La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés) enfrenta la crisis existencial más grave de sus 74 años de historia ya que los recortes de financiación de varios países occidentales se suman a las continuas atrocidades perpetradas por Israel en Gaza.
Esta agencia es singular en ser la única dedicada a un grupo concreto de refugiados en zonas específicas, y la única organización de ayuda que gestiona un sistema educativo en toda regla. UNRWA es también la única organización con mandato para trabajar en Gaza y distribuir ayuda a los dos millones de personas que actualmente están atrapadas y mueren de hambre en el enclave asediado.
Para agravar estos problemas, la ocupación quiere verla desmantelada.
UNRWA debe ser destruida
En enero, Israel alegó que los miembros palestinos del personal de UNRWA participaron en la Operación Diluvio de Al-Aqsa de la resistencia el 7 de octubre, lo que llevó a Estados Unidos y otras 18 naciones a suspender rápidamente la financiación a la organización.
Las suspensiones fueron recibidas con conmoción porque UNRWA desempeña un papel clave en el suministro de alimentos y medicina a los hambrientos gazatíes que luchan por sobrevivir al asedio y bombardeo israelí del enclave costero.
Sin embargo, las acusaciones de Israel no se basan en ninguna prueba. Por el contrario, forman parte de un plan secreto preparado con antelación por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel para destruir la agencia. Se cree que UNRWA “trabaja contra los intereses de Israel” al perpetuar el sueño del derecho al retorno de los refugiados palestinos y la idea de la lucha armada contra la ocupación.
El plan del Ministerio de Exteriores, filtrado al Canal 12 de Israel el 28 de diciembre, establecía un proceso en tres fases para eliminar la agencia en Gaza, utilizando como pretexto la operación de resistencia dirigida por Hamás:
En primer lugar, preparar un caso alegando la cooperación de la agencia con Hamás; en segundo lugar, reducir su campo de actividad y encontrar proveedores de servicios que la sustituyan; y, en tercer lugar, transferir las responsabilidades de la agencia a otra entidad.
El Canal 12 señaló que Israel quiere actuar con lentitud dado que el gobierno estadounidense considera la UNRWA crucial para los esfuerzos humanitarios en Gaza. El Ministerio de Relaciones Exteriores busca construir gradualmente la denuncia para expulsar la organización como parte de las discusiones sobre “el día después”, en caso de que Hamás sea desmantelado.
La secuencia de acontecimientos
Según un reportaje del New York Times, la “secuencia de acontecimientos” que llevó a Estados Unidos a suspender la financiación de la UNRWA comenzó el 18 de enero, cuando Amir Weissbrod, director general adjunto del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, se reunió con Philippe Lazzarini, el director de la agencia, en Tel Aviv.
Weissbrod mostró a Lazzarini un dossier de la inteligencia israelí en el que se afirmaba que 12 empleados de la organización habían participado en las acciones del 7 de octubre.
Tras la reunión en Israel, Lazzarini no hizo esfuerzo alguno por confirmar la validez de las acusaciones. En lugar de ello, voló a Nueva York para reunirse con el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, e inmediatamente empezó a despedir a los empleados, según declaró un funcionario de las Naciones Unidas.
The Guardian informó que posteriormente se le preguntó a Lazzarini en una rueda de prensa si había investigado la existencia de pruebas sobre las acusaciones que le había presentado Weissbrod. “No,” respondió Lazzarini, “la investigación está en marcha ahora”,quien además dijo que tomó la “decisión excepcional y rápida” debido a “la naturaleza explosiva de los señalamientos”, más que cualquier otra evidencia.
También dijo que ni siquiera leyó el expediente porque estaba en hebreo. En su lugar, Weissbrod “lo leía y me lo traducía”, dijo.
¿Cómo lo supo Estados Unidos?
El mismo trabajo del New York Times señala que la UNRWA informó de las acusaciones a los funcionarios estadounidenses el 24 de enero. Apenas dos días después, el secretario de estado estadounidense, Antony Blinken, anunció la suspensión de financiamiento a la organización.
