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La resistencia palestina tiene el derecho a la lucha armada tanto como las estrategias de lucha civil (Foto: Getty Images)

El inalienable derecho a resistir de los palestinos

A raíz del despliegue de la Operación "Diluvio de Al-Aqsa", comandada por el movimiento Hamás, republicamos esta traducción de un artículo escrito por el autor Louis Allday el 29 de junio de 2021, quien presenta el caso a favor de los grupos palestinos de resistencia y su "inalienable derecho" a luchar en defensa propia y por su liberación ante la guerra impuesta por Israel durante más de 100 años, desde que el Mandato Británico diera con la Declaración Balfour, en pro de la agenda sionista para la ocupación y posterior apartheid en Palestina. Como tribuna, nos parece importante volver a este texto que presenta una posición propicia a los fines de amparar el derecho a existir del pueblo palestino.


Recordamos todas las miserias, todas las injusticias, nuestra gente y las condiciones en las que vivía, la frialdad con la que la opinión mundial ve nuestra causa, y entonces llegamos a sentir que no íbamos a permitir que nos destruyeran. Defenderemos nuestra revolución y a nosotros mismos de todas las formas y a través de todos los medios.

George Habash (1926-2008)

Un luchador por la libertad aprende por las malas que es el opresor el que define la naturaleza de la lucha, y que con frecuencia a los oprimidos no les queda más recurso que usar los métodos que reflejan aquellos del opresor.

Nelson Mandela (1918-2013)

En diciembre de 1982, tras la devastadora invasión israelí al Líbano seis meses antes, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la resolución A/RES/37/47 sobre la "importancia de la realización universal del derecho de los pueblos a la auto-determinación". Respaldaba, sin reservas, "el derecho inalienable" del pueblo palestino a la "auto-determinación, la independencia nacional, la integridad territorial, la soberanía y la unidad nacional sin interferencia extranjera", y reafirmaba la legitimidad de su lucha por esos derechos "por todos los medios necesarios, incluyendo la lucha armada". También condenaba de forma poderosa las "actividades expansionistas [de Israel] en el Medio Oriente" y el "bombardeo continuo contra civiles palestinos", ambos "constituyendo un obstáculo serio para la materialización de la auto-determinación e independencia del pueblo palestino".

En las cuatro décadas a partir de ese momento, la violencia israelí contra el pueblo palestino y la colonización de su tierra no ha cesado. Hasta el día de hoy, en toda la Palestina histórica, desde la Franja de Gaza hasta Sheikh Jarrah, los palestinos todavía viven bajo la misma ocupación, sometidos al control sofocante de virtualmente todos los aspectos de su vida, y la violencia sádica e impune del estado sionista.

Además de este respaldo de la ONU, el derecho de los palestinos a resistir la ocupación también está garantizado por la legislación internacional. La Cuarta Convención de Ginebra exige que un poder ocupante proteja el "status quo, los derechos humanos y las expectativas para la auto-determinación" de las poblaciones ocupadas, y como Richard Falk -experto en legislación internacional que luego pasó a ser designado como el Relator Especial de Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados de la ONU- explicó, el rechazo "pronunciado, descarado y manifiesto" de Israel a siquiera aceptar el marco de obligaciones legales constituye una negación fundamental del derecho de los palestinos a la auto-determinación y engendra el derecho a la resistencia legalmente protegido.

La ocupación israelí de territorio palestino y su flagrante indiferencia de la legislación internacional a través de la construcción de asentamientos ilegales, y otras violaciones diarias, ha continuado sin tregua desde la evaluación realizada por Falk durante la Intifada de al-Aqsa. De hecho, la ocupación se ha profundizado desde entonces con la colaboración de la Autoridad Nacional Palestina.

Además, más allá de lo que obliga la legislación internacional, los palestinos poseen el derecho moral y fundamental para resistir contra la opresión y la colonización en curso mediante la resistencia armada, y este derecho debe ser reconocido y apoyado. El sufrimiento multi-generacional de los palestinos, tal vez más que nadie que el de aquellos que viven en la asediada y bombardeada Franja de Gaza, es implacablemente cruel y tiene una causa central: Israel y el racismo, el expansionismo y la beligerancia perpetua que es inherente a su ideología de estado, el sionismo.

