En un escenario internacional marcado por el agravamiento de las tensiones geopolíticas y las agresivas políticas comerciales promovidas por la administración de Donald Trump, se llevó a cabo la reunión de ministros de Relaciones Exteriores del bloque Brics en Río de Janeiro los días 28 y 29 de abril.
El encuentro dejó señales nítidas sobre la dirección que Brasil busca imprimir a la organización durante su presidencia pro tempore.
A pesar del clima de cooperación y del discurso unificado sobre multilateralismo y desarrollo del Sur Global, el tono general asoma una pausa en el ritmo de expansión e innovación que caracterizó la presidencia rusa en 2024.
Las declaraciones del canciller Mauro Vieira y del presidente Luiz Inácio Lula da Silva revelaron una estrategia brasileña orientada a contener la velocidad de transformación del bloque, que refuerza una agenda tradicional basada en el diálogo, la neutralidad política y la diplomacia climática; e indicaron que fue en la reunión donde se definió este enfoque, el cual limita la profundización de la lógica de la multipolaridad en favor de una postura más pasiva.
Primera cumbre con un Brics ampliado
La cumbre ministerial fue la primera reunión formal de cancilleres tras la expansión de la plataforma, que ahora cuenta con once miembros, incluídas potencias regionales como Irán, Egipto y Etiopía.
Asimismo, por primera vez participaron como invitados especiales los llamados "socios Brics", una categoría creada en la cumbre de Kazán en 2024, entre los que figuran países como Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia y Nigeria.
Los temas abordados, como la necesidad de una reforma del sistema internacional, la defensa del multilateralismo y la promoción de la paz, encontraron consenso entre los participantes.
No obstante, el tono brasileño fue cauteloso. Vieira reiteró que los Brics "no están contra nadie", aclarando que no hay intención de crear una moneda común sino de incentivar transacciones en monedas locales, como una manera de reducir costos y fortalecer la cooperación regional, citando el modelo de la Aladi como ejemplo.
El canciller brasileño también subrayó que no se pretende reemplazar el sistema monetario actual, basado en la hegemonía del dólar estadounidense, ni crear nuevas divisas, con lo cual se desmarcó de propuestas más ambiciosas impulsadas por Rusia y China en años recientes. Es decir, Brasilia busca preservar el statu quo del dólar y restringir las opciones de desdolarización a un elemento puramente transaccional, lo cual evita alteraciones estructurales en el orden financiero global.
Este énfasis contrasta con la agenda rusa del año anterior, que proponía pasos más decididos hacia una arquitectura financiera alternativa, como la consolidación del sistema Brics Pay, una infraestructura de pagos transfronterizos híbrida, descentralizada a escala internacional, el impulso de la plataforma Brics Bridge como red supranacional de compensación, y el desarrollo de mecanismos de pago basados en monedas locales, digitales y blockchain con miras a reducir la dependencia del dólar con una perspectiva de mutipolaridad monetaria y financiera.
Una presidencia ambigua
El enfoque de Brasil como presidente de la organización parece responder más a su propia agenda internacional que a una voluntad de liderazgo transformador dentro del bloque.
Bajo la dirección de Moscú, el Brics se proyectó como una fuerza articuladora del Sur Global con propuestas estructurales en materia financiera, como el impulso a una red de pagos alternativa al Swift, la expansión del uso de monedas locales y el diseño de instrumentos crediticios orientados a blindar los EStados socios frente a sanciones unilaterales.
En contraste, la hoja de ruta propuesta por Brasil en 2025 indica una reorganización de las prioridades, más alineada con agendas de desarrollo, salud, medio ambiente e inclusión social. Según el documento oficial de la Presidencia Pro Tempore Brasileña (PPTB), Brasil se propone contribuir —como en sus mandatos anteriores de 2010, 2014 y 2019— al "avance del diálogo y la consulta en el seno de los Brics sobre cuestiones políticas y de seguridad, económico-financieras y de la sociedad civil", lo cual mantiene su tradicional énfasis en la reforma del sistema de gobernanza global para otorgar mayor voz a los países emergentes.
Bajo el lema "Fortaleciendo la cooperación global con el Sur para una gobernanza más inclusiva y sostenible", la presidencia brasileña ha definido dos grandes prioridades:
- La cooperación global con el Sur.
- Las asociaciones Brics para el desarrollo social, económico y ambiental.
A través de las intervenciones de sus altas autoridades Brasil proyecta un rol de "puente" entre el Norte y el Sur global, más inclinado hacia la conciliación que a la confrontación. Su narrativa insiste en que los Brics no pretenden sustituir los mecanismos existentes ni desafiar el sistema financiero internacional dominante, lo cual sugiere que Brasil busca dar forma a un bloque que no resulte incómodo para Washington.