Sorprendentemente, el Departamento de Estado realizó el anuncio en medio de reportes que señalan que Gaza estaba al borde de la hambruna, y a pesar de reconocer que “la UNRWA desempeña un papel crítico en la prestación de asistencia vital a los palestinos, incluidos alimentos esenciales, medicamentos y refugio”.
Al igual que Lazzarini, Blinken tomó la decisión sin pedir pruebas a Israel sino basándose únicamente en la supuesta gravedad de las acusaciones. Blinken justificó su decisión de suspender la ayuda a los palestinos hambrientos diciendo que “no hemos tenido la capacidad de investigarlas nosotros mismos. Pero son muy, muy creíbles”.
En un esfuerzo aparentemente coordinado, otros países —entre ellos Alemania, Gran Bretaña y Australia— siguieron con rapidez el ejemplo. Incluso la ministra australiana de relaciones exteriores, Penny Wong, reconoció haber suspendido la ayuda sin haber recibido antes alguna evidencia de Israel, ni siquiera haber pedido a Lazzarini que compartiera las pruebas que pudiera tener.
La crisis de financiación se agravó hasta tal punto que Juliette Touma, directora de comunicaciones de la organización, declaró que tras “décadas de trabajo conjunto”, en “poco más de 24 horas nueve de nuestros donantes suspendieron la financiación UNRWA”.
Otro expediente dudoso
A medida que arreciaban las críticas por las suspensiones de la ayuda, funcionarios de la cancillería israelí entregaron un expediente a varios medios de comunicación internacionales.
Sin embargo, tras ver el documento, tanto el Financial Times como Channel 4 del Reino Unido informaron que no aportaba “ninguna evidencia” de las afirmaciones. El ex director de la UNRWA, Chris Gunness, lo comparó con el “expediente dudoso” usado por Tony Blair para llevar a Gran Bretaña a la guerra de Irak. “No hay pruebas reales. Hay acusaciones,” concluyó.
Lior Haiat, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, intentó justificar su negativa a proporcionar pruebas reales mediante el alegato de que “la propia naturaleza de las acusaciones hace imposible que Israel comparta todas las evidencias que tiene contra la UNRWA”.
“¿Creen que podemos darle información de inteligencia sabiendo que algunos de sus empleados trabajan para Hamás? ¿Lo dicen en serio?”, preguntó.
Pero el propagandista y portavoz israelí Eylon Levy se negó a decir si Israel había proporcionado pruebas incluso a los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido. “No tengo conocimiento personal del material que se ha intercambiado entre nuestras agencias de inteligencia”, declaró a Channel 4 cuando se le pidió que aportara pruebas de las afirmaciones.
¿Vínculos con Hamás?
La cancillería continuó poniendo en práctica el plan filtrado de tres pasos para destruir la UNRWA haciendo acusaciones adicionales sobre la cooperación de la organización con Hamás.
El 29 de enero, el Wall Street Journal (WSJ) informó sobre unas afirmaciones basadas en información de inteligencia israelí según las cuales “1.200 de los aproximadamente 12.000 empleados de la agencia en Gaza tienen vínculos con Hamás o la Yihad Islámica Palestina, y cerca de la mitad tienen familiares cercanos que pertenecen a los grupos militantes islamistas”.
El artículo tampoco aportaba pruebas, cita únicamente los servicios de inteligencia israelíes y estaba coescrito por Carrie Keller-Lynn, una estadounidense que fue voluntaria en el ejército israelí y que mantiene una relación personal con un portavoz del mismo.
Aunque fueran ciertas, las acusaciones carecen de sentido. Hamás es el partido gobernante en Gaza, por lo que es evidente que muchos empleados de la UNRWA simpatizarían o tendrían lazos familiares con el movimiento de resistencia.
Del mismo modo, no sería sorprendente que un empleado de una ONG o grupo de ayuda israelí simpatizara con el ejército o tuviera familiares en el partido gobernante actual, el Likud.
