El 2 de febrero de este año el gobierno estadounidense movilizó aviones de combate de primera línea, y por tanto millones de dólares, para derribar un supuesto globo espía chino que puso nervioso a la administración de Joe Biden. A siete meses del incidente, el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto del Ejército de Estados unidos, dice a CBS News Sunday Morning que el globo no estaba espiando.
"La comunidad de inteligencia, su evaluación —y es una evaluación de alta confianza— [es] que no hubo ninguna recopilación de inteligencia por parte de ese globo", dijo, y de todas las teorías, la más coherente es que se descarriló.
Detalló que el artefacto se dirigía a Hawáii, pero pudo haber sido arrastrado por los vientos fuertes a esa altura debido a que no está preparado para ir en contra de estos.
El evento tuvo gran repercusión mediática y casi acarrea un altercado diplomático. Mientras un avión espía U-2 rastreaba el globo de 200 pies, el secretario de Estado Antony Blinken canceló un viaje crucial a China al señalar que se trataba de una acción "inaceptable e irresponsable".
Finalmente, se sabe que fue un desajuste colosal haber movilizado uno de los aviones de combate más sofisticados de Estados Unidos contra un globo con esas características.