El número de casos de COVID-19 en las últimas dos semanas se ha multiplicado por 13 fuera de China, epicentro del brote de coronavirus, registrándose más de 118 mil casos en 114 países y 4 mil 291 muertes, al punto de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado pandemia global el miércoles 11 de marzo.
Sin embargo, su efecto no ha sido solo sanitario y socioeconómico, sino también ambiental.
Un reporte del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), publicado en el medio digital Carbon Brief, dice que las medidas que la República Popular China ha implementado para contener el COVID-19 han provocado reducciones de entre 15% y 40% en la producción de los principales sectores industriales. Esto ha resultado en la eliminación de una cuarta parte o más de las emisiones de CO2 del país en las últimas cuatro semanas.
Dice la mencionada organización de investigación independiente que, durante el mismo período en 2019, China liberó alrededor de 800 millones de toneladas de CO2 (MtCO2), lo que significa que se pudieron haber reducido las emisiones globales en 200 MtCO2 hasta la fecha. Cabe preguntarse si los impactos se mantendrán, se compensarán o se invertirán por la respuesta del gobierno a la crisis.
La reducción se debe a que la demanda de electricidad y la producción industrial se mantienen muy por debajo de sus niveles habituales en una serie de indicadores cuyos promedios son los más bajos en varios años. Entre ellos:
- Consumo de carbón en las centrales eléctricas: 36% de reducción.
- Tasas de operación de los principales productos de acero: 15% de reducción.
- Producción de acero crudo: 0% de variación.
- Producción de carbón en el mayor puerto: 29% de reducción.
- Utilización de la planta de coque: 23% de reducción.
- Niveles de NO2 (gas de efecto invernadero) basados en los satélites: 37% de reducción.
- Capacidad de refinado de petróleo: 34% de reducción.
En el punto álgido del brote, las cancelaciones de vuelos estaban reduciendo los volúmenes mundiales de aviación de pasajeros en un 10%, pero el sector parece estar recuperándose debido a que coincidió con las vacaciones por el año nuevo chino. De cualquier manera se redujo en un 5% con respecto a febrero de 2019.
Un análisis de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) sugiere que las repercusiones del brote podrían reducir a la mitad el porcentaje global de la demanda mundial de petróleo en enero-septiembre de este año.
Cifras y efectos de la caída
El gráfico Nº1 muestra la caída del consumo diario de carbón en torno al período de año nuevo chino en seis empresas generadoras que reportan datos diarios, en 10 mil toneladas por día desde la segunda mitad de enero o en febrero. Las centrales eléctricas del nivel más bajo en cuatro años, sin que hubiera signos de recuperación por lo menos hasta el domingo 1º de marzo, así se reportó a partir del análisis de los datos de la plataforma informativa Wind.
Las tasas de operación de los productos de acero (barras de acero y alambrón) presentadas en el gráfico Nº2 muestran el efecto de la fiesta de año nuevo chino cada año. El gráfico superior izquierdo muestra el rendimiento del carbón en el principal puerto carbonífero, Qinhuangdao, que cayó al nivel más bajo en cuatro años en las cuatro semanas anteriores al 1º de marzo.
Asimismo, las tasas de explotación de las refinerías en la provincia de Shandong, el principal centro de refinado de petróleo del país, cayeron al nivel más bajo desde el otoño de 2015 (abajo a la izquierda), lo que augura una fuerte reducción de la demanda de petróleo. Además, como se esperaba, la demanda subyacente de productos petrolíferos, acero y otros metales ha disminuido mucho más que la producción, lo que ha dado lugar a unas existencias récord que ejercerán presión sobre la producción en el futuro.
En la semana que comenzó el 10 de febrero, cuando se esperaba oficialmente la reanudación de los negocios, todos los indicadores de la utilización de la capacidad industrial en centrales eléctricas de carbón, altos hornos, coque, productos de acero y refinerías se deterioraron aún más, sorprendentemente. El repunte ha sido tan lento como la reanudación de las operaciones industriales y el consumo doméstico de combustibles fósiles, aun cuando queda camino por recorrer.
Dos semanas después de las vacaciones de año nuevo chino, la reducción en las emisiones de CO2 ha sido del 25% o más comparado con el mismo período en 2019. Esto equivale a aproximadamente 100 MtCO2 o el 6% de las emisiones globales durante el mismo período.
La producción de acero primario se mantuvo constante aun cuando la de sus principales productos disminuyó, alcanzando el nivel más bajo de 14 días en cinco años. De ahí que, en medio del lockout de actividades, la semana pasada Beijing experimentara su segundo episodio grave de smog del año, incluso cuando la mayoría de los automóviles estaban estacionados y la mayoría de los negocios cerrados.
A menos que la demanda se recupere rápidamente, los altos hornos tendrán que cerrar también, dada la limitada capacidad de almacenamiento de existencias y las perspectivas de una demanda cada vez menor.
Las mediciones por satélite del NO2, un contaminante atmosférico estrechamente relacionado con la quema de combustibles fósiles, indican la reducción de esta práctica. En la semana posterior a la festividad del año nuevo chino de 2020, los niveles medios fueron un 36% más bajos en China que en el mismo período en 2019, como se ilustra en el gráfico Nº3 a continuación.
Además, reducir el consumo de energía y las emisiones en un 25% durante dos semanas sólo reduciría las cifras anuales en alrededor de un 1%. China también tiene una sobrecapacidad muy sustancial en todas las principales industrias emisoras de CO2, lo que significa que los volúmenes de producción -y las emisiones- pueden ponerse al día rápidamente después de un cierre, si existe la demanda.
Al disminuir la demanda de combustibles fósiles el impacto es multivariado, ya se prevé una caída en las ventas de automóviles de 30% por debajo del año pasado, también un efecto cascada a causa de los salarios impagados durante la crisis sanitaria.
El consumo de energía de China está dominado en gran medida por las industrias de uso intensivo de energía y el transporte de mercancías, mientras que el consumo de electricidad residencial y comercial, los automóviles privados, etc., desempeñan un papel relativamente menor.
Economía y calentamiento global: más es más
Las próximas medidas de estímulo del gobierno chino en respuesta a la perturbación podrían compensar estos efectos a corto plazo en la energía y las emisiones, como lo hizo después de la crisis financiera mundial y la recesión económica interna de 2015.
El factor clave que determina la magnitud del impacto a la economía es la rapidez con que las cosas vuelven a la normalidad. Por ejemplo, la disminución de los ingresos en la construcción, a causa de las restricciones de movimiento, la cuarentena domiciliaria forzosa y otras medidas durante días o semanas, podría incitar a los constructores a disminuir la velocidad y a abstenerse de iniciar nuevos proyectos, asimismo las ventas de apartamentos se verán afectadas durante semanas, si no meses, y se prevé que el valor de las ventas de bienes raíces caiga hasta un 50% en el primer trimestre.
Las medidas adoptadas por China y otros países para contener el virus también están teniendo un efecto drástico en los volúmenes de la aviación. El proveedor de datos del sector, OAG, informa de reducciones del 50-90% en la capacidad de las rutas que salen de China continental y una reducción del 60-70% en los vuelos nacionales dentro del continente durante las últimas dos semanas, en comparación con la semana que comenzó el 20 de enero.
Según las estimaciones del Consejo Internacional sobre Transporte Limpio (ICCT, por sus siglas en inglés), estos vuelos fueron responsables del 17% del total de las emisiones de CO2 de la aviación de pasajeros en 2018. Esto implica que las suspensiones y cancelaciones de vuelos en curso han reducido las emisiones globales de CO2 de los vuelos de pasajeros en alrededor de un 11% (3Mt) en las últimas dos semanas (esto se calcula teniendo en cuenta que los vuelos que llegan a China emiten la misma cantidad de CO2 que los vuelos que salen de China, y tienen que reducirse en la misma cantidad).
El gobierno compensará las peores perspectivas de consumo y exportación con más inversión en fabricación de acero, cemento, metales no ferrosos, vidrio y otros materiales básicos de construcción, lo que es mayor utilización de energía fósil mediante gastos de estímulo impulsados por la deuda. Esto iría en contra del objetivo del gobierno de reequilibrar la economía hacia el consumo.
La energía no contaminante funciona actualmente muy por debajo de su capacidad, ya que las inversiones en fuentes de energía no fósiles y en vehículos eléctricos disminuyeron en 2019, la capacidad de energía eólica recientemente instalada cayó un 4%, la capacidad de energía solar un 53%, la energía hidroeléctrica un 53% y la nuclear un 31% en los primeros 11 meses de 2019, mientras que la capacidad de energía térmica recientemente añadida aumentó un 13%.
Tras el auge de la primera mitad de 2019, las ventas de vehículos eléctricos cayeron un 32% interanual en el período de julio a noviembre, según datos del Consejo de Electricidad de China. La mayoría de los componentes de estas “alternativas” se extraen y construyen con energía fósil.
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La economía china responde al mismo concepto globalizado por el Norte global de desarrollo y progreso que parte de una noción de infinitud en recursos, resistencia y resiliencia de los sistemas ecológicos. Las implicaciones cotidianas de parar esta locomotora sin frenos que es la economía global son traumáticas y difíciles de asimilar.
Los organismos multilaterales han definido el año 2020 como el “superaño” para, ahora sí, llegar a acuerdos que limiten el calentamiento global y detengan la extinción de las plantas y la vida silvestre mediante dos cumbres críticas de la ONU (Gran Cumbre sobre la Biodiversidad en Kunming, China, y sobre el Clima en Glasgow, Reino Unido), paradójicamente las reuniones previas sobre el clima y la biodiversidad han sido interrumpidas y retrasadas por las mismas medidas que buscan evitar la propagación del COVID-19.