Como señaló Haaretz, los empleados de la UNRWA en Cisjordania y otros países donde opera la organización suelen estar más alineados con la facción palestina dominante en esa zona.
“No pudimos comprobarlo”
El plan de pintar la organización como vinculada a Hamás del Ministerio de Asuntos Exteriores pronto continuó con nuevas y extrañas acusaciones de que la agencia había colocado un enorme centro de datos directamente debajo de la sede de la UNRWA en Gaza.
El Times of Israel afirmó que el centro de procesamiento de datos estaba “construido precisamente bajo el lugar donde Israel no consideraría mirar en un principio, y mucho menos como objetivo en un ataque aéreo”.
No obstante, Israel lleva décadas bombardeando escuelas de la UNRWA y otras instalaciones de la ONU, incluso cuando un gran número de civiles se han estado refugiando en ellas. Ningún dirigente de Hamás imaginaría que esto le proporcionaría protección alguna.
Pero como ha demostrado Michael Kobs, analista de inteligencia de fuentes abiertas (Osint, en inglés), el supuesto centro de datos que el ejército israelí mostró a los periodistas extranjeros no estaba bajo la sede de la organización.
Kobs también señala que cuando la periodista de Tageschau Sophie van der Tann fue conducida a través de un túnel para ver el supuesto centro de datos, declaró: “No pudimos comprobar” que estuviera bajo la sede de la UNRWA.
Borrar el derecho al retorno
¿Pero por qué Israel está determinado a destruir la agencia?
Una de las razones es su empeño en matar lentamente de hambre a los 2,3 millones de habitantes de Gaza.
Al inicio de la guerra, el 7 de octubre, el ministro de defensa Yoav Gallant notoriamente ordenó un “asedio completo” de Gaza, diciendo: “No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible; todo está cerrado”. La campaña de finales de enero para suspender la financiación de la UNRWA se produjo entonces en un momento cuando la “hambruna” estaba ya “a la vuelta de la esquina” en Gaza, según el jefe de ayuda de emergencia de la ONU, Martin Griffiths. Los funcionarios israelíes sabían que suspender la financiación de la organización en ese momento solo acercaría más la hambruna. Un funcionario militar israelí reconoció al WSJ el 13 de febrero que “sin la UNRWA, no hay ayuda humanitaria en Gaza”.
Pero hay otra razón por la que Israel quiere destruirla, que antecede a la guerra actual.
La analista política e investigadora palestina Hanin Abou Salem explicó que Israel quiere desmantelar la UNRWA porque transmite el estatuto de refugiado de generación en generación, lo que mantiene vivo el derecho al retorno de los refugiados palestinos y “garantiza que sus esperanzas de regresar a su patria ancestral no perezcan con la muerte de los refugiados originales de 1948”.
Si se desmantela la organización y se sustituye con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), como espera Israel, esto garantizará que los palestinos solo puedan ser reasentados en terceros países y nunca regresen a los hogares y tierras de los que Israel expulsó por la fuerza a sus abuelos durante la Nakba.
En 2017 Israel lanzó una campaña de propaganda contra la agencia y logró convencer a la administración Trump de recortar alrededor de 300 millones de dólares en fondos para la organización al año siguiente, solo para que la administración Biden reestableciera 235 millones en 2021.
Destruir una idea
Pero con el inicio de la guerra el 7 de octubre, Israel siente que tiene una segunda oportunidad no solo para destruir el derecho al retorno sino también la “idea” de la lucha armada para conseguirlo.
Noga Arbell, investigadora del derechista Foro Khoelet, explicó recientemente que hay que “aniquilar” la UNRWA porque es la “fuente de la idea”. “Da a luz a más y más terroristas de todas las formas. La UNRWA debe ser eliminada de inmediato, ahora, o Israel perderá la oportunidad”. La organización supuestamente “engendra terroristas” a través de sus 706 escuelas, donde alrededor de unos 543 mil 075 niños refugiados de Palestina reciben educación básica gratuita.
