En el mundo multipolar que ha emergido, la energía es indispensable en medio del desarrollo y la adopción acelerada de la inteligencia artificial (IA), y esto es sencillamente porque no hay IA sin energía, por lo tanto, quien controle las fuentes de energía, dominará la IA y, por ende, controlará ¿el mundo multipolar? O por lo menos, se constituirá en un polo de poder en el nuevo orden global emergente, y es exactamente lo que busca asegurarse Estados Unidos al intentar invadir a Venezuela para garantizarse su independencia energética ante sus más cercanos competidores geopolíticos: China y Rusia.
Sobrevuelo al mundo multipolar: desde Marco Rubio al G7
Mundo multipolar que esbozó el Libertador Simón Bolívar hace más de 200 años, para alcanzar el equilibro del universo entre las diferentes partes del globo, pero que, con el cambio tecnológico, tiene al polo descendente del poder unipolar emergido después de la Guerra Fría, desesperado para hacerse con una parte de la torta en la nueva gobernanza global.
Mundo reconocido por el nuevo secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, al afirmar que se ha llegado al punto en el cual existe evidencia del mundo multipolar y la mejor muestra son las "múltiples grandes potencias en diferentes partes del planeta".
Y en este contexto, asume que se está ante la presencia de un enfrentamiento de EE. UU., principalmente "con China y, hasta cierto punto, con Rusia" así como con Irán y Corea del Norte, entre otros, dándole vigencia a la Estrategia de Seguridad Nacional denominada "La década decisiva de Biden" del 2022, que sostiene a estos actores como principales competidores geopolíticos, necesitando por ende, aumentar su poderío nacional para la proyección en el mundo y especialmente su poder militar en los aspectos del dominio cibernético y espacial, misiles con mayor capacidad, inteligencia artificial y sistemas cuánticos; estando en segundo lugar, la seguridad energética asociada a la seguridad climática como principal desafío global a enfrentar.
Esta multipolaridad también fue reconocida en la 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich del 2025, que funge como plataforma estratégica del G7, al asumir que el mundo de hoy ya es diferente, refiriendo a uno emergente de nuevo orden moldeado por la multipolarización que "describe tanto un cambio global de poder hacia un mayor número de actores en todo el mundo como una creciente polarización".
En consecuencia, la posición de esta Conferencia es que, a mayor multipolaridad, el mundo es más conflictivo, sin reglas compartidas y con menor cooperación multilateral. Por lo tanto, se aboga en contrapartida por la "despolarización", suponiendo que "en lugar de beneficios, conlleva una fragmentación que reduce el pastel global" de los que han ejercido a sus anchas el poder después de la Guerra Fría.
En este sentido, reconociéndose que existe una pérdida de poder de quien unilateralmente lo ejercía todo en el globo a su redistribución en diferentes polos ascendentes en el mundo, apuntando desde esa tribuna a la motivación de una "despolarización", entre tanto, no seguir fragmentando el "pastel global" en vez de estimular una mejor interacción entre estos para un equilibrio mundial.
EE.UU., seguridad hemisférica y doctrina de la contención
Este escenario multipolar es el que ha devuelto a Trump y a Estados Unidos a los años noventa con la doctrina de seguridad hemisférica de los Estados Unidos con relación a América Latina y el Caribe que comenzó a desarrollarse con el Nuevo Orden Mundial anunciado por George H. W. Bush.
Seguridad hemisférica que en 1991 se discutía en la OEA, con aportes en 1995 y aprobada en 2003, una vez que tomó relevancia el concepto de nuevas y múltiples amenazas a partir del 11-S del 2001***, suplantando definitivamente la Doctrina de la Contención al comunismo de Truman.
Aunque a esta última también se le ha echado mano para contener geopolíticamente a Rusia en los últimos años.
¿Y por qué se vuelve al pasado?
La independencia energética de los EE.UU.: La vuelta al pasado
Esta respuesta la da claramente el secretario de Estado de EE.UU.: "Uno de los grandes errores que se cometieron es el desarmarse unilateralmente en lo que respecta a la producción de energía, al no utilizar plenamente los recursos energéticos", refiriéndose al carbón y a la menor capacidad de petróleo no utilizado estadounidense, cosa contraria a lo que ha hecho China.
Energía que sigue siendo un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos; de hecho, afirma Rubio: "Debe poder tener una fuente de energía confiable y consistente, o estarían en muchos problemas". Dejando claro que, sin esta, sus aviones no volarían, sus barcos no podrán navegar y su economía no funcionaría.
