Hace pocos días algunos medios de información publicaron la noticia de un supuesto acuerdo entre el gobierno de Nicolás Maduro y el grupo antichavista aparentemente liderado por Juan Guaidó para comprar vacunas a través del mecanismo Covax, entre 1 millón 425 mil 600 y 2 millones 409 mil 600 dosis de la vacuna de realizada por AstraZeneca/Oxford.
Para lograr acceder a este lote, que solo cubriría aproximadamente el 2% de la población venezolana, Venezuela debería pagar 18 millones de dólares al Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), institución reconocida por Covax.
Este mecanismo, conformado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Alianza para las Vacunas (Gavi) y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (Cepi), es una alianza internacional que busca garantizar vacunas de manera equitativa a cada país participante en 2021. Las organizaciones participantes han fungido como grupos de lobby a través de los cuales el Big Pharma otorga un pequeño lote de su producción vacunal a más de 100 países con dificultades financieras.
Se ha criticado que el mecanismo Covax solo tiene relaciones con las farmacéuticas occidentales, atraídas por el mercado que asegura la pandemia en términos de salud e investigación científica. Ello a pesar de que Pfizer/BioNTech apenas garantiza el 2% de su producción al fondo y prevé ingresos por ventas de la vacuna en poco más de 15 mil millones de dólares.
Otras vacunas que han sido aprobadas en la iniciativa son, además de las mencionadas AstraZeneca y Pfizer, las de Novavax, Janssen y Sanofi GSK. La Sputnik V se candidateó recientemente para entrar en el mecanismo, una buena noticia que rompería el monopolio vampiresco de la Big Pharma.
AstraZeneca no
Las múltiples denuncias hechas contra la vacuna y la distribución de AstraZeneca en Europa mantuvieron el foco sobre la farmacéutica, que mantiene un prontuario de irregularidades y fraudes en las últimas dos décadas. Durante unos días se mantuvo suspendida la aplicación de su vacuna en varios países de la Unión Europea (UE) y otras partes del mundo, hasta que las presiones políticas y mediáticas hicieron revertir dicha decisión.
De manera similar hizo el gobierno de Venezuela, que anunció nunca se aprobaría la vacuna de la farmacéutica británica y lo volvió a reiterar la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez. Los riesgos parecen mucho mayores con la aplicación de esa vacuna por sobre las ya aprobadas en la República Bolivariana: la rusa Sputnik V y las cubanas Soberana 02 y Abdala.
Mientras se corría la versión de que había un acuerdo para acceder a los beneficios de Covax, el Gobierno Bolivariano nunca se pronunció respecto al tema. De hecho, la decisión de no optar por el uso de la vacuna de AstraZeneca y la denuncia de que el Estado venezolano ha enviado innumerables comunicaciones a representantes de las entidades financieras donde están bloqueado los activos de la República Bolivariana en el exterior, siendo imposible contar con estos recursos debido a las gestiones que ha hecho el clan Guaidó para el eficaz funcionamiento del bloqueo contra el país.
Dado el contexto en el que vive Venezuela, la lógica más sencilla se antepone: el Estado tiene sus recursos extremadamente limitados producto del bloqueo y el saqueo criminal a sus cuentas en el exterior, propiciado por el antichavismo más beligerante y congraciado con el establishment estadounidense. Es por ello que el país no puede arriesgarse a pagar unas vacunas cuya efectividad y efectos secundarios están en cuestionamiento ante los ojos de la opinión pública y científica mundial.
Lo mejor es buscar otras opciones, como se ha hecho con las instituciones rusas, cubanas e incluso chinas.
La intencionalidad de presionar por el uso de las dosis fabricadas por AstraZeneca por parte del antichavismo tiene el signo de la extorsión humanitaria, un nuevo capítulo del "proyecto Guaidó" que tiene por camino el fracaso político con operación psicológica de por medio.
otra operación de extorsión humanitaria
Días antes del anuncio de la OPS sobre el mecanismo Covax y la cuestionada vacuna de AstraZeneca, Juan Guaidó y su corte de criminales hicieron rodar la noticia del supuesto "acuerdo" para comprar vacunas. Jugaron posición adelantada, tomando en cuenta que el Gobierno Bolivariano ya había decidido no contar con las dosis de la compañía británica.
Desde el principio se trató de una operación mediática más con la finalidad de generar caos informativo y, por ende, perceptivo en torno a la cuestión de las vacunas y la gestión de la crisis sanitaria producto de la pandemia en Venezuela, en el que se cruzan declaraciones y acciones burocráticas, políticas y criminales por parte de los promotores antichavistas del conflicto.
Como operación informativa resulta predecible, y toma de rehén el concepto humanitario para introducirlo en un contexto en el que existe un evidente escándalo internacional por los usos, modos y productos de AstraZeneca. La salud como mercancía toma aquí un perfil de importancia para entender el encubrimiento de esta importante empresa del gran capital farmacéutico global.
De esta manera, se está usando al mecanismo Covax como un nuevo instrumento de confusión para agredir a Venezuela. El uso en redes sociales del hashtag #DejenEntrarLasVacunas es la expresión táctica de esta operación psicológica, que aúna el discurso de criminalización contra el objetivo ("la elite chavista ya se vacunó") y la imposición de una versión narrativa falaz en su denominación de origen ("el régimen no quiere que te vacunes").
Para las pantallas internacionales se entiende que el gobierno de Maduro no aprueba el uso del producto de AstraZeneca por indolencia y "control social" desde una posición dictatorial, cuando la decisión obedece a razones empíricamente científicas. No se trata de una postura victimista. No existe una razón ética o moral, mucho menos relacionado con el momento pandémico actual, por el cual se le puede imponer al país por la vía de la presión mediática una vacuna que está siendo cuestionada por muchos otros Estados en el mundo.
Venezuela cuenta con uno de los mejores registros de atención y contención del coronavirus. Lo ha hecho creando un sistema de registro propio a gran escala y atención casa por casa de cada presunto contagiado, que incluye movilización popular, métodos multidimensionales para el combate contra el covid e innovación científica. Es un sistema eficaz que se está poniendo a prueba de nuevo con la variante brasileña de protagonista en esta segunda ola pandémica en el país.
Dadas las evidencias registradas en su gestión de la pandemia, Venezuela está en capacidad de evaluar y decidir cuál es la mejor estrategia de vacunación. Es una cuestión de soberanía y firmeza política, decisión tomada por rigores empíricos y científicos. Sobre todo si se relaciona con una compañía cuyo prontuario es tan oscuro como AstraZeneca.