Aún más, contrario a la narrativa de los medios occidentales que, sin falla, retrata a Israel como quien actúa "en respuesta a", son las acciones de los palestinos las que son fundamentalmente reactivas por naturaleza, porque la violencia que les infringe Israel es tanto perpetua como estructural, y por lo tanto precede de forma automática cualquier tipo de resistencia. "Con el establecimiento de una relación de opresión, ya la violencia comienza", dijo Paulo Freire, "nunca en la historia, la violencia ha sido iniciada por los oprimidos". En Palestina, como hace poco escribió Alí Abunimah, "la causa raigal de toda la violencia política es la colonización sionista".

Ya que está claro que el derecho legal y moral de los palestinos de ejercer la resistencia armada, el reconocimiento de esta posición no debería ser objeto de controversias y más bien un lugar común entre quienes apoyan su causa. Aún así, en Occidente, tal posición rara vez es expresada, incluso por aquellos que proclaman su solidaridad con Palestina. Al contrario, las acciones de la resistencia armada, como el lanzamiento de misiles desde Gaza, son condenados por estos aparentes simpatizantes como parte del problema, descartados de forma condescendiente como "fútiles" y "contraproducentes" o incluso etiquetadas de "crímenes de guerra" y "atrocidades impensables", presuntamente comparables a los rutinarios castigos colectivos, las torturas, encarcelamientos, bombardeos y asesinatos de palestinos por parte de Israel. Esta forma de solidaridad, ha alegado Bikrum Gill esencialmente “está sustentado sobre la premisa de re-inscribir a los palestinos como seres inherentemente no-soberanos que sólo pueden ser reconocidos como objetos dependientes y sin poder sobre los que actúan la violencia colonial israelí o los protectores imperiales blancos".

Condenar actos de resistencia armada que los palestinos decidieron llevar a cabo -siempre bajo gran riesgo por sus vidas- sentados desde la comodidad y la seguridad de Occidente es una posición profundamente chovinista. Debe manifestarse con absoluta claridad: no es el lugar de aquellos que deciden situarse en solidaridad con los palestinos desde la distancia el luego intentar y dictarles cómo deben librar la lucha anticolonial que, como creía Frantz Fanon, es necesario que preserven su dignidad y humanidad, y en última instancia alcanzar su liberación. Quienes no están bajo la brutal ocupación militar o refugiados de la limpieza étnica, no tienen cómo juzgar el modo con el que sí lo están y decidieron enfrentar a sus colonizadores. De hecho, en última instancia no tiene sentido expresar su solidaridad con la causa palestina si ese apoyo se disipa en el momento en el que los palestinos resisten su opresión con algo más que piedras y que ya no pueden ser retratados como valientes y fotogénicos, pero en última instancia víctimas sin poder.

"¿Es que el mundo espera nosotros nos ofrendemos como sacrificios educados, voluntarios y con buenos modales que son asesinados sin levantar una sola objeción en contra?", preguntó retóricamente Yahya al-Sinwar, el líder de Hamas en Gaza. "Esto no es posible. No. Hemos decidido defender a nuestro pueblo con cualquier fuerza que tengamos a la mano".

Este fenómeno habla de lo que Jones Manoel acuña "el fetiche de la derrota" de la izquierda occidental que la predispone a situaciones de "opresión, sufrimiento y martirio" en oposición a actos exitosos de resistencia y revolución. Continúa Manoel:

La gente cae en éxtasis viendo a aquellas imágenes -que no creo que sean tan fantásticas- de un niño palestino o un adolescente usando una onda para lanzarle una piedra a un tanque. Miren, este es un claro ejemplo de heroísmo pero también es un símbolo de barbarie. Este es un pueblo que no tiene la capacidad de defenderse a sí mismo al enfrentar un poder colonial imperialista que está armado hasta los dientes. Ellos no tienen una capacidad de resistencia similar, pero este punto está romantizado.

