Dom. 17 Noviembre 2024 Actualizado ayer a las 11:45 am

cop26.jpg

Cumbre COP26 (Foto: Phil Noble / Reuters)

El desenlace de la COP26 y los próximos escenarios globales

Quedó plasmado en los medios de comunicación el showbusiness del británico Alok Sharma, al llorar y disculparse en la clausura de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), celebrada en Glasglow, capital escocesa.

El drama forzado de Sharma dejó ver las costuras del discurso verde o de transición energética de estas esferas occidentales, deslastrándose de toda responsabilidad del papel que han jugado en el sistema de producción y consumo mundial. Para The Guardian, el británico expresó:

"Estamos en camino de relegar el carbón a la historia… Pero en el caso de China e India, tendrán que explicar a los países vulnerables al clima por qué hicieron lo que hicieron".

No queda claro a qué se refiere con "por qué hicieron lo que hicieron", cuando gran parte de esta explotación desmedida de los recursos naturales tiene sus orígenes en el colonialismo temprano liderado por Reino Unido, y que se mantiene en la actualidad. Así lo mostró un reporte de la organización inglesa War on Want, titulado "El nuevo colonialismo: la lucha de Gran Bretaña por los recursos energéticos y minerales de África", que señala que más de 100 empresas que cotizan en la Bolsa de Valores de Londres tienen operaciones mineras en África y, combinadas, controlan recursos que valen más de 1 billón de dólares.

Las mismas prácticas del período colonial permanecen vigentes, es parte del status quo del Norte Global cuando hace uso de su influencia para garantizar que las grandes empresas mineras tengan acceso a las materias primas del continente africano o de cualquier país del Sur Global. El lloriqueo por el resultado de la COP26 es la pose perenne adoptada por estos personajes.

Punch_Rhodes_Colossus.png

Caricatura de Cecil Rhodes, magnate minero que se erigió dueño, amén del imperialismo británico, del territorio combinado de lo que hoy conocemos como Zimbabue y Zambia (Foto: Edward Linley Sambourne)

Sin caer en engaños

De la COP26 surgió otra especie de acuerdo incremental, esta vez llamado el Pacto Climático de Glasgow (GCP, sus siglas en inglés) que señala la reducción del carbón, cuya controversia en la redacción estuvo plegada a que la cláusula citaba la "eliminación" y no la reducción.

Este pacto apunta directo y en contra de los combustibles fósiles para reducir supuestamente su consumo y dependencia.

Se conoce que la narrativa de los medios de comunicación es extendida con el enfoque de la culpabilidad, es decir, que la crisis climática es producida por el hombre pobre y por los llamados países en desarrollo, especialmente China. Pero nadie habla de las emisiones acumuladas en la atmósfera por aquellos países occidentales desde hace un centenar de años, pues las emisiones de CO2 de hace 100 años continúan contribuyendo al calentamiento del planeta. El calentamiento actual está determinado por el total acumulado de emisiones de CO2 a lo largo de los últimos dos siglos.

De acuerdo al gráfico, es Estados Unidos el país que ha liberado más emisiones históricas acumuladas de CO2, siendo la industria bélica y de transporte algunos de los sectores que más emisión de carbono registran.

Joe Biden ha presentado el plan Green New Deal para lograr la transición a la energía "limpia", prometiendo emisiones netas cero en los próximos años. Pero esta promesa y el discurso al mundo, para que todos los países adopten el mandato verde, se los lleva el viento porque en la práctica la producción de petróleo de Estados Unidos está aumentando significativa y rápidamente sin vergüenza alguna, para septiembre la producción rondaba los 10,7 millones de b/d y para octubre alcanzó los 11,4 millones de b/d.

Y van por más, en agosto Biden anunciaba los planes para abrir 80 millones de acres de agua en el Golfo de México junto con cientos de miles más en tierra para proyectos de exploración de petróleo y gas.

A nivel internacional, la empresa bandera estadounidense, ExxonMobil, frecuentemente anuncia nuevos descubrimientos en el bloque Stabroek de Guyana. Especialistas ambientales advierten sobre el desastre en el ecosistema marino sensible donde la petrolera norteamericana realiza sus exploraciones.

Como dato curioso, Roger Cohen fue ejecutivo jubilado de ExxonMobil y estuvo a cargo de investigaciones de consecuencias climáticas dentro de esa empresa. En 2015 se filtró un memorando interno de Cohen, en el que observaba que los planes comerciales a largo plazo de la empresa podían producir efectos que de hecho serían catastróficos. ExxonMobil junto con otras transnacionales son los mayores perpetradores de la crisis climática.

