Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Firma de licencia entre Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) y las empresas National Gas Company de Trinidad y Tobago (NGC) y Shell (Foto: @delcyrodriguezv / X)

Campo Dragón: la industria gasífera de Venezuela toma vuelo

El pasado 21 de diciembre de 2023, el Ministerio del Poder Popular de Petróleo de Venezuela otorgó la licencia de Exploración y Producción de Campo Dragón para la NGC Exploration & Production Ltd (NGC) y Shell. En el acto que celebraba la concesión venezolana para el desarrollo compartido de esa cantera gasífera, la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez destacó que:

"Este gran proyecto marca un momento histórico para Venezuela ya que por primera vez se va a producir y exportar gas; y también significa un ejemplo de lo que deben ser las relaciones de cooperación y amistad entre nuestros países".

Este hecho ocurre luego de la emisión de la licencia no publicada en enero de 2023 por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), y que con las limitaciones establecidas en esa exención condujo a un periodo de casi un año de múltiples negociaciones entre las autoridades venezolanas y trinitenses para definir las modalidades del desarrollo de ese gran proyecto gasífero en aguas territoriales venezolanas en la costa del estado Sucre.

En aquel entonces aun no se hacían públicas las especificaciones operativas que enmarcaban esa autorización, pero desde Misión Verdad se infirió que la intención, más allá de las necesidades energéticas de Trinidad y Tobago, se trataba también de que implícitamente se encontraban involucrados los intereses de una empresa transnacional que conoce muy bien las potencialidades gasíferas de Venezuela, a saber: Shell. Además, que ya se había emitido la flamante Licencia 41 que relaciona operativamente a Chevron en territorio venezolano.

Durante el año 2023 el ministro de Energía trinitense, Stuart Young, viajó recurrentemente a Caracas para sostener encuentros con el presidente Nicolás Maduro y la vicepresidenta Delcy Rodríguez a los fines de determinar las condiciones que se acordarían bajo el nefasto paraguas de la mencionada licencia. Incluso los obstáculos se dejaron ver en junio del año pasado cuando el primer ministro trinitense, Keith Rowley, declaró que el progreso ha sido lento porque faltan otras definiciones, entre ellas que Estados Unidos debe permitir que se moneticen los recursos.

Nuevamente, esto se reportó desde esta tribuna y se concluyó que, en principio, la autorización traía consigo alguna cláusula que podía restringir al Estado venezolano a recibir los pagos por el desarrollo de su yacimiento gasífero.

Así continuó la hoja de ruta bilateral para avanzar en este proyecto. No obstante, el gobierno trinitense sostuvo encuentros con autoridades gubernamentales estadounidenses. Para mayo, el ministro Young viajó a Estados Unidos para reunirse con el asesor especial de la Casa Blanca, Juan González, también con el coordinador especial de seguridad energética, Amos Hochstein, y el congresista Gregory Meeks. Y sumado a esta dinámica, el subsecretario de Estado para Recursos Energéticos de Estados Unidos, Geoffrey Pyatt, viajó a Puerto España, quien aunque no dio detalles de su agenda dejó entrever que sus conversaciones estuvieron relacionadas con Venezuela.

Más adelante se vislumbró la triangulación gasífera en la que estaba presente Shell junto a las empresas petroleras nacionales de Venezuela y Trinidad y Tobago. El 20 septiembre de 2023 se suscribió el Acuerdo Interinstitucional para el Impulso de Proyectos Conjuntos en el Sector de Hidrocarburos Gaseosos entre Venezuela y Trinidad y Tobago.

En esa ocasión, el presidente Maduro dio a conocer que el siguiente paso era concretar el acuerdo y poner en marcha la explotación de gas conjunta en el campo Loran-Manatee. Sin embargo, en la referida ceremonia de suscripción, la línea geopolítica del gobierno venezolano que sobresalió fue:

  1. "Las grandes transnacionales exploran y buscan campos compartidos para enemistar a los países, pero Venezuela y Trinidad y Tobago desarrollan los campos gasíferos en paz", enfatizó el presidente Maduro.
  2. "Este acuerdo representa el impacto en las buenas relaciones de vecindad y de hermandad que se han tejido entre nuestros países, en el marco de la legalidad y el derecho internacional".

Para otros detalles sobre ese convenio, también se publicó:

Casi diez meses después, la OFAC finalmente modificó la susodicha licencia y esto permitió que Shell y la NGC puedan comprar gas venezolano producido en Campo Dragón. Lo que realmente era la gran piedra de tranca de la licencia original.

Frente a eso, el ministro Young especificó que "esta licencia modificada, extendida hasta el 25 de octubre de 2025, permitirá al gobierno de Trinidad y Tobago pagar el gas natural exportado desde el Campo Dragón en Venezuela en cualquier moneda, incluidos dólares estadounidenses, o en ayuda humanitaria, y Shell operará el Campo Dragón para llevar el gas a la plataforma Hibiscus para su posterior transmisión a las plantas en Trinidad".

Así que, una vez suscrito el acuerdo entre Estados y modificada la licencia, en adelante se avanzó en que el gobierno venezolano otorgara la licencia a la nación antillana para desarrollar y producir gas venezolano con vistas a la exportación.

Ese precisamente era el broche de oro para un proyecto que inició en 2008 y que se ralentizó con el sistema de sanciones estadounidenses contra Venezuela, cuestión confirmada en innumerables ocasiones por el premier trinitense, Keith Rowley, quien ha resaltado que en los últimos cinco años tanto él como el ministro Young hicieron visitas a Washington con total persistencia para convencer a los responsables políticos de que emitieran la licencia a Campo Dragón.

En relación con ello, Rowley comentó por redes sociales que debía agradecer estos avances a la congresista estadounidense Maxine Walters por abrir muchas puertas en Washington para que Trinidad y Tobago defendiera su caso a favor de Campo Dragón.

Por las sensibles circunstancias que generan las sanciones, los detalles de la licencia y acuerdos no han sido precisados públicamente, debido a que se trata de asuntos de seguridad nacional para ambos países. Pero se estima que Dragón puede producir 150 millones de pies cúbicos por día en el primer año, con planes de aumentar a 300 millones de pies cúbicos más adelante.

Sin duda alguna el proyecto, con sus vastos reservorios venezolanos, se sitúa como uno de los más destacados nodos gasíferos de la región, el cual reforzará la seguridad energética y, por supuesto, fungirá como brazo de recuperación y crecimiento de la industria gasífera de Venezuela. Campo Dragón abrió, asimismo, las perspectivas para el desarrollo futuro de otras reservas de gas transfronterizas, bajo el esquema de cooperación de campos compartidos.

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