Vie. 25 Julio 2025 Actualizado 10:38 am

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Durante su campaña, Trump prometió incrementar las perforaciones petroleras con su consigna "Drill baby drill" (Foto: Alex Brandon / AP Photo)
El "Drill, baby, drill" sometido a análisis

La estrategia energética de Trump (aún) no logra sus objetivos

Al asumir su segundo mandato, Donald Trump heredó un sector energético en transición, con una creciente traslación de la matriz energética hacia las fuentes renovables. Pero al mismo tiempo, Estados Unidos ya estaba afianzado como principal productor mundial de crudo y principal exportador global de gas natural licuado (GNL).

A pesar de esta interesante dualidad en el esquema energético estadounidense, Trump, como acérrimo crítico de la tesis del calentamiento global, prefirió afianzar su estrategia energética desde los fósiles a fin de lograr una "independencia energética". Su plan prometía:

  • Acelerar permisos de perforación en tierras federales y aguas profundas, revirtiendo restricciones como la aplicada por la administración Biden sobre el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR).
  • Revitalizar la industria del carbón, —una fuente de energía que el sector privado está abandonando— otorgando subsidios a plantas en riesgo de cierre y eliminando normas de emisiones.
  • Fomentar la energía nuclear con incentivos para reactores modulares, una tecnología que considera clave para la base energética nacional.
  • Reorientación de fondos y subsidios destinados a energías limpias hacia proyectos fósiles.
  • Reducir la burocracia ambiental, facilitando la construcción de infraestructura como oleoductos y refinerías.
  • Favorecer el incremento de la producción de barriles de crudos, para impactar el mercado y "hacer bajar" los precios.

La estrategia buscaba no solo aumentar la producción, sino también debilitar la influencia de la OPEP y posicionar a Estados Unidos como el principal exportador de GNL, independientemente de que ese enfoque podría generar la saturación de mercados y tensiones con países aliados.

MEDIDAS Y CIFRAS CLAVES

Durante los primeros cuatro meses de 2025, la producción estadounidense de petróleo alcanzó 13,32 millones de barriles diarios (mbd), un aumento del 1,1% respecto a 2024, según la Administración de Información Energética (EIA). Este crecimiento se concentró en yacimientos de shale como el Pérmico (Texas) y Bakken (Dakota del Norte), donde las empresas ampliaron operaciones gracias a permisos acelerados.

Sin embargo, los vaivenes en la imposición de aranceles comerciales por parte de Trump han generado incertidumbre económica general y en la industria petrolera. Esto ha contribuido a que los productores estadounidenses ralenticen sus actividades de perforación y terminación este año.

En Estados Unidos se calculan costos de producción por barril que rondan los 62 dólares en diversos campos. Este precio obedece en gran medida al nuevo aumento de la producción desde la OPEP+.

Algunas empresas consideran que ciertos proyectos se están volviendo menos rentables. Por lo tanto, el clima en la industria petrolera estadounidense sigue siendo de cautela, y esto explica el modesto aumento de 1% en la producción en lo que va de año.

ÓRDENES EJECUTIVAS Y MEDIDAS RELEVANTES EN MATERIA ENERGÉTICA

Donald Trump ha firmado un conjunto de órdenes ejecutivas en función de su plan energético. Entre estas cabe destacar: 

  • Presupuesto regulatorio de base cero para Liberar el Poder Energético estadounidense (9 de abril de 2025): Busca reducir la carga regulatoria sobre el sector energético mediante la eliminación periódica de regulaciones "obsoletas o contraproducentes".
  • Declaración de una emergencia energética nacional (20 de enero de 2025): Declara una emergencia nacional en energía y establece medidas para acelerar proyectos de infraestructura energética, facilitar la exploración y producción de recursos nacionales y revisar las vulnerabilidades del sistema energético.
  • Liberando el extraordinario potencial de recursos de Alaska (20 de enero de 2025): Reanuda actividades de exploración y producción en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR, por sus siglas en inglés), suspendidas durante el gobierno anterior.
  • Ordenando la reforma de la Comisión Reguladora Nuclear (23 de mayo de 2025): Busca acelerar el desarrollo de reactores nucleares avanzados y mejorar la eficiencia regulatoria del sector nuclear.

