Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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María Corina Machado durante marcha de febrero 2019 como parte de la campaña "máxima presión" de Trump (Foto: Alexcocopro)
De las "sanciones" a la intervención militar

María Corina, más trumpista que Guaidó

Las declaraciones emitidas por el expresidente estadounidense Donald Trump, en las que confesó que su plan era apoderarse del petróleo venezolano mientras ejercía una política de "máxima presión" sobre el país, develan el trasfondo de la operación de cambio de régimen que ha mantenido Estados Unidos desde hace años, así como el rol que cumplen quienes operan a favor de esa agenda bajo el discurso de la democracia y los derechos humanos.

María Corina Machado, precandidata de Vente Venezuela a la primaria opositora, no se ha manifestado respecto a las palabras del magnate. Se desconoce si las apoyará como lo hizo en 2019 diciendo que "el camino a seguir es el que ha marcado la administración Trump" respecto a Venezuela, pero hay algunas pistas.

Impulsora y admiradora de la "máxima presión"

La exdiputada y expresidenta de Súmate, una de principales ONG beneficiarias de financiamiento del Departamento de Estado estadounidense en su momento, coincide con todo el paquete discursivo de Trump pero también con sus acciones. Pocos días antes de la confesión del republicano en Carolina del Norte, la también precandidata defendió la instrumentación de las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela en un foro con el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) diciendo que estas son una "herramienta de negociación".

También solicitó a Trump la intervención militar de Venezuela por parte de "una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela", con lo cual convalidaba la amenaza que mantuvo el entonces jefe de la Casa Blanca en su estrategia de "máxima presión".

En un comunicado emitido en junio de 2020, Machado defendió la legitimidad de la "obligación a intervenir y el Derecho a Proteger (R2P)", también propulsó la continuidad del interinato hasta que todo indicaba que era una estrategia fallida. En ese momento culpó a otros del fracaso.

No es coincidencia que ambos hayan intentado fungir como outsiders de la política tradicional en sus respectivos países defendiendo valores liberales pero al mismo tiempo captando sectores conservadores. Puede afirmarse que Machado es admiradora del expresidente desde que este comenzó su gestión al frente de la Casa Blanca.

De Trump a María Corina, vía Florida

Para llegar de Donald Trump a María Corina Machado hay que pasar por Florida; no se trata sólo de simpatía ideológica, esta conexión está dinamizada por actores de la llamada "gusanera" mayamera, como el senador republicano Marco Rubio. El mismo que ya en 2014 amenazaba a Venezuela con "sanciones" cuando la Asamblea Nacional destituyó a Machado porque aceptó representar el gobierno panameño para hablar contra el gobierno venezolano en la Asamblea Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

El político de raíz cubana fue adversario de Trump cuando fue candidato a la presidencia en 2016 pero terminó siendo su aliado hasta convertirse en su Secretario de Estado para América Latina de facto y sin nombramiento, como algunos medios difundieron. Según una nota publicada por POLITICO, varios exfuncionarios de la Casa Blanca y del Departamento de Estado y legisladores, asesores y analistas republicanos confirmaron la alta influencia de Rubio sobre la política de la Casa Blanca hacia la región latinoamericana cuando el magnate gobernaba Estados Unidos.

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Luego de ser contrincantes, Trump hizo alianza con Rubio para asediar a Venezuela, Cuba y Nicaragua (Foto: TIME)

Trump apoyó irrestrictamente la candidatura de Rubio al Senado estadounidense durante las elecciones de 2020, aunque el informe del comité encabezado por el senador haya sido el más brutal de las diversas investigaciones sobre el vínculo de su campaña electoral con Rusia, incluida la del fiscal especial Robert S. Mueller III.

Agrega POLITICO que Michael Shifter, presidente del think tank Inter-American Dialogue, lo acusó de distorsionar la política y criticó su "enfoque singular" sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua: "Pero esta obsesión con las tres dictaduras no significa que ignores todo lo demás que está pasando en la región", agregó.

Otros relatan cómo influía y hasta pasaba por encima del Consejo Nacional de Seguridad (NSC, por sus siglas en inglés), en particular cuando hizo lobby por el entorno de Leopoldo López en febrero de 2017. Los asistentes del NSC se enteraron de la reunión con Lilian Tintori después de que se llevó a cabo, según dos exfuncionarios de la administración. Además, esta instancia informaba a Rubio al menos una vez por semana.

El también senador republicano por Florida y exgobernador de ese estado, Rick Scott, es otra de las conexiones evidentes de la dirigente de Vente Venezuela, quien ha alentado públicamente declaraciones de Scott que criminalizan, sin pruebas, al presidente Nicolás Maduro como un actor del terrorismo internacional. En 2021 Scott promovió la BOLIVAR Act, o Ley BOLIVAR, para que el Congreso estadounidense pudiera seguir condicionando las "sanciones" ilegales contra Venezuela por encima de decisiones que tome el poder ejecutivo al respecto.

La Ley BOLIVAR busca seguir impactando la industria petrolera mediante el saboteo a algunas medidas como la licencia otorgada a Chevron por el Departamento del Tesoro para reanudar operaciones de extracción de petróleo en Venezuela. Machado habla y actúa en esa línea del guerrerismo terrorista de Florida, apoya el desvalijamiento de la industria petrolera por la vía de las "sanciones" con vistas a, en un eventual triunfo electoral, privatizar la petrolera estatal Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA).

Intolerancia política, injerencismo de línea dura, vanguardismo ideológico a favor de las élites económicas y neoliberalismo dogmático es el nudo que une a Machado con la élite política estadounidense que impulsa el regreso de Trump. Allí radican los cálculos y el silencio de la precandidata —¿por ahora?— respecto a las declaraciones del expresidente a la Casa Blanca.

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