Ha pasado más de un año desde que El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en hacer de Bitcoin moneda de curso legal.
Con la criptomoneda, el gobierno de Nayib Bukele prometía digitalizar la economía local, depender menos del dólar, deshacerse de las tarifas adicionales por transferencias y atraer inversiones. ¿Qué ha ocurrido desde entonces?
Septiembre de 2021: nace el experimento bitcoin de Bukele
El Salvador es un país de América Central que no tiene moneda propia: desde 2001 se usan los dólares estadounidenses. Las autoridades alguna vez hicieron esto supuestamente para controlar la inflación, pero al mismo tiempo, el gobierno se privó de la capacidad de administrar la política monetaria.
En septiembre de 2021, El Salvador reconoció la criptomoneda como medio de pago oficial, pero el interés por Bitcoin en el país comenzó dos años antes en el pueblo de El Zonte (o Bitcoin Beach, como dicen ahora). El surfista californiano Michael Peterson y el residente local Jorge Valenzuela pagaron a los niños en bitcoins por la recolección de basura y persuadieron a la única tienda de comestibles en el área para que aceptara criptomonedas.
El presidente Nayib Bukele evaluó el potencial de los activos digitales y, como resultado, reconoció a Bitcoin como segunda moneda de curso legal. Pasó de las palabras a los hechos con mucha rapidez: el 5 de junio de 2021, anunció que tenía la intención de impulsar una ley para adoptar Bitcoin como moneda legal. El 8 de junio, el proyecto de ley fue aprobado por el parlamento sin ningún debate.
Menos de tres meses después, el 7 de septiembre, comenzó la introducción real de Bitcoin en el sistema financiero de El Salvador. Ese mismo día, Bukele anunció por Twitter que su gobierno había comprado 400 bitcoines en dos operaciones, sin dar ningún otro detalle de la operación.
En el ínterin, hubo protestas en las calles de la capital salvadoreña. La gente denunciaba que solo los inversionistas extranjeros y las personas más ricas se beneficiarían de la reforma, además que temían por el aumento de la corrupción y la inestabilidad de la criptomoneda.
Para facilitar la transición del dinero fíat a las criptomonedas, las autoridades financiaron el desarrollo de la billetera electrónica Chivo y cada usuario que la descargó recibió una cantidad de Bitcoin equivalente a 30 dólares. Además se habilitaron 200 cajeros automáticos de Chivo, también terminales de punto de ventas que aceptarían Bitcoin: a fines de 2021, su número casi había llegado a 1 mil.
Bitcoin no echa raíces en El Salvador
Pocas cosas han cambiado positivamente para El Salvador desde que Bukele prometió que su plan lo haría "avanzar al primer mundo", salvo por el hecho de que ahora es conocido por otra cosa más allá de albergar poderosos grupos delictivos como las Maras y ser un punto de tránsito del narcotráfico como vértice del triángulo norte de Centroamérica. La vida económica nacional sigue deteriorándose.
La Cámara de Comercio e Industria de El Salvador hizo una encuesta a los seis meses de haberse implementado la estrategia con Bitcoin. Estos fueron los resultados:
- 86% de las empresas encuestadas dijeron que nunca habían realizado una transacción en Bitcoin.
- 91,7% admitió que la criptomoneda no trajo ningún beneficio a su negocio.
Las primeras fallas de la adopción de Bitcoin como moneda de curso legal se encuentran en los límites tecnológicos de la población. Casi 70% de los salvadoreños no tiene cuentas bancarias y 34% no usa Internet. Muchos no saben nada sobre criptomonedas. Una universidad local preguntó a 1 mil 300 salvadoreños antes de que se aprobara la ley: solo 10% entendía cómo funcionan los activos digitales.
Por otro lado, la mayoría de las personas están empleadas en el sector informal de la economía y el dinero en efectivo tiene un gran dominio en las operaciones locales.
El incentivo de un bono de 30 dólares cumplió con el objetivo de atraer el interés de la gente para que abriera una cuenta en la billetera estatal Chivo. En enero de 2022, 4 millones de personas (más de la mitad de la población salvadoreña) había descargado la aplicación.
Los problemas se fueron acumulando. Según un artículo de The Block, los usuarios reportaron varias fallas con Chivo, incluyendo "cuentas bloqueadas, cargos no autorizados y transacciones fallidas. Mientras tanto, las estafas de phishing y los bots se dirigen a las personas que buscan ayuda en las redes sociales".
Otro grupo señaló que sus datos personales fueron usados sin autorización para abrir cuentas a su nombre. También se alega que pueden pasar semanas, incluso meses, antes de que las autoridades gubernamentales resuelvan los problemas de los usuarios.
Las remesas del exterior representan 28% del Producto Interno Bruto (PIB) de El Salvador. Una de las intenciones declaradas de Bukele con la adopción de Bitcoin es asegurarse de que Chivo pueda realizar servicios de remesas, y así evitar que se usen otras agencias de cambio de divisas y se paguen altas tarifas por eso.
Sin embargo, el exgobernador del Banco Central, Carlos Acevedo, dijo que los registros muestran que "menos de 2% de las remesas se envían a través de billeteras electrónicas, lo que significa que hay poco beneficio en este sentido".
Inestabilidad peligrosa
Uno de los más importantes y desventajosos inconvenientes para la economía de El Salvador es la fuerte volatilidad y el alto riesgo de la criptomoneda. Después de que el país lo reconoció como dinero oficial, el precio de Bitcoin en un día primero cayó a 40 mil dólares y luego subió a 67 mil dólares.