La piedra angular de la política energética de Trump ha sido la eliminación de barreras regulatorias. La agenda de desregulación ha tenido un impacto directo en el sector hidrocarburífero y es facilitada por la orden ejecutiva Presupuesto regulatorio de base cero para Liberar el Poder Energético estadounidense, que establece un marco para revisar y eliminar regulaciones innecesarias en el sector energético. Esta medida ha permitido a las empresas reducir costos operativos.

Además, se han aprobado incentivos fiscales específicos para el sector.

  • Ampliación de créditos fiscales para arrendamientos petroleros y gasíferos: La administración Trump propuso y logró la aprobación de créditos tributarios para empresas que inviertan en nuevas áreas de exploración y producción, especialmente en tierras federales y en el ANWR.
  • Eliminación de restricciones a la exportación de gas natural licuado (GNL): La administración ha eliminado barreras burocráticas para la exportación de GNL, posicionando a Estados Unidos como un actor clave en los mercados europeo y asiático.
  • Reducción de impuestos corporativos para empresas de hidrocarburos: Se aplicó una reducción del impuesto corporativo del 21% al 18% para empresas que inviertan en nuevos proyectos de exploración y producción.

Según Trump, estas medidas han impulsado inversiones en su país, pero evidentemente esto aún no se ha materializado en cifras de producción de barriles en lo que va de año.

OBSTÁCULOS Y VIABILIDAD DE LA POLÍTICA DE TRUMP

Un importante problema para el despegue de la política energética de Trump es la estructura general de costos para las actividades de hidrocarburos en Estados Unidos.

A pesar de la política de desregulación y estímulos favorables a las empresas petroleras y gasíferas, las operadoras, prestadoras de servicio y cadenas de proveedores de insumos, mantienen costos altos, en campos de crudo convencionales y especialmente en campos de crudos no convencionales (shale oil).

Por otro lado, en el mercado petrolero convergen factores exógenos. La EIA ha venido reduciendo su pronóstico de crecimiento de la demanda mundial de petróleo para 2025 en 400.000 bpd, citando la incertidumbre económica por los aranceles. Una menor demanda podría frenar los precios, pero también mermar la confianza de los inversores en el crecimiento de la producción.

Por otra parte, el aumento de la producción de OPEP+ ha impulsado los precios a la baja.

Si bien el contexto ha logrado "hacer bajar" los precios petroleros, lo cual ha sido parte de las promesas de Trump, el cuadro de conjunto es de incertidumbre para productores de crudos en Estados Unidos.

Pero esta situación no debe darse como estructural. Técnicamente, las medidas de Trump no han fracasado, por ahora. Se trata de acciones cuyos resultados siguen diferidos.

El incremento de la producción en barriles en Estados Unidos, en apenas 1% de lo que va de año, es representativo de las dinámicas del mercado y no de su política.

En conjunto, muchas medidas de Trump podrían ser continuadas luego de su gobierno y ofrecen condiciones de impulso extraordinario a la estrategia de Estados Unidos a largo plazo, la cual le afianza como un gran productor y exportador de productos fósiles, con capacidad de incidir considerablemente en el mercado global.

El problema es el contexto actual de los precios, el cual debe considerarse coyuntural. Una vez que los precios aumenten, la factibilidad de nuevos desarrollos petrolíferos en Estados Unidos estará garantizada.

Por otra parte, el clima de nuevas políticas de Trump también favorece la inversión en nuevos procesos en pos de la disminución de costos. Las empresas petroleras y gasíferas estadounidenses están afianzando su estrategia para profundizar el uso de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y robótica, para mejorar procesos en exploración, producción, ingeniería de yacimientos, logística y transporte. Esto permitiría que muchos campos sean resilientes a un clima de bajos precios, tal como hoy existe.

En ese escenario, Estados Unidos podría seguir aumentando gradualmente su producción y su cuenta de barriles al día podría incrementarse un poco más, pese al contexto actual.

Sólo entonces, la frase "Drill, baby, drill" tendrá sentido para las empresas estadounidenses. Se superaría la incertidumbre y la estrategia del mandatrio podría lograr sus objetivos de aumento de la producción en barriles.

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