Desde la cancelación de la Licencia General 41, que favorecía las actividades de la empresa estadounidense Chevron en Venezuela, la mayoría de los análisis económicos ha desembocado en previsiones pesimistas sobre el futuro inmediato de la economía venezolana.
Otras interpretaciones más ponderadas confluyen en una apreciación común: es altamente probable que esta medida ciertamente afecte las actividades económicas del país, pero no necesariamente se reproduzcan al calco las condiciones adversas que se desplegaron en el año 2019, año neurálgico de la "máxima presión".
Pero esta premisa debe ser analizada desde dos dimensiones. La primera de ellas, en referencia a las condiciones objetivas de la economía venezolana actual. Y, en segundo lugar, la capacidad del Estado, específicamente de PDVSA, para asumir las condiciones impuestas por el fin de la Licencia 41.
La economía de 2025
La apreciación de que 2025 no es 2019 yace en elementos simples que están expuestos en la economía venezolana y que no estaban en la mesa hace seis años.
- La existencia de un mercado cambiario consolidado. En los últimos años este hecho ha contribuido a desacelerar la devaluación del bolívar, y así también se ha controlado la inflación. Durante el contexto de 2019 era muy acelerada la depreciación monetaria, con el subsecuente ciclo de mayor hiperinflación desde que existen registros.
- El 2019 la mayoría de las divisas disponibles en el sistema cambiario, venían de la mano del Estado venezolano, sin que hubiera oferentes del sector privado. Esta situación cambió considerablemente desde la consolidación del esquema actual. Hasta octubre pasado el Estado aportaba el 33% de las divisas, mientras que la mayoría restante fue ofrecida por privados.
- Hasta 2019 la economía era regida por un sistema de precios regulados y el contexto era de desabastecimiento, altamente modulado por la disponibilidad de divisas en mengua a causa de las sanciones ilegales. Para 2025 el fin de las regulaciones ha coadyuvado al incremento de la oferta de bienes y servicios apreciándose un abastecimiento nacional pleno.
- Según el Ejecutivo nacional, la producción interna de bienes alimentarios ha despegado considerablemente, lográndose un 97% de abastecimiento y un auge de marcas y productos nacionales, cuya cadena de suministro no es afectada por sanciones primarias (aunque si hay afectaciones por mecanismos de sanciones secundarias). Estas condiciones no existían en 2019, cuando la asfixia al Estado se colateralizó sobre toda la economía.
- El auge de nueva inversión privada en grandes empresas y el surgimiento de las Pymes en comercio y servicios (llamados coloquialmente "emprendimientos", formales e informales) se nutren de capital no asociado directamente a la renta petrolera, lo cual hace a la economía más resiliente a la caída del flujo de divisas a causa del fin de la Licencia General 41.
- El Estado venezolano construyó una nueva base de recaudación tributaria. En 2020 el Estado recaudó el equivalente en dólares de 1.571 millones. Al cierre de 2024 esa cifra alcanzó 12.119 millones. Claramente la base presupuestaria del Estado es menos vulnerable a la caída del ingreso en divisas.
Estas condiciones permiten suponer, superficialmente, que entonces todo podría marchar lo suficientemente bien pese al fin de la Licencia 41. Pero ese sería un falso dilema.
El acuerdo de Chevron con Venezuela que reguló la labor de esta transnacional en el país, implicaba aportaciones de esta al sistema cambiario a fin de cumplir con sus compromisos en moneda nacional. Y he allí una gran vulnerabilidad devenida por el cese de la Licencia.
Según el economista, Leonardo Vera, "Chevron le mete al mercado cambiario 200 millones de dólares mensuales que ya no existirían". Otros análisis refieren que ese monto era de 150 millones.
Por su parte el también economista Luis Oliveros, afirmó que "tendríamos, otra vez, una inflación de más de 100% a finales de 2025, y un tipo de cambio muy lejos de los niveles actuales".
Estas previsiones, sean exageradas o no, parten de la premisa elemental de que, si bien la economía venezolana se ha hecho resiliente, sigue teniendo vulnerabilidades y el nudo crítico de lo macroeconómico está en el vinculo que sigue teniendo el flujo de petrodólares con el sistema cambiario.
¿Qué aguarda a Venezuela desde este punto? ¿Qué estrategia ha planteado el gobierno nacional?
Una nueva contingencia económica
Varias de las valoraciones calamitosas sobre la economía venezolana, podrían confundir a cualquier lector extranjero dando a entender de que Chevron es la cuestión medular de toda nuestra economía. Pero esto no es cierto en lo absoluto.
Chevron significa, actualmente para Venezuela, la colocación de un promedio de 230 mil barriles de petróleo por día (bpd) en Estados Unidos, que son pagados a precio de mercado. Pero este volumen de ventas no implica un ingreso neto a Venezuela. Chevron obtiene beneficios como socio y además retiene una parte de estas ganancias para cobro de deuda de PDVSA.
Estos elementos sugieren que a nivel de flujo de caja, la caída no será dramática desde el retiro de Chevron en abril. De hecho, tal como lo señalara el diputado Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, el retiro de la empresa estadounidense ahora deja a Venezuela exenta de pagar su deuda a la transnacional. Así que, a menos ingresos por captar, menos deuda por pagar.
