El presidente Nicolás Maduro ha reiterado sus denuncias sobre la instalación de bases militares estadounidenses en el territorio de la Guayana Esequiba, espacio administrado ilegalmente por el gobierno de Guyana en favor de intereses extranjeros que constituyen una amenaza para la paz en el continente y para la soberanía de Venezuela.
Durante el periodo de campo y maniobras de campaña de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, el primer mandatario nacional afirmó que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está preparada para cualquier escenario ante la existencia de 26 instalaciones militares de Estados Unidos en la región en disputa.
América Latina y el Caribe debe continuar siendo una zona de paz. Los pueblos debemos rechazar la militarización estadounidense de nuestra región. pic.twitter.com/d1TfoWTKaL
— Delcy Rodríguez (@delcyrodriguezv) May 5, 2024
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Bajo la tutela del Comando Sur opera la Oficina de Cooperación en Seguridad de EE.UU. en Guyana, cuya misión es proporcionar entrenamiento militar y respaldo a la Fuerza de Defensa de Guyana. Además, cumple la función de consultor militar para la organización de actividades de colaboración en seguridad.
El mandatario venezolano ha dicho que sus organismos de inteligencia han detectado 12 bases secretas de la CIA y 14 bases del Comando Sur en territorio Esequibo, cuyo fin sería planificar acciones beligerantes contra Venezuela, especialmente agresiones contra la población de Tumeremo, localidad que fue designada como capital provisional de la Guayana Esequiba, y contra la población del sur y del oriente del país.
Maduro también ha acusado a su homólogo guyanés, Mohamed Irfaan Ali, de no gobernar la susodicha zona sino que su verdadero control lo ha entregado al Comando Sur, a la CIA y a la empresa ExxonMobil.
El vicepresidente de Guyana, Bharrat Jagdeo, ha asegurado que Estados Unidos no ha abordado el país para establecer una base militar. Su negación contrasta con la creciente cooperación militar entre ambos países. En febrero, se anunció la futura adquisición de helicópteros, aviones, drones y otros equipos militares estadounidenses.
Un contexto de militarización
Las acusaciones del gobierno venezolano sobre la posible existencia de bases militares secretas de la CIA y del Comando Sur no pueden ser analizadas aisladamente. Se insertan en un complejo tablero geopolítico donde la creciente influencia de China y Rusia en Latinoamérica se encuentra con la histórica hegemonía estadounidense y su renovada estrategia de militarización en la región.
La extensa red de bases militares estadounidenses en Latinoamérica —al menos 80 de sus 800 bases se concentran allí, siendo Centroamérica y el Caribe las de mayor densidad— no es un mero dato estadístico. Representa una estrategia de larga data con el objetivo de proyectar poder y controlar los recursos neurálgicos de la región. En este contexto, la posibilidad de una presencia militar encubierta en el Esequibo se alinea con un patrón histórico de intervención y control territorial.
La creciente preocupación de Estados Unidos por la ascendencia de China y Rusia en la región ha impulsado un enfoque más militarizado y menos diplomático de su política exterior. La designación de funcionarios del Pentágono, del Consejo de Seguridad Nacional y la CIA como embajadores refuerza esta tendencia.
China se ha convertido en un socio comercial clave para varios países latinoamericanos desde el momento en que comenzó a aumentar sus inversiones en infraestructura, energía y otros sectores estratégicos. Rusia también ha fortalecido sus lazos con países de la región, especialmente en ámbitos militares y energéticos. En particular, las alianzas estratégicas de ambos países con Venezuela son vistas con recelo por Washington.
Sabemos que la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur, ha expresado abiertamente esta preocupación y ha dejado claro que el interés principal de su gobierno se centra en los recursos naturales estratégicos de Latinoamérica, incluido el petróleo de la Guayana Esequiba y Venezuela.
Implicaciones regionales
El escenario de tensión que se vislumbra evoca un etapa similar a la vivida en la década pasada, cuando Venezuela denunció la amenaza que implicaba para su seguridad la presencia de bases militares estadounidenses en Colombia.
En ese momento, instalaciones en Larandia, Tres Esquinas, Arauca, Puerto Leguízamo, Leticia y Florencia formaban un arco estratégico con el objetivo de intervenir militarmente en Venezuela y derrocar el gobierno del presidente Hugo Chávez. La recurrente participación que tuvo Bogotá, entonces bajo control uribista, en planes desestabilizadores respalda la amenaza que representa tener a un país subordinado a las directrices estadounidenses en la región.
Este paralelismo destaca la importancia de las denuncias del Estado venezolano como herramienta para preservar su soberanía e integridad territorial. Acción que no solo es crucial para Venezuela, sino para toda la región. La militarización del Esequibo pone en riesgo a Venezuela y también amenaza el proyecto de integración y la construcción de una zona de paz en Latinoamérica y el Caribe.
Es fundamental que exista un apoyo unánime hacia Venezuela en su rechazo a la instalación de bases militares estadounidenses en el Esequibo. La defensa de la paz, la estabilidad y la soberanía debe ser un compromiso compartido por todos los países del continente.