Próximos a cumplir 24 horas del inicio de la Operación "Promesa verdadera" desarrollada por la República Islámica como respuesta al bombardeo y destrucción de su consulado en Damasco que perpetró el Estado de Israel, se hace necesario profundizar el análisis geopolítico de la situación para abordar correctamente los efectos, impactos y real alcance de una movilización militar que tiene un cáracter inédito en Asia Occidental.
La perspectiva geopolítica y marcial desarrollada por los periodistas libaneses Hasan Illaik y Ali Jezzini permite una aproximación a las implicaciones del evento que ha marcado la agenda internacional este fin de semana, y cuyo desarrollo todavía está en proceso, más en el frente político y diplomático que en el militar —al cierre de esta nota—, una vez que Irán ya ha declarado concluida su respuesta.
La inexpugnabilidad de Israel
Si con la Operación "Tormenta de Al-Aqsa" del 7 de octubre de 2023 ya se cuestionaba la supuesta invulnerabilidad del espacio aéreo israelí, con "Promesa verdadera" el cuestionamiento se confirmó. Como lo refiere Illaik, Israel tenía conocimiento previo por inteligencia propia, de los países occidentales y de otros aliados en Asia Occidental de que Irán preparaba una respuesta a la destrucción de su consulado, en virtud de lo cual tuvo oportunidad de organizarse para ello.
Esta ventaja, sin embargo, no impidió lo que ya el mundo conoce: los misiles iraníes alcanzaron al menos dos bases áreas de importancia del ejército israelí, una de las cuales fue utilizada para atacar el consulado en Damasco.
La información militar conocida hasta ahora afirma que los proyectiles iraníes lograron sortear varias capas de defensa aérea israelí: el Hatez 1, 2 y 3, el David's Sling, el Patriot e incluso algunos informes hablan de la participación de los estadounidenses con el Thaad en Jordania y el SM-3 desde el mar. Esto se considera el nivel más alto al que puede estar expuesto un ataque con misiles.
Ese dato confirma que la "Cúpula de hierro" resultó no ser inexpugnable y, por el contrario, se mostró altamente costosa en un ataque que, a todas luces, no expuso lo mejor de la tecnología iraní. Sobre los costos, afirma el analista Jezzini que los mismos superaron, según algunos cálculos, los mil millones de dólares, además de exigir que países aliados como Jordania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos participaran en la defensa antiaérea.
Tal aspecto no es menor. La República Islámica tuvo que hacer frente en su contraataque no solo al Estado de Israel, sino más bien a Occidente en su conjunto, liderado por Estados Unidos, y a los regímenes aliados en Asia Occidental, como Jordania, que actuaron sinérgicamente en la defensa de Tel Aviv, aun cuando no lo han confirmado directamente. Para el periodista Hasan Illaik:
"A pesar de la alerta occidental, israelí y jordana, y de la iniciativa de estos países y otros de enfrentar el ataque iraní en defensa de "Israel", los misiles iraníes alcanzaron al menos dos bases del ejército de ocupación sionista. La Guardia Revolucionaria iraní anunció que sus misiles alcanzaron al menos una base aérea israelí antes de que el ejército de ocupación lo admitiera. Estas bajas se produjeron a despecho de que Irán no se enfrentaba solo a la entidad ocupante, sino más bien a Occidente en su conjunto y sus regímenes afiliados".
La magnitud y verdadero alcance del contraataque y de la defensa
Es importante desestimar la propaganda que busca reseñar la respuesta iraní como el inicio de una "Tercera Guerra Mundial", equiparándola a eventos históricos como el asesinato de Francisco Fernando en Sarajevo o la invasión de Polonia en 1939. Como bien lo señaló la delegación de la República Islámica en la ONU, la acción iraní se ampara en el derecho a la legítima defensa, en respuesta al embate previo contra su consulado en Damasco. Las características de la acometida iraní, considerada proporcional a la recibida, de naturaleza precisa y limitada, respaldan esta afirmación.
