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La guerra a la que hoy asistimos es por el control definitivo de los recursos del planeta (Foto: El Cayapo)

Vacas o gente pensando

"Para abonar esta mina y fundar país, necesitamos pensar con el desenfreno y vigor de la juventud y trabajar con la experiencia y paciencia de los viejos"

Estamos en mayo, entrada de aguas, del bachaco culón, los comejenes voladores; mes de remover la tierra y hacer los surcos para sembrar la semilla sana, sin venenos. Mes de pensamientos para crear un país techo, cobijo, comida, calzado, vestido y, sobre todo, un país que no sea mina de nadie.

Mayo, mes para pensar deshacernos de 500 años de esclavitud y sus pegostes ideológicos. Con este mayo recordamos que hace 24 años nacimos en medio del entusiasmo arrollador de las grandes mayorías. Sí, fue un enero de 1999 que decidimos decir, o más bien vomitar la tragedia que habíamos sido, pero no fue sino hasta el 3 de mayo de ese año que el periódico El Cayapo salió a la luz. Por primera vez sentíamos que podíamos hablar, que teníamos un líder como nosotros, pero también nos dimos cuenta que más allá del vómito, del llanto, de la queja, de la pedigüeñería, no teníamos pensamiento fresco, todo en el cerebro era panfletos, reflejos ideológicos de lo extranjero, del poder, que nos hacía gritar las mismas consignas pidiendo igualdad, libertad, progreso, educación, justicia, bienes materiales y todas aquellas mieles que ya eran propiedad, hechura, creación de los dueños humanos y que no son posible sin nuestra esclavitud. Entonces, al descubrir que no teníamos nada que decir, decidimos callarnos, terminar de vomitar y dedicarnos a pensar sin dejar de actuar.

Desde entonces hemos acompañado cada acto, cada gesto, cada accionar, cada equivocación y cada acierto de esta dirección política-militar con lealtad, no a hombres o mujeres que pueden despertar de lejos la admiración y el respeto, pero que pueden también, en el fragor de la lucha, tener debilidades o flaquezas crematísticas, como ya se ha visto a lo largo del proceso, llevándolos a convertirse en traidores de sí mismos, en reflejo de lo que decían combatir, terminando en los basureros de la historia. Tampoco hemos jurado lealtad a panfletos propagandísticos o ideológicos, ni al deslumbre del poder, o al agradecimiento por la mejora circunstancial de la miseria. No, es una lealtad en la certeza de que nada de lo que han hecho es en nuestra contra, por primera vez hemos sentido con hechos y palabras que una dirección política-militar en el gobierno intenta estar al servicio de la posibilidad de cambiar las condiciones de esclavitud en la que hemos vivido durante 500 años al servicio del capital y todo ello en medio de la más feroz guerra económica, política militar, comunicacional artística, diplomática.

Contra este gobierno se han confabulado no solo la elite interna al servicio de los intereses extranjeros sino también todos los gobiernos de América arrastrados de las orejas por las transnacionales, con algunas excepciones. También se han aliado los gobiernos lacayos europeos en masa, todas las instituciones que dicen defender la libertad y la democracia, ONU, OEA, y todas las demás que usted recuerde, las oenegés al servicio de Bill Gates, la USAID y el inefable especulador financiero George Soros que financia todos los gremios que nos dividen en el mundo entero, sea de afrodescendientes, indios, enfermos, chuecos, niños, aborto, mujeres, ancianos, Greenpeace, y la lista es más larga que este escrito. Todos como fuenteovejuna contra el gobierno, tratando de evitar el experimento de cambiar la condición de mina para ser un país al que podamos pertenecer.

En estos difíciles días experimentamos que nada está dejado al azar, que las coincidencias como consecuencias son producto de causas aun cuando no lo sepamos, que no existen los destinos preestablecidos, que todo obedece a los intereses de los poderosos, quienes planifican para que ocurran los hechos, y que sólo cuando otros distintos hacen planes las cosas cambian.

Aprendimos que lloriqueando, condenando, acusando, ni jalando bolas, salimos de la condición de esclavitud en que vivimos, que esa condición se nos ha impuesto y los únicos que podemos y debemos estar interesados en sustituirla somos nosotros, porque los cómodos no lo harán, y mientras esperamos, ellos nos siguen usando contra nosotros mismos. Solo en los días difíciles se ve gente asustada creyendo en masa en sus auténticos enemigos, conspirando contra sí misma.

