Jue. 26 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

¿Se viene un nuevo modelo económico global post-pandemia?

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Las irrupciones actuales en las cadenas de suministros han dado pie a que se replantee de manera acelerada el modelo económico de la globalización tal como lo conocemos desde hace décadas. Que las economías más grandes del mundo se vean en una contingencia sanitaria sin precedentes debido a que no tienen los materias primas, o ni siquiera las infraestructuras, necesarias para hacer y distribuir bienes médicos en medio de la pandemia dice mucho de la fragilidad en que se vive.

El caso de Estados Unidos es quizás el más paradigmático, teniendo en cuenta que alrededor del 70% de su economía se basa en la venta y compra de servicios y, además, en el método Toyota (“justo a tiempo”), que reduce los costos de almacenamiento pero solo puede ser aplicado en tiempos donde el aislamiento social no se junte con un desequilibrado modelo de la cadena de suministros.

Así que el Covid-19, más bien, lo que está provocando es una aceleración en las formas de cómo se construye una economía inter-dependiente en los países que han capitalizado el desarrollo desigual a su favor, y que desde hace un tiempo ya venían inclinándose por la inversión tecnológica de última generación para un futuro cada vez menos dependiente de la mano de obra humana.

¿Deslocalización a favor de quiénes?

Los arquitectos de la deslocalización a favor de la mano de obra barata en las grandes industrias de manufactura tendrían que reconsiderar su política económica desigual si no quieren quedarse atrás en este planteamiento.

El declive de la capacidad industrial en los principales países del “primer mundo” está ligado directamente a la rentabilidad en ciertas áreas manufactureras hacia zonas donde la fuerza de trabajo es menos costosa (Asia y sus aledaños), cuestión que permitió a la República Popular China asimismo erigirse como un actor industrial de primer orden bajo la dirección económica central del Partido Comunista Chino.

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La rentabilidad como concepto esencial para la deslocalización industrial en Estados Unidos fue impulsada por los principales monopolistas de Wall Street que priorizan las ganancias trimestrales a corto plazo, el pago de dividendos por acciones y la recompra de esas mismas acciones para el propio enriquecimiento de sus directores ejecutivos y principales dueños.

Como ya explicamos, las ganancias en los mercados financieros occidentales no se traducen en inversiones productivas, lo que crearía más empleo, sino que se destinan a los bolsillos personales de los multimillonarios y a la deslocalización industrial en los países asiáticos.

Esto sin tomar en cuenta que en Estados Unidos los grandes monopolios tienden a quebrar y desmantelar a empresas que representan, de una manera u otra, una competencia en el esquema general de ganancias. Esta es una de las razones por las que en ese país, que fue alguna vez líder mundial en manufactura industrial, ahora no tenga suficiente abasto de ventiladores para tratar a pacientes con Covid-19 u otras enfermedades respiratorias.

Innovación tecnológica

Mientras que las riquezas financieras en Occidente son distribuidas entre un puñito de personas, en otras latitudes se concibe una nueva revolución industrial basada en la inteligencia artificial y la manufactura automatizada, además de recurrir en la innovación de energía alternativa, la nanotecnología y la computación cuántica.

Ciertamente, todas esas industrias se encaminan hacia la rentabilidad con base a menor compra de fuerza de trabajo, es decir, a un desempleo mayor en las áreas industriales, sin embargo, es una tendencia en alza durante los últimos años que ahora se acelera en vista de la recesión global por la fragilidad del sistema hegemónico de producción.

Veamos.

La computación con inteligencia artificial cambia el paradigma en el proceso de producción, el control de calidad y los proyectos para nuevos modelos de producción y consumo. Ya maneja grandes volúmenes de administración y gestión de sistemas automatizados y se estima que esta industria está creciendo a una tasa anual de más del 45%.

La fabricación automatizada es muy costosa y requiere una fuerza de trabajo calificada para mantenerla, sin embargo puede producir bienes en cantidad y cualidad mucho más precisos que la mano de obra humana. La manufactura en 3D ya es un proceso en vías de generalización en países desarrollados; en Europa han dado uso a las impresoras 3D para fabricar ventiladores y otros bienes sanitarios en el contexto de la pandemia.