En este punto aparece el meollo del futuro de la producción petrolera a expensas de la operaria norteamericana. Esta es socia minoritaria de PDVSA en varios campos del país y además ha facilitado diluyente que ha apalancado la recuperación de la producción actual.
Según el presidente Nicolás Maduro, en febrero Venezuela bombeó 1 millon 58 mil bpd. De acuerdo a ese dato, el tamaño de Chevron en la producción petrolera total del país no supera el 25%. ¿Qué pasará entonces con la producción en esos campos y con el flujo de diluyentes para sostener las actividades?
Francisco Monaldi, Profesor de la Universidad de Rice (Estados Unidos), experto petrolero venezolano y usual crítico acérrimo al chavismo, presentó su visión sobre esto y alegó que "la caída de producción por la salida de Chevron del país en principio no sería catastrófica… No tiene que caer drásticamente", comentó.
Monaldi estimó la cifra de caída en unos 100 mil bpd, la mitad de lo que Chevron produce hoy, dijo.
La mayoría de los análisis que coinciden en la caída de la producción, no refieren las posibilidades de que PDVSA pueda asociarse con otros actores, nacionales o extranjeros, para intervenir en los campos que deja la transnacional, así como en otros desarrollos donde se está recuperando la producción.
De esta manera, se abren nuevas posibilidades y escenarios:
- El gobierno nacional, seguramente, direccionará su estrategia para mantener operando los campos con participación de Chevron. Así que se esperarán nuevos acuerdos y nuevas alianzas por parte de PDVSA.
- En la actualidad Venezuela coloca unos 650 mil bpd de crudo en el mercado internacional mediante mecanismos alternos a las licencias. Es decir, PDVSA no ha dejado de evadir el bloqueo, por el contrario, se ha vuelto más diestra en estos métodos de lo que era hace años. El flujo del crudo en ese mercado alternativo tendrá que abordarse de manera oportuna, pues será determinante para mantener los niveles actuales de bombeo.
- Una de las ventajas que dejaba la Licencia General 41 era la venta de crudo a precio de mercado. En cambio, el crudo que sale al mercado de manera alterna a las licencias es ofrecido con descuento entre el 25 y 30%. Venezuela podría mantener esos acuerdos con sus aliados comerciales o incluso cambiar sus términos para obtener mayores ingresos líquidos a cambio de nuevos acuerdos concesionarios.
- PDVSA debe continuar su proceso de adaptación a las condiciones de bloqueo. En consecuencia, el país podría encaminarse a nuevos regímenes concesionarios que permitan facilitar el flujo de las inversiones en las condiciones actuales.
- Los acuerdos comerciales de PDVSA que son alternos a las licencias, incluyen trueques y el suministro de bienes, diluyentes, crudos ligeros o derivados de crudo (como gasolina, nafta y diésel) para la cobertura de las necesidades internas. En este nuevo escenario, PDVSA tendrá que actuar con mucha creatividad para acceder a diluyentes o crudos livianos que le permitan sostener los niveles de producción sobre la cota de 1 millón de bpd.
- El presidente Maduro ha sido enfático en impulsar las capacidades intrínsecas de la industria nacional para sostener y aumentar los niveles de producción. Ha lanzado el Plan de Independencia Productiva Absoluta para abordar esta coyuntura. Hay plena conciencia en el gobierno de la importancia que sigue teniendo la industria petrolera para irradiar sus dinámicas a la economía en su conjunto.
- Por las nuevas condiciones, PDVSA debe asegurarse que los nuevos socios participen haciendo aportes en el sistema cambiario nacional, pues es hoy el nudo central de las dinámicas macroeconómicas con incidencia en la población. Si otras empresas desean cubrir el espacio que deja Chevron, esto no es inherente únicamente a los campos de petróleo. También es necesario sostener el sistema cambiario con una retroalimentación y flujo adecuado de divisas para atenuar las variables de devaluación e inflación que derivan del tipo de cambio.
La cuestión de largo aliento
El futuro de la economía venezolana para los próximos meses yace en dos premisas, muy simples de referir, pero difíciles de desarrollar en los hechos; sostener, y si es posible, aumentar la producción petrolera, y en segundo lugar, retroalimentar el sistema cambiario con aportes privados, incluyendo a las empresas privadas que participen en la actividad petrolera.
Ambos elementos garantizarían la senda de crecimiento económico este año, son inherentes al flujo de recursos del Estado, al comportamiento del intercambio de bienes y servicios (el crecimiento de las actividades no petroleras) y al sostenimiento de la actividad cambiaria y monetaria la cual posee un gran significado para la economía de 2025.
Si bien las medidas a aplicarse deben surgir en el muy corto plazo, debe reconocerse la cuestión económica venezolana, bajo bloqueo, como un asunto de largo plazo.
No hay recetas mágicas, ni licencias por esperar. Las soluciones están en el ámbito de las decisiones, la oportunidad y el desarrollo creativo de las respuestas a esta nueva coyuntura.