Hemos asimilado que 1989 fue una jugada de las corporaciones para terminar de desbaratar a un Estado-mina, porque desde 1970 ya se venía trabajando un plan que consistía en eliminar al Estado-nación, privatizar las empresas estatales, dividir la nación en pequeños países donde se acumulan recursos propensos a crear riquezas y privatizarlos para mejor provecho de las corporaciones foráneas, todo ello en complicidad con las elites empresariales, políticas, académicas, profesionales, que siempre han medrado en el Estado y se han vendido al mejor postor extranjero sin una pizca de afecto por el territorio y la gente que trabaja.

En este bien urdido plan se desprestigia a la izquierda como opción política, se compran a los tránsfugas, se asesina a los radicales y en adelante se comienza el desbarate de todo el estamento político sostén del Estado, sean adecos, copeyanos o de cualquier otra ideología. Ya sin la amenaza política comienza el ataque a las grandes empresas estatales administradas por gerentes venezolanos, quienes al servicio de las grandes petroleras, mineras, metalúrgicas, comunicacionales, se prestan para destruir las empresas estatales hasta convertirlas en lastres y de esta manera justificar la privatización.

Nos metieron en el imaginario colectivo que los gobiernos no servían, que los políticos no servían, que los empresarios son gente muy buena, muy trabajadora, que quieren al país, no roban, saben administrar, son eficientes, que ser esclavo de ellos era una maravilla, que decir "mi empresa" nos debe llenar de orgullo y que jalar bola a los gerentes o jefes es un signo de distinción y categoría.

1989 tenía como objetivo desprestigiarnos como pueblo y nos mancillaron por la vía del saqueo, al ejército lo vilipendiaron como asesino del pueblo, infamaron la majestuosidad de la Presidencia de la República. Carlos Andrés Pérez sale como una rata, un vulgar choro, lo sustituyen por un intelectual que termina dándole un indulto a un narcotraficante de poca monta, y eso era lo que necesitaban las transnacionales para destruir todo el Estado.

Nos hicimos del conocimiento de que la insurrección militar del 4 de febrero de 1992 no estaba en los planes de ninguna elite nacional o extranjera; a Chávez no lo conocía nadie en los corrillos públicos, no era un político, no era un militar de "prestigio" entre los cazadores de cargos y dinero, y eso trastoca los planes de las transnacionales.

Asimilamos que la burguesía no perdona y no le importa el tiempo que pase, siempre quiere cobrársela y siempre lo hace con saña, premeditación y alevosía. La burguesía intenta comprar a Chávez con mujeres, rial, aguardiente y ofrecimientos de asistencia a los círculos de las elites. Como eso no les resultó, la emprendieron a golpe y la violencia se enseñoreó en el país.

También nos enteramos que en política hay que tener un plan y Chávez nos enseñó que lo tenía, y no sólo lo tenía, sino que lo hizo público. Se gradúa de presidente y de una vez firma un decreto llamando a Constituyente, cumpliendo con su palabra introduce una ley habilitante en el Congreso con 49 leyes para gobernar, afectando los intereses de los dueños.

Supimos con dolor que los dueños no tenían ninguna disposición a soltar su dictadura y es cuando le dan el golpe de Estado. Asimismo supimos que la burguesía mintió, miente y seguirá mintiendo hasta el fin de sus días, que no es posible creerle ni una solo palabra, se mienten entre ellos, pero nos mienten más a nosotros que no somos sus socios, sino sus esclavos. Ellos, lo sabemos ahora, no tienen intención alguna de negociar con nosotros absolutamente nada, como no sea la rendición incondicional, la humillación absoluta. Las elecciones, los diálogos, son solo para ganar tiempo, para cansarnos, para dividirnos, porque nunca han cejado en sus intenciones de tomar el poder por la fuerza. Y cuando hablamos de burguesía no hablamos de los payasos internos, sino de los dueños del circo que mandan desde el extranjero.

También aprendimos con el cuerpo que ser una fuerza no basta, que necesitamos tener conocimiento de que existimos. Después del golpe, aprendimos que no basta tener gobierno favorable, que es necesario defenderlo y en menos de 48 horas recuperamos a Chávez.

Asimilamos que no éramos independientes ni soberanos, porque nos dimos cuenta de que el golpe fue dirigido y auspiciado por las corporaciones transnacionales, con la complicidad de las arrodilladas elites del continente y las traidoras elites internas adoradoras de lo extranjero que aún hoy mantienen inalterable el mismo plan como Pinky y Cerebro.

