Mar. 26 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 6:37 pm

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Una universidad italiana decidió aplazar un curso sobre el gran novelista ruso Fiódor Dostoyevski por "razones políticas" (Foto: EPA)

Cultura de la cancelación: a lo que llevó la rusofobia occidental

Resulta un poco extraño toparse con un titular de noticia que dice que existe algún tipo de polémica entre el presidente Vladímir Putin y la autora de los libros de Harry Potter, JK Rowling. Aún más teniendo en cuenta el contexto global actual que tiene a Rusia de protagonista, y que todos estos días ha producido informaciones que se inclinan hacia lo político, militar o financiero.

Todo cobra sentido cuando se lee las declaraciones completas de Putin, que en una reunión con los ganadores del Premio Presidencial de Literatura y Arte para niños y jóvenes mencionó a Rowling solo para dar un ejemplo de una de las tantas prácticas retorcidas nacidas en la civilización occidental: la cultura de la cancelación. La respuesta de la escritora británica y la supuesta polémica ya es otro asunto que no tiene ninguna importancia.

"No hace mucho tiempo, la escritora infantil JK Rowling fue cancelada porque ella, la autora de libros que ha vendido cientos de millones de copias en todo el mundo, no complació las demandas de los derechos de género", dijo.

Al comentar el caso, el presidente Putin hizo una comparación con el plan en marcha contra Rusia.

Hoy están tratando de cancelar todo un país milenario, nuestra gente. Estoy hablando de la discriminación progresiva de todo lo relacionado con Rusia... sobre esta tendencia, que se está desarrollando en varios Estados occidentales y con la plena connivencia y, a veces, el aliento de las élites gobernantes. La notoria cultura de la cancelación se ha convertido en la abolición de la cultura.

El jefe de Estado comparó la campaña masiva en Occidente con la destrucción de literatura que hubo en la Alemania nazi.

Del ostracismo a la cultura de la cancelación

La cultura de la cancelación es una forma contemporánea de nombrar al ostracismo de siempre, cuando una persona es castigada y aislada de la sociedad. El ostracismo era un voto popular en la antigua Grecia. Los participantes en la votación usaban fragmentos de arcilla, también llamados ostraca, para escribir el nombre de una persona que, a su juicio, era peligrosa y por lo tanto debía ser expulsada. La persona que obtuviese el mayor número de votos era desterrada por diez años.

Vamos a pegar un salto a días más cercanos. A partir de la década de 2010, la práctica del ostracismo comenzó a mutar en eso que ahora llaman cultura de la cancelación, estableciéndose como una manera radical de castigo civil principalmente desde las redes sociales, que en ese mismo tiempo comenzaron a arraigarse en la cotidianidad. Las figuras públicas están propensas a ser "canceladas" por los usuarios de las redes sociales a través de comentarios negativos y el bloqueo de los contenidos relacionados con esa persona, derivando en consecuencias reales.

Da la impresión de que no hay intenciones secundarias u ocultas si, por ejemplo, se trata de un boicot contra una persona, grupo de personas o empresa privada por comentarios o acciones consideradas ofensivas, como de hecho ha ocurrido en varios casos famosos de cancelación en Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, la cultura de la cancelación, tal y como existe, perdió toda presunción de inocencia. Se nota demasiado que, anclándose en esa práctica, grupos con desproporcionados niveles de poder protegen sus intereses político-económicos destruyendo a cualquiera que hable en contra del punto de vista autorizado por ellos. Para muestra un botón: las propias redes sociales pueden bloquear la cuenta, sin admisión de quejas, de un presidente de un Estado-nación, como fue el caso de Donald Trump.

la campaña de "todo lo ruso es Malo" no es nueva

En cuanto a Rusia, la cancelación toma dimensiones que rayan en prohibiciones absurdas y sus consecuencias llegan a formas peligrosas de rechazo y persecución.

"La cultura de la cancelación ha tocado fondo. Mientras que antes se prohibía a personas y a veces a comunidades enteras de la cultura occidental (lo que llamamos cultura europea y cultura estadounidense, que se impone como universal para todo el mundo, aunque tenga sus propios defectos), ahora se ha suprimido a todo un país".

Eso dice Vladimir Kurichenko, comerciante de Rusia con especialización en relaciones públicas, que nos compartió su punto de vista.

"Rusia es un gran país con una rica historia y cultura. También es la heredera de la Unión Soviética, que ha desempeñado un papel importante en la historia mundial. Si la suprimimos, tendremos que reescribir la historia. Es cierto que los países europeos y los Estados Unidos pueden seguir adelante con esto. Desgraciadamente, vemos que las decisiones que están tomando están lejos del sentido común".

