La subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, se retirará de su cargo en las próximas semanas, según lo anunciado por el jefe del Departamento de Política Exterior estadounidense, Anthony Blinken.
Nuland ha cumplido funciones en el servicio diplomático de su país durante casi treinta años. Si bien es fácil ahora reconocerla por su papel en la crisis ucraniana, a lo largo de muchos años bajo cinco presidentes estadounidenses y una docena de secretarios de Estado, Nuland ha dejado un legado de destrucción que será recordado por mucho tiempo.
Cuando George W. Bush asumió la presidencia por primera vez, Nuland fue rápidamente reclutada por el vicepresidente Dick Cheney. Durante los años 2003 y 2005 se desempeñó como su asesora abogando por la invasión y ocupación de Irak. Esta política resultó en cifras desproporcionadamente sangrientas, incluso si se toman las estimaciones más conservadoras. En su segundo mandato, George W. Bush reconoció su “labor” y la designó embajadora ante la OTAN, cargo que ocupó desde 2005 hasta 2008. Durante este período, Nuland trabajó intensamente para asegurar el respaldo internacional a la invasión militar estadounidense en Afganistán.
En la cumbre de la OTAN en Bucarest, 2008, como representante de Estados Unidos ejerció presión sobre los aliados para que otorgaran Planes de Acción de Membresía (MAP) a Ucrania y Georgia. A pesar de la oposición de los gobiernos alemán y francés, se aseguró de que la alianza prometiera que Ucrania y Georgia serían admitidas en la OTAN en algún momento, lo cual desencadenó la guerra entre Rusia y Georgia en agosto del mismo año y sentó las bases para las tensiones continuas entre Rusia y Ucrania.
Nuland se mantuvo en el poder con el arribo del demócrata Barack Obama. Fue nombrada subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, desde allí diseñó el golpe de Estado contra el gobierno democráticamente elegido del presidente Viktor Yanukovich en Ucrania ejecutado en 2014. Según ella, Washington gastó cinco mil millones de dólares en "apoyar la democracia".
A principios de 2014 se filtró en Internet una grabación de una conversación que aparentemente tuvo lugar después de la tercera ronda de negociaciones entre el presidente Yanukovich y la oposición. En dicha conversación Nuland discute con el embajador de Estados Unidos en Ucrania, Jeffrey Pyatt, sobre quién debería unirse al nuevo gobierno ucraniano. Nuland presionó a favor de Arseni Yatseniuk, quien luego se convirtió en primer ministro. La respuesta de Nuland al embajador, cuando este sugirió consultar con la Unión Europea antes de proponer a Yatseniuk, fue: “¡Que se joda la Unión Europea!”.
En 2016 Nuland fue encargada de mantener un diálogo sobre la situación ucraniana con Vladislav Surkov, asistente del presidente de Rusia en ese momento. Las últimas rondas de negociaciones no tuvieron ningún resultado positivo.
Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, Nuland no encontró lugar en su administración republicana. Sin embargo, con la asunción de Joe Biden como presidente en enero de 2021, la susodicha fue nombrada Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos.
El 24 de febrero de 2022 Rusia lanzó una Operación Militar Especial en Ucrania y Estados Unidos intensificó su involucramiento en la región. El historial de Nuland resultó ser crucial en este contexto. Fue ella quien amenazó explícitamente con la destrucción de Nordstream si Rusia "invadía" Ucrania. El resto de la historia ya es conocida.
¿Por qué Victoria decidió irse ahora? La explicación de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, es más que suficiente:
"No te dirán el motivo. Pero es simple: el fracaso del curso antirruso de la Administración de Biden. La rusofobia, promovida por Victoria Nuland en calidad de principal concepto de política exterior de Estados Unidos, arrastra a los demócratas hacia el fondo".
Y a pesar de salir de la escena pública, su implicación en la desestabilización de Ucrania en 2014 y en el posterior golpe de Estado no podrán borrarse de la memoria de las miles de víctimas que sufren las consecuencias de su juicio errado, que reactivó el enfrentamiento con Rusia.