Mar. 19 Noviembre 2024 Actualizado 6:31 pm

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El petróleo crudo y sus derivados tienen una presencia constante en nuestra vida diaria. (Foto: Archivo)

La energía fósil en el horizonte civilizatorio actual

En un reciente artículo el Secretario General de la OPEP, Haitham Al Ghais, hizo algunas aseveraciones que, dado el contexto de recuperación de la producción petrolera de Venezuela mostrada por el presidente Nicolás Maduro en su “Memoria y Cuenta”, no deberían pasar inadvertidas.

En su escrito, Al Ghais relativiza las proyecciones que se vienen realizando a lo largo de la historia sobre el “pico de oferta” de petróleo —nuevos yacimientos encontrados— y en las de “pico de demanda" —consumo mundial—, que tienen como constante el haber errado reiterada y estrepitosamente.

El secretario aclara que las expectativas de alcanzar el pico de suministro de petróleo “nunca se han cumplido y las predicciones sobre el pico de demanda de petróleo están siguiendo una tendencia similar”. También afirma que “el pico de demanda de petróleo no aparece en ningún pronóstico confiable y sólido a corto o mediano plazo”.

Coloca de ejemplo el informe de Citibank de 2013, titulado “Global Oil Demand Growth – The End Is Nigh”, en el que se sugería que el crecimiento de la demanda de petróleo podría alcanzar su máximo mucho antes de lo que esperaba el mercado. No obstante, tal indicador en 2012 estaba por debajo de los 90 mb/d y hoy supera los 100 mb/d.

Además cita el informe “World Oil Outlook 2045” publicado por la OPEP, en el que se menciona que la demanda alcanzará los 116 mb/d para 2045, impulsada entre otras cosas por el surgimiento de una clase media más grande, una expansión de los servicios de transporte y por la mayor demanda y acceso a la energía que experimenta el “Sur Global”.

Dos conclusiones resaltan del análisis expuesto por Al Ghais: el primero referido a los hidrocarburos como recursos irreemplazables en el presente y en el futuro cercano —los derivados del petróleo y el gas se utilizan en una variedad de aplicaciones más allá de la generación de energía y la combustión—, y la segunda enfocada en el papel que las mejoras tecnológicas pueden desempeñar en la disponibilidad de combustibles más limpios y eficientes. Ambas conclusiones resumen la necesidad de que continúe el flujo de inversiones en las energías fósiles.

Lo expuesto por el secretario de la OPEP reviste una importancia estratégica que no debe pasar desapercibida en Venezuela, mucho menos en un momento cuando el país transita por un proceso de recuperación de su peso energético global, el mismo que mantuvo hasta la imposición de las sanciones contra la empresa petrolera nacional: persiste la necesidad de petróleo en el mundo, lo que exige inversiones en el corto y mediano plazo.

En ese sentido, Venezuela debe preservar y fortalecer su posición como actor estratégico en el ámbito energético mundial, no solo porque en nuestro territorio se asientan las reservar petroleras más grandes del planeta, sino porque en nuestro acervo está el “know how” de una industria que tiene asentada en el país más de un siglo y que ha permitido, cuando hubo voluntad política, apalancar y dinamizar la economía nacional con el objeto de incrementar el bienestar general del país.

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