El fiscal general Tarek William Saab presentó en rueda de prensa otros hallazgos sobre la trama PDVSA-Cripto. Esta vez se mostraron las declaraciones del empresario Samark López en las que explica parte del modus operandi de la red asociada a Leopoldo López y a Julio Borges como protagonistas estelares.
En la actualización sobre el caso, el Fiscal indicó que había nuevas detenciones en esta segunda fase de investigación, con lo cual se registra un total de 67 detenidos. Añadió que el Ministerio Público obtuvo nuevas revelaciones por medio de las confesiones de los involucrados.
Se mostró el testimonio del empresario y también emisario de Tareck El Aissami, quien describió el esquema corruptivo sobre el proceso de embarques de petróleo y las modalidades que empleaban para incurrir en las prácticas viciadas sobre esta materia.
En su confesión, Samark explicó las dos modalidades aplicadas desde 2020 hasta 2022:
- Asignaciones de embarques petroleros a diferentes empresas a los fines de repartir altas comisiones a contratistas que tienen vinculaciones con los partidos de ultraderecha Primero Justicia y Voluntad Popular. Las ganancias oscilaban entre 120 a 140 millones de dólares, dependiendo del marcaje en el mercado.
- Se les exigía a los contratistas que, en lugar de pagar solo el precio de crudo, también enviaran diluyentes o derivados petrolíferos para que obtuvieran doble ganancia, es decir, absorbían los beneficios tanto de la venta del petróleo como de los derivados determinados en ese negocio. Las ganancias podían superar los 2 mil millones de dólares.
En resumen, Borges y López se beneficiaron de las asignaciones ilegales de embarques de petróleo y derivados a través de dos contratistas que se esconden detrás de empresas españolas, que otorgaron cargamentos de crudo valorados en más de mil millones de dólares.
En este sentido, Samark hizo énfasis en que los contratistas eran de larga data pues le dieron continuidad a métodos turbios heredados de la administración de Rafael Ramírez.
Además, es importante mencionar que la participación de un actor como Leopoldo López sugiere que este esquema todavía mantiene los métodos de aquel vínculo histórico relacionado con el desvío de fondos de PDVSA hacia la Asociación Civil Primero Justicia en 1998.
Volviendo a la trama, en principio se conoce que el proceso de asignación de embarcaciones en una empresa petrolera involucra diversas consideraciones para asegurar el transporte eficiente del crudo. Eso pasa por un procedimiento de controles administrativos y de normativas de contratación de PDVSA, por ello ese grupo corrupto simulaba un proceso de licitación con distintas contratistas, para luego decantar las flamantes asignaciones a los mayoristas de antaño, predeterminados, que estaban incrustados en las entrañas de PDVSA.
Frente a esto, Samark agrega que otro de los mecanismos usados para garantizar la sostenibilidad de esa cohabitación ilícita se dirigía a los buques de gran cuantía, donde a las empresas prestadoras de servicios o los proveedores registrados que ellos catalogaban como "pequeños" se les hacía creer que la asignación correspondía a un contrato de un precio que podían pagar.
No obstante, la trampa recaía en que, al hacer la entrega de ese buque, se anunciaba un precio muy por encima de lo que esos pequeños proveedores podían pagar. De esta manera, Samark y su grupo tercerizaban el intercambio, ofreciendo como solución que realizaran los pagos a través de los tradicionales y preferenciales mayoristas que ya estaban enlazados con la turbia red, y que tenía como beneficiaros finales a López y Borges.
De esta manera, los pequeños prestadores de servicio se beneficiaban del contrato con un proceso transparente y competitivo, pero que al final eran absorbidos por dos mayoristas determinados a discreción previamente, que fungían en el negocio desde las sombras, utilizando tácticas de sobornos y desvío de recursos en perjuicio de los intereses de la empresa y del país.
Finalmente, el susodicho emisario de El Aissami narró que uno de esos dos mayoristas envió cartas a la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, por siglas en inglés) de Estados Unidos, en las que solicitaba que no sancionaran una de las empresas que operaban en PDVSA, y ofrecían a esa oficina que, una vez que hubiese un cambio de gobierno, él podía aumentar su operatividad y producción en materia petrolera.
Se esperan próximas revelaciones sobre el caso PDVSA-Cripto que, en su segunda fase de investigación, han mostrado la táctica insidiosa del sector dirigido por Leopoldo López, quien no ha dejado de estar infiltrado en la industria petrolera y ha quebrado lealtades y ha elevado el chantaje por medio de amenazas con imposición de sanciones o licencias, y quienes aún mantienen su prácticas cuestionables para la malversación de fondos por medio del comercio petrolero.