Sáb. 20 Abril 2024 Actualizado ayer a las 8:53 pm

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El ministro de Energía e Industrias Energéticas y ministro de la Oficina del Primer Ministro de Trinidad y Tobago, Stuart Richard Young, junto a la vicepresidente ejecutiva venezolana, doctora Delcy Rodríguez (Foto: Vicepresidencia de Venezuela)
Un análisis sobre la licencia emitida por la OFAC

La ruta del gas venezolano y su relación con Trinidad y Tobago (y el Caribe)

El pasado 24 de enero, la agencia de noticias estadounidense Reuters publicó una exclusiva sobre la emisión de una licencia del Departamento del Tesoro estadounidense a Trinidad y Tobago para desarrollar un campo de gas ubicado en aguas territoriales venezolanas en la costa del estado Sucre, cuya frontera marítima bordea, precisamente, a dicha nación isleña.

El primer ministro trinitense, Keith Rowley, confirmó esa información por medio de su declaración sobre esta nueva licencia, que hasta la fecha no ha sido publicada por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), aunque la Casa Blanca informó, sin mayores detalles, que la vicepresidenta Kamala Harris le transmitió a Rowley que "el Departamento del Tesoro tomaría medidas para ayudar a satisfacer las necesidades energéticas a largo plazo de la región".

Sobre esto, el mandatario caribeño señaló en su declaración algunos elementos políticos que contextualizaron el argumento técnico de la propia licencia, incluyendo las razones sobre la lentitud del desarrollo de la industria gasífera de su país, que en general se debió a las "sanciones" estadounidenses impuestas contra Venezuela en 2019.

En este sentido, la exposición de Rowley se trazó bajo estas claves:

  • Al principio resaltó que las medidas coercitivas estadounidenses contra Venezuela han tenido un efecto negativo en el crecimiento del comercio y la cooperación en la subregión en lo que respecta a la relación bilateral entre la república sudamericana y Trinidad y Tobago, con ciertas repercusiones en otros países del Caribe.
  • La posición de Trinidad y Tobago sobre el “interinato” de Juan Guaidó se basó y fundamentó en la Carta de las Naciones Unidas. Desde que se activó ese proyecto de factoría estadounidense en contra del Estado venezolano, el gobierno de Rowley ha mantenido su reconocimiento al presidente Nicolás Maduro.
  • Rowley comentó que la vicepresidenta estadounidense Harris escuchó con atención las súplicas del gobierno trinitense, y agregó las iniciativas de trabajo conjunto con la Casa Blanca para que "la seguridad energética de la región y de Europa sea una posibilidad una vez que Trinidad y Tobago tenga acceso al gas venezolano". Rowley destacó esto porque en 2022 se estableció el Comité de Acción de Seguridad Energética de Estados Unidos y El Caribe, cuya presidencia y copresidencia la llevan Harris y Rowley, respectivamente.
  • Asimismo, Rowley explicó que su gobierno solicitó a la OFAC, a mediados de 2022, la concesión de una exención de las medidas "sancionatorias" para continuar con el desarrollo del yacimiento de gas en Venezuela, conocido como "Dragón", que se encuentra a solo unos 17 kilómetros a través de la frontera de nuestra plataforma activa "Hibiscus".
  • El gobierno de Estados Unidos respondió aprobando la explotación del yacimiento "Dragón" por parte de Trinidad y Tobago mediante una exención de la OFAC, con condiciones específicas aún por concretar.
  • Esto significa que las restricciones impuestas al desarrollo del yacimiento de gas de "Dragón" ya no existe. Rowley espera que el gas natural de Venezuela fluya desde estas reservas probadas hacia Trinidad y Tobago y, posteriormente, llegue a los mercados caribeño, europeo y de otros países, lo que aportaría grandes beneficios a la población venezolana y una mayor seguridad energética a la región del Caribe.

La pregunta que sigue sería: ¿por qué la administración de Joe Biden autoriza a Trinidad y Tobago a explotar gas en un yacimiento compartido con Venezuela? Ello tomando en cuenta que, en diciembre pasado, autorizó a Chevron a operar en Venezuela y que, en líneas generales, la intención se basa en comercializar petróleo solamente con Estados Unidos. Es decir, el Departamento del Tesoro no emite licencias sin contemplar algún interés, sobre todo corporativo, en estas dinámicas.

La participación de la empresa petrolera Shell en la explotación de gas en el yacimiento "Dragón" es la respuesta a esto. Aún no se hacen públicas las especificaciones operativas de la triangulación entre Shell, PDVSA y la estatal trinitense, no obstante se conoce que la plataforma "Hibiscus", que señala Rowley en el comunicado, es operada desde hace años por Shell en el área marina de la costa norte para suministrar gas a la red de Trinidad y Tobago. Incluso esto se había planteado en el pasado: Venezuela vendería el gas a Shell, la cual lo procesaría y luego vendería al país isleño. Pero las sanciones cambiarían este método, ya que posiblemente se llevaría a cabo por medio de empresas mixtas con un esquema similar al que se planteó con Chevron meses atrás.

De esta manera, Shell juega un rol clave en la ecuación de empresas estadounidenses de vuelta al ruedo petrolero compartido con Venezuela.

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Ubicación de las plataformas "Dragón" e "Hibiscus" (Foto: PDVSA)

Proyecto Mariscal Sucre: campo de gas "Dragón"

La cantera gasífera "Dragón" tiene su episodio en la reciente historia petrolera venezolana, y es uno de los cuatro campos de gas perteneciente al Proyecto Mariscal Sucre (PMS), situados a pocos kilómetros costa afuera de la península de Paria. Los otros tres se llaman "Río Caribe", "Patao" y "Mejillones".