Y es que, seguramente, todos aquí estamos familiarizados con las decisiones que se han estado tomando recientemente desde Estados Unidos y Europa en el ámbito de las artes, las ciencias, las tecnologías y el deporte para convencer a la fuerza de que cualquier cosa relacionada con la cultura rusa está mal y hay que odiarla y borrarla de la memoria colectiva.

A nosotros, espectadores desde Latinoamérica, nos puede parecer que tales acciones son novedosas (bajo el neologismo de la cancelación) y que son una reacción a la operación especial militar de las Fuerzas Armadas de Rusia para desmilitarizar y desnazificar Ucrania, aunque en realidad forman parte de un boicot más prolongado, tal y como lo aclara Fedor Sergeevich, exmilitar ruso que también ofreció su perspectiva a esta tribuna.

"Es solo que ahora está tomando medidas más estrictas, pero existe incluso antes, cuando los países occidentales se apropiaron de la autoría de muchos inventos y descubrimientos científicos que creó el pueblo ruso. Por ejemplo, pocas personas en Occidente conocen el hecho de que la televisión fue inventada por el científico ruso Vladimir Zworykin". 

Sergeevich nos muestra hasta qué punto, en el intento de construir una imagen exclusivamente negativa de Rusia, se han ocultado a otros países de Europa los nombres de personajes rusos que hicieron descubrimientos mundiales.

"Yo mismo tuve la experiencia de vivir y trabajar en algunos países de Europa occidental y todavía tengo amigos allí. Y puedo decir que ya hace unos años noté el hecho de que, en las escuelas de Alemania y Gran Bretaña, los niños no reciben el nombre de Mendeleev como el descubridor del sistema químico periódico. Al mismo tiempo, siempre nombran las leyes de los científicos occidentales, como la ley de Newton o el teorema de Fermat... Pero ocultan a los científicos rusos de todas las formas posibles y no escriben sus nombres para los escolares de Occidente. Este es un hecho que hemos notado desde hace muchos años". 

La intención es retratar a Occidente como cuna de la civilización y decir que en Rusia "todos son unos estúpidos osos sucios", explica Fedor, "aunque, de hecho, a diferencia de los países católicos occidentales, los rusos no colonizaron América, India y África, y no convirtieron a las personas de estos países en sus esclavos".

Fedor está en lo cierto cuando nos dice que el odio a Rusia como nación y cultura no es algo que se venga promoviendo hace poco. De hecho, la rusofobia tiene siglos de historia y profundas raíces vinculadas a la civilización de Occidente, que en su desarrollo fue calificando de bárbaros a los pueblos que no se unieron a sus valores.

En la década de 1830, relata el historiador Andre Fursov, fue llevado a cabo por los británicos un proyecto rusofóbico con el objetivo de poner al país de Eurasia como fuente de todo lo malo a través de operaciones de información y psicológicas. En el marco de esa campaña, que duró casi un cuarto de siglo, Gran Bretaña pudo formar una coalición antirrusa que derrotó a Rusia en la Guerra de Crimea.

Del mismo modo, en los últimos años los medios estadounidenses y europeos han librado una guerra de información contra Rusia para convencer a su audiencia de la amenaza que este país supuestamente supone para el mundo, y, otra vez, formar en la opinión pública que cualquier ataque está plenamente justificado. Tarea que sirvió para encubrir lo que estuvo sucediendo durante ocho años en la región del Dombás.

¿Qué les hizo pensar que Occidente es el mundo entero?

Volviendo a las palabras de Kurichenko, éste nos recuerda que Rusia no es el único país que ha sido condenado al ostracismo.

"Su país [Venezuela], y la misma Corea del Norte e Irán también son países que han sido cancelados, para usar el término de hoy. Pero el mundo no se quedó sin la cultura persa, porque Irán es grande y antiguo. El mundo no se ha quedado sin la cultura coreana, porque está Corea del Sur, que tiene mucho en común con el Norte, pero cuya cultura se ha vuelto demasiado norteamericana. Y el país de América Latina no es tan fácil de cancelar, porque hay demasiado español e indígena en su historia y cultura".

Al final, esta práctica viciosa de exclusión reventará en la cara de quien la promueve. ¿O acaso Occidente es el mundo entero? Nada de eso. Solo una pequeña parte de este mundo y solo una de las muchas civilizaciones en el tiempo. Mientras ellos hacen su muro, afuera de él los otros dos tercios del planeta siguen existiendo y son partícipes en el surgimiento de un nuevo orden global, donde Rusia juega un papel protagónico, a pesar de los intentos por cancelarla. 

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<