Cabe destacar que las estrategias del Norte Global no solo se centran en crear planes de producción sino que éstos van de la mano de planes de contención y ataque a proyectos ajenos que compiten en estas dinámicas de control de recursos. Esta semana, el Departamento de Estado de Estados Unidos anunció la imposición de "sanciones" a una empresa y sus embarcaciones por participar en la construcción del gasoducto Nord Stream II, otra acción de total injerencia.

El objetivo de poseer y mantener la exclusividad en los accesos, distribución y usos de la energía no ha permeado, solo que en esta ocasión sacan la carta activista de cuidar el planeta para impulsar sus intentos de control de recursos, y más allá de esto, es el hecho de que estos manejos estén solo en manos privadas y reduzca la acción de los Estados.

Por otro lado, China con su creciente fuerza económica y tecnológica se ha convertido en una fuerza mundial líder en la lucha contra el cambio climático, tanto por la vida en el planeta como en atajar las verdaderas intenciones del Norte Global de paralizar a países pivotes en nuevos métodos de desarrollo y relacionamiento geopolítico. Sus compromisos sobre las emisiones son exclusivos, planteando que el dióxido de carbono del país alcanzará su punto máximo antes de 2030, y alcanzará la neutralidad de carbono antes de 2060.

Volviendo a Glasgow, también surgió el Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ), una asociación en el marco de la COP26 donde más de 400 grandes empresas proclamaron invertir más 100 billones de dólares en proyectos de emisiones netos cero. Otra vez, ¿dónde está el negocio?.

Está en ese dinero en forma de préstamos, que desde una visión de negocios, es ostensible que en próximos escenarios los países con recursos y que han sido golpeados por las acciones de las elites occidentales globales, en sus intentos de lidiar con la crisis climática, se verán comprometidos en devolver la mayor parte de las donaciones a los países "ricos".

Esta alianza financiera climática está liderada sin disimulo por el exgobernador del Banco de Inglaterra (devuélvenos nuestro oro), Mark Joseph Carney y Michael R. Bloomberg, incluyendo la membresía de directores ejecutivos de BlackRock, Bank of America, Banco Santander, HSBC, London Stock Exchange Group y el Investment Comité del Fondo David Rockefeller.

Más razones para precisar en el radar que esto no está dedicado a abordar soluciones reales para la crisis climática sino que son nuevos caminos para que los poderes financieros mantengan su expansión en los combustibles fósiles.

Además, el GFANZ busca crear una nueva arquitectura financiera internacional desde una esfera que a todas luces parece asomar ese multilateralismo privado que están impulsando desde agendas ocultas, cuyo primer objetivo es aumentar los niveles de inversión privada de los miembros de esta coalición en esas economías.

Resulta alarmante que el enfoque en la agenda internacional desde instancias multilaterales se esté plegando a estos elementos de carácter financiero, cuando aún no terminan de adoptar o de realmente resolver, por ejemplo, el levantamiento de la imposición de medidas coercitivas unilaterales a países que es evidente que todo lo concerniente con esas prácticas es ajeno al Derecho Internacional.

¿Cómo un país bajo asedio puede cumplir con normalidad y carta cabal con los objetivos de sostenibilidad? Sin embargo, hay que decirlo, con todos los grandes obstáculos, Venezuela en plena COP26 entregó a la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC) el documento de Actualización de la Contribución Nacionalmente Determinada (CND). Y dicho por el Ministro de Ecosocialismo, José Alejandro Lorca, las medidas coercitivas unilaterales limitan la capacidad de actuar ante la crisis climática y éstas son contrarias a los fundamentos básicos del derecho internacional y ambiental, pues restringen el desarrollo sustentable de nuestro pueblo.

A modo de cierre, descarbonizar las economías o decirle adiós a los combustibles fósiles es un total engaño en capitalismo. La atención está dirigida también a la extracción de metales; simplemente es hacerse del control de las reservas del recurso que genere dinero. Donde haya cobre, níquel, cobalto, litio y coltán, las grandes corporaciones se verán atraídas, como todo caníbal, al manjar que las hace crecer.

La transición energética acelerada que sea consistente con el escenario de "emisiones cero neto" de la Agencia Internacional de Energía (AIE) implicará una demanda creciente de metales durante la próxima década. La preocupación no es el planeta, sino el acceso a las materias primas.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<