Aunque el gobierno de Bukele no ha revelado exactamente sus tenencias o gastos de bitcoins, uno se puede guiar por los tuits que ha publicado el presidente anunciando compras de la criptomoneda.
El sitio web Nayibtracker, que se encarga de registrar dichos anuncios, calcula que el gobierno salvadoreño ha invertido más de 107 millones de dólares para comprar 2 mil 381 bitcoines. Las operaciones se han hecho en distintos momentos, con precios desde los 60 mil dólares hasta los 20 mil dólares.
Teniendo en cuenta la caída del precio de Bitcoin en este último año, la estrategia de Bukele ha costado unas cuantas decenas de millones de dólares (las estimaciones rondan los 67 millones de dólares).
La pérdida puede parecer pequeña para un país con un presupuesto anual de 8 mil millones de dólares, pero habría que poner en relieve el hecho de que se está usando dinero público de una nación muy pobre y altamente endeudada (la relación deuda-PIB del país aumentó de 71% en 2020 a 85% a fines de 2021), solo bajo la presunción de que esos recursos se revalorizarán en un tiempo indeterminado.
¿Política económica o solo improvisación?
Hay otros elementos que aumentan la desconfianza respecto al plan de Bukele, los cuales tienen que ver con la falta de transparencia en su ejecución, que no solo incluye la opacidad en cuanto a la cantidad de Bitcoin que ha comprado el gobierno, una característica que en principio no es compatible con los fundamentos del sistema de criptomoneda creado por Satoshi Nakamoto.
La Oficina de Asesoría Legal y Anticorrupción de El Salvador (ALAC) ha solicitado dos veces información sobre la compra de Bitcoin por parte del Banco de Desarrollo de El Salvador (Bandesal), quien maneja un fondo de 150 millones de dólares aprobados por el Congreso, y las dos veces el banco se negó a revelarla.
Entre los datos que los ciudadanos no pueden saber (por estar "sujeta a reserva", según dijo la Unidad de Acceso a la Información de Bandesal) se encuentra el nombre de la institución que compra Bitcoin en nombre del gobierno de El Salvador con fondos públicos. Tampoco se puede conocer la cantidad de dinero desembolsado para financiar la entrega del bono equivalente a 30 dólares a los usuarios que descargaron Chivo ni las direcciones digitales a las que se depositaron cada una de las compras de Bitcoin realizadas por Bandesal.
A raíz de estos elementos, sumados a la volatilidad de la criptomoneda y los inconvenientes que se han presentado con la infraestructura digital, se puede argumentar que El Salvador nunca fue el lugar ideal para experimentar con Bitcoin. Lo más probable es que esta criptomoneda sea completamente inadecuada para ser empleada como moneda de curso legal en cualquier país.
A pesar de las malas señales, el proyecto ha escalado al punto de que se ha propuesto crear Bitcoin City: un municipio con sus propias leyes y alcalde, sin impuestos convencionales, con áreas residenciales y comerciales, museos y un aeropuerto. También con una granja minera en un volcán y una plaza central con la forma de la letra "B".
Entonces, cabe la pregunta de si lo que intentó Bukele realmente corresponde a una política económica nacional o si solo fue improvisación, por pensar lo menos agravante. Algunos de sus detractores han llegado a sugerir que se trata de una estrategia de marketing político para desviar la atención de las fallas en su gobierno.
Si el objetivo es desacoplar la economía nacional del dólar estadounidense y recuperar la soberanía financiera, hay otras formas menos inseguras y más estables de hacerlo.
Si el objetivo es evitar sanciones coercitivas unilaterales (previendo que Estados Unidos podría hacerlo con El Salvador), el no saber si los recursos en Bitcoin se encuentran en una billetera fría (almacenamiento privado no conectado a Internet) o billetera caliente (que está conectada a Internet) pone en duda esa cuestión, porque, de ser el segundo caso, los activos estarían susceptibles a ser retenidos, tal y como un activo en bancos extranjeros es susceptible de serlo.
Esto no significa que las monedas digitales no puedan satisfacer las necesidades de un país. Como vimos en una entrega anterior en esta tribuna, decenas de países tan diversos como China y Las Bahamas están lanzando o explorando las monedas digitales de bancos centrales (CBDC).
Mientras Bukele ignora estas alternativas, lo que sí se plantea es un acercamiento comercial con China justamente cuando Bitcoin pasa por sus mínimos más bajos desde junio de este año.
Recientemente se especulaba que el gobierno de Xi Jinping iba a intervenir para ayudar a El Salvador a refinanciar su deuda externa. El anuncio final ha sido más contundente. El miércoles 9 de noviembre, el presidente Bukele se reunió con la embajadora china Ou Jianhong e informó que su gobierno concretaría un Tratado de Libre Comercio con Beijing "lo antes posible".
"Va a ser algo importante para El Salvador [porque] son esas oportunidades que no llegan todos los días (...) No todos los días se anuncia un tratado de libre comercio y mucho menos con una potencia económica como China", dijo Bukele.
Tal parece que las amenazas adicionales que la legalización de Bitcoin trajo al Estado salvadoreño están contribuyendo a que éste profundize el viraje hacia China, en detrimento de sus relaciones con Estados Unidos. Antes, en 2018, rompió relaciones diplomáticas con Taiwán y hace poco suspendió el acuerdo de libre comercio que tenía con la isla.
En todo caso, una mayor cooperación con el país asiático es mejor opción para salir de la influencia del dólar estadounidense y obtener beneficios, que someterse a un camino de espinas donde prima la opacidad y la poca capacidad de soberanizar la economía política propia de El Salvador.