Sáb. 12 Octubre 2024 Actualizado ayer a las 6:35 pm

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Los datos económicos son insumos de la narrativa política en Venezuela, pero ellos chocan entre sí (Foto: Archivo)

La "recesión" y la disputa por el relato económico

Nuevamente, el relato sobre la economía venezolana está en disputa. Sin embargo es valioso aclarar que, si bien la economía resalta como denominador común en la vida social del país y no ha salido de los primeros lugares de interés general en los últimos años, lo que ahora está en debate es la narrativa acerca de su situación desde unas coordenadas muy simples: recesión o recuperación.

Durante año y medio, el chavismo ha logrado ajustar los comentarios en torno a la recuperación económica a hechos fundados en la realidad. Para empezar, desde el último trimestre de 2021 y durante todo 2022, hubo crecimiento pese a la incidencia de la "máxima presión" y a las medidas coercitivas sobre las actividades económicas del Estado, que repercutían en todo el tejido mediante la pérdida de una cuantiosa base de recursos.

A la par que ello ocurría, durante este periplo diversos analistas conspicuos en la materia han preferido mirar hacia otra parte, y han banalizado y cuestionado los avances con el propósito de sostener su opinión de una crisis absoluta.

Si el Producto Interno Bruto (PIB) se recupera, afirman que no es similar al de 2014 —a niveles antes del bloqueo, pero sin aludir a él—. Si la producción petrolera se incrementa, arguyen que no se equipara con 2015 —otra vez sin mencionar el hostigamiento—. Si algunas actividades comerciales se dinamizan, insisten en que los servicios públicos siguen presentando fallas —nuevamente sin considerar la brutal caída del presupuesto público, sí, a causa del bloqueo—.

Lo cierto es que todo el análisis económico en el espectro antichavista ha sido completamente transversalizado por discursos políticos ideologizantes. Pese a algunas apariencias pretendidamente técnicas, es un terreno altamente intervenido por el sesgo absoluto.

El incompleto análisis del OVF

Durante lo que va de 2023 ha habido una alta frecuencia de los términos "desaceleración" y "recesión". Las afirmaciones elaboradas sobre el primero ocurrían en medio de cierto consenso hasta que, a finales de julio pasado, la firma privada Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) divulgó que la economía venezolana cayó 7% en el primer semestre, al compararla con el mismo período de 2022, con lo cual comenzó a tomar cuerpo la "recesión" en el centro de la conversación pública en materia económica.

Inicialmente, al cierre del primer trimestre, la organización advertía una caída de 8,3% entre enero y marzo, frente a este mismo período en 2022. Sin embargo, una reestimación más precisa con información actualizada redujo esa contracción a 7,6%, que se suma a la registrada en el segundo trimestre de 6,3%, lo cual quiere decir que, en promedio, durante los primeros seis meses el retroceso fue de 7%, según el OVF.

Por su estimación, el OVF logró que su conclusión se volviera un titular de alcance internacional.

Adicionalmente la firma hizo muy breves aseveraciones sobre lo que, a su juicio, son las causas de la "recesión":

"Es importante señalar que la debilidad de la demanda agregada de la economía tiene relación con al menos dos elementos importantes. En primer lugar, un nivel significativamente bajo de remuneraciones de los trabajadores, especialmente de los empleados del sector público, incluidos más de cuatro millones de pensionados del Seguro Social que devengan menos de US$ 5 mensuales; y, en segundo lugar, la política de encaje bancario de 75% que inhibe cualquier financiamiento a los sectores económicos que pueden mover la economía a corto plazo".

Este análisis tan incompleto, nuevamente y como es usual en el OVF, no refiere por ninguna parte que históricamente la base de los ingresos públicos y, por ende, de la nómina pública ha sido la renta petrolera, la actividad que más se ha restringido en tiempos de bloqueo. Han debido mencionar que las sanciones sí tienen un impacto en los salarios de la nómina del Estado.

La disputa por el relato es sobre el estado actual de la economía nacional

El OVF tampoco reporta que el Estado venezolano ha sido el principal oferente de divisas en el sistema cambiario, tanto en tiempos de control de cambio como en tiempos de liberación. En la actualidad, el mecanismo monetario se sustenta sobre aportes tanto del Banco Central de Venezuela (BCV) como de factores privados, en un contexto limitado de divisas que sigue siendo restringido —sí, no está demás decirlo— por la sequía a causa del bloqueo.

