El líder militar y presidente interino de Burkina Faso, Paul-Henri Damiba, fue depuesto y apartado del poder el pasado viernes 30 de septiembre por su incapacidad de afrontar la crisis de inseguridad que afecta a la nación, recoge RT de la cadena Al Jazeera.
El anuncio lo hizo el capitán del Ejército del país africano, Ibrahim Traore, durante una transmisión en la televisión local, al tiempo detalló que también fue disuelto todo el gobierno y se suspendió la Constitución, la carta de transición y las actividades políticas y sociales. Asimismo, declaró que las fronteras de la nación permanecerán cerradas por tiempo indefinido.
Este es el segundo golpe de Estado en ocho meses para Burkina Faso, pues Damiba llegó al poder tras derrocar al expresidente Roch Kaboré.
Una vez que corrió la noticia del golpe de Estado, algunos salieron a protestar contra las nuevas autoridades. Reportan que las calles de Uagadugú, la capital de Burkina Faso, se colmaron de manifestantes que pedían a Rusia que los ayudara a ganar la guerra contra los terroristas que plagan el norte áreas del país.
Por su parte, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) condenó enérgicamente el golpe y dijo que se produjo en un momento "inoportuno" en el que se estaba avanzando hacia el retorno al orden constitucional.
La seguridad se ha vuelto un punto débil de los gobiernos africanos debido a la creciente aparición de grupos armados irregulares con tendencias a tomar el poder.