Lun. 23 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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En esta foto de febrero de 2015, un ingeniero comprueba la red de distribución de gas en Beregdaroc, Hungría, uno de los puntos de paso del gas ruso hacia la Unión Europea (Foto: Laszlo Balogh / Reuters)
La dependencia del gas ruso en el escenario actual

Europa se pone la soga al cuello en la guerra energética contra Rusia

Se sabe que la contribución rusa al consumo de gas en Europa es significativa y que es de naturaleza creciente. A la fecha Rusia suministra un 40% a ese continente. La Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA siglas en inglés) lo indicaba en una revisión del comportamiento de este recurso a inicios del mes de febrero, a saber:

  • En 2020, las importaciones de gas natural tanto por gasoducto como gas natural licuado (GNL) proporcionaron más del 80% del suministro de gas natural a los países de la Unión Europea y el Reino Unido. Una década antes se hablaba de un 65%, siendo Rusia el mayor proveedor de la región.
  • Las importaciones por oleoductos desde Rusia crecieron de aproximadamente 11 mil millones de pies cúbicos por día en 2010 a más de 13 mil millones de pies cúbicos en 2020.
  • Desde 2010 hasta 2020, la producción de gas natural en los países de la Unión Europea (UE) y el Reino Unido se redujo en más del 50%, siendo el equivalente de 18 mil millones de pies cúbicos por día en 2010 a 9 mil millones de pies cúbicos por día en 2020. Esta disminución es el resultado del agotamiento de los recursos propios en esos países. Este es el dato alarmante de dependencia energética.

Además, estos datos van en consonancia con los que maneja la empresa de análisis energético de Noruega, Rystad Energy, que estima que el suministro total de Rusia a Europa es de aproximadamente 150 mil millones de metros cúbicos a 190 mil millones de metros cúbicos, mientras que a través de Ucrania u otras rutas se registra apenas 52 mil millones de metros cúbicos de gas al año al continente europeo.

Este gráfico de la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transmisión de Gas (ENSTSOG, sus siglas en inglés) refleja la importancia del auge de suministro de gas solamente del Nord Stream I, esperemos ver este gráfico cuando se sume (si es que lo hace, a la larga) el Nord Stream II.

Y si todavía se pone en duda que la variable del gas es parte fundamental del escenario geopolítico actual, el siguiente mapa de la EIA muestra la amplia red de gasoductos que conectan a Rusia (azul) con el resto de los países europeos dependientes de este importante recurso energético. El asunto de la dependencia energética no es que ha vuelto a cobrar relevancia: siempre ha estado allí.

De nuevo tomando como referencia el año 2020, con los embates del covid-19, que es mucho decir, la empresa gasística rusa Gazprom para ese año registraba que el mercado europeo occidental consume la mayor parte de las exportaciones rusas, siendo los mayores importadores: Alemania, Italia, Austria, Turquía y Francia. Esto totalizó más de 130 millones de metros cúbicos de gas a Europa.

Ante las tandas de "sanciones" al sistema financiero y económico ruso por parte de Estados Unidos acompañado de la Comisión Europea, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido y Canadá, que luego escaló al anuncio unilateral de expulsar algunos bancos rusos del sistema de comunicaciones financieras SWIFT, la empresa Gazprom hace un anuncio esperado por pocos: "Las solicitudes han sido de 83 millones de metros cúbicos por día al 24 de febrero, un 31,4% más que el 23 de febrero", es decir, que las exportaciones de gas ruso a través de Ucrania continúan con normalidad.

Con estos hechos, rápidamente las empresas de gas europeas empezaron a comprar más gas natural, siendo un comportamiento común en el mercado a la luz de estar a la vuelta de la esquina la posibilidad de que pueda hacerse la interrupción en los flujos de energía o más aumentos de precios.

Algunos analistas petroleros creen que los mercados de materias primas no han reaccionado como ha sucedido en el pasado con eventualidades similares a las de la actualidad, en otras palabras, consideran que los precios no son tan altos como probablemente deberían ser. La empresa petrolera británica BP informa esta semana que abandonará su participación de un 19,75% en la compañía petrolera rusa Rosneft. Esto tampoco hizo colapsar al mercado petróleo y de energía.

Pero, a grandes rasgos, esto se debe tanto a la preparación del gobierno de Rusia para este escenario en el marco de la contención de los impactos que el eje occidental buscaba lograr, como a los titubeos de los grandes importadores de gas.

Después de ese predecible anuncio que incluye algunas dudas sobre su aplicación, el portal web del periódico español El País publicó que "la desconexión no será total, ya que se busca seguir permitiendo el pago de los hidrocarburos". Al igual que lo dicho por un representante de la administración estadounidense, que con la desconexión de Rusia a SWIFT enfatiza que puede no afectar a los bancos rusos a través de los cuales se realizan los pagos de los suministros de energía, porque se plantea elaborar una lista de bancos rusos que serán desconectados de SWIFT, tomando en cuenta que se seleccionarán aquellos por los cuales no pasan los pagos relacionados con los portadores de energía: esto es sobrevivencia geopolítica.