Los expertos Illaik y Jezzini coinciden en un aspecto crucial del contraataque: la selección del armamento. A pesar de contar con tecnología más avanzada, Irán optó por drones de menor velocidad y misiles no tan sofisticados. Esta decisión, tomada para la Operación “Promesa verdadera”, sugiere una respuesta proporcional y limitada, ajustada al nivel de agresión recibido en su sede consular.
Otro elemento importante tiene que ver con la "defensa de Israel" porque si algo queda claro con el trascurrir de estas primeras horas es que es imposible la sostenibilidad militar de Tel Aviv sin el apoyo que los países occidentales proporcionan; en un enfrentamiento limitado como el que tuvo lugar anoche, Israel necesitó del apoyo de Occidente y de los árabes aliados para defenderse. En un conflicto abierto no es viable ni sostenible por mucho tiempo esta estrategia. He allí la fragilidad que quedó en evidencia.
Como comenta el analista Fayez Al-Dwairi I: "La historia que se ha arraigado en la mente árabe es que el ejército de ocupación israelí es difícil de derrotar, solo para descubrir —tras la respuesta iraní— que es incapaz de proteger el pequeño Estado de la entidad sionista por sí solo".
Las implicaciones inmediatas
La agresión contra la sede consular de Teherán en Damasco significó la posibilidad de un recambio en el ejercicio político y diplomático impulsado por Israel; la respuesta iraní, por su parte, reconduce el tablero de juego regional y obliga a Tel Aviv "a dar marcha atrás en su objetivo cuando bombardeó el consulado". La Operación "Promesa verdadera" crea nuevas reglas de enfrentamiento y una nueva ecuación de disuasión en un área donde Estados Unidos, a través de Israel, impuso su ritmo desde la "Guerra de los 6 días" en la década de los sesenta.
No solo la superioridad defensiva y ofensiva israelí quedó en entredicho con la Operación "Promesa verdadera", el mismo apoyo incondicional de Occidente, en especial de Estados Unidos, se relativiza a partir de la recomendación que le da la Casa Blanca a Netanyahu de dar por concluido la coyuntura conflictiva con Irán. Occidente estaría tratando de ocultar su poca disposición a participar realmente en una confrontación directa con la República Islámica, y la respuesta iraní visibiliza esa reticencia fracturando una relación considerada sólida. Al respecto comenta Fayez Al-Dwairi I:
"Es una consideración y conlleva implicaciones que obligan a la entidad estatal a reevaluar sus cálculos en una futura agresión en suelo iraní. Pero lo más importante de todo es demostrar la verdad que los países occidentales están tratando de ocultar, que es la disposición de esos países a participar realmente en la lucha junto a la entidad Estado [Israel] en cualquier guerra futura. Esta intervención elimina la ilusión".
Estados Unidos conoce las repercusiones de un conflicto abierto con Irán, no solo regional sino globalmente y de la afectación que fronteras adentro tendría, sobre todo en un año electoral como el que transitan.
Todos los actores están conscientes de que la respuesta iraní irá in crescendo y mostrará su verdadera capacidad militar de forma paulatina. Atacar el territorio o los activos de Irán generará una respuesta directa cada vez más fuerte de la que vimos este 14 de abril. Para Mohammad Jamshidi lo central está en el hecho de que:
El significado estratégico de la Operación "Promesa verdadera" es que la era de la paciencia estratégica hacia los males del régimen [de Israel] ha terminado e Irán ha derrotado su esquema de guerra entre guerras. Ahora la ecuación ha cambiado. Atacar las fuerzas y activos de Irán generará una respuesta directa".
Respuesta a la que Occidente, y en especial Estados Unidos, no estaría dispuesto a involucrarse, sabiendo de las consecuencias que tendría sumar un nuevo teatro de operaciones al ya existente en Ucrania y al conflicto latente en Taiwán.