Porque, aunque EE.UU. mantiene una narrativa de independencia energética y no dependencia de otros países que comenzó a desarrollar a partir de la primera crisis del petróleo en 1973 y se ha convertido en las últimas dos décadas en el mayor productor de crudo del planeta (20,7%), la realidad es que posee reservas apenas del 4 % global para sostener el mayor consumo del mundo (18,7%), indicando que, en relación reservas-producción, el agotamiento de este responde a un pronóstico entre 10 y 11 años.
Mientras que para el gas natural posee reservas, según su producción, estimadas para su utilización en solo 13 años.
Entre tanto, poniendo a Estados Unidos en una posición desesperada para el control de las rutas marítimas, el Ártico, Canadá, el Canal de Panamá o el Golfo de México; garantizándose su espacio vital del "pastel global" en el mundo multipolar.
83% de la matriz energética de EE. UU. es hidrocarburífera
De hecho, una de las primeras acciones llevadas a cabo por la Administración Trump fue la creación del Consejo Nacional de Dominio Energético para el desarrollo de una estrategia nacional de liderazgo energético, cuyo fin es la producción de más energía, donde convergen principalmente el secretario de Interior, de Energía y el ahora llamado secretario de Guerra.
Esta lógica responde pragmáticamente y sin rodeos a la matriz energética de Estados Unidos que está soportada por petróleo y gas en un 74%, representando el oro negro el 39% de la torta, haciendo de esta una sociedad de consumo estrictamente hidrocarburífera.
Y que energéticamente, en los últimos años, aumentó del 68% al 74% su consumo hidrocarburífero de petróleo y gas entre 2019 y 2024 (ver imagen 1).
En este sentido, el petróleo y el gas son columna vertebral de la economía estadounidense, cuya dependencia seguirá rondando el 70%, por lo menos hasta el 2050, según estimaciones de la EIA[8], entre tanto, fundamental para cualquier transición energética en el mundo multipolar.
En primer lugar, el petróleo y el gas natural permiten el desarrollo práctico y económico de las energías renovables como respaldo a su intermitencia, y segundo, son la principal fuente para abastecer la industria de materiales de alta tecnología para las fuentes renovables, haciendo a estas dependientes de la industria de los hidrocarburos para fabricar turbinas, aspas, celdas, entre muchos otros componentes.
Y si bien del gas natural es donde se genera el 40% de la electricidad de EE.UU., junto al petróleo sostienen el modelo de vida moderno-consumista estadounidense en el presente.
La carrera armamentista por la energía y la inteligencia artificial
En esta emergencia multipolar, Marco Rubio también deja ver una de las más grandes preocupaciones de EE.UU: "Cualquier país que tenga recursos energéticos que sean rentables dominará la IA, que dominará muchos campos", entre ellos, la innovación tecnológica de la industria del petróleo y gas.
Una IA que necesitará una cantidad extraordinaria de energía que actualmente el mundo no produce para su alimentación.
Y como se ha señalado anteriormente, además del suministro de petróleo y gas necesario para que EE. UU. pueda mantener su estatus de crecimiento, desarrollo y consumo, sobre todo en el mundo multipolar de forma confiable, segura, continua y asequible, viene la IA a jugar otro rol fundamental para que esta potencia en declive pueda mantenerse a flote y, como se afirma en la Cumbre de Seguridad de Múnich, quedarse con una parte del "pastel global".
Por lo tanto, la energía que es asunto de seguridad nacional para Estados Unidos aumenta su carácter vital para el desarrollo de la IA en los próximos cinco años.
Para Burgum, el nuevo secretario del Interior de EE.UU. que dirige el Consejo Nacional de Dominio Energético, se está "en una carrera armamentista por la inteligencia artificial con China" y la única forma de ganarla es con "más electricidad".
Electricidad que en la actualidad proviene de los combustibles fósiles en un 60% a nivel global (ver imagen 2), principalmente del carbón (34%) y cuyo núcleo de mayor producción se encuentra en China.
Profundizando así una carrera por el control de las fuentes de energía para la generación eléctrica que abastecerá los centros de datos de la IA en un escenario base, que en el presente consume el 1,5% de la electricidad mundial con servidores convencionales, alcanzando el 3% en 2030; siendo el doble con la instalación de servidores acelerados, los cuales serían los responsables del 70% del crecimiento de la demanda de electricidad de servidores entre 2025 y 2030, generando incertidumbre respecto al consumo estimado.
Entre EE.UU y China consumen el 80% de la electricidad para los centros de datos de la IA en la actualidad.