También hemos percibido que sólo hemos sido una mina expoliada por las corporaciones transnacionales, que no existe la burguesía nacional, ni el capitalismo nacional, que jamás han construido una máquina, ni un sistema de riego, ni un tren o barco, ni una agricultura de factura nacional, ni han creado industria ni fábricas, ni procesado con capital propio recurso alguno, porque desde el cacao, el añil, el café, el oro, el petróleo, todo, absolutamente todo ha sido del capital extranjero y aquí solo hay franquicias. Todavía hoy durante nuestro gobierno no ha existido empresario que quiera invertir para cambiar las condiciones de obtener ganancias, todos se contentan con vivir del Estado y las migajas que les arrojan las transnacionales, se conforman con su condición de carteristas en parada de autobús. Pero no solo en la producción sino también en el arte, la academia, la ciencia, la política, los modos, usos y costumbres, todo se ha copiado o impuesto desde el extranjero; la escuela, el liceo, la universidad, la socialdemocracia, el socialcristianismo, el socialismo, el comunismo, el anarquismo, el nacionalismo cursi y trasnochado, de una flor, un árbol, un baile, una canción, un traje, un sombrero, una sola música, un solo cuadro y un solo poema nacional, que se nos ha impuesto desde la ignorancia y el mal gusto de contrabandistas y saqueadores, imitadores de modas allende los mares y fronteras.

Este gobierno forjado desde el 4 de febrero de 1992 es lo único auténtico que nos ha ocurrido en 500 años, y por eso las elites de todo tipo lo odian con rabia cobarde, con todos los prejuicios acumulados desde el primer invasor hasta el último embajador norteamericano. Sí, y lo podemos decir con toda la alegría, por fin desde el 4 de febrero de 1992 alguien nos nombró con afecto, nos dio existencia real, y sobre todo nos enseñó que se podía pensar con cerebro propio y no con el impuesto desde la academia, la universidad y la ciencia extranjera. Por eso los parásitos nos odiarán como infinitamente lo harán con Hugo Chávez Frías.

Entendimos desde entonces que la guerra civil le conviene al poder de las corporaciones, con certeza sabemos que desde Chávez hasta ahora el gobierno ha evitado la guerra civil pero la burguesía extranjera no cesa; desde entonces paro petrolero, guarimbas, sabotaje a las industrias del Estado y la infraestructura del país, a los servicios públicos, luz, agua, telefonía, salud, educación, entre otros; desconocimiento de la institucionalidad, de las leyes, bloqueos, sanciones, robo de activos y recursos financieros, captación de personal directivo en los cuerpos dirigentes, para mostrar corrupción y latrocinio; destrucción de las principales industrias y empresas del Estado, campañas psicológicas para destruir en el imaginario colectivo el apoyo a sus dirigentes, magnicidios, invasiones, financiamiento de los criminales y ladrones que se llaman así mismos "la oposición", pero tanto la oposición del signo que sea como la burguesía extranjera, saben y comparten que esa es la forma como se debe llegar más rápido a la guerra civil. En eso no nos equivocamos y por eso, más que nunca, somos leales a la política del directorio.

Como un paréntesis: si a Chávez le hicieron la vida de cuadritos hasta asesinarlo, a Maduro no le han dejado un solo día en paz desde las guarimbas, magnicidios, invasiones, sanciones, bloqueo, sabotajes, todas las marramuncias de la guerra se le han aplicado al gobierno. Afortunadamente hay un plan para cambiar esta mina por un país y esto nos mantiene a flote.

Ahora bien, tanto a lo interno como a lo externo observamos que se han derrumbado santos y tarimas en todos los sentidos, se han desdibujados los partidos políticos, los sindicatos, los gremios, las oenegés, las ideologías de todos los signos y colores, hoy totalmente desprestigiadas. Se venden a tres por locha y una de ñapa. Las iglesias han mostrado sus ocultas miserias, las academias y escuelas se repiten panfletariamente; las artes y artistas de todos los tipos, desde los clásicos académicos hasta los raperos, sólo son un recicle que se venden al mejor postor como buhoneros de baratijas en las esquinas; las profesiones se depauperan y los profesionales se envilecen en la desesperanza de no poder cumplir con la ilusión de ser ricos, mientras el capitalismo anda con las nalgas afuera mostrando sus pestilencias mientras va engullendo vida.

