Vie. 19 Abril 2024 Actualizado ayer a las 6:45 pm

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¿A quiénes afectarán las consecuencias que se deriven de las provocaciones de la OTAN en Europa del Este si se recrudece el conflicto en toda la región? (Foto: Getty Images)

Los ciudadanos europeos son las primeras víctimas de las políticas de la OTAN

No hay que hacer un análisis muy profundo para darse cuenta de que, en una guerra, las peores consecuencias las sufre la ciudadanía quien, sin formar parte del conflicto, es arrastrada por la estampida de los acontecimientos. Basta un breve recorrido por los países de Europa occidental actualmente para notar las brutales secuelas de la guerra en Ucrania y la decisión de respaldar la aventura militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre el este del continente.

El aumento de los combustibles, el encarecimiento de los bienes y servicios, así como fallas en las cadenas de suministros, entre otros, derivan directamente de las políticas guerreristas de la organización atlantista, que recaen sobre la población europea.

Juntos pero no revueltos

Se debe aclarar que, por encima de los objetivos en común y la plena subordinación a los intereses de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea (UE) tienen visiones diferentes en cuanto a la toma de decisiones, por lo que no siempre la relación es armoniosa. Esto va más allá de que una tenga orientación militar y la otra política. Además, hay que aclarar que no todos los países de una organización forman parte de la otra, y viceversa.

"En esencia, la relación OTAN-UE no se trata de la división del trabajo sino de la coexistencia de dos modelos diferentes para organizar la defensa en Europa", señala Hanna Ojanen, directora de investigación en la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad de Tampere, Finlandia, al tiempo que sugiere que ambas organizaciones deben trabajar más estrechamente.

La UE es una plataforma política y, en gran medida, una entidad supranacional. Mientras tanto, la fuerza de la OTAN es la experiencia militar, pero la mayor diferencia con respecto a la UE es el aspecto transatlántico ya que participa Estados Unidos, el mayor socio, quien además define la agenda bélica de la organización.

En el marco de la guerra en Ucrania ambas organizaciones, con fingida complacencia, lanzaron una nueva declaración conjunta. El mensaje era claro: Mantener la fachada de unidad y solidaridad transatlántica ante el reto de enfrentarse a Rusia.

Lo que no hay que negar es la indiscutible complementariedad en la actual coyuntura. La EU aplica fuertes paquetes de "sanciones" y recursos financieros al tiempo que la OTAN avanza y rodea a Rusia militarmente. Pero complementariedad no equivale a cooperación, hay que aclarar.

La OTAN como empresa criminal

Recientemente, en esta tribuna hablamos de cómo la OTAN y su complejo industrial-militar opera bajo la lógica empresarial, por lo que era ingenuo pensar que su interés principal en el actual conflicto residía en defender a los ucranianos.

Por otra parte, hay que resaltar que su naturaleza operacional le evita cargar con las repercusiones de sus actos. Esto quiere decir que, por ser un ente estrictamente de defensa, no tiene que lidiar con la presión de tener que buscar respuestas y soluciones a las demandas sociales. De resolver sus entuertos se tienen que encargar los políticos de la UE y los gobiernos.

Por ejemplo, ¿a quiénes afectarán las circunstancias que se deriven de las provocaciones de la OTAN en Europa del Este si se recrudece el conflicto en toda la región? Es probable que sean los civiles europeos. Pero la organización no conoce los límites y sigue provocando a Rusia con aproximaciones de aeronaves militares, ensayos como los que ya ha hecho a lo largo de las fronteras occidentales del país euroasiático desde hace mucho tiempo.

Las consecuencias económicas

Dejar la sujeción a la energía rusa, la contracción generada por la incertidumbre, la desindustrialización y la imposición de reglamentos arbitrarios para reducir el consumo de energía son cargas impuestas a la ciudadanía europea tras la guerra.

Debido a limitaciones de extensión resulta difícil sistematizar los impactos generados, para cada país europeo, por el shock económico asociado con el conflicto en Ucrania. Sin embargo, todos están determinados por tres factores subyacentes: La dependencia de la energía de Rusia, la importancia de este país como mercado de exportación y el encarecimiento de las importaciones de commodities sobre la renta real.

Antes de la guerra Europa dependía en 40% del gas natural y carbón, además de cerca de 70% del petróleo y derivados, procedentes del gigante euroasiático. Cualquier cambio en esta dinámica obviamente iba a golpear a la población.

El canal de transmisión más importante de los efectos económicos de la crisis en Ucrania hacia otros países ha sido el fuerte incremento de los precios en los mercados internacionales de energía, pero también de materias primas esenciales, cereales y ciertos metales necesarios para las industrias.

España, por ejemplo, desde febrero de 2022 ha experimentado una subida de los precios en algunas materias primas como el petróleo y el gas natural. Las consecuencias directas fueron el desabastecimiento de productos como fertilizantes, el aceite de girasol o de ciertos cereales. También cayó el turismo; el país es visitado por muchos viajeros rusos y una de las medidas fue la prohibición de entrada de ciudadanos provenientes de ese país. Si la economía ya estaba estancada por los efectos de la pandemia, todo empeoró desde la guerra.

En el caso de Alemania, que proyectaban como el paraíso del desarrollo económico e industrial de Europa, también hay graves afectaciones y daños colaterales que impactan directamente en la población. También se ha registrado una fuerte inflación, pero lo que más pesa es la desindustrialización sistemática desde que empezó el conflicto. Al aumentar el combustible, ya que dependía de la energía barata rusa, numerosas empresas han tenido que anunciar su concurso de deudas o el cese de actividades, incluso algunas de larga tradición que llevaban más de 100 años de operación. Con el cierre de empresas, lo obvio es que aumente el desempleo.

"Por supuesto que las consecuencias de la actual crisis se sienten directamente", dice a DW Markus Grabka, investigador senior del Instituto Alemán de Investigación Económica. "Los hogares de bajos ingresos son golpeados más duramente por los costos de la energía que los de ingresos medios o altos”.

Si bien los casos señalados anteriormente no recogen todo el panorama europeo, sí sirven para ilustrar sucintamente las consecuencias de las decisiones tomadas por la OTAN y la UE. Son las políticas de la OTAN el origen de responsabilidad que recae sobre los políticos del establishment, vasallos de la lógica de la organización liderada por Estados Unidos, quienes tienen que ponerse al frente de las protestas masivas que ya se pueden ver a lo largo y ancho de todo el continente europeo. El caso francés irradia en ese sentido.

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