Mientras que en EE.UU. la electricidad para los centros de datos proviene en un 40% del gas natural, para China es mediante el carbón en un 70%. Y aunque se avanza en el desarrollo de energías renovables y se espera que estas sean las que cubran la demanda eléctrica adicional para la IA en el futuro, se estima que las fósiles seguirán teniendo una alta participación en la generación eléctrica para la IA al 2050 en un 40%.
La energía fósil para el sistema industrial, de transporte, comercial y residencial global
Por lo tanto, el suministro de energía confiable y seguro es el desafío para la puesta en marcha de la IA, no solo para los centros de datos, cuyo consumo crece cuatro veces más que el consumo global de electricidad, sino aquella para seguir moviendo todo el sistema industrial, de transporte, comercial y residencial global que actualmente se mantiene con energía fósil y seguirá siendo importante para satisfacer el aumento de la demanda energética al 2030 (ver imagen 3).
Ejemplo de ello, es el aseguramiento del suministro de energía para los hogares.
Un centro de datos hiperescalable centrado en IA (100 MW) consume tanta electricidad como 100 mil hogares al año en la actualidad; aquellos que se están construyendo consumirán 20 veces más (2000 MW), tanto como la energía destinada a 2 millones de hogares; y el más grande en planificación, consumirá la energía (5000 MW) de hasta de 5 millones de hogares. Una comparación somera: Ecuador tiene 5 millones 100 mil hogares.
En el transporte, el petróleo y gas todavía deben sostener la demanda de más de 1.400 millones de vehículos en el mundo, porque, aunque la venta de autos eléctricos e híbridos alcanzó récord en 2024, siguen representando los no eléctricos el 78% de las ventas anuales y correspondiendo el 95,5 % de los vehículos del mundo.
Además, los combustibles fósiles, seguirán siendo vital para la petroquímica en la producción de polímeros, fibras sintéticas, biocombustibles y otros.
Y, por si fuera poco, la extracción y el suministro de combustibles fósiles, combustible nuclear y minerales críticos son necesarios para los componentes de los equipos energéticos constituyendo la base del sistema energético actual.
Venezuela en el tablero energético actual
En este panorama multipolar, EE. UU. quiere asegurarse en América Latina y el Caribe, rica en recursos naturales estratégicos su pedazo de torta, no solo en Venezuela con la cual quiere garantizarse su petróleo, gas y otros minerales de forma confiable, segura, continua, cercana y barata para las futuras décadas, ante la inestabilidad en otras regiones, como elementos esenciales para la transición energética; sino intentando cerrar el acceso que ha conquistado China a pesar del bloqueo, mientras pretende contener a Rusia, el corazón que también le está suministrando al gigante asiático recursos vitales.
Ya John Bolton y Mark Esper (exconsejero de Seguridad Nacional y exsecretario de Defensa de los Estados Unidos durante la primera administración de Trump) afirmaron que Trump desde un principio estaba obsesionado con la pretensión de invadir a Venezuela desde 2017 para derrocar al presidente Nicolás Maduro y fue Mike Pompeo (exsecretario de estado de Trump) quién sugirió que EE.UU. no debía tolerar, haciendo referencia a la Doctrina Monroe que China, Rusia e Irán interfieran entre ellos y su patio trasero.
El fin según Bolton, tener pleno acceso a los recursos petroleros venezolanos, en una etapa posterior a Nicolás Maduro; cosa que ratificaba el mismo Trump en 2023 al vociferar a los cuatro vientos que cuando terminó su primer mandato "Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos habríamos apoderado de ella y habríamos conseguido todo ese petróleo. Pero ahora se lo compramos", dejando claro, que no es suficiente el acceso al recurso para EE.UU. por ejemplo, con las licencias otorgadas a Chevron, es el robo de este, lo que se plantea.
Y sigue estando vigente en la segunda administración de Trump al referir su secretario de Energía Chris Wright que "el presidente Trump quiere usar la fuerza de los Estados Unidos o la independencia energética para forzar un cambio en Venezuela".
En este sentido, dejando claro que garantizar la independencia energética como asunto de seguridad nacional de EE.UU. es un canal para justificar el cambio de régimen en el país, incluso utilizando la fuerza.