Como resultado, grandes sectores de la izquierda occidental expresan su solidaridad con la causa palestina de forma generalizada y abstracta, sobrevalorando la importancia de su propio papel, y simultáneamente rechazando a esos mismos grupos que actualmente combaten -y mueren- por eso. Con demasiada frecuencia, aquellos que se niegan a rendirse y que incondicionalmente resisten con un costo enorme, son condenados por personas que, en el mismo aliento, declaran solidaridad con la causa. De forma similar, es común que estas mismas personas o bien ignoren o demonicen a aquellas fuerzas externas que materialmente ayudan a la resistencia palestina más que cualquiera, notablemente Irán. Si esta asistencia es reconocida, lo que es raro, los grupos palestinos que la aceptaron son típicamente infantilizados como "títeres" o "peones" por permitir ser utilizados cínicamente por los actos convenientes para otros, un sentimiento que se contradice de forma directa con las declaraciones de los propios líderes palestinos.

Una crítica específica a Hamas que suele emplearse con frecuencia en este contexto es el de la naturaleza "indiscriminada" de sus lanzamientos de misiles desde Gaza, acciones que tanto Human Rights Watch como Amnistía Internacional etiquetan con regularidad de "crímenes de guerra". Como observaron Perugini y Gordon, la falsa equivalencia de esta designación yace en que "esencialmente dice que usando misiles caseros -no hay mucho más disponible para la gente que vive bajo asedio permanente- es un crimen de guerra. En otras palabras, se criminaliza a los grupos armados palestinos por su inferioridad tecnológica".

Tras la última ronda de combate en mayo de 2021, al-Sinwar manifestó claramente que, a diferencia de Israel, "que posee un arsenal completo de armamento, equipo de punta y aeronaves" y "bombardea a nuestras mujeres y niños a propósito", si Hamas tuviera "las capacidades para lanzar misiles de precisión que apuntasen a objetivos militares, nosotros no estaríamos usando los cohetes que usamos. Estamos forzados a defender a nuestra gente con lo que tenemos: y esto es lo que tenemos".

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Extracto de un diseño de Ismail Shammout (Foto: EBB Magazine)

Este fracaso de apoyar la lucha armada legítima es parte de un problema más amplio con el marco empleado por varios partidarios de la causa palestina en Occidente, que oscurece la naturaleza fundamental y cómo debe resolverse. Palestina no es simplemente un asunto de derechos humanos, o incluso una cuestión de apartheid, sino más bien una lucha anti-colonial por la liberación nacional que está siendo librada por una resistencia nativa contra las fuerzas de una colonia con ocupantes apoyados por el imperio. La descolonización es una palabra que en Occidente ahora se usa con frecuencia en un sentido abstracto o en relación al currículo académico, instituciones y arte público, pero rara vez en conexión con lo que en realidad es lo más importante: la tierra. Y este es el mero punto crucial del asunto: la tierra de Palestina debe ser descolonizada, los colonizadores sionistas depuestos, sus barreras y sus estructuras racistas -físicas y políticas- desmanteladas, y concedido el derecho al retorno a todos los refugiados palestinos.

Debe señalarse que al enfatizar la importancia de apoyar el derecho de los palestinos de llevar a cabo la lucha armada en busca de su libertad no significa que sus partidarios en Occidente deberían hacer un llamado alocado a la violencia o a fetichizar y celebrarla de forma innecesaria. Tampoco quiere decir que esfuerzos no-violentos como el Movimiento para el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS, como se le conoce por sus siglas en inglés) no sean importantes o irrelevantes. Más bien, el BDS debería considerarse como parte esencial de un espectro amplio de actividades de resistencia, en la que la lucha armada es un componente integral. Samah Idriss, miembro fundador de la Campaña para Boicotear el Apoyo de Israel en el Líbano, ha manifestado que "ambas formas de resistencia, civil y armada, son complementarias y no deben verse como mutuamente excluyentes". O, como ha señalado Khaled Barakat: "Israel y sus aliados nunca han aceptado ninguna forma de resistencia palestina, y las campañas de boicot y organización popular no son alternativas a la resistencia armada sino tácticas de lucha interdependientes".

En este contexto, es relevante el análisis de Nelson Mandela cuando escribió que "la resistencia pasiva no-violenta es efectiva siempre y cuando tu oposición se adhiere a las mismas reglas que tú, pero si la protesta pacífica se encuentra con la violencia, su eficacia encuentra su final". Para Mandela, la "no-violencia no era un principio moral sino una estrategia", ya que "no existe ninguna bondad moral en el uso de un arma que no es efectiva". Aclarando la lógica detrás de la decisión del Congreso Nacional Africano de adoptar la resistencia armada, Mandela explicaba que no quedaba ningún otro rumbo disponible: "una y otra vez empleamos las armas no-violentas de nuestro arsenal -discursos, delegaciones, amenazas, marchas, huelgas, huelgas de brazos caídos, encarcelamientos voluntarios- sin ningún resultado, puesto que todo lo que hacíamos era recibido por una mano de hierro".