Frente a un mercado cambiario carente de divisas —si se compara con niveles históricos—, el Estado ha aplicado controles al flujo de la liquidez en bolívares para no acelerar condiciones devaluadoras.

Es decir, el OVF no analiza ni refiere que el actual encaje legal bancario en un nivel alto salvaguarda el valor nominal del bolívar y contiene la devaluación, la cual sí da al traste con todos los indicadores económicos.

Esta plataforma tampoco menciona que en 2022 el sistema de créditos funcionó con 10% de los montos disponibles en divisas en la banca nacional, y que en enero el presidente Nicolás Maduro ordenó triplicar los montos disponibles y llevarlos al 30% de los haberes en divisas para favorecer las líneas de crédito bancario.

Descontando que el OVF no analiza el entorno político, ¿a qué obedecen tan importantes omisiones?

Conviene aquí admitir que él posiciona su narrativa de "recesión", frente a las propias debilidades del BCV para actualizar sus sistemas de indicadores, frente a una actividad económica que también es desordenada para ofrecerlos. El saldo es que no hay información oportuna y oficial sobre el PIB en lo que va de año.

Primer semestre de contradicciones

El caso del OVF es más que curioso porque se trata de una firma con "credibilidad". Su registro sobre inflación en Venezuela tiene un desfase matemático de más o menos 30%, si se compara con las cifras oficiales publicadas por el BCV.

Lo anterior sería una fatalidad para cualquier compañía privada en otro lugar del mundo, por tan descomunal diferencia. Pero en Venezuela se ha intentado imponer un "sentido común" en el análisis económico según el que sea cual sea el indicador de un grupo privado, en teoría, es más riguroso y más "creíble" que los estudios del BCV.

En todo caso, el susodicho observatorio no es la única instancia que analiza la economía en clave pesimista, tal como fue referido hace poco desde Misión Verdad. Asdrúbal Oliveros, de Ecoanalítica, ha referido un "frenazo" económico. Henkel García, a cargo de la firma AlbusData e integrante del "equipo económico" de María Corina Machado, ha indicado "inercia" y "desaceleración" durante todo el año. Y, por su parte, Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, ha llegado a catalogar el cuadro general de "recesión".

Entre estos laboratorios generadores de opinión sobre economía, solo Luis Vicente León ha mencionado el bloqueo al país como una condición objetiva, mientras que los otros casi incursionan en el negacionismo del mismo, o le dan una interpretacion marginal, independientemente de que el propio presidente de Fedecámaras, Adán Celis, haya admitido el daño que ejercen las medidas coercitivas contra el país.

Nos concierne observar un importante desfase entre las firmas de análisis económico con otros indicadores, también privados, así mismo provenientes del espectro político no chavista, y la referencia alude a sujetos del sector privado del país.

En marzo, la banca pública y privada del país registró un enorme crecimiento de 44,9% interanual, de acuerdo con datos de las mismas entidades financieras analizados por GlobalScope. Al cierre de junio, la cartera crediticia aumentó 94,83% interanual, es decir, en comparación con datos de finales de junio del año 2022.

Hace poco la directora ejecutiva de la Cámara Venezolana de Centros Comerciales (Cavececo), Claudia Itriago, informó, en alusión al sector que representa, que ha tenido "una recuperación en ventas de 40% durante este primer semestre del año, en comparación con el primer semestre del año 2022".

Por otra parte Ítalo Atencio, presidente de la Asociación Nacional de Automercados y Autoservicios (ANSA), aseguró que para el segundo semestre de 2023 el consumo del sector debería crecer 6%.

Explicó que entre enero y junio de 2023, en comparación con el mismo período de 2022, hubo un crecimiento de 6% en 113 categorías. Según sus palabras, es evidente que el comportamiento del consumo en automercados no pasó a terreno negativo en ese lapso, tal como han referido varias firmas de análisis económico. Atencio agregó que el ritmo de crecimiento no es igual al del año pasado, pero asegura que la actividad sigue aumentando.

Antes de la salida de su cargo como presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras), Carlos Fernández indicó que la economía venezolana tendría un "tímido" crecimiento de 3 o 4 puntos.