Pero esto no es una casualidad. Después de la Segunda Guerra Mundial, organizada, planificada en pleno por el capitalismo en su etapa imperialista, donde las corporaciones conducen el carro, porque en adelante ya las guerras no son porque este país le invadió la frontera al otro, porque lo ofendió, o porque le faltó el respeto al rey, al presidente o al dictador. Ya no se justifican las guerras, ahora con desparpajo lo dicen: vamos por la obtención, la defensa y usufructo del botín. Cualquier justificación es válida: el terrorismo, la falta de democracia, el exceso, las libertades de los negros, los indios, las mujeres, los géneros, los derechos humanos, el medio ambiente y las guerras de saqueo se llaman de primavera, de colores, proxy, de cuarta generación, híbridas.

La guerra por primera vez es mundial, no hay rincón del planeta habitado en donde no se esté combatiendo; en todos los frentes, ya sea artístico económico, militar, político, diplomático, la torcedura de pescuezos en todos los países-mina y los vasallos no juega carritos, y a los que no se la calan o no se la quieren calar de inmediato, desatan contra ellos las sanciones, los bloqueos, las invasiones y todo su aparato de propaganda llamados medios de información que controlan en todo el mundo, repitiendo los mismos panfletos de siempre: la libertad, la igualdad, la democracia, el progreso, la civilización, la justicia, y ahora, como si fuera poco, los derechos humanos, los negros, las mujeres, los indios, los niños, los ancianos, los campesinos, los obreros, las aguas, los árboles, el medio ambiente, en donde todos nos dividimos al infinito, mientras el pensamiento capitalista es único en nosotros.

El capitalismo es un hecho mundial. Ya el capitalismo no es un problema de Europa, de las potencias imperiales, o de una conjunción de naciones disputándose el mundo, eso ya pasó. Ahora el capital tiene vida propia, poder propio, plan propio. Fuera de los países, naciones o potencias, las corporaciones deciden qué pasa y no pasa en cada territorio de su interés.

La guerra a la que hoy asistimos es por el control definitivo de los recursos del planeta, y cuando hablamos de los recursos nos referimos a lo físicamente construido, y a los recursos naturales existentes en los territorios, como agua y minerales; y fundamentalmente hablamos también de la planificación del uso de la gente, de los esclavos propiamente dicho. Eso es lo que está ocurriendo. Ejemplo: el contexto Ucrania-Rusia. No es que Putin es malo y Biden es bueno, que Zelenski es un payaso o un idiota, que si Xi Jinping es chino y Maduro caraqueño, nada de eso: las personas no tienen importancia en lo que está ocurriendo, es el gran capital moviendo sus peones en el tablero de ajedrez llamado Tierra. Dentro de ese tablero no hay nadie ni territorio alguno que no dependa de las decisiones de las corporaciones, porque realmente en este momento en el planeta está ocurriendo el más grande reacomodo que sistema alguno haya sufrido o vivido en el marco histórico de esta especie.

El imperialismo capitalista le urge apoderarse, desde la misma Segunda Guerra Mundial, de los territorios de China y Rusia, y con ellos de todo el continente asiático, como también del absoluto control de África y América. Cualquiera puede argumentar que eso ya ocurre en el planeta, sí, pero no en las dimensiones necesarias para el ejercicio del poder absoluto buscado por las grandes corporaciones.

Ya en otros artículos hemos mencionado la necesidad que tiene el capitalismo de eliminar los Estados-nación y sustituirlos, desde el ejército nacional hasta los cuidadores de mascotas por ONG o empresas privadas que cumplan las funciones del Estado, pero en beneficio de la empresa privada. El problema que plantea la existencia de los poderosos Estados chino y ruso para el imperialismo capitalista es que no se pueden destruir tan fácilmente. Los chinos tienen no sólo un gran recurso natural material, sino que además tienen una población de aproximadamente 1 mil 500 millones, un poderoso ejército, tecnología de alta calidad, fábricas de armamentos de primera, un partido político con el control de la política de Estado en todos los niveles; tienen recursos, territorio importante y gente.

Por otro lado, en relación a los rusos, estamos hablando de la novena parte del planeta como territorio controlado por un solo Estado-nación, de que Rusia comporta aproximadamente unas 20 Venezuelas, es un territorio que antes y después del capitalismo ha sido ambicionado, es como la tapa del frasco, la joya de la corona, no sólo porque es el territorio más grande en manos de un solo Estado, sino porque es el territorio con más agua dulce del planeta, con mayor cantidad de gas, petróleo, minerales, es un territorio con una gran cantidad de condiciones favorables para generar plusvalía, pero aún hay más, como dice la propaganda: es el país con la más desarrollada tecnología militar del planeta, y con una experiencia en campos de batalla insuperable hasta el momento.