Esta posición se refleja en las palabras de al-Sinwar, quien haciendo referencia a la protesta de la Gran Marcha del Retorno en 2018-2019, durante la cual francotiradores israelíes mataron a cientos de manifestantes gazatíes e hirieron gravemente a miles más, dijo: "Intentamos la resistencia pacífica y la resistencia popular", pero en vez de actuar para detener las masacres de Israel, "el mundo no hizo nada y vio cómo la máquina de guerra de la ocupación mataba a nuestros jóvenes".

La referencia que hace Mandela a la eficacia es crucial. A pesar de que tantos simpatizantes occidentales parecen pretender insinuarlo, y aunque tenga un costo alto, la resistencia armada palestina en Gaza no es "fútil" y ha crecido notablemente en su efectividad y capacidad disuasiva. Esto ya era evidente luego del fracaso de Israel al no ganar la guerra en Gaza de 2014 y ha sido subrayado en los éxitos recientes de la resistencia en mayo de 2021, durante el cual lanzó un número sin precedentes de misiles que ahora pueden alcanzar a profundidad en el interior de la Palestina histórica. A pesar del devastador bombardeo aéreo de Gaza, Israel no fue capaz de frenar el lanzamiento de estos misiles y, luego de las pérdidas que experimentó en 2014, ahora tiene demasiado miedo de lanzar otra invasión terrestre a la franja: de forma notable porque la resistencia ahora está equipada con grandes números de misiles Kornet previamente empleados con semejante efecto letal contra los tanques israelíes en el sur de Líbano.

El cese al fuego que fue declarado el 21 de mayo fue ampliamente visto en Israel como una derrota, y fue celebrado por los palestinos en toda la Palestina histórica como una victoria. Ha cambiado el equilibrio militar, y aunque Israel todavía es enormemente más poderoso basados en cualquier medida convencional, la resistencia se encuentra ahora en una posición más fuerte que en la que estuvo años atrás. La ha construido sobre la base de los éxitos de Hezbolá contra Israel en 2000 y 2006 y con el apoyo, entrenamiento y ayuda del grupo libanés y otros dentro del Eje de la Resistencia, ha llevado sus capacidades a otro nivel. Este cambio se refleja en el hecho de que desde 2014, las ventas de armamento israelí se han paralizado y sus agresiones contra Gaza ya no conducen a un aumento inmediato en el precio en la bolsa de sus compañías armamentistas que usan a Gaza como un campo de entrenamiento y despliegue para su última tecnología.

Shir Hever ha señalado que luego de los fracasos de Israel en Gaza a inicios de 2014, los clientes de sus compañías de armamento comenzaron a preguntarse "¿Qué sentido tiene toda esta tecnología si no pueden pacificar a los palestinos con estos misiles? ¿Para qué comprarlos?".

Además del impacto práctico, la lucha armada tiene un valor propagandístico importante. La realidad es que Palestina no hubiera dominado los titulares noticiosos globales en mayo 2021 de la forma en que lo hizo si no fuera por la resistencia armada en Gaza -en oposición al enfoque exclusivo de los medios en Hamas- que está compuesto por un frente unido de varias facciones incluyendo la Yihad Islámica Palestina (YIP) y el marxista-leninista Frente Popular para Liberación de Palestina (FPLP).

El FPLP es un buen ejemplo desde este punto de vista, pues fueron sus acciones a lo largo de finales de los 60 y principios de los 70, de forma más notable el secuestro de aviones (en los que los pasajeros eran liberados intactos), que implantaron la causa palestina en la consciencia de millones de personas por primera vez y marcaron un punto de inflexión clave en llevar a rango global la consciencia por la situación palestina. De hecho, el escritor palestino y portavoz del FPLP, Ghassan Kanafani, creía que la lucha armada era "la mejor forma de propaganda" y eso a pesar del "gigantesco sistema de propaganda de los Estados Unidos", es a través de la gente que lucha para liberarse que "las cosas se deciden en última instancia" en la lucha armada.