Es evidente el desacoplamiento entre las firmas de análisis económico y las cámaras comerciales e industriales, quienes también tienen su propia base de cálculos y metodologías para hacer estimaciones.

Se trata de seis meses de desempeño de la economía del país, en 2023, cuando las contradicciones de datos han estado a la orden del día.

El chavismo debe revisar sus métodos de difusión y narrativas sobre la economía

La disputa es por la narrativa económica

Nuevamente es necesario recalcar: en cualquier lugar del mundo una firma económica que tenga en sus análisis un desfase enorme con las cifras oficiales perdería credibilidad de manera inmediata. Es lo que debería suceder con el OVF si el BCV señala que la economía pasó estos seis meses en terreno positivo.

Pero si por razones políticas las firmas privadas de análisis económico colocan en duda las cifras del BCV para restarles credibilidad, ¿por qué entonces colocar en desfase a las cámaras del sector privado?

¿Por qué la discrepancia entre estimaciones y relatos pesimistas y las cifras optimistas arrojadas por el sector privado en los últimos seis meses?

Volviendo al principio de la credibilidad, es evidente que si una compañía analista presenta cifras desfasadas de los análisis de las cámaras comerciales e industriales, por tal incoherencia no deberían considerarse fuente confiable. En Venezuela, por el contrario, gozan de primeras planas en medios y una amplísima difusión de alcance internacional.

Si se acude al sentido común, no hay razones para que alguna empresa privada venezolana cuente con la consultoría o análisis de estas "importantes" firmas. Pagarles por su trabajo sería un contrasentido pues una estimación económica sesgada —basada en ideologizaciones— puede acarrear secuelas negativas para inversores y empresas.

Todos estos elementos son nítidos. En realidad, la disputa es por el relato sobre el estado actual de la economía nacional.

En relación con la narrativa de la "recesión", el mismo presidente Nicolás Maduro salió al paso: "Dicen que Venezuela entró otra vez en recesión y lo basan en datos falsos". Seguidamente señaló el Departamento de Estado de utilizar medios y entes para crear "falsas noticias" sobre el crecimiento económico de Venezuela:

"Este año se proyecta mínimo, mínimo, de acuerdo a la Cepal, un 5,5% de crecimiento. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, mínimo 5%, y estoy seguro de que con lo que estoy viendo, lo que estamos viendo, el crecimiento económico superará esas proyecciones", recalcó.

El diálogo público acerca de la economía actual en el país es claramente un campo de fuego cruzado, donde temas como el bloqueo, el estado actual de la economía y el desempeño del gobierno nacional en la materia son claves para proyectar el escenario político que se avecina en 2024, y sus inquietudes sobre economía son afirmaciones bastante simples pero poderosas:

  1. Una gestión económica pragmática, eficaz, sobria y con continuidad de ciertos programas sociales a cargo del chavismo. Una economía que, pese a un difícil bloqueo a cuestas, ha logrado las medidas que la han llevado a terreno positivo y sigue encaminándose a una recuperación.
  2. Una economía mal gestionada, en la que la responsabilidad recae sobre el gobierno venezolano —no sobre el bloqueo—. No hay recuperación. El escenario es pesimista, seguimos en recesión y hay que cambiar el gobierno en 2024 para que todo se enrumbe.

Da lo mismo que justo ahora la producción petrolera se esté recuperando —en 11,6% en lo que va de año— y Venezuela siga abriéndose un lugar en el mercado internacional de manera esquiva al asedio. Da lo mismo si la mayor parte del año ha habido estabilidad cambiaria y si la tasa del BCV es ahora la que tiene gobernanza en el sistema de precios de una economía con abastecimiento de 97%. Nos siguen hablando de un 2023 de "recesión" y debacle.

El espectro antichavista tiene un incomparable poder para construir la opinión pública sobre economía en Venezuela. Pretenden despojar al gobierno venezolano de sus logros, pero además aspiran despojar a la población y a todos los actores económicos —indistintamente de su ideología política— de dos insumos importantes para su propio devenir en el corto plazo: confianza y optimismo.

Por lo anterior, también es evidente que el chavismo debe revisar su sistema de vocería, métodos de difusión y seguidamente construir narrativas más eficientes para defender mejor su propia labor en el difícil terreno de la economía.

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