Cabe destacar que el PMS se desarrolla desde 2004, cuando reemplazó al proyecto Cristóbal Colón que se desplegó en la década de 1990 con el financiamiento de Shell, Exxon y Mitsubishi, y la comercialización estaba dirigida a los mercados de Estados Unidos y Europa, sin darle prioridad al mercado interno venezolano, mucho menos al del Caribe.

Luego, el fundamento primordial del nuevo PMS se centra en la Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos de 1999, la cual establece que cualquier desarrollo gasífero debe estar orientado primeramente a atender el mercado interno venezolano. Además, este proyecto se orienta hacia operar en conjunto con Trinidad y Tobago, tanto por la frontera marítima compartida como por su desarrollo gasífero, pues en esa nación insular se alberga una de las instalaciones de procesamiento de gas natural más grande del Hemisferio Occidental.

En 2008, se perforó el campo "Dragón" y el avance en la cooperación energética entre Venezuela y Trinidad y Tobago empezó a fortalecerse con la llegada en 2015 del geoquímico y primer ministro Rowley, ya que en 2018 firmó un acuerdo histórico con el presidente Nicolás Maduro para la importación de gas metano del campo "Dragón". Ese desarrollo se ha ralentizado por las medidas coercitivas unilaterales al sector petrolero venezolano. "Habíamos invertido un tiempo considerable, esfuerzo y energía en la negociación de una hoja de términos comerciales en 2018. El desarrollo fue pausado debido a las sanciones en 2019", enfatizó Rowley hace días refiriéndose al recrudecimiento de las agresiones financieras de Estados Unidos contra la industria petrolera venezolana.

En ese entonces, se evaluaba que el campo "Dragón" pudiera producir un estimado de 150 millones de pies cúbicos por día en el primer año, con planes de aumentar a 300 millones de pies cúbicos más adelante. Según fuentes en PDVSA, "Dragón" contiene aproximadamente 2,4 billones de pies cúbicos de gas natural, lo cual lo posiciona como una de las reservas más grandes de la región y, de igual manera, lo mantiene en grande expectativa como campo de producción gasífera.

Esta semana, Rowley se presentó ante el congreso de su país y explicó que su gobierno ya se había puesto en contacto con Venezuela para desarrollar conjuntamente este gran campo gasífero. Asimismo informó que se establecieron las primeras reuniones para comenzar las negociaciones.

En el marco de esto resultaba evidente que, tras el anuncio de esta licencia, se lograse concretar reuniones de alto nivel por parte de la administración Rowley con sus homólogos venezolanos para retomar esta importante hoja de ruta. La visita a Caracas del ministro de Energía Stuart R. Young para reunirse con la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez es una gestión clave para consolidar la relación bilateral entre ambos países y aprovechar la oportunidad de planificar el proyecto energético en cuestión.

Por otro lado, Rowley manifestó en su reciente declaración los esfuerzos del gobierno trinitense para sostener encuentros privados con distintos funcionarios del gobierno estadounidense y pujar por la licencia, entre las cuales arguyó dos razones que destacan:

  1. El papel que desempaña Trinidad y Tobago, junto con la Comunidad del Caribe (Caricom), en la seguridad energética regional e incluso mundial.
  2. Trinidad y Tobago es la única jurisdicción del mundo con capacidad disponible inmediata y cercana para la producción de gas natural licuado (GNL), amoniaco, úrea y metanol, en aras de lo que únicamente se necesita acceder a esas grandes reservas mediante la frontera con Venezuela.

Estos argumentos los expuso en el contexto de la crisis sistémica actual, en el seno del que se han moldeado y configurado nuevas rutas comerciales que buscan principalmente eludir las llamadas sanciones. Para Washington resulta de interés estratégico la proximidad de Trinidad y Tobago con Venezuela y, por supuesto, los recursos energéticos que orbitan entre nuestros países.

Además, desde una visión ventajosa para la administración Biden, Trinidad y Tobago pudiera fungir de puente o tubo de escape para abastecer el mercado del gas que tanto se necesita y que posee la Venezuela bloqueada. Si bien las principales exportaciones de Trinidad y Tobago a Estados Unidos consisten en GNL y derivados en petróleo, las grandes reservas de esos recursos energéticos son venezolanas.

En resumen, Trinidad y Tobago necesita el gas para abastecer sus industrias, mientras que Venezuela precisa ingresos por exportaciones y, con "sanciones" a cuestas, el gas venezolano sería procesado en el país insular. A la vez, estaría entonces disponible para los mercados de la región, con la reventa como mecanismo seguro en este circuito de agresiones financieras.

También, Estados Unidos ha soltado esta cuerda porque, primero, Shell está en el medio y, segundo, necesita calmar las demandas de los gobiernos del Caribe en medio de las necesidades que enfrentan, con los altos precios en el combustible y energía.

Sumado a esto, la presencia de China y Rusia en la región es un factor importante en la pugna con Washington en la arena geopolítica. A mediados de enero, por ejemplo, en Puerto España se llevó a cabo el segundo Foro de Cooperación en Inversiones China-Trinidad y Tobago, donde el embajador chino para ese país comentó que "las dos naciones ahora participan en un comercio anual por valor de mil millones de dólares". Son declaraciones que alarman a la administración Biden, algo que ha dicho la jefa del Comando Sur, generala Laura Richardson, hace pocas semanas en una charla con el Atlantic Council.

Esta radiografía muestra que la articulación de Venezuela con las naciones del Caribe es fundamental. Más aún, con la presidencia pro témpore de San Vicente y Las Granadinas en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), una oportunidad para la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) de unir fuerzas entre los países que la componen para buscar maneras de sortear los mecanismos de la política imperial estadounidense y contener los impactos de la crisis global que galopa actualmente.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<