Las decisiones políticas de Jair Bolsonaro que llevaron a una crisis de gestión sanitaria en Brasil han tenido repercusiones trasnacionales, tomando en cuenta las consecuencias de la expansión del SARS-CoV-2 hacia más allá de sus fronteras debido a su numerosa población, siendo asimismo caldo de cultivo de la llamada variante de Manaos, encontrada allí, la capital del estado Amazonas brasileño, por primera vez en diciembre del año pasado.
Por ejemplo, en Venezuela, de acuerdo al cuadro de situaciones que describía el presidente Nicolás Maduro, estamos experimentando una segunda ola de la pandemia que tiene a la variante brasileña del coronavirus como principal protagonista.
El presidente venezolano afirmó que el ingreso y circulación de dicha variante en territorio nacional fue lo que inauguró la segunda ola, puesto que, desde que se registró su presencia en cuatro estados, los casos registrados de contagios por covid comenzaron a elevarse por decenas y hasta centenas en pocas semanas. El porcentaje de decesos por covid también aumentó.
La vecindad geográfica entre Brasil y Venezuela hizo inevitable que la variante p.1 ingresara a la República Bolivariana; sin embargo, todas las miradas están sobre la gestión Bolsonaro por haber permitido que dicha evolución del coronavirus no solo creciera en un contexto propicio para ello, sino que además fuera intencionadamente ineficiente en la contención y lucha contra su dilatación vírica.
Así las cosas, la población venezolana vuelve a vivir momentos de cuarentena radical luego de que se cumpliera un año del inicio de la pandemia en Venezuela.
El método venezolano vuelve a probarse
El esquema 7x7 (siete días de flexibilización, siete días de cuarentena) implementado en Venezuela se ha consolidado en el desarrollo de la pandemia, posicionándose como "el método venezolano" para la gestión de la crisis sanitaria.
Todo el país se mantiene en un cuadro de restricciones que ha asegurado una eficaz administración en la expansión del virus en el territorio nacional y de los recursos precarizados por el bloqueo estadounidense. Se ha logrado aplanar la curva hasta niveles aceptables, haciendo de Venezuela uno de los países mejor rankeados en cuanto a contagios y decesos registrados en el continente.
El enfoque de las autoridades venezolanas consiste, precisamente, en tomar medidas de flexibilización y cuarentena de manera acompasada a la tendencia estadística de contagios y muertes. De esta forma, se ha asegurado que los actores y factores económicos fundamentales del país pudieran activarse y al mismo tiempo mantener una situación no tan crítica en la infraestructura sanitaria nacional.
Además, se ha dado una oportunidad para que el desarrollo científico-innovador de instituciones públicas venezolanas tomaran la batuta técnica en el combate contra el covid, con la creación del Carvativir y otros tratamientos que ayudan a aligerar la carga de la enfermedad.
Inicia la distribución de Carvativir en todo el territorio venezolano https://t.co/QfOwNgLv5r pic.twitter.com/P737PQORt3
— Misión Verdad (@Mision_Verdad) March 23, 2021
Los saldos del esquema 7x7 ya han sido analizados por el Instituto Samuel Robinson para el Pensamiento Original, apuntados en un informe en el que concluye que "el resultado en cifras de la crisis sanitaria, la ausencia de conmociones populares, tanto como las expectativas sociales apuntando a las recuperaciones, refrendan una estrategia que es exitosa, pese a la complejidad del marco adverso. El saldo todo no es un dato menor".
Venezuela de esta manera se alzó con un esquema de maniobra hecho a la medida, signado por las particularidades de la guerra híbrida a la que está sometido el país y las complejidades de su propio modelo sociopolítico. Es un referente de gestión en la contingencia permanente que ahora será puesto a prueba una vez más.
Es evidente que mientras se logre la inmunidad de rebaño a través de la vacunación masiva en Venezuela, la gestión del coronavirus debe seguir los mismos pasos que se vinieron dando en los 12 meses que llevamos de pandemia en el país pero con una adhesión importante e invisible: la variante p.1.
Con las dos semanas seguidas de cuarentena como primera medida ante la expansión de la variante brasileña, el Gobierno bolivariano cuenta con mantener estables y bajas las tasas de contagio y decesos mientras sigue, con la velocidad que impone el bloqueo estadounidense, el proceso de vacunación.
En una nota anterior de esta tribuna sobre las especificidades de la p.1 se señala que:
"Una alta tasa de contagio no implica alta letalidad, pero en el caso de la P.1 juegan otros factores, solo el alto contagio ha causado preocupación debido a que hay pruebas que sugieren que algunas de esas mutaciones pueden afectar a la capacidad de los anticuerpos (procedentes de la infección natural o de la vacunación) para reconocer y neutralizar el virus. Aunque no se tiene certeza respecto a la gravedad de los síntomas que causen las mutaciones, se sabe que las cargas virales altas están relacionadas con condiciones más graves de la enfermedad".
Debido a la alta aleatoriedad de las consecuencias que pueden generar el contagio con la variante de Manaos, se hace menester el cuidado en la circulación del virus con los bloqueos de pasos y demás cercos epidemiológicos, pues son las vías de comunicación viales las principales arterias por las que el coronavirus se traslada de un estado a otro. El método venezolano vendría a ser un paliativo eficiente mientras se genera la inmunidad de rebaño necesaria.
El efecto Bolsonaro en el continente
En una reunión virtual, Sylvain Aldighieri, comandante de incidente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), expresó que la variante brasileña del covid ya estaría presente en 15 países de las Américas y el Caribe, según los registros oficiales.
"En lo que hace a la variante p.1, que se detectó en el estado de Amazonas a fines de 2020 en Brasil, se está notificando en 15 territorios y países de América del Sur, América del Norte y el Caribe, está bastante extendida a nivel regional", explicó Aldighieri.
Básicamente, la p.1 se encuentra en toda Sudamérica y en otros países del hemisferio, como en México, por ejemplo.
Dicho acontecimiento también guarda relación con las altas tasas de contagio que están experimentando Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, estos dos últimos subiendo sus estadísticas oficiales y colapsando sus sistemas de salud públicos y privados.
Aunque algunas instituciones que han generado vacunas han emitido comunicados asegurando que sus dosis son eficientes contra otras variantes encontradas (británica y sudafricana incluidas), ha habido cierta desesperanza y poco optimismo esparcidos por medios e informaciones en redes sociales sobre la posibilidad de que el virus encuentre formas de saltar nuestra inmunidad y la pandemia siga en marcha por mucho más tiempo, convirtiéndose en algo endémico.
Conviene recalcar que Venezuela no es el único país que vive su segunda ola pandémica, sino que es un proceso que se está llevando a cabo en todo el hemisferio occidental, con Estados Unidos y Brasil a la vanguardia en la cantidad de contagios y muertes, siendo el país sudamericano el que mayores fallecimientos registra en las últimas semanas, alcanzado récords de espanto con una media de 1 mil decesos al día desde mediados de febrero.
Para terminar, se debe mencionar el hecho de que las medidas de confinamiento no son propias de Venezuela, sino que también hay una gran cantidad de Estados que han promovido la cuarentena como un método certificado para socavar las cadenas de transmisión del SARS-CoV-2, un modelo de gestión que debería hacer ganar tiempo para que los países puedan seguir avanzando con las vacunaciones masivas antes de la llegada de la tercera ola a las Américas y el Caribe.