La Conferencia de Acción Política Conservadora Estadounidense (CPAC) de 2024, celebrada en Maryland durante el fin de semana, estuvo marcada por la omnipresencia de Donald Trump. Sus simpatizantes dominaron las intervenciones en el evento, lo que consolidó su posición como principal candidato a la nominación del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de noviembre.
El tono beligerante y la retórica divisiva constituyeron el centro de su discurso, en el que prometió que su reelección sería un día de liberación para sus seguidores y el "día del juicio final" para sus oponentes políticos debido a que, aseguró, los estadounidenses están "viviendo en el infierno ahora mismo (...) [y] Joe Biden es verdaderamente una amenaza para la democracia".
"Hoy estoy ante ustedes no solo como su pasado y, espero, futuro presidente, sino también como un orgulloso disidente político. Soy un disidente", dijo entre aplausos de la multitud.
Al describir sus planes fronterizos aseguró que una vez elegido llevaría a cabo la "mayor deportación" de la historia estadounidense porque Estados Unidos "no tiene otra opción".
"Vienen de Asia, vienen de Oriente Medio, vienen de todo el mundo, vienen de África, y no vamos a tolerar ello... Están destruyendo nuestro país".
No sorprende que la conferencia estuviera encabezada por Trump, quien con esta decimocuarta aparición rompió el récord que ostentaba el expresidente Ronald Reagan. Lo que sí resultó inusual —pero tampoco sorprendente— fue la presencia de los presidentes latinoamericanos Nayib Bukele y Javier Milei, entre un grupo de invitados de habla hispana que también incluyó al presidente del partido español VOX, Santiago Abascal.
El presidente de la CPAC, Matt Schlapp, explicó que la invitación a Milei surgió tras escucharlo en un evento similar en México en noviembre de 2022, en el que destacó su propuesta de recortar subsidios estatales. Schlapp elogió la visión del argentino con una de sus controversiales metáforas: "Nos encanta la idea de tener una motosierra para representar que va a eliminar gastos".
En cuanto a Bukele, Schlapp destacó su enfoque en combatir la criminalidad en El Salvador, y señaló que sus políticas represivas coinciden con la agenda conservadora estadounidense. En palabras de Schlapp, "lo que ha hecho Bukele en El Salvador es atacar el crimen y a los criminales. Y hay mucha gente que vive en nuestras mayores ciudades [de EE.UU.] que quisiera ver las calles más seguras".
La participación del mandatario salvadoreño, quien se jacta de no estar posicionado en los espectros ideológicos convencionales, ha sido catalogada entre comentaristas como su “bautismo político”.
“Él ahora eligió un lado; la derecha ya lo había elegido a él como ídolo”, dice Giancarlo Summa, un investigador en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y cofundador del proyecto Mudral (Multilateralismo y Derecha Radical en América Latina).
Con el jefe de Estado argentino no había dudas respecto a su afinidad a las ideas de la convención de derecha y en su discurso lo dejó claro al retratar lo mismo que dijo en el Foro de Davos sobre el "peligro [de Occidente] por el avance del socialismo y el estatismo".
Su idolatría y subordinación a Trump también quedaron confirmadas. En un breve encuentro con el expresidente estadounidense, Milei gritó: "¡Presidente!" y Trump le dijo en inglés: "Hagamos grande a Argentina otra vez".
Trump, a Milei: "Haz a Argentina grande otra vez"
Javier Milei se reunió por primera vez con el expresidente estadounidense Donald Trump al margen de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que se celebra en Washington. pic.twitter.com/or8WZ9Ghzv— RT en Español (@ActualidadRT) February 25, 2024
La presencia de estos funcionarios latinoamericanos en este evento emblemático del conservadurismo estadounidense tiene una primera lectura que apunta a una campaña para atraer el voto de la comunidad latinoamericana en Estados Unidos.
A través de la identificación con posturas afines a las de Trump y la demostración de ejemplos ilusorios de soluciones a los problemas arraigados en sus países, estos presidentes son utilizados para mejorar el respaldo electoral que le permita al candidato republicano volver al poder político.
La reducción de la violencia en El Salvador y las medidas económicas radicales en Argentina —que tuvieron su primer contratiempo por las novatadas del gobierno argentino— son presentadas como ejemplos del supuesto liderazgo efectivo y compromiso con las demandas populares.
Más allá de esto, se vislumbra un panorama más amplio y preocupante. El vacío político y de liderazgo en América Latina ha propiciado la emergencia de figuras controvertidas y contradictorias que han logrado captar la atención de una población desencantada con los liderazgos tradicionales. La defensa del libre mercado por parte de Milei, en contraste con el nacionalismo proteccionista de Trump, son una muestra de que las paradojas ideológicas que caracterizan a estas figuras políticas y sus movimientos no constituyen un obstáculo para sus alianzas estratégicas.
De hecho, la anticipación de un posible retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos ha llevado a estos presidentes latinoamericanos a forjar alianzas tempranas. De concretarse un segundo mandato, tal subordinación de peones políticos en la región latinoamericana resultaría seguramente en un aumento del hostigamiento hacia los gobiernos considerados como los del "eje del mal" (Cuba, Nicaragua y Venezuela) por parte de la ultra derecha.
Dichos gobiernos, entre los que destaca el de Venezuela por la intensidad de los ataques en su contra, son los únicos en la región que, en un escenario anterior con Trump en la Casa Blanca, resistieron el embate de las políticas injerencistas y belicistas de esa administración; no así el resto de la región.
Ejemplos como El Salvador y Argentina son indicativos de lo que podría suceder en otros Estados del hemisferio que, en medio del vacío de liderazgo, se alineen con esta plataforma ideológica. El escenario afectaría toda la región latinoamericana y caribeña, lo que profundizaría la fragmentación y el debilitamiento justo en un momento de definiciones que exigen la consolidación de alianzas para asumir posiciones conjuntas en el nuevo orden político multipolar que se está configurando.