremo se "está acelerando en diversos planos", dirigentes como Manuel Rosales, gobernador del estado Zulia, se han mantenido en sus labores institucionales al frente de la entidad mencionada.

Otros emiten declaraciones desde dentro o fuera del país, pero siempre desconectados de una línea, discursiva o táctica, coherente con una dirección política y bajo el velo de "calma y cordura".

Entretanto, la coordinadora de Vente Venezuela se va diluyendo en la opinión pública, un efecto que se transfiere a sus palancas de apoyo opositor más allá de su sector específico. La Plataforma Unitaria Democrática (PUD), coalición que la acompaña públicamente, ha optado por apuntalar el relato de que el viaje de González es "estratégico" para sacar del poder al presidente reelecto, Nicolás Maduro.

Una eventual ruta violenta amparada por Erik Prince, cuyos focos estarían en la iniciativa “Ya Casi Venezuela”, introduce ruido entre la dirigencia opositora y abre todavía más el juego interno de un sector sin firme representación.

Queda claro que la salida de González dejó una estela de contradicciones y movimientos en el tablero que involucran a Primero Justicia, con la renuncia de Henrique Capriles a su directiva, también la de Eudoro González, quien facilitó el embarque del excandidato opositor a Madrid.

Es negativo el balance de fuerzas que este sector acumuló hasta el 28 de julio tras haber optado por una ruta electoral. Hoy, sin una estrategia política clara y con el ruido que introduce una posible aventura mercenaria, que además implica dinero de procedencia difusa, la oposición vuelve a confundir y desorientar a sus militantes, seguidores y bases de apoyo político en la PUD. 

Por debajo, la base opositora pierde el norte político frente a una iniciativa poco clara que ha vuelto a levantar esperanzas en el segmento más radical. Por arriba, los dirigentes de los partidos se ven conminados a tomar posturas definidas sobre el planteamiento de Prince, lo que trae consigo altos costos políticos si la apoyan, la rechazan o si optan por el silencio, lo que no es sostenible en el mediano plazo. 

Entretanto, el presidente Maduro orienta nuevas líneas de gobernabilidad mediante la consolidación de políticas sociales y económicas que han asegurado al país su escenario actual de estabilidad. De esta forma, ha ido profundizando un ciclo ascendente de normalización en los diversos ámbitos de la vida nacional, tras las jornadas de perturbación del 29 y 30 de julio, y primera semana de agosto.

Ante este escenario, para el universo opositor "Ya Casi Venezuela" trae más efectos negativos que positivos. Una nueva complicación sumada al panorama de desorientación que ha dejado la huida de Edmundo González y la inercia de María Corina Machado, obligada a utilizar las redes sociales como su único espacio de acción política, con la fragilidad y el déficit de contundencia que ello conlleva.

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