Venezuela dejó de ser el satélite petrolero de Estados Unidos
Esto recoge preliminarmente dos acciones que EE.UU. ha ejecutado contra Venezuela para mantener los recursos hidrocarburíferos venezolanos como su reserva estratégica y garantizarse su "independencia energética" en el futuro y que ha fracasado:
En primer lugar, con la política coercitiva de sanciones dirigida principalmente al corazón de la industria petrolera venezolana, no pudo impedir que Venezuela hiciera uso de sus recursos hidrocarburíferos de forma soberana diversificando su mercado y alianzas estratégicas con otros países y segundo, no evitó que otros actores compraran el petróleo venezolano, mientras este pateaba el tablero.
De hecho, mientras Estados unidos no compro ni un solo barril de petróleo a Venezuela, saliendo del negocio petrolero venezolano, esta consiguió compradores en otras regiones, principalmente en Asia, haciendo que otros actores entraran en el juego (ver imagen 4).
Por ende, Venezuela no perdió compradores, al contrario, amplió y fortaleció un mercado distinto al estadounidense, y con ello rompió la dependencia exclusiva de venta de su petróleo a este país.
Y es lo que muestra el desespero manifestado por EE.UU. al iniciar el 2 de septiembre de 2025 el bombardeo a lanchas de supuesto narcotráfico en el Caribe, cuyos restos de evidencias demuestran que fueron pescadores los asesinados de esta política irracional de la administración Trump.
Bombardeos que iniciaron justo cuando la plataforma petrolera flotante Alula, la primera en Suramérica de última generación, llegaba al Lago de Maracaibo en Venezuela procedente del puerto Zhoushan de China, la cual será operada, según versiones, por la empresa Concord Resources Corp (CCRC) como asociación estratégica con PDVSA para reactivar pozos y aumentar la producción petrolera en el país que ya se encuentra alrededor del millón de barriles y con esta, aumentar adicionalmente 60.000 barriles diarios de petróleo para finales de 2026.
Difícil para EE.UU. tener que aceptar que Venezuela venció no solo el bloqueo, recupera su economía y es el país que más crece en América Latina y el Caribe desde hace 4 años, sino que pierde parte del pastel global con sus competidores geopolíticos en la emergencia del mundo multipolar y con ello, el acceso total y exclusivo de la energía que puede permitirle jugar en el tablero por el control de la inteligencia artificial.
En consecuencia, Venezuela dejó de ser el satélite petrolero de Estados Unidos y demuestra que puede seguir desarrollando su industria hidrocarburífera sin este, entre tanto, jugando un papel primordial en la emergencia del mundo multipolar.
Planteamientos finales
Para Estados Unidos, tener mayor capacidad de abastecerse de energía y a sus aliados mejora su influencia a la hora de propiciar conflictos, incluso diplomáticos a nivel mundial, fortaleciendo su seguridad nacional.
Esto incluye, su camino para el control de la Inteligencia Artificial en su disputa principalmente con China, y así lo deja expreso en el acuerdo firmado con Reino Unido donde se considera a la IA como "la tecnología que define nuestra era" por lo tanto, busca acelerar su desarrollo, liderar la era nuclear, garantizar la cadena de suministro de energía para la independencia total, alcanzar la ventaja cuántica y asegurar el 6G.
Y mantener a Meta, Google, Amazon, Microsoft y Digital Realdy como sus principales actores corporativos en esta carrera, son actualmente los primeros cinco operadores con mayor capacidad de centros de datos a nivel global (MW) (ver imagen 5), es prioridad en la competencia para dominar la IA.
Y en este sentido, el suministro hidrocarburífero es fundamental para avanzar en el dominio de la IA, así como, para mantener el modelo de vida estadounidense entre ellos, el desarrollo de las energías renovables.
Una jugada para moldear el surgimiento del mundo emergente a imagen y semejanza, entre tanto, controlar las fuentes de energía es central para la revolución tecnológica del mundo multipolar: controlar la Inteligencia Artificial.
*** Estas amenazas abarcan desde "el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, las drogas, la corrupción, el lavado de activos, el tráfico ilícito de armas, la pobreza extrema, la exclusión social, los desastres naturales y los de origen humano, el VIH/SIDA, el deterioro del medio ambiente, la trata de personas, ataques cibernéticos, accidentes de materiales peligrosos como petróleo, radioactivos y desechos tóxicos, las armas de destrucción masiva, entre otros. Además, el nuevo concepto de seguridad incluye la democracia, el estado de derecho, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario, el multilateralismo, y por supuesto, el concepto de seguridad humana (donde está la seguridad alimentaria con sus antecedentes desde 1974) como fundamento para los estados democráticos" (Sánchez Guevara, 2023). Geopolítica y colonización alimentaria.
Este artículo fue publicado originalmente en la web de Alimentos y Poder el 7 de noviembre de 2025.