En 1970, luego de que el régimen en Jordania, apoyado por Occidente, había atacado con fuego de artillería los campos de refugiados palestinos en el país, el FPLP -bajo el liderazgo de George Habash, camarada de Kanafani (y quien lo reclutó)- tomaron de rehenes a un grupo de ciudadanos de Estados Unidos, Alemania Occidental e Inglaterra (los principales apoyos de Israel) en dos hoteles en Amán. A cambio de su liberación a salvo, el FPLP exigió que "todos los ataques a los campos cesaran y que se cumplieran todas las exigencias del movimiento de resistencia palestino". Poco antes de que los rehenes fueran eventualmente liberados, Habash se dirigió a ellos pidiendo disculpas y dijo:

Siento que es mi deber explicarles el por qué hicimos lo que hicimos. Por supuesto que desde el punto de vista del pensamiento liberal, lamento lo que ha pasado, y lamento que les hayamos causado problemas en los últimos dos o tres días. Al dejar esto de lado, espero que comprendan, o al menos intenten entender, por qué lo hicimos.

Tal vez les resulte difícil de entender nuestro punto de vista. Gente viviendo en circunstancias diferentes piensan de formas distintas. No pueden pensar del mismo modo, y nosotros, el pueblo palestino, y las condiciones en las que hemos estado viviendo por un buen número de años, todas estas condiciones modelaron nuestra forma de pensar. No podemos evitarlo. Pueden entender nuestra forma de pensar, cuando conocen el hecho fundamental. Nosotros, los palestinos... por los últimos 22 años, hemos vivido en campamentos y tiendas. Nos expulsaron de nuestro propio país, de nuestras casas, de nuestros hogares y de nuestras tierras, expulsados como ovejas y abandonados aquí en estos campos de refugiados en condiciones bastante inhumanas.

Por 22 años nuestra gente ha estado a la espera para restaurar sus derechos, pero nada pasó... Tras 22 años de injusticias, inhumanidad, viviendo en campos para refugiados sin que a nadie le importásemos, sentimos que tenemos el derecho absoluto de proteger nuestra revolución. Tenemos todo el derecho de proteger nuestra revolución...

No nos despertamos un día en la mañana a tomarnos una taza de leche con Nescafé y luego pasar media hora ante el espejo pensando en si volar a Suiza o tomarse un mes en este país o un mes en este otro... vivimos a diario en campamentos... no podemos permanecer en calma como ustedes. No podemos pensar como ustedes piensan. Hemos vivido en estas condiciones no un día, ni dos, ni tres. No por una semana, o dos, o tres. No por un año, o dos, sino 22 años. SI cualquiera de ustedes viniera a estos campamentos y se queda por una o dos semanas, les afectaría.

Tienen que perdonar mi inglés. Desde el costado personal, déjenme decirles, les pedimos disculpas. Pido perdón por los problemas de los últimos tres o cuatro días. Pero desde un punto de vista revolucionario, sentimos, que continuaremos sintiendo que tenemos todo, absolutamente todo el derecho de hacer lo que hicimos.

Las palabras de Habash deberían escucharse con mucho cuidado. La urgencia que subraya su mensaje es incluso más palpable medio siglo después, pues los palestinos -que consistentemente se niegan a la victimización pasiva- ahora han vivido en las condiciones condenadas que Habash retrata por 73 largos años, no 22.

La revolución, Mao Zedong una vez comentó, "no es una cena, o escribir un ensayo, o pintar un cuadro o hacer bordado; no puede ser tan refinado, tan pausada y gentil". Lo mismo es cierto de la descolonización, en la que aunque las luchas del pasado han sido multifacéticas, la resistencia armada de algún tipo siempre fue invariablemente un componente integral de la lucha. Palestina no es de ninguna manera la excepción. Más allá del apoyo al BDS o a otras campañas de la sociedad civil, el derecho irrefutable a perseguir la lucha armada debe ser apoyado por aquellos que deciden solidarizarse con ellos y su causa justa.


Louis Allday es un escritor e historiador radicado en Londres. Es el editor y fundador de Liberated Texts.

Este artículo fue publicado originalmente el 22 de junio en Ebb Magazine, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Diego Sequera.

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