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Lo dicho en otros lugares: la edad de piedra no culminó por falta de piedras, la edad del petróleo no acabará por escasez de crudo. Los avances en la producción y almacenamiento de energía solar, eólica y nuclear están redimensionando la dependencia de los combustibles fósiles a los ojos de los principales importadores de energía, que son los grandes centros industriales de Asia y otras zonas similares.

La computación cuántica, que está revolucionando la transferencia de datos a alta velocidad a través de satélites y grandes granjas de servidores, hace posible gestionar y coordinar la producción y la logística de los segmentos de las nuevas cadenas de suministros.

Y la nanotecnología, que consiste en la capacidad de diseño y fabricación de precisión a escala molecular, se encuentra en una etapa de auge en su desarrollo, con la facultad de producir materiales, manufacturas, medicamentos, etc., a niveles poco pensados hasta por los mejores escritores de ciencia-ficción.

Bajo estos parámetros productivos, el sistema capitalista encuentra nuevos paradigmas económicos que dan por sentado una nueva distribución tanto en la circulación de capital como en la fuerza de trabajo.

No se está apuntando a un cambio sistémico, sino más bien a un redimensionamiento económico de nuevo tipo. Es análogo a la época de la primera revolución industrial que encontró su mayor potencia en el siglo XIX, cuando el complejo de la maquinaria y la gran industria suplantó como modelo productivo hegemónico a los talleres artesanales y de manufactura clásica.

Las nuevas guerras por los minerales

En este marco la división internacional del trabajo se verá trastocada en sus puntos más determinantes, sobre todo con relación a los mercados de extracción y refinación de minerales y de los componentes materiales que sostienen el desarrollo de alta tecnología.

Venezuela, por tocar un ejemplo en extremo cercano, se conecta con esta nueva revolución industrial, una vez más, como un país-mina de materias primas, en específico por la organización del Arco Minero del Orinoco, teniendo a China y Rusia como sus principales socios comerciales, integrados a un eje que pugna por la multilateralidad enfrentado a la unilateralidad de Estados Unidos y sus socios. La disputa geoeconómica toma, así, un nuevo matiz en la cuenca del Caribe.

El cobalto, el litio y otros minerales raros se están convirtiendo en el centro de esta disputa por los recursos, uniéndose al hierro, el cobre y el oro como las materias primas más codiciadas en el mundo. En América Latina y África probablemente arrecien las condiciones de lucha geopolítica y de influencia económica en el marco de la reformada división internacional del trabajo y la industria extractivista.

En ese sentido, las nuevas cadenas de suministros se construyen con las bases de las viejas.

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Los países que avanzan en la revolución tecnológica y tienen acceso a los minerales necesarios para participar en esta forma de producción prosperarán, y liderarán una nueva cadena de exportaciones e importaciones internacionales. China, en su adaptación, estará (o ya está) en la primera línea de esta nueva etapa de innovación industrial, junto con Corea del Sur, Japón y algunos países europeos (Alemania, Reino Unido, incluso Polonia).

En Estados Unidos parece improbable que suceda este giro de 180 grados en el desarrollo industrial (aun cuando tenga la capacidad técnica para hacerlo), tomando en cuenta el actual escenario en que se intenta rescatar al mercado financiero en constante explosión y no se tiene una dirección central estatal para alinear la economía hacia un fin similar a los mencionados países asiáticos. Más bien, el neoliberalismo neofeudal campea en todos los estados de la Unión, a pesar de que Donald Trump vocifere su lema de “America First”.

Lo que sí es cierto es que la localización de industrias en diferentes segmentos territoriales en el mundo es un modelo que adolece en tiempos excepcionales como estos, y está provocando que muchos países reorganicen sus economías productivas hacia adentro.

Vale la pena discutir si la presente renovación industrial sirve más a las personas o a la oxigenación del sistema capitalista, tomando en cuenta los debates propios que se está generando en el contexto de la pandemia en la relación política entre las sociedades y las economías.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<