Los datos oficiales mostrados en la Memoria y Cuenta 2023 por parte del presidente Nicolás Maduro sobre el estado de la economía venezolana exponen una escalonada recuperación en ese sector y brindan un panorama de cierta estabilidad, al menos en lo que corresponde a los números macro.
Una revisión de los gráficos expuestos en el Hemiciclo de la Asamblea Nacional hace concluir que la recuperación económica de Venezuela está ceñida por las dificultades propias del bloqueo y las sanciones criminales, pero también por la capacidad del Estado de llevar a cabo medidas excepcionales en el ámbito nacional y concretar, a su vez, compromisos internacionales con actores económicos estatales y privados que permiten la reanimación de algunos sectores que habían estado deprimidos por la crisis.
Primero hay que señalar el monto aproximado en cuanto a pérdidas de ingresos brutos por parte de la industria petrolera nacional desde la emisión del llamado Decreto Obama en marzo de 2015 hasta el presente: unos 232 mil millones de dólares, producto de las sanciones unilaterales estadounidenses.
Se estima que las pérdidas de producción petrolera llegan a 3 mil 995 millones de barriles en ese periodo de tiempo, teniendo su pico más bajo en junio de 2020, año y medio luego de que la administración de Donald Trump impusiera medidas coercitivas contra PDVSA. Luego de este punto, la producción ha tenido ligeros altibajos, sin embargo, ha crecido de manera paulatina a los niveles de 2019.
Otros datos sobre la agresión económica, financiera y comercial contra Venezuela:
- El presidente Maduro añadió que el daño patrimonial contra la República Bolivariana, consecuencia del bloqueo y las medidas sancionatorias, alcanza los 642 mil millones de dólares.
- Se estima que, en los últimos ocho años, los sectores extremistas de la oposición han despojado al país de 411 millones de dólares por día.
La situación de guerra antivenezolana desangró a la nación con incalculables impactos en lo económico y, por ende, en la sociedad completa. Pero este cuadro ha estado tratándose de revertir en los últimos años: en 2022, PDVSA entregó a la República 4 mil 758 millones de dólares por ingresos, cifra que casi alcanza los números de 2018.
Ello contribuyó a que Venezuela registrara un crecimiento económico de dos dígitos desde el tercer trimestre de 2021 (16,72%) hasta el tercer trimestre de 2022 (13,22%), con su pico más alto en el segundo trimestre del año pasado (23,30%).
Si bien los economistas de derecha insisten en que este cuadro se trata exclusivamente de un efecto rebote, la planificación y las medidas tomadas por los poderes ejecutivo y legislativo son las batutas que han llevado al presente contexto de recuperación, sin desmeritar el hecho de que efectivamente existe un rebote económico luego de una caída, típico de las crisis capitalistas.
También, la confianza en la recuperación ha ido en alza y eso se demuestra con el siguiente gráfico: los depósitos en bolívares en el sistema financiero nacional incrementaron 51%, un tanto de manera desigual entre meses, en 2022, alcanzando su pico en noviembre. La importancia de este ítem se relaciona directamente con la relativa estabilidad, durante la mayoría del año (a excepción del último trimestre), de la inflación y el tipo de cambio respecto al dólar, lo que precisamente ha dado una confianza creciente, aunque inestable,en torno a la moneda nacional.
Desde el punto de vista productivo, las cifras oficiales apuntan a una reactivación del financiamiento bancario público y privado por la vía del crédito, generando un impulso que ha venido in crescendo desde enero de 2020 de forma gradual mas siempre en alza, con un crecimiento en 11 meses de 112% en dólares. El gobierno nacional confirma que la mayoría de los créditos se expenden a favor del sector agroalimentario y microfinanciero (emprendedores, etc.).
Lo anterior es significativo para la agroproducción nacional, que ha logrado un incremento en la mayoría de rubros que mayormente consume la población. En efecto, los productos que suelen recurrir las cocinas y mesas de las familias venezolanas se pueden encontrar en supermercados, mercados y abastos en los sectores comerciales del país sin inconvenientes, encontrándose mayoritariamente artículos de elaboración nacional, además de los traídos bajo esquemas de importación.
La recuperación del sector industrial también ha tenido un auge en 2022, con superávit en el área de producción de papel (virgen en molinos y corrugado), además de un importante repunte en el sector de neumáticos y lubricantes para el parque automotor nacional.
Tres datos financieros de importancia:
- En 2022, la recaudación tributaria aumentó 97% (4 mil 744 millones de dólares) respecto al año anterior, mediante la modificación de los mecanismos de impuestos.
- El monto transado en el mercado de valores tuvo un crecimiento de 1216% en relación a 2021, producto de una medida en la que el Estado venezolano decidió vender acciones de empresas públicas y las privadas entraron en ese sector mercantil.
- Los contratos de compra-venta realizados en el mercado físico en la Bolsa de Productos Agrícolas (Bolpriaven) tuvieron un crecimiento nominal promedio mensual de 90%, llegando a poco más de 40 millones de dólares. Esto se compagina con el desarrollo del mercado agroalimentario en alza, ya comentado.
Por un lado, las exportaciones no petroleras tuvieron un incremento de 151,6% el año pasado, aumentando la diversificación de las fuentes externas de divisas y que puede leerse como un signo del auge de la economía productiva que impulsa el gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Por el otro, las importaciones también crecieron 106% en 2022, por el orden de los 8 mil 194,4 millones de dólares. Un 77,1% de aquellas fueron a parar al sector comercial; el resto significó importaciones de materia primera para las diferentes industrias que existen en el país. Lo que muestra una vez más el flujo de caja exhibido en las anteriores cifras de ingresos nacionales y, además, un repunte en la producción nacional, como lo muestra el siguiente gráfico.
Todos estos números macroeconómicos han tenido repercusión en la calidad de vida de la población venezolana. Ha disminuido el déficit nutricional luego de años de crisis impuesta (7,7%), ha aumentado la disponibilidad nacional de proteínas en gramos por día (78,3) y apenas 2,3% de los hogares mantienen cierto grado de dependencia económica (cuatro o más miembros por persona con trabajo e ingresos regulares), logrando los niveles más bajos desde 2015.
Aunado al último dato, la tasa de desocupación bajó a 7,8%, manteniéndose en el promedio de América Latina y el Caribe de acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo (7,9%).
Este breve panorama nos muestra una economía nacional que ha repuntado especialmente en 2022, signada por un incremento en la productividad y en la frecuentación de los mercados financieros nacionales para el apalancamiento de algunos sectores industriales y semi-industriales.
A pesar de las dificultades propias de un contexto marcado por el bloqueo y las sanciones unilaterales de Estados Unidos y la Unión Europea, la alta inflación que experimenta toda la región (y el resto del mundo, sea dicho) y la disrupción de las líneas de suministro globales, lo que produce y producirá inestabilidad en nuestro país (aunque no sólo), el augurio para la continuación de la recuperación económica de Venezuela es positivo. El panorama está atravesado por vientos de cola favorables, aun cuando haya intentos de desestabilizarlo vía agresiones extranjeras o por acciones propias de un antichavismo extremista que no coopera en el bienestar de la nación.