En lugar de promover una auténtica multipolaridad, prioriza un multilateralismo transaccional que le permita consolidar sus vínculos económicos con China y Rusia, sin romper su histórica dependencia geopolítica con Estados Unidos. Esta estrategia le permite navegar las tensiones sistémicas sin comprometer su margen de maniobra en ambos frentes, lo cual se traduce en que consolida sus negocios con China y Rusia sin comprometer su relación de dependencia geopolítica con la Casa Blanca.
Además, la presidencia brasileña propuso destacar temas como la lucha contra el cambio climático a través de la iniciativa Amazon Forever, una apuesta por atraer inversiones al bioma amazónico con el apoyo de "países desarrollados".
Este enfoque contrasta con la línea geopolítica y de seguridad que marcó la presidencia rusa, centrada en la consolidación del orden multipolar y el rediseño de la arquitectura internacional de poder.
Brasil opta por no apresurar la institucionalización del bloque y privilegia el fortalecimiento de sus redes internacionales preexistentes, en una dinámica que sugiere un uso estratégico del espacio multilateral como plataforma de proyección internacional.
Nuevos desafíos
A medida en que se acerca la Cumbre de Líderes del 6 y 7 de julio, los Brics enfrenta un escenario marcado por divergencias internas que condicionan su rumbo estratégico.
Las negociaciones en torno a la declaración conjunta de Río de Janeiro, que servirá de base para el documento final de los Jefes de Estado, evidencian una tensión persistente entre el impulso transformador que conducen Rusia y China, y la apuesta por la moderación proestadounidense que Brasil busca imprimir a su presidencia pro tempore. Esta divergencia quedó especialmente patente durante la cumbre de Kazán, cuando se impidió el ingreso de Venezuela a la plataforma.
Las negociaciones para este texto reflejan una posición sostenida del grupo: la crítica a las "medidas unilaterales" y la defensa del multilateralismo como principio rector. Sin embargo, las diferencias de tono resaltan no solo las distintas velocidades que conviven en el bloque sino también un trasfondo más profundo: el choque entre intereses y visiones geopolíticas diferentes, que oscilan entre la conservación de ciertos equilibrios tradicionales y la apuesta estratégica por la multipolaridad, que implica necesariamente chocar con el dominio occidental.
China habría presionado por un lenguaje más contundente en rechazo a los recientes aranceles estadounidenses sobre sus productos, que alcanzan hasta 145%, mientras que Brasil, actuando como mediador, busca un enfoque menos confrontacional. Según reportes de prensa, el comunicado final mantendría la crítica a estas políticas, pero evitaría escalar retóricamente el enfrentamiento.
Al mismo tiempo, se consolida un viraje en la discusión sobre la arquitectura financiera del grupo. Frente al entusiasmo anterior sobre una moneda común, las autoridades brasileñas parecen haber optado por priorizar la promoción del comercio en monedas locales como mecanismo gradual para reducir la dependencia del dólar estadounidense.
Beijing, por su parte, sigue perfilando a los Brics como una "columna vertebral" de la cooperación Sur-Sur. Las declaraciones del vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores en Beijing, Lin Jian, resaltaron la intención de construir una asociación "más integral" entre sus miembros y defender "la equidad y la justicia" en la gobernanza global.
Una visión que fue reforzada durante la reunión bilateral entre Wang Yi y Serguéi Lavrov, en la que ambos reafirmaron el rol de la plataforma como catalizador de un sistema internacional más justo y racional.
Las palabras de Vieira, cuidadosamente escogidas, han sido interpretadas como una señal clara de que la presidencia brasileña busca frenar el impulso geoestratégico que Rusia imprimió durante la cumbre de Kazán, donde se promovieron abiertamente propuestas de arquitectura financiera y de seguridad alternativas al orden occidental.
Además de marcar diferencias en el tono y el enfoque, Brasil ha propuesto una estructura más técnica y transaccional para la coordinación de la instancia. Y la organización de 100 reuniones ministeriales y técnicas entre febrero y julio en Brasilia evidencia una voluntad de institucionalizar y tecnificar la dinámica de la organización, pero también podría leerse como una forma de administrar el tiempo político para moderar las iniciativas más avanzadas.
En lugar de avanzar con propuestas estructurales de mayor calado, la presidencia brasileña apuesta por consolidar logros previos y reforzar la cooperación existente, procurando no generar tensiones ni con sus socios Brics —particularmente China y Rusia— ni con actores externos cruciales como Estados Unidos y la Unión Europea. Esta estrategia revela un delicado equilibrio del alineamiento geopolítico occidental tradicional de Brasil y la apuesta abstracta por la multipolaridad.
El camino que Brasil trace durante los próximos meses será determinante para el futuro inmediato del bloque.