Jue. 17 Julio 2025 Actualizado ayer a las 5:15 pm

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La guerra arancelaria, que se vendió como una estrategia para "proteger la industria nacional", hoy se revela como un factor acelerante de inflación, desaceleración del consumo y una posible recesión (Foto: Archivo)
Síntoma de un desmoronamiento sistémico

EE.UU. avista un tsunami de recesión por su guerra comercial

En lo que va del año 2025 el mundo asiste a una nueva escalada en las tensiones comerciales impulsadas por Donald Trump. El presidente estadounidense ha reanudado su cruzada proteccionista con una serie de tarifas arancelarias que afectan no solo a quienes considera sus adversarios, como China, sino también a aliados tradicionales como la Unión Europea.

Esta política comercial, lejos de ser un simple ajuste coyuntural, se inscribe dentro de una crisis estructural del capitalismo estadounidense que viene gestándose desde hace décadas. Sin embargo, en la actualidad ha desencadenado una serie de pronósticos económicos sombríos para ese país.

Lo que en su momento se vendió como una estrategia para "proteger la industria nacional" hoy se revela como un factor acelerante de inflación, desaceleración del consumo y una posible recesión.

pronósticos: vientos de recesión

Analistas de Wall Street, instituciones financieras como la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y diversos economistas advierten que Estados Unidos enfrenta un escenario similar al de 2008, pero con una diferencia crucial: esta vez la crisis no es solo cíclica sino sistémica.

La combinación de deuda pública insostenible, burbujas financieras y la erosión del dólar como moneda de reserva global apunta hacia un colapso más profundo, cuyas raíces se hunden en décadas de desindustrialización, financiarización y guerras comerciales mal calculadas.

El escenario económico actual es profundamente preocupante. Según un reportaje reciente del New York Times, las políticas de Trump ya han encarecido bienes esenciales, desde electrónicos hasta materiales de construcción.

Incluso en un contexto donde la inflación ha mostrado signos de estabilidad y el desempleo parece controlado, la imposición de nuevos aranceles por el orden de 30% sobre productos europeos amenaza con revertir esa aparente calma.

Los especialistas advierten que estas medidas podrían generar un choque "estanflacionario", es decir, un escenario donde la inflación sube mientras la economía entra en recesión. Eric Winograd, economista de AllianceBernstein, señaló al medio estadounidense que "cuanto más altos sean los aranceles, más estanflacionario será el impacto". Este tipo de choque tiene efectos devastadores en el consumo interno ya que reduce el poder adquisitivo de los hogares sin mejorar la productividad ni el empleo real.

El gasto de los consumidores estadounidenses está mostrando signos de agotamiento. Las expectativas de inflación han alcanzado niveles máximos en 12 años, según el Conference Board, lo que refleja una pérdida de confianza generalizada en la capacidad del sistema para mantener el nivel de vida.

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Según el Conference Board, las expectativas para los próximos seis meses (rojo) cayeron casi 10 puntos, hasta 65,2, su nivel más bajo en 12 años, mientras que un indicador de las condiciones actuales (verde) disminuyó de forma más moderada (Foto: Bloomberg)

Esto se traduce en una disminución del gasto en bienes duraderos y servicios, lo que a su vez afecta el tejido productivo nacional, por lo que Goldman Sachs ha reducido sus pronósticos de crecimiento para 2025 al señalar que la política comercial de Trump está generando una contracción sostenida en el sector privado.

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Tasas de crecimiento del PIB, diferencia de puntos porcentuales. Se prevé que los aranceles dañen el crecimiento de EE.UU. (Foto: The Telegraph)

Además, el Instituto de Política Fiscal y Económica ha alertado que los recortes fiscales de Trump que serán instrumentados en la ley tributaria y de gasto denominada "One Big Beautiful Bill Act", combinados con el aumento del gasto militar, están exacerbando el déficit público, lo que limita la capacidad del gobierno para implementar estímulos en caso de una recesión profunda.

La política comercial de Trump empobrece a los estadounidenses y acelera la desglobalización, situación que deja a Estados Unidos en una posición más vulnerable frente a economías con mayor capacidad de adaptación, como China. Los aranceles elevan artificialmente los precios de los bienes importados, lo que golpea directamente las clases medias y populares, cuyo resultado es la exacerbación de la desigualdad social.

De las burbujas financieras a la crisis sistémica: Un tsunami en ciernes

Detrás del escenario inmediato de inflación y consumo existe una crisis sistémica mucho más profunda. Estados Unidos vive hoy una expansión crediticia insostenible que ha generado una burbuja financiera de proporciones históricas. La acumulación de deuda pública y privada, junto con una banca central que sigue inyectando liquidez sin resolver los problemas estructurales, ha creado un entorno extremadamente vulnerable.

Analistas afirman que Estados Unidos enfrenta "la década de las pequeñas crisis", cuando cada año trae consigo nuevas convulsiones financieras que se suman a una crisis de confianza en el sistema. Además, la población percibe cada vez más la economía como un juego amañado en beneficio de unos pocos mientras el mercado de bonos, las deudas corporativas y el sector inmobiliario muestran señales de sobrecalentamiento.

Otro análisis de Zero Hedge asevera que, aunque hay calma en la superficie, el frente comercial puede provocar un choque sistémico porque, a pesar de lo que diga o haga Trump para estimular la producción nacional, Estados Unidos hoy depende de las importaciones.