La guerra que se libra promovida por el capital financiero especulativo contra los Estados-nación, rompiendo todas las leyes y acuerdos que ellos mismos generaron, busca crear el gran caos planetario para de esta manera dominar fácilmente e imponer las reglas, que cada día beneficie sin estorbo a las grandes corporaciones.

Ese sector del capitalismo entiende que ha llegado a un grado máximo de desarrollo y que no hay nada más que hacer que defenderse como capitalismo, es decir, ya no tiene nada que hacer como cultura, ya no tiene una pintura que producir, ya no tiene una poesía, una narrativa, una música; lo que está es reciclando y reciclando porque ya todo es negocio, todo entró en la gran pira del negocio, todo gira en torno a la compra-venta, lo que se está produciendo no son artistas sino comerciantes, ya el pintor, desde los naif hasta el estudiado, vende pintura para adornar apartamentos, edificios, plazas; ya no es porque es un lenguaje, ya no es porque quiere expresarse o porque está diciendo algo. Pasa igual con la música, que no dice nada, y cualquier asomo de arte insipiente es capturado por la industria del arte y convertido en mercancía, al igual que la filosofía, que está en boca de charlatanes vendidos al mejor marchante.

El capitalismo, esa maquinaria que generó una cultura de la ficción y el consumo de lo inexistente e imaginable, ese aparente caos en donde las profesiones que aparentan independencia no son más que engranajes de una misma idea-máquina, que nos comporta a todos como cultura, en donde la industria con la tecnología más desarrollada es la de los armamentos, que también comporta medios de información, todo ese aparataje que va hacia controlar la mente de las personas e imponerle a las personas lo que le convenga al capital, porque necesita vender, producir y vender. A eso se reduce hoy el capitalismo en el planeta: producir a toda costa y tener el comprador zombificado, asumiendo con sus actos la defensa de intereses de pequeños grupos mafiosos que no les interesa países, sino su propio peculio. La política, la salud, la educación, son una empresa y ésta es privada, controle quien la controle, y debe producir plusvalor y ganancias.

Todo esto lo hemos entendido en estos 24 años. Despiertos, hoy tenemos seguridad de que ninguna élite en este continente ha podido producir pensamiento propio, porque su pensamiento tiene manantial en Europa, y esto incluye a las llamadas izquierdas. Chávez nos enseñó que debemos separarnos de ellas para poder encontrarnos como juntos y fundar el futuro, y no seguir creyendo en pajaritos preñados.

Lo cierto es que nosotros no estamos en líos porque Chávez era negro, porque tenía verrugas, porque somos pobres, no, no estamos en líos por eso. Estamos en líos porque este país tiene una dirección que decidió tener un plan, mal que bien, y eso molesta a los dueños del planeta. "¿Cómo que un tipo se sale de mi égida? ¿Cómo que un país no lo gobierno yo? ¿Cómo es que toma decisiones solo?". Es un mal ejemplo, y sobre todo cuando tiene recursos y pudiera ir más allá soliviantando a otros pueblos del mundo, mucho más aún con las vinculaciones con China, con Rusia, con Irán. Por eso tratan de ahogarnos con sanciones y bloqueo. El gobierno hace de tripas corazones para poder resolver problemas, para que la gente coma, estudie y trabaje.

En este balance llegamos a la conclusión de que no nos dejarán tranquilos, que apretarán hasta intentar ahorcarnos, pero devolvernos a manos de los dueños por el manipuleo de la oposición de que ellos nos harán millonarios apenas ganen elecciones porque nos pondrán a ganar 500 verdes semanales, no es más que una venta de milagros porque la verdad verdadera es que ellos vienen por lo que creen que es suyo.

Desde hace 24 años estamos fuera de la atarraya; mal negocio sería querer volver a ella. Desde nuestro punto de vista, pensar cómo continuar fuera del corral es nuestra solución, ningún vendedor de milagros nos conducirá a construirnos como país, solo nos mantendrá en el redil como un arreo de vacas listas para el ordeño o el matadero. Decidamos: vacas o gente pensando.

Es mucha la experiencia acumulada en estos años y aquí estamos intactos en la intención. Esta es un tentativa de balance, no de nuestro hacer, sino del porqué estamos haciendo lo que estamos haciendo y con quién están las lealtades a estas alturas del partido sin duda alguna.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<