Claro está, tras observar las cifras del flujo enorme de energía que pasa por los distintos gasoductos rusos hacia Europa, resulta sumamente complejo que los europeos se autofusilen de inmediato sin tener alternativas reales que puedan sustituir el suministro de gas ruso. Así que a conveniencia vociferan en la mediática palurda la expulsión del sistema SWIFT sin leer las letras pequeñas.

Para Europa, ¿existen mejores opciones que el gas ruso?

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen, dijo a través de su cuenta oficial en Twitter que esta semana el bloque europeo apuntará las "sanciones" al sector energético de Rusia a través de una prohibición de exportación que impide que las empresas europeas envíen tecnología a Rusia que necesita para mejorar sus refinerías.

Por otro lado, manteniendo la misma línea política, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos informó que restringirá en gran medida la capacidad de Gazprom para recaudar dinero para proyectos del mercado estadounidense.

No obstante, existen factores a considerar en estas dinámicas energéticas entre Europa y Rusia:

  1. Groningen. La producción de gas natural en Europa disminuyó en los últimos años debido a que se agotaron los yacimientos de gas del Mar del Norte. Un ejemplo reciente era lo sucedido con los campos de gas de Groningen, la provincia que alberga el mayor depósito de gas de la UE en los Países Bajos, pues, desde finales de los años 1980, empezaron a generarse terremotos en esa zona causados ​​por bolsas de vacío subterráneas. Más adelante, en 2015, el gobierno de ese reino estableció una reducción en la explotación de esos campos por los constantes terremotos que causaron daños a la infraestructura y edificios de Groningen.

    En 2018, ese gobierno decide reducir la producción de gas en Groningen a 12 mil millones de metros cúbicos por año para 2022 con el objetivo de llegar a cero antes de 2030. Esta decisión dio un viraje en los planes energéticos de Países Bajos.

    Este año, a pesar de conocer los riesgos y la inestabilidad que conllevan las prácticas de extracción de gas en esa zona, el gobierno holandés decide duplicar la producción de gas en este campo. Al principio se estimaba 3,9 millones de metros cúbicos y ahora quieren llevarlo hasta 7 mil 600 millones de metros cúbicos. Al respecto, el Ministerio de Asuntos Económicos de ese país argumentó que esta medida consiste en avanzar en la seguridad energética y que supuestamente sería hasta mediados de 2022, así que no es una medida a largo plazo sino de emergencia desesperada.
  2. Estados Unidos. Siempre se presenta como una posible opción para aumentar las importaciones de gas natural a Europa. Pero el gran inconveniente, aparte de lo difícil que es abastecer a Europa en los niveles actuales de consumo, es que Estados Unidos ha sido y seguirá siendo un importador de gas natural, ya que parte de ese gas se extrae con el petróleo shale, llevando el agotamiento de pozos a cuestas.
  3. Qatar. El país árabe es uno de los principales exportadores de gas. Pero con respecto a Europa, debe considerarse que el gas natural es costoso en transportar, por lo que, si se exporta, tiende a exportarse principalmente a países cercanos. Otro punto de ventaja para la conexión de Rusia con el continente europeo.

    Aunado a eso, esta semana el ministro de Energía de Qatar, Saad al-Kaabi, comentó que es imposible para cualquier país sustituir completamente el gas ruso en Europa, ya que la mayor parte del gas natural licuado está vinculado a los contratos existentes. Según el funcionario, solo entre 10% y 15% del suministro de Qatar podría desviarse a Europa.

Si bien Europa espera que la solución a corto plazo sea apoyarse en el suministro de gas de Estados Unidos y Qatar, esto no sería suficiente porque no se cubrirían las necesidades del continente europeo. Así que implementar de forma inmediata alternativas al gas ruso es irrealizable.

Se espera que este 2 de marzo funcionarios de alto nivel de la UE den a conocer el plan o estrategia para reducir la dependencia de la energía rusa lo más rápido posible, sumando también el objetivo de reducir el uso de combustibles fósiles en un 40% para 2030.

Sin embargo, previo a la exposición de ese plan, es necesario agregar que en 2020 la energía eólica representó el 3% del consumo total de energía del mundo y la solar representó el 1% de la energía total, en relación con otros tipos de energía. Es evidente que queda un largo camino por recorrer para esa llegada de la "energía verde" o que las amenazas de Estados Unidos y la UE en contra de Rusia tienen fecha de vencimiento próximamente. Europa tiene mucho que perder, profundizando su condición vasalla respecto a los intereses del angloimperio atlantista en decadencia.

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