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Tasas de crecimiento del PIB, diferencia de puntos porcentuales. Se prevé que los aranceles dañen el crecimiento de EE.UU. (Foto: ONU y otras fuentes)

Además los bancos centrales han perdido el control sobre la inflación, mientras que los fondos de cobertura (hedge funds) siguen apostando por activos sobrevalorados, lo cual crea una burbuja similar a la de 2008, pero con magnitudes mayores. Doug Noland afirma que los fondos de cobertura y los grandes actores financieros están cada vez más "enganchados" con las políticas de rescate del Estado. Es decir, el sistema financiero depende de manera crónica de intervenciones públicas, lo cual no resuelve el problema sino que lo agrava.

La deuda pública estadounidense supera ya los 34 billones de dólares, y según GoldBroker este peso se vuelve cada vez más problemático. Mientras tanto, el sector bancario muestra grietas: el colapso de Silicon Valley Bank y Signature Bank en 2023 fue solo un anticipo de lo que podría venir si los mercados pierden confianza.

Un informe publicado en 2024 por el think tank español Funcas alertaba sobre la fragilidad del sistema bancario global en un contexto de tipos de interés ascendentes y volatilidad cambiaria. En Estados Unidos la Reserva Federal (FED) sigue jugando a contener el incendio con gasolina: políticas monetarias expansivas sin cambios en el modelo productivo solo prolongan la agonía.

En este contexto la guerra comercial de Trump no es más que un catalizador de una crisis mucho más profunda: el capitalismo estadounidense, de la mano de su sistema financiero, ha entrado en una fase de reproducción parasitaria en la que la especulación y el endeudamiento barato sustituyen la innovación y la producción real.

debilidad estructural y sus síntomas impúdicos

Las acciones de Trump no son meras decisiones de política económica; son parte de un fenómeno más amplio de erosión del poder hegemónico estadounidense. El uso de aranceles como arma "diplomática", que fuerza a "negociar" tanto a aliados como a adversarios, revela una debilidad estructural del país: su incapacidad para competir en condiciones de libre comercio debido al deterioro de su base industrial y tecnológica.

José A. Tapia Granados, docente e investigador en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Drexel (Filadelfia, Estados Unidos), destaca que la nueva asunción presidencial de Trump simboliza el fin de una era y el inicio de una crisis civilizatoria del capitalismo global. Por ello plantea que la respuesta de la élite estadounidense a la decadencia relativa del país es precisamente el proteccionismo y el militarismo. Pero esto no detiene la decadencia; la acelera.

La caída del dólar como moneda de reserva global es otro síntoma de esta transformación. El Departamento del Tesoro ha tenido que aumentar constantemente los intereses de los bonos para atraer compradores extranjeros, pero países como China y Arabia Saudita han reducido drásticamente sus tenencias de deuda estadounidense.

Según el multimillonario Ray Dalio el mundo está presenciando "de manera única" el declive de una moneda hegemónica, algo que lleva siglos ocurriendo y que tiene consecuencias cataclísmicas. Además, plantea que el orbe está entrando en un nuevo ciclo de conflictos entre potencias en el que Estados Unidos ya no tiene la misma capacidad de imponer sus reglas.

Este proceso no es nuevo, la actual década pudiera marcar un punto de inflexión en la caída del petrodólar, con Rusia y otros países del Sur Global avanzando hacia sistemas de comercio alternativos y construyendo mecanismos de pago fuera del alcance de esa moneda, lo que erosionaría aun más su rol global.

Por otro lado, el aumento de la desigualdad en Estados Unidos, documentado por Zia Qureshi, investigador principal de Brookings Institution, revela cómo esta guerra comercial sirve más a los intereses de las corporaciones transnacionales que a los trabajadores nacionales. La política de Trump, lejos de ser una ruptura, es una manifestación extrema de la tendencia neoliberal: privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.

El proyecto económico de Trump, exhibido en la recién aprobada ley, ataca los sindicatos, recorta impuestos a los ricos y desregula los mercados, de esa manera profundiza las fracturas sociales que pudieran llevar a su país a enfrentamientos internos de gran magnitud. Esto permite concluir a la comentarista británica Grace Blakeley que se trata de una "guerra de clases descarada".

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Porcentaje de ingresos del 10% más rico, 1980-2020: la desigualdad ha aumentado en la mayoría de las economías avanzadas y emergentes importantes (Foto: Brookings Institution)

La guerra comercial de Donald Trump no es una solución a los males del capitalismo estadounidense sino uno de los síntomas más visibles que expone las grietas de un sistema capitalista que depende de la deuda, la especulación y la dominación financiera.

Se trata de un frente más en una batalla por el control del orden económico global que se cocina en fuego cada vez menos lento en fakes, amenazas y polémica. En el largo plazo, el mayor riesgo para la sociedad estadounidense no es China ni Europa sino su propia incapacidad para adaptarse a un mundo multipolar donde el poder económico ya no se concentra en Wall Street.

Luego de una década de recuperación ficticia tras la crisis de 2008, la potencia norteamericana enfrenta ahora una tormenta perfecta: una recesión anunciada, una burbuja financiera gigantesca y una crisis de hegemonía global manifestada en el desplazamiento del dólar y la pérdida de influencia en el escenario internacional.

Mientras la élite financiera busca salvarse mediante rescates y especulación, millones de trabajadores pagan el costo de una política que prioriza el cortoplacismo electoral sobre la reconstrucción productiva. En este contexto, la pregunta no es si habrá crisis, sino cuándo y cómo explotará.

Esta guerra impuesta podría ser recordada más que como una estrategia de "America First" como el último estertor de un imperio en declive. No se trata solo del riesgo de una recesión más o menos grave sino de un derrumbe lento pero inevitable de su modelo económico. Y la política comercial de Trump es solo el martillo que acelera el colapso.

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