En Gaza, la UNRWA utiliza los libros de texto de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y los complementa con sus propios materiales. A Israel le molesta desde hace tiempo que estos libros incluyan lecciones sobre la vida de uno de los símbolos más famosos de la resistencia armada palestina, una joven de 18 años y refugiada nacida en el Líbano, Dalal Mughrabi.
En 1978 Mughrabi dirigió un grupo de guerrilleros del partido Fatah del presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, con vistas a llevar a cabo una operación en Israel.
Según la versión israelí de los hechos, Mughrabi “dirigió uno de los atentados suicidas más mortíferos de la historia del país”, al secuestrar un autobús y tomar como rehenes a sus pasajeros en la autopista entre Haifa y Tel Aviv. Durante la operación, el autobús explotó y “38 israelíes fueron asesinados, entre ellos 13 niños”.
Israel afirma que la UNRWA, por lo tanto, está enseñando “asesinatos en masa” mediante el uso de los libros de la ANP que animan a todos a ser como Mughrabi.
Sin embargo, los palestinos afirman que las fuerzas israelíes mataron a los rehenes.
Puedes asesinar a un revolucionario, pero no a la revolución
Según un trabajo del 2008 publicado en The Guardian, la joven y los guerrilleros palestinos pretendían atacar el Ministerio de Defensa en Tel Aviv y secuestraron dos buses que transportaban civiles en la carretera costera cerca de Haifa. Por el camino, se enzarzaron en un intenso tiroteo de 15 horas con las fuerzas israelíes.
Los palestinos sostienen que el bus explotó y mató a los guerrilleros y rehenes después de que le dispararan desde el aire helicópteros israelíes o comandos élite, en un posible primer caso de la Directiva Aníbal.
Las fuerzas israelíes aplicaron la Directiva Aníbal el 7 de octubre, matando a un gran número de sus propios civiles —y quemando vivos a muchos de ellos— mediante el uso de helicópteros, tanques y aviones no tripulados, al tiempo que que culpaban de todas esas muertes a Hamás.
Aunque Israel consiga ejecutar su plan de destruir la UNRWA, mientras mata de hambre y bombardea a decenas de miles de personas en Gaza, no podrá borrar el espíritu de Dalal al Mughrabi y los miles de mártires que, como ella, se han sacrificado por la libertad de los palestinos.
A las 24 horas de las acusaciones infundadas contra la organización, Estados Unidos, Reino y unido y otros 14 países suspendieron la financiación a la organización que el WSJ describió como el “principal pilar de las operaciones para trasladar ayuda alimentaria, medicinas y otros suministros humanitarias a Gaza”.
La brusquedad de estos recortes resultó especialmente chocante ante la inminente amenaza de hambruna, como subrayó Griffiths, quien advirtió que Gaza estaba al borde de una catástrofe humanitaria.
Estas medidas drásticas fueron instigadas por acusaciones basadas en un expediente dudoso de seis páginas, que podría considerarse parte de un plan meticulosamente elaborado y orquestado por el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, destinado a desmantelar la infraestructura humanitaria y educativa que atiende a los desplazados internos palestinos.
Este esfuerzo concertado para socavar la UNRWA no es sino una estrategia calculada para ejercer el control sobre la narrativa que rodea a los refugiados palestinos y remodelar una vez más la demografía en el país.
Este artículo fue escrito por William Van Wagenen y publicado originalmente en inglés en la página The Cradle el 15 de febrero de 2024, fue traducido para Misión Verdad por Camila Calderón.
William Van Wagenen es redactor del Instituto Libertario. Ha escrito extensamente sobre la guerra siria, con especial atención al papel de los planificadores estadounidenses en el desencadenamiento y exacerbación del conflicto. Tiene un máster en Estudios Teológicos por la Universidad de Harvard y sobrevivió a un secuestro en la región